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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 109

Capítulo de novela - 101 párrafos

Después de eso, hubo cierto revuelo, como cuando Orión, nervioso, pisó las piedras resbaladizas del arroyo y casi pierde el equilibrio, o cuando Kira, avergonzada, se puso el velo al revés. Sin embargo, ya era demasiado tarde. Después de finalmente salir del agua y ponerse sus sandalias, Orión preguntó:

—…George, habla claro. ¿Cuándo y desde dónde nos has estado observando?

George, al ver la escena frente a él, chasqueó la lengua en señal de desaprobación.

—¿Cuándo, preguntas?  ¡Desde el momento en que este idiota intentó cortejar a una mujer a plena luz del día, claro! ¡Lo imaginé cuando empezaste a planear llevarla a casa y difundir rumores sobre que ella era tu novia!  ¡Sentiste pena por ella, así que decidiste cuidar de ella!  Por supuesto, no estarías satisfecho a menos que fuera algo de tu nivel, ¿verdad?  Por eso rechazaste todos mis intentos de emparejamiento.

George comenzó a acusar abiertamente a Orión señalándolo con el dedo y luego de repente se sonrojó mientras gritaba:

—¡Aun así, deberías bajarle a tus impulsos! ¡El carro del sol claramente cruza el cielo! ¡¿Ni siquiera piensas en esconderte en la oscuridad?!

—No sé hasta dónde ha llegado tu imaginación, ¡pero más de la mitad está mal!

—¡R-Rey George! Si alguien lo escucha...  

Kira lo detuvo rápidamente, preocupada de que alguien que pasara reconociera a George.  Al escuchar esto, George de repente se dio cuenta de algo y dejó de gritar. Rápidamente se ajustó la capucha y enderezó su postura, tratando de actuar como un rey. Tosiendo, habló en un tono más formal.

—Mis disculpas por el disturbio. Gracias a tu consejo, Lokira, pude prestar atención a lo que me rodea. Mi misión casi se desmorona. Además, prometo no revelar los secretos de una mujer a nadie, así que no te preocupes de que esto llegue a oídos de alguien.

 —Claro, llegará a oídos de Saphira. ¿De verdad crees que no se lo dirás?

Orión espetó.  Kira también se sintió incómoda.  ¡George había visto todo lo que sucedió, lo que significa que había sido testigo de cómo ella y Orión se besaban de una manera extraña!  Naturalmente, esto llegaría a oídos de la regente Saphira.

Qué falta de principios debía parecerle a sus ojos, ella siempre limpia y recta. Lokira creía que ella, que no era inferior a los hombres, no la regañaría hablando aburridamente de castidad, pero una mujer sensata podría haberle dicho que no debería hacer eso.

«Ah, claro. Quizás ya no soy pura… »

Una mujer impura significaba aquella que permitía que un hombre tocara su cuerpo y la besara.

Kiea se tocó los labios, recordando las enseñanzas de Delos. Luego, al notar que todavía quedaba algo de la saliva de Orión en sus labios, el recuerdo de lo que acababa de suceder hizo que sus mejillas se pusieran rojas.

 «Así que esto es lo que querían decir los sacerdotes. Si tengo estos sentimientos, perderé mi pureza»

Cuando aceptó el beso de Orión, ya no era la Lokira tranquila y contenida, como el agua quieta de una jarra o una flor cortada. Lo que acababa de suceder, aunque sólo fuera un beso, había sido intensamente apasionado. Su corazón salvaje se había despertado y traía consigo sed. 

Tenía hambre y ansiaba más de Orión.

De hecho, era extraño considerarse “pura" cuando estos sentimientos estaban agitados en su interior.

¿Estará bien? Había hecho una promesa de que no se dejaría influenciar por nada de acuerdo con las enseñanzas de Delos, pero ahora que se encontraba en esta situación, se sentía inquieta. A Lokira no le importaba lo que sucediera, pero temía que al acercarse a Orión de esta manera, podría cargarlo con una culpa innecesaria...

Ah, pero…

¿Por qué era tan placentero, tan divertido y tan vibrante estar viva en este estado?

¿Será que soy más como una bestia que como un ser humano?

—¿Por qué no has respondido desde hace un rato, Lokira? ¿No confías en mi promesa?

Al ver que Kira guardaba silencio y tenía el rostro rojo, George preguntó con cautela. Kira rápidamente cambió su expresión.

—Ah, no es eso. Rey George, sé que no contará esto a nadie, lo sé.

Si él era tan de buen corazón, no mentiría. Kira añadió algo más.

—Y no hace falta que trate de mantener una actitud tan digna conmigo. No te desprecio como los senadores.

—Tiene razón. Ya basta de intentar hacer algo que no sabes hacer, sería mejor actuar más natural.

—¿Ah, en serio? Pues no me voy a negar. ¿Ya puedo ir hacia allá?

George sonrió y rápidamente cambió su tono, saltó sobre el arroyo poco profundo y cruzó hacia este lado. Tomó un puñado de agua con la mano y suspiró.

—Uf, siento que por fin puedo respirar. No tenía a nadie para sostener mi sombrilla y pasé por el monte de Tira de un lado al otro, luchando con el calor. ¿Cómo se supone que debería andar bajo este sol con esta ropa? Siendo rey, ni siquiera puedo salir a la calle sin que me reconozcan.

—Por favor, siéntese aquí. Quedan algunas aceitunas marinadas en vino. Si las come, el calor se le pasará.

Como ambos, él y ella, cubrían su rostro y los cuernos en público, Kira sintió cierta empatía por George y lo guió hacia una roca. Mientras sacaba un pequeño cuenco de su bolsa, Orión, con los brazos cruzados, miraba desde lo lejos y le preguntó.

—No debió haber sido fácil salir del palacio a plena luz del día. ¿Qué hiciste para escapar?

—Fue Saphira quien lo solucionó. Ella probablemente está ahora mismo en una reunión del Senado. Y como últimamente el palacio está muy agitado, dirán que me he sentido mal por un dolor de cabeza y estómago debido a la tensión y me tumbé en la cama.

George tomó agradecido el cuenco y empezó a masticar las aceitunas.

—De todos modos, el Senado me considera un tonto que no puede ni compararse con mi padre, y en realidad, no me sorprendería si no sospecharan de mí. ¡Vaya, esto está muy bien aderezado! ¡Está delicioso!

—Es una receta de Hatsha, quien me mostró mucha amabilidad en su momento. Me ha estado ayudando mucho últimamente.

—¿La sirvienta de Creta? Qué bien. En ese momento no pensé que fuera alguien digno de una sentencia de muerte… no, espera, este no es el momento para hablar de eso.

George tragó lo que quedaba en su cuenco y se levantó. Con un aire serio, se inclinó un poco hacia ella.

—Quítate el velo. Hija de Artemisa. La persona quien debes dar las gracias no eres tú, sino yo.

Kira, sorprendida, se levantó cautelosamente. Miró a Orion al otro lado, quien simplemente encogió los hombros, como si no tuviera la intención de intervenir.

Kira, sin opción, levantó el velo. En el momento en que su rostro quedó al descubierto, Georgr extendió una mano cortésmente y levantó su mano. Hizo un gesto como si besara el dorso de su mano, y luego se enderezó.

—Hace un tiempo, ¿no fuiste tú quien protegió los territorios de Atlántida que Poseidón te concedió? Como gobernante de esta isla, es un honor para mí reconocer tu valor. ¡Te agradezco sinceramente, incluso en privado!

Kira no sabía cómo reaccionar al ver que el rey de una isla se inclinaba ante ella. Le lanzó una mirada suplicante a Orión, pero él seguía con una expresión que no sabía si le resultaba divertido o complacido. Estaba claro que no tenía intención de intervenir en la situación.

Qué travieso. Pero al pensar en el ardiente beso que habían compartido antes, no podía enojarse con Orión. Por alguna razón, aunque él parecía arrepentido, fue ella quien lo había atraído a hacer aquello.

Lo único que podía hacer en ese momento era mantener la etiqueta que conocía vagamente. Se llevó la mano al pecho, tiró ligeramente de su falda y se inclinó.

—De... de ninguna manera. Solo hice lo que debía hacer. No estoy segura si tal vez me adelanté demasiado…

—¿Qué estás diciendo? ¡Es algo digno de elogiar! Si fueras una ciudadana común, habría ordenado que te trajeran al palacio para felicitarte.

Georgr volvió a hablar con un tono más relajado y se sentó sobre una roca. Kira, confundida, pensaba por qué se ponían condiciones para alabar algo que se había hecho bien. Fue entonces cuando Orión, con una mirada que parecía saber de qué se trataba, habló.

—Dijiste que el Senado está alborotado, ¿no? Parece que están discutiendo sobre esta chica.

—Correcto. Por eso quería hablar con ustedes, los involucrados. Este lugar es apartado, y no hay mucha gente, ¿no? Aunque al llegar aquí me distraje por algo realmente impresionante.

Al escuchar eso, Kira cubrió su rostro, sintiendo que iba a explotar. Orión, por su parte, miró a George con furia.

—Cállate y di de una vez lo que tienes que decir.

—¿Ha ocurrido algo debido a mí?

Kira preguntó con inquietud. En su mente comenzaron a surgir mil pensamientos. Tal vez, debido al incidente con la criatura divina, se estaba discutiendo sobre algo como la posibilidad de darle el territorio a Atenas. O tal vez le pedirían que pagara por reparar la urna de barro rota al tratar de apagar el fuego…

George comenzó a hablar lentamente, tratando de no darle un shock demasiado grande a Kira.

—Lo que hiciste al apagar el fuego fue una gran hazaña. Detener un fuego tan grande a pleno día, era algo que iba a expandirse rápidamente. En Acrópolis te están considerando como una heroína, y los rumores ya se han extendido a nuestra isla.

¿De verdad me consideran una heroína? Kira se sintió extraña al escuchar esas palabras, ya que no estaba acostumbrada a que la llamaran así. Por supuesto, cuando iba de compras o daba un paseo, los ciudadanos a veces la saludaban amablemente o le daban algo extra, pero pensaba que simplemente era una muestra de cortesía. El ser llamada "heroína" era una contradicción directa con los principios que le habían inculcado.

Fue en ese momento que George dejó escapar un pequeño suspiro y miró a Orion.

—Gracias a ti, el Senado comienza a sospechar de ella.

—¿Por Orión?

Kira, sorprendida, intervino, preguntándose por qué de repente Orión estaba involucrado. Orion frunció el ceño, juntando las cejas con expresión molesta.

—Ya me lo imagino.

—¿Qué quieres decir?

—Ellos sospechan que estoy usando a esta chica para ganarme la simpatía del pueblo.

—Entonces, ¿eso no sería algo bueno? Si la gente empieza a ver con buenos ojos a Orión…

—Bien, si el mundo fuera tan bueno, todo sería más fácil. La verdad es que a mí no me importa si la gente me quiere o no. Pero, como dicen, cuando alguien ve algo, lo único que ve es eso, y para esos viejos, parece que tengo que tienen que cortar mi cuello.

Orión hizo un gesto con la mano como si cortara el aire con su palma, simulando un movimiento de degollar.

—Piensan que al convertirme en el líder de esta isla, podría causarles problemas a ellos también.

Un escalofrío recorrió la espalda de Kira.

No es que no supiera nada de esto. De hecho, había escuchado algo parecido. Loxias le había hablado de ello. El mundo exterior era tan mundano y sucio, lleno de desconfianza y odio mutuo, en el que los ricos matan a sus propios hermanos y los padres matan a sus hijos por celos.

‘Es gracioso. Si realmente quieres una corona, puedes mandarte hacer una parecida. Si tienes la intención de ponerte una pequeña corona, hay millones de personas que, al ponerse una, se olvidan de sus propios padres. Kira, ya he perdido la cuenta de cuántos han venido a pedírmelo. Quieren que les dé una excusa, como si la orden de Apolo hubiera llegado para justificar el asesinato de su propia familia.’

El joven rubio, con sus fríos ojos plateados, se rió con una mueca, como si estuviera escuchando una historia interesante de un vecino. Kira nunca había podido escuchar tales historias con comodidad.

‘Lox, es aterrador. ¿Cómo pueden matar a sus propios padres o hermanos? Es espantoso pensar que hay personas capaces de eso.’

‘Vaya, Kira. No pensé en eso, lo siento. Quería contarte los miedos que he vivido, pero tal vez me pasé. No te preocupes, hermana. Mientras vivamos aquí en este santuario, estaré aquí para protegerte. Nadie podrá hacernos daño…’

después de salir de Delos, Kira intentó olvidar conscientemente las enseñanzas de ese lugar. Además, como la relación entre Orión y Georgr parecía tan buena, no había caído en cuenta de algunas cosas.

Ahora, finalmente, Kira pudo entender.

¿Por qué Orión, siendo miembro de la familia real, vivía fuera de la isla? ¿Por qué, aunque había vivido en el palacio real cuando era pequeño, ya no lo hacía? ¿Por qué se encerraba en su mansión en la isla exterior y se dedicaba solo a la caza? No fue necesario preguntar directamente, los detalles se hicieron claros por sí mismos.

A los ojos del Senado, Orión era alguien capaz de hacer esas cosas malas y aterradoras.

No, eso no era correcto. Para ser exactos, alguien que querían convertir en esa clase de persona, alguien que deseaban destruir.

Kira lo vio con sus propios ojos. Orión, alto y hábil con el arco, y Georgr, gentil y algo difuso en su carácter. Aunque eran primos, no se parecían mucho, salvo por los ojos azules. Y si se pidiera a cien personas que eligieran al más destacado de los dos, todos darían la misma respuesta.

—No es gran cosa. No es la primera vez que el Senado busca alguna excusa para deshacerse de mí. Probablemente ya habrán decidido que soy difícil de manejar.

—Yo también te protejo lo más que puedo, dentro de mis posibilidades.

George suspiró profundamente.

—Pero esta vez es un poco difícil. Como se corre el rumor de que apagaste el fuego usando tu poder divino, el Senado incluso está presionando al Templo de Poseidón. Preguntan si de verdad fue la intervención de una criatura divina lo que apagó el fuego.

Orión soltó una risa burlona.

—Esos tipos no cambian. Cuando traje a esta chica, dijeron que el hijo de Poseidón había traído a una mujer adecuada para nuestra familia, y que la usaríamos bien para mejorar nuestra posición. Pero ahora, cuando ella demuestra su verdadera habilidad, temen que su poder haga que pierdan influencia.

—Claro, aunque también están diciendo que el héroe que derribó al pirómano Hipólito fue Orionis, y que se ha hecho mucho ruido sobre su valentía. Pero... lo de tus poderes y las acciones heroicas…

Orión miró a Kira con una mirada que parecía inquieta.

—Esta chica es mucho más impresionante.

Kira se sintió desconcertada, sin saber qué hacer. Solo había intentado salvar a alguien, ¿cómo se había convertido esto en algo tan grande?

Sin embargo, sin importar lo que ella sintiera, las aguas a su alrededor seguían su curso de manera imparable. Para evitar estrellarse contra los obstáculos, solo podía mantenerse firme y alerta.

El sonido del arroyo fluyendo llenó el aire durante un tiempo. Finalmente, Georgr rompió el silencio y habló.

—Lokira, tengo una petición. Me gustaría que demostraras tus poderes divinos en la reunión del Senado. ¿Sería posible?

Traducción: Claire

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