Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 10

 Capítulo 10

La zona horaria parecía estar cerca del mediodía. El sol de invierno era deslumbrante y las altas velas se mecían con el viento.

Su cuerpo se sacudía todo el tiempo. Lokira tomó asiento al darse cuenta de que estaba acostada al fondo del barco. El fino cabello cayó sobre sus hombros. La capa sobre su cuerpo también se deslizó débilmente.

Su espíritu había regresado después de haber dormido un poco. Cuando miró a su alrededor, notó un enorme panorama que nunca antes había visto.

Agua por todos lados.

Aunque mirara hacia el cielo y otra vez a la tierra, todo era agua a su alrededor. No podía distinguir el horizonte. La inmensidad aterradoramente abrumadora llenó el campo de visión de Lokira.

«Este mar...»

Sólo entonces Lokira se dio cuenta. Ella había pensado que conocía el mar, pero ahora que miraba a su alrededor pudo entender que en realidad no sabía nada. El mar que ella conocía no era más que un banco de arena en una esquina que podía visualizar desde el patio trasero.

No podía creer que fuera tan diferente estar en medio del mar.

El olor a sal, mucho más fuerte que el que se percibía en Delos, incomodaba un poco su nariz. Las aguas poco profundas de la costa tenían un color jade claro en verano, pero este lugar no era tan bonito y transparente como el que recordaba.

Ahora el mar tenía un color azul oscuro y parecía ser infinito. El ominoso color se retorcía y sacudía incesantemente. Las olas eran como montañas saliendo del agua. El barco en que se transportaba cruzó una y otra vez las crestas formadas por las olas del mar.

Este barco no era tan grande como imaginaba, así que Lokira se preguntaba si podría voltearse fácilmente. Estaba empezando a asustarse.

—No mires el agua por mucho tiempo. Puedes terminar cayendo.

Orión habló de repente.

Sólo entonces Lokira se volvió hacia él.

El hombre le había dado su capa, por lo que sólo vestía una camisa corta sin mangas. No parecía tener frío a pesar de ser golpeado por la brisa marina de invierno. Más bien, sudaba mientras remaba entre las grandes olas. Una fina capa de sal blanca se había formado sobre la piel oscura.

Cruzaba las olas a intervalos regulares y remaba de nuevo, cada vez que lo hacía las venas sobresalían de la parte superior de sus brazos y muslos. Las polainas de cuero bajo las rodillas estaban tensas.

¿Este hombre había estado remando todo este tiempo? No había ninguna isla a su alrededor, por lo que estaba segura que estaban bastante lejos de Delos.

Lo que había sucedido en el santuario era algo irreversible. Ahora ella tenía que quedarse a su lado y hacer todo lo que este hombre le diga.

De todos modos estaban en medio del mar.  Saltar de este barco no solucionaría nada. No podía deshacer el pasado y tampoco podía hacer nada en este momento. Al darse cuenta de ese hecho, su agitación disminuyó un poco.

Lokira aflojó un poco su boca y luego preguntó.

—¿Dónde estamos?

—¿Dónde? En el mar.

¿Qué clase de respuesta era esa? La ansiedad de Lokira no hizo más que aumentar. Orión estimó la dirección del sol y luego elaboró.

—Mira, puedes ver el sol justo en ese lugar, lo que significa que estamos yendo al sur.

—Al sur…

—Come algo primero. Abre ese saco de allí.

Debía admitirlo, estaba hambrienta a pesar de la situación. El saco al que se refería debía ser el que estaba debajo del mástil. Lokira se arrodilló para abrirlo. Lo primero que pudo observar fue una cantimplora de agua hecha de piel de oveja, seguida de pan de cebada, queso e higos secos.

Lokira los sacó abruptamente. Orión dejó los remos a un lado y se acercó a ella.

El barco se balanceaba con la corriente. Él se llevó la cantimplora a los labios a la vez que Lokira arrancaba un trozo de pan y lo masticaba rápidamente.

—Sabe igual que el que comía en el santuario.

—Por supuesto, lo robé del santuario.

¡Cof! ¡Cof!

Lokira recibió la cantimplora ofrecida por Orión. Después de calmarse, escupió lo primero que se le vino a la mente.

—Robos, saqueos…

—Piensa en ello como un favor de Artemisa.  Considerando los tributos que Delos recibió al usar tu nombre, esto no es nada.

Orión partió el pan por la mitad, colocó queso en el medio, luego trituró el contenido presionando el pan por ambos lados, finalmente puso higos encima y se metió el pan a la boca para luego murmurar.

—Hubo rumores de que habían aumentado sus gastos debido a lo que conllevaba la crianza de la bestia divina y el controlar un inesperado incremento de sus poderes espirituales. Decían no contar con mucho a pesar de estar rodeados de oro y vino por todas partes.

—Nunca antes he estado fuera. Quizá por eso todos lo creían.

—Por supuesto, eras el becerro de oro del santuario. Sin embargo, los poderes del tipo al que llamas hermano son reales, dicen que es muy poderoso… En otras palabras el santuario vendía los rumores de que eras peligrosa para recibir tributos.

Lokira gradualmente perdió el apetito.

¿Quizás era por esa razón que la gente del santuario siempre la golpeaba y asustaba?

Porque no debía escapar aquella por la que llegaban tributos.

La locura de la noche anterior volvió  repentinamente en su memoria.

Obviamente estaba acostumbrada a ser golpeada, pero la noche anterior había recibido una paliza brutal. Ya se había vuelto una rutina para la suma sacerdotisa regañarla con aversión, pero ésta había sido la primera vez que intentó atacarla con una espada.

Todavía se estremecía ante la intención asesina que había experimentado en carne propia. Lokira arrancó un pequeño pedazo de queso.

—La suma sacerdotisa dijo que lo hacía para disciplinarme. Pensé que no podía seguir al pie de la letra sus enseñanzas porque no era lo suficientemente buena, pero ayer trató de apuñalarme con una espada...

El queso sabía raro. Finalmente se obligó a tragarlo.

Orión sacudió sus manos y respondió.

—Esa mujer era originalmente ese tipo de persona. Tal vez pensó que intercambiar palabras con un hombre sucio bajaría tu valor. Te olvidarás de todo eso muy pronto. 

—Orión es gruñón, pero no sucio.

—Gracias por tus palabras. No, espera. ¿A quién le dices gruñón?

Dejó de intentar ir a por el remo y se dio la vuelta. Lokira estaba desconcertada por la reacción del hombre.

—Siempre dices cosas muy frías y parece que estás de mal humor. Creo que…

—Debo estar volviéndome loco. ¡Yo sólo…!

—¿Tú sólo…?

—...No importa. Haz lo que quieras. Da igual como pienses de mí.

Se llevó la mano a la frente por un momento y dijo: “¿Qué estoy haciendo…?”  Después de murmurar aquello, recuperó su energía y comenzó a remar. El mar, que había estado en calma durante un tiempo, se elevó y pronto mitigó de nuevo.

Lokira se asustó un poco y se aferró al mástil.  De ahora en adelante, tendría que soportar la energía del mar. Estaba aprendiendo que el agua, la cual alguna vez había pensado estaba estancada en su lugar, en realidad se retorcía con tanta violencia.

—¿Adónde vamos?

Preguntó de repente.

Ahora que lo pensaba, había escuchado el nombre de su ciudad natal.

—¿A la Atlántida?

—¿Cómo podríamos llegar hasta allí en tan poco tiempo? No tenemos suficiente comida.

Orión continuó remando, midiendo la dirección por la inclinación del sol. No parecía tener miedo del mar Egeo a pesar del barco ser tan pequeño que podría voltearse por la más mínima ola. Gritó mientras avanzaba, confiado.

—Vamos a Naxos. Allí será más fácil pasar desapercibidos. Hay muchos barcos, por lo que será fácil de entrar. Si recargamos nuestras provisiones en el puerto, en uno o dos días más estaremos en la Atlántida. Deberíamos poder pasar la noche en tierra firme.

—¿Es Naxos lo que veo allí?

—Eso es sólo una roca.  

Lokira tardó un tiempo en recordar lo que sabía de ese lugar. No tenía sentido para ella, que sólo conocía Delos, pero se decía que era la isla más grande de la zona. También se decía que los leones de piedra que decoraban el camino frente al santuario eran tributos de Naxos.

Entonces, naturalmente, recordó a Loxias que había levantado el león de piedra con un simple gesto de manos.

Recordando su hermoso rostro, Lokira sintió ansiedad y confusión.

Loxias le había dicho que no hiciera nada estúpido y que se mantuviera a salvo. ¿Había sido realmente una coincidencia que esta extraña situación sucediera mientras su hermano menor estaba fuera?

Se preguntaba si ya había sido informado de que la habían atrapado escabulléndose por la ventana. De alguna manera, había sido muy raro que las sacerdotisas trataran de obtener evidencia física esa noche. Parecía como si les hubieran dado instrucciones explícitas de vigilarla ese día.

La imagen de él asegurando que no había nada que no supiera en esa isla se superpuso.

Sintiéndose ominosa, Lokira trató de calmar su corazón.

«De ninguna manera. Tal vez sólo sea una coincidencia. Lox habría dicho algo si lo hubiera sabido. Estoy segura que armó un escándalo al enterarse que no estaba en el santuario.»

Loxias siempre fue un niño dulce, incluso a veces tierno. Puede que ahora estuviera  desconcertado y afligido. Pensar así la hizo sentirse avergonzada.

«Tal vez Lox ya esté enterado de lo sucedido. Puede que en este preciso momento esté mirando desde lejos usando su poder y descubierto que voy de a camino a Naxos con este hombre…»

Si alguna vez volviera a encontrarse con Loxias, Lokira tendría una conversación muy seria con él.

Como esperaba, odiaba estar encerrada y le aterrorizaba ser castigada. Lokira quería dejar de vivir de esa manera.

La suma sacerdotisa había dicho que entrar en contacto con extraños traería serios problemas, pero la realidad era que no había pasado nada.

Así que era hora de cambiar. Quería llegar a un compromiso. Tal vez cuando todos se acostumbraran a ella, tal como lo hizo Orión, no tomarían en serio a una mujer con cuernos…

Y entenderían que Orion no era una mala persona.

Loxias escucharía su historia. Lokira decidió confiar en él, que siempre fue amable.  Cuando se volvieran a encontrar, seguramente pondrían todo lo que tenían que decir sobre la mesa.

Sin embargo, la otra cara amarga de la moneda envolvió a Lokira.

Por un lado, Loxias era amable pero el resto de las personas en el Santuario detestaban a Lokira.

Ellos habían cuidado de ella hasta ahora. Sin embargo, su propósito era dominarla y tratarla a su antojo.

Ellos eran las únicas personas que conformaban el estrecho mundo de Lokira, fue  por eso que siempre trató de complacerlos de alguna manera. Estaba desesperada por no seguir escuchando palabras hirientes o recibir golpes.

Todo había sido inútil. Tan pronto como supieron que Lokira había puesto una mínima resistencia, se transformaron en seres despreciables.

Habían tratado de apuñalarla sin vacilar.

Después de todo, Lokira no era más que un monstruo con cuernos para ellos.

Ella se esforzó tanto, pero ellos nunca consideraron que fuera un ser digno de amor…

Estimulada por la brisa marina invernal que azotaba su nariz, Lokio olfateó un poco. Hacía un poco de frío para quedarse quietos.

Sucedió que la capa de Orión estaba en su regazo. Tirando de ella sobre sus hombros, bloqueó la ventisca y el calor la envolvió.

Era un sentimiento que nunca antes había sentido en Delos. Darse cuenta de ese hecho hizo que su garganta se cerrara. Gruesas gotas de agua comenzaron a fluir de sus ojos.  

Lokira ocultó el rostro entre sus rodillas. Tenía la costumbre de reprimir sus gritos para no ser castigada innecesariamente, por lo que sus sollozos fueron rápidamente ahogados por el sonido de las olas. Las lágrimas fueron absorbidas por la lana, dejando solo una ligera mancha.

Así el hombre en la proa no podría escucharla. Así debería haber sido, pero de repente alzó la voz.

—No llores.

Lokira lo miró, calmando un hipo.

Orión miró hacia adelante en silencio y continuó remando.

—No debes llorar en el mar. Cuando lo haces tú cuerpo pierde humedad.

Era irónico, pero parecía tener sentido. Lokira contuvo las lágrimas mientras ponía los ojos en blanco. Se secó los ojos con el dorso de la mano y dejó escapar un suspiro. Entonces, la sensación de estar inmersa en la tristeza pasó milagrosamente 

Pudo comprobar rápidamente que lo que había mencionado acerca de llorar en el mar era muy cierto. Mientras cruzaban las olas, Lokira se dio cuenta de que su condición física no era buena. El horizonte seguía fluctuando y pronto su estómago se revolvió.

Afortunadamente, pudo sacar rápidamente su cabeza del barco y no ensuciar así su ropa. Sin embargo, los vómitos continuaron incluso después de vaciar su estómago por completo.  Se calmó un poco sólo después de escupir agua amarga, pero no pudo evitar sentirse mareada.

Lokira finalmente suspiró y se acostó sobre su espalda. Su cuerpo ya no tenía fuerzas. Ansiaba que esa sensación se detuviera, pero era imposible a menos que el mar se congelara.

—Vamos, mastica algunos higos. Escuché que te sentirás mejor al masticar algo seco. Nunca me he mareado, así que no sé muy bien de esto.

Orión chasqueó la lengua y partió algunos higos secos. Lokira se acostó de lado y se comió los trozo que éste le fue facilitando. Su estómago no podía soportarlos, pero el sabor agrio al menos refrescó su boca mientras se obligaba a masticarlos.

—Has usado esa extraña habilidad sobre mí antes. Si puedes usar tus poderes tal como tu hermano, ¿por qué no puedes hacer volar el barco?

Lokira gimió y sacudió la cabeza.

Estaba desconsolada. Cómo desearía poder hacer volar el barco hacia su destino. Eso estaba absolutamente fuera de su liga. Había pensado que moriría por lo difícil que había sido elevar medio palmo a este hombre.

Orión soltó una carcajada. Colocó la cantimplora de agua cerca de ella y se puso de pie.

—Será mejor que duermas. Cuando despiertes, verás Naxos.

No hacía falta decirlo, el sueño se estaba apoderando de su cansado cuerpo. Lokira pensó mientras soportaba el desagradable movimiento del barco. ¿Cómo era posible que este hombre nunca se canse? Incluso después de pelear en el santuario y remar todo el día, ¿cómo podría estar tan bien…?

Traducción: Claire