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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 114

Capítulo de novela - 75 párrafos

Daeton, por un momento fuera de su carácter, se volvió hacia el trono, completamente agitado. Apuntando a Orión con un dedo, se quejó ante George.

—¡Mi rey, mire esto! ¡Este hombre, que se supone es el máximo guerrero, trata de hacer todo a su manera, sin ningún respeto! Si lo seguimos cubriendo por lazos familiares, incluso Poseidón se sorprendería de su insolencia y lo castigaría. ¡Este anciano exige que se le imponga una sanción por sus amenazas!

—¿No se supone que Poseidón es mi padre? No recuerdo tener un padre que no pudiera tolerar esta clase de insolencia.

Respondió Orión con una risa torcida mientras enfrentaba a Daetón.

Daetón, furioso, comenzó a gritar en un tono que incluso Kira no pudo entender completamente. Los ancianos comenzaron a agitarse, tomando el lado de Daetón, y pronto comenzaron a murmurar críticas hacia Orión por su falta de modales. La sala de reuniones se llenó rápidamente de un ambiente caótico, como si fuera un mercado.

—¡¿Has visto un hijo tan descarado?! 

—¡Rey, por favor, castígalo como corresponde!

Kira sentía que la situación se escapaba de las manos. Se suponía que esta reunión debía poner a prueba a Kira, pero, ¿cómo había llegado a este punto de críticas hacia Orión? Miró hacia Orión, pero él permanecía impasible incluso frente a la multitud. De hecho, parecía estar tan tranquilo que jugueteaba con su oído, como si las duras palabras dirigidas hacia él fueran solo una molestia.

Kira sintió su corazón hundirse en su pecho. Esa calma era indicio de que Orión ya estaba acostumbrado a este tipo de trato, como si ya no le importaran los insultos que se lanzaban en su contra.

—¡Basta, por favor! ¡Ambos, deténganse!

Exclamó George, desesperado, pero su voz débil no logró hacerse escuchar. Los ancianos seguían hablando entre sí, y la función del reloj de agua ya no importaba.

Saphira, que había estado observando en silencio, frunció el ceño y hizo una señal al asistente que llevaba el gong. Parecía que intentaba usar el sonido del gong para calmar la atmósfera.

Kira observó cómo el asistente, con dificultad, se acercaba cargando el pesado gong. Alrededor de ella, los ancianos seguían gritando sobre este y aquel asunto. Orión respondía con una sonrisa cínica y la asistente encargada del reloj de agua, desconcertada, ya no intentaba ajustar el tiempo.

Claramente, el sonido del gong no sería suficiente para callar a esta multitud.

Finalmente, Kira tomó una decisión. Ayudaría a George y Saphira. Y tendría que sacar a Orión de este caos.

Apretó sus puños con fuerza. Aunque no pudiera gritar en voz alta, en ese momento sabía que debía hacer un esfuerzo con todo su ser.

[¡Silencio todos! ¡¿Por qué están peleando?!]

Un haz de energía mental golpeó a más de veinte personas al mismo tiempo. Aunque era la primera vez que enviaba telepatía a tantas personas, Kira lo logró sin dificultad.

El asistente, sorprendido, dejó caer el gong. El sonido sordo del metal golpeando el suelo resonó en la sala. La asistente encargada del reloj de agua, aterrada, dejó caer el cuenco. George, Saphira y los ancianos la miraron atónitos.

Entonces, Orión, con sus ojos azules ligeramente agrandados, miró hacia abajo a Kira. Era evidente que intentó aferrarse a su hombro, pero rápidamente retiró la mano, como si lo hubiera hecho por reflejo.

Cientos de ojos se posaron sobre ella, pero Kira reprimió la vergüenza que sentía. Dado que la sala estaba en silencio, ya no tenía que usar su poder de telepatía de nuevo. Abrió la boca y habló con claridad.

—Señores, disculpen por esta interrupción inesperada. Pero, ¿no es extraño? El motivo por el cual me llamaron aquí fue para saber si realmente apagué el fuego, ¿verdad? ¿Entonces, por qué estamos discutiendo sobre Orión?

Por supuesto, Kira ya entendía la razón. En realidad, el consejo de ancianos había estado esperando la oportunidad de atacar a Orión usando su presencia como excusa. Esos diecisiete ancianos estaban buscando cualquier pretexto para derribarlo.

Sin embargo, Kiea no mencionó nada de eso. Se centró en el asunto principal.

—Ya que todos ustedes solo están discutiendo sin sentido, ahora tengo que hablar directamente a sus mentes. Estoy segura de que todos lo oyeron. ¿Acaso esto no prueba mi poder?

Kira miró a su alrededor, un poco molesta. La telepatía era una habilidad que no solía usar debido a que solo le permitía hablar de manera unilateral. Aunque era una opción necesaria para calmar la atmósfera, no le gustaba usarla frente a estas personas.

Un silencio atónito se extendió entre los ancianos. Algunos no podían siquiera articular palabras y estaban boquiabiertos. George, que parecía a punto de caer del trono, se aferró con torpeza al reposabrazos.

En medio de todo esto, solo dos personas mantenían la calma. Orión observó a su alrededor y hizo un sonido de desaprobación. Saphira, con las manos temblorosas, logró tomar su cetro con dificultad.

Saphira hizo una señal a George para que se sentara correctamente y luego miró a Kira.

—Lokira, para aclarar, lo que acabamos de escuchar en nuestras mentes... ¿Eso realmente fue obra suya?

Kira asintió.

—¿Podría mostrarnos nuevamente su poder? Por favor, ofrezca sus saludos a nuestro rey.

Orión intentó intervenir, pero Kira levantó la mano para callarlo. Esto ya no era un desafío, y no había razón para negarse.

[Querido Rey George, disculpe el alboroto en el salón.]

Una vez más, la voz resonó en las mentes de todos los presentes en la sala. El propio George, al ser nombrado, se recompuso como si de repente despertara.

Aunque su rostro seguía atónito, se levantó torpemente para ajustar su vestimenta. Sin embargo, en lugar de responder como se esperaba, dijo algo totalmente inesperado.

—...Por los dioses. Tal vez deberíamos terminar aquí la reunión.

La asistente encargada del reloj de agua, que estaba de rodillas en el suelo, tembló y luego se postró como si estuviera venerándola. El asistente que había dejado caer el gong también se inclinó. Los criados y las criadas, al ver esto, se arrodillaron y luego, con voz urgente, suplicaron a George.

—¡Majestad, es la voz de los dioses! Es indudablemente la voz de Artemisa, pronunciada con la ayuda de su séquito. Si no rendimos homenaje a la deidad, Artemisa podría encolerizarse y maldecirnos.

—¡No lanzaré ninguna maldición!

Kira, sorprendida por la reacción inesperada, exclamó. Parecía que este poder fácilmente podría prestarse a malentendidos. Preocupada por que pudiera ser utilizada en su contra y acabar siendo expulsada de Atlántida, agitó las manos en un gesto de negación.

—No sé hacer tales cosas. Solo les hablé directamente a su mente. Todos estaban hablando y tenían los oídos cerrados. Pero cuando me dirigí a ustedes de esa manera, pudieron escucharme mucho mejor, ¿no es así?

Aunque Loxias había lastimado a todos los presentes con fuerza de esta manera antes, Kira no tenía la intención de hacerle daño a nadie. No era su intención causar dolor.

Mientras Kira ayudaba a calmar a los criados y les indicaba que se pusieran de pie, Daetón, como si de repente se hubiera dado cuenta de algo, se volvió hacia ella y habló.

—Un momento. ¿Está insinuando que apagó el fuego con ese poder, ordenando a la gente del pueblo con su mente? ¿Está confesando que controló a los ciudadanos de Acrotiri dándoles órdenes de apagar el fuego?

—Daeton, estás diciendo cosas extrañas. Nunca dije que solo podía hablarle a la mente de las personas. Mira.

Con una ligera inclinación de cabeza, Kira respondió mientras extendía la mano. El pesado gong se levantó lentamente del suelo y entró en las manos del asistente. El asistente, con los ojos muy abiertos por la incredulidad, rápidamente lo tomó. El gong, que parecía tan ligero como una pluma, de repente adquirió peso, lo que hizo que el asistente tambaleara momentáneamente mientras trataba de mantener el equilibrio.

Una oleada de asombro recorrió nuevamente la sala del consejo. El único que no parecía sorprendido era Orión, que se cruzó de brazos con una expresión seria y frunciendo el ceño.

Sin embargo, Kira no parecía prestar atención a Orión, sino que quería calmar el alboroto que había causado. Volvió a extender la mano.

Cuando movió ligeramente los dedos como si acariciara una suave brisa, el agua derramada en el suelo comenzó a elevarse lentamente. El agua se unió, tomando forma y comenzando a moverse como una serpiente. Al mismo tiempo, el tazón roto volvió a su estado original con un suave sonido, y el agua se acomodó dentro de él.

La asistente, sin poder creer lo que veía, cuidadosamente levantó el tazón. El tazón estaba lleno con el agua que había derramado antes. La asistente, asombrada, caminó de rodillas hacia el trono y presentó el tazón con ambas manos.

—Como pueden ver, está perfectamente. El tazón de agua ha vuelto a su estado original.

Saphira lo aceptó y, al igual que antes, el agua en su interior emitió un sonido mientras se movía. Después, George lo tomó y hasta tocó el agua con el dedo, probando un poco para confirmar que era agua genuina.

Por supuesto, no había duda de que el contenido del tazón era agua. Kirq, algo orgullosa de su habilidad, se enderezó.

—¿Lo ven? No es nada. Cuando apagué el fuego en Acrotiri, hice lo mismo. Solo hablé con el agua que fluye por las tuberías.

Aunque en ese momento había actuado sin pensarlo por la urgencia, Kira recordaba claramente que había hablado con el agua, diciéndole "hazte lluvia".

En este punto, parecía que los ancianos ya no podían objetar mucho. Algunos de ellos, completamente aterrados por el poder de Kira, dudaban entre sentarse o no, con sus rodillas temblando. Los murmullos entre ellos comenzaron a fluir en el aire, movidos por sus emociones confusas.

—¿De qué sirve tener el templo en este esrado si esto sigue así?

—Supongo que no es una exageración decir que es una deidad al igual que Loxias, pero parece que no es solo un título vacío.

—Tal vez deberíamos dejar de provocarla más y terminar con esto hoy…

¿Es posible que pueda pasar sin tener que someterse a una prueba? Un rayo de esperanza cruzó por la mente de Kira en ese momento.

Pero de repente, se encontró con una sensación helada, puntiaguda y afilada, que la hizo volverse rápidamente hacia ese lugar.

Sus ojos se encontraron con los de Daeton. Él, apretando los dientes con todas sus fuerzas, gritó con urgencia hacia George.

—¡Majestad! Las habilidades divinas son trucos, pero las pruebas son algo serio. Esto ha tomado demasiado tiempo, con un tema completamente irrelevante. Le pido que someta a esta persona a la prueba que los ancianos han solicitado.

George, visiblemente sorprendido por ser llamado nuevamente, respondió vacilante.

—¿Trucos? Esto ya es una prueba suficiente. ¿Qué más quiere, hacer una prueba que no tiene nada que ver con la extinción del fuego…?

—¿Qué está diciendo, majestad? A pesar de que la habilidad divina de esta persona es tan poderosa, el gran guerrero nunca ha dicho una sola palabra, ¿verdad? Claro, confío en que no es su intención, pero si no se tiene cuidado, podría interpretarse como si quisiera acaparar todo el poder divino para sí mismo.

Daeton sonrió de manera torcida.

Kira, sorprendida por el argumento inesperado, abrió la boca. ¿En serio, alguien pensaba que Orión, el ser más incómodo con su poder, querría acaparar todo el poder para sí mismo? ¡Eso era impensable!

Sin embargo, en ese momento, los ancianos, como si hubieran encontrado una buena oportunidad, comenzaron a aplaudir con entusiasmo, lo que hizo que Kira perdiera la oportunidad de replicar. Aprovechando el momento, Daeton continuó con su discurso.

—Querido rey, como recordará, yo le entregué un pergamino previamente. Ese pergamino con la carta de Tebas, que el comerciante de Atenas me entregó en su nombre. Hoy, en este mismo lugar, ¿por qué no pedirle al ser divino que determine si esa carta es realmente la firma de Actaeon?

Traducción: Claire

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