Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 130

Saphira respondió con una sonrisa.

—¿Qué podría decir? Dije que quería ser regente, por eso estoy aquí.

—No es que no me hubiera gustado ser reina. Pero si hubiera elegido eso, probablemente habría terminado ocupándome de la vida en el palacio y escuchando que debía tener hijos rápidamente. Así que, si tengo que ser honesta, preferí decir que quería ser regente. Por supuesto, pensé que solo era una broma, pero de repente, me nombraron en ese mismo momento.

—¿Y qué dijo el consejo de ancianos?

—Claro, hubo muchas voces en contra. Fue un nombramiento bastante inesperado. Pero como fue el rey anterior quien me nombró personalmente, no había manera de cambiarlo. Él era mucho más estricto que el actual rey, y aunque estaba en su lecho de muerte, se mantenía firme. Era una persona de principios. Nos cuidaba mucho…

Saphira dejó la cuchara y sus ojos se llenaron de nostalgia. Kira la miró, algo nerviosa, temiendo que Saphira fuera a derramar algunas lágrimas. Sin embargo, esta, en lugar de llorar, sonrió y volvió a tomar otro bocado de higo.

—Lo mismo ocurrió con Orionis.

—¿Orionis?

Kira se sorprendió al escuchar su nombre en la conversación y preguntó, a lo que Saphira sonrió levemente.

—Sí. En ese entonces, Orionis también recibió el rango de gran guerrero. Bueno, para ser más precisa, fue algo así como una despedida, diciéndonos que confiáramos en su hijo... porque el joven ascendió al trono a una edad temprana. Así que, él nos dejó una deuda a cada uno de nosotros, por así decirlo.

Saphira comió tres higos más, y finalmente hizo un gesto a la sirvienta para que los retirara. Luego continuó hablando con una expresión satisfecha.

—Lo que pasa es que Orionis no puede actuar directamente debido a su posición, así que yo estoy trabajando en ello. Aunque, para ser honesta, con solo su presencia ya está ayudando. Es como tener un león criado en el palacio de Atlantis.

Kira recordó las palabras de George y lo que Saphira había dicho. Así que, Orión había alcanzado el rango de mejor guerrero y, de alguna manera, estaba protegiendo a su país y a George. Si una persona como él desapareciera repentinamente, no sería raro que causara preocupación. Kira se sintió aliviada por haberlo rescatado en ese entonces.

Sin embargo, debido a eso, Orión decidió sacar a Kira del santuario y ahora estaba dedicando toda su energía a protegerla.

Al pensar en eso, Kira sintió una punzada de culpa. Se dio cuenta de que alguien como él, que debería haberse dedicado a perfeccionar sus habilidades para Atlantis, estaba siendo desviado hacia algo completamente diferente. Y lo peor de todo es que tanto George como Saphira lo sabían y aún así le permitieron quedarse aquí.

¿Cuándo podría devolverles este favor? Pensó que, en realidad, debería ser Hipólito quien estuviera en su lugar, no él, y que lo correcto sería obedecer sin cuestionar. Kira se sumió en esos pensamientos, cuando de repente recordó una historia que Orión le había contado en la biblioteca.

Pensó que ahora que la persona involucrada estaba justo frente a ella, podría preguntarle directamente. Así que, con cautela, abrió la boca.

—Esto, Lady Saphira… ¿puedo preguntarte algo?

Saphira, que había enviado a la criada afuera, se volvió hacia ella.

—Dime, somos amigas, ¿verdad?

—Te agradezco mucho el decirlo. Eh, he escuchado que tú y el rey George... eh... alguna vez se besaron...

De hecho, estaba muy curiosa, ya que se preguntaba cómo había sucedido todo eso.

¿Cómo fue que se besaron? ¿Será que Saphira también, al igual que ella, albergaba un corazón salvaje? Si era así, tal vez podría expresar sus sentimientos con algo de naturalidad.

Pero tan pronto como escuchó las palabras, Saphira corrió rápidamente hacia la puerta para verificar que estuviera bien cerrada.

Luego regresó rápidamente al lugar donde estaba Kira, con una expresión ferozmente aterradora en su rostro.

—...Orionis, ese hombre realmente te lo contó, ¿verdad?

Kira se sorprendió y tembló. ¿Acaso era un secreto que no se debía contar? Intentó en vano calmar la situación levantando las manos.

—No, no es que lo haya oído a propósito...

—No, no, ¡está bien! No tienes culpa, Lokira. En realidad simplemente... sí, el tonto de George no pudo mantenerlo en secreto entre nosotros y tuvo que contárselo a su amigo.

Saphira estaba muy enfadada, moviéndose de un lado a otro, hasta que, agotada, se dejó caer sobre una silla. Luego, con todas sus fuerzas, comenzó a revolver su cabello, como si intentara deshacer su adorno.

—¡Ah, vaya! ¡Nunca debí haber hecho eso en ese momento!

—¡Lady Saphira, cálmate!

—No... no es así. Lokira, soy increíblemente fría. Pero incluso pensándolo fríamente... siento que fue algo que no debía haber hecho...

No parecía estar calmada en absoluto...

Al menos eso pensaba Kira. La Saphira que veía ahora, tan diferente de su habitual serenidad, parecía completamente fuera de control. Al verla así, Kira sintió una gran culpabilidad por haber tocado un tema tan delicado. Intentó distraerla y calmarla con otra pregunta.

—Eh, ¿cómo ocurrió todo eso?

Esa era la pregunta que más le interesaba.

George, siempre tan bondadoso y tímido. Saphira, siempre tan inteligente y decidida. ¿Cómo había sucedido que se besaran? Debía haber algo que lo explicara, algo que podría haber llegado a los oídos de Orión.

Si llegara a saber el motivo de todo esto, tal vez también podría comprender por qué deseaba tanto tener una relación parecida con Orión. No tenía a nadie más a quien preguntarle, por lo que Kira sentía que necesitaba una pista urgente.

Saphira, al escuchar la pregunta, soltó un gran suspiro y comenzó a respirar profundamente, como si intentara calmarse. Al hacer un esfuerzo por enfriar su rostro, se abaniqueó con la mano y, después de una tos nerviosa, finalmente respondió.

—Lokira, ¿me prometes que no le dirás a nadie…?

Kira asintió vehementemente.

—Sí, sí. No se lo diré ni a la abuela ni a Hatsha, ni a Nikos o a Lykos, ¡te lo prometo!

—Por favor, te lo pido, especialmente no a la abuela Baki.

La verdad que Saphira reveló fue la siguiente.

Hace varios años, justo antes de que el rey anterior falleciera, Saphira, que había sido designada inesperadamente como la próxima regente, estaba tan abrumada con la transición de poder que no tenía tiempo ni para respirar. Ella misma admitió que no todo fue fácil desde el principio, y la presión de aplicar todo lo que había estudiado de manera práctica era inmensa.

Además, su padre, que no estaba contento con que su hija, única heredera, entrara en la política de repente, había tenido varios desacuerdos con ella.

Aunque sabía que algún día su hija debía sucederle, su padre prefería que ella se convirtiera en reina. Recriminaba a Saphira por escoger el difícil camino de la regencia, que la alejaba de los demás ancianos, y a menudo la presionaba para que cambiara su decisión.

Kira se sorprendió al escuchar la historia. Siempre había creído que Saphira, con su calma y habilidad, había nacido con una gran capacidad para manejar las cosas.

—Debe haber sido difícil…

—Bueno, eso es lo que les pasa a todos los padres. En estos tiempos, no hay muchos padres que vean a sus hijas como auténticas sucesoras.

Para Kira, que nunca había conocido a su propio padre, esas palabras fueron difíciles de responder. Pero Saphira continuó sin preocuparse por ello.

—En ese entonces, quien resolvió la situación fue el rey George, ah, perdón, en ese momento era el príncipe George.

A pesar de ser un joven tímido, aquel día él había hablado con tal firmeza que Saphira no pudo evitar quedarse sorprendida.

‘¡No hay nadie más inteligente que Saphira en la noble academia! ¡No me importa si es la regente o el visir, yo confío en ella! ¡Retírense ancianos, no sigan insistiendo!’

Aunque sus palabras fueron torpes y algo patéticas, lo importante es que fue el príncipe, ya confirmado como próximo rey, quien había hecho este reclamo. El padre de Saphira, finalmente, no pudo decir nada más y desistió.

Sin embargo, para Saphira, esto fue inesperado. George, un chico tan bondadoso que nunca decía nada que pudiera herir, al punto de llorar si estaba rodeado de desconocidos, la había tratado más como una hermana pequeña que como una amiga. Así que Saphira, curiosa por qué él de repente decidió intervenir por ella, le preguntó directamente.

George, sonriendo tontamente, le respondió.

‘No… Es que realmente quiero que Saphira esté a mi lado de alguna forma. Si tu padre te prohíbe ser regente, sería una pena…’

‘¿Qué quieres decir con eso? ¡Ahora mismo estoy tomando la decisión de no casarme contigo y hacer otras cosas! ¿No te molesta?’

‘¿Por qué me molestaría? Verás, siempre he temido que un día Saphira tenga que decidir entre ser regente o se case con otra persona… No es que me importe, pero me alegra saber que tú también piensas que ser regente te queda bien.’

’Gracias por tus palabras… ¿pero con otra persona? ¿Sabes con quién me voy a casar?’

—Entonces, ¿sabes qué fue lo que dijo, torpemente, con los ojos bien abiertos?

‘¿... Orionis?’

‘¿Qué?’

‘No sé, pero supongo que Saphira tiene muchas opciones de buenos pretendientes…’

‘¡Oye! ¡No digas tonterías!’

En ese momento, Saphira estaba tan enfadada que, cuando se dio cuenta, ya estaba sujetando la cabeza de George y besándolo de inmediato.

Kira, que escuchaba, no lo entendió del todo. ¿Besarlo porque estaba enfadada? Además, la acción que había hecho con Orión había sido muy intensa y agradable, ¿no? Según su forma de verlo, ese sentimiento parecía estar en una dirección completamente distinta a la ira. Estaba desconcertada por la falta de una explicación intermedia importante, así que rápidamente le preguntó a Saphira con un tono inquisitivo.

—¿Cómo llegaste a eso?

—Lokira, por favor, no me hagas explicar esto.

Saphira, con el rostro totalmente rojo, respondió. Sin embargo, Kira no pensaba rendirse y acercó más su silla.

—No lo entiendo bien. ¿Entonces, cuando te enojas, sientes ganas de besar? ¿O es que todos hacen eso?

—¡Tú…!

Kira se sintió aún más ansiosa, pensando que, quizás, cuando Fedra se deshizo de Hipólito, lo hizo por el mismo motivo, ya que ella también había albergado sentimientos bestiales. Si eso fuera cierto, tal vez debería reconsiderar sus propios sentimientos. Sin rendirse, Kira insistió en acercarse más.

Saphira, visiblemente avergonzada, trató de evitar la mirada de Kira.

Después de un rato, Saphira suspiró profundamente. Sin embargo, sintió que ya no podía evitarlo, así que sacudió la cabeza y, con calma, continuó hablando.

—Por favor, no le cuentes a nadie, ni siquiera a Orionis.

—Lo prometo. ¡Juro por el río Stix!

—No es necesario jurar tanto. El motivo por el que me enojé en ese momento fue porque, aunque habíamos crecido juntos, como prometidos o lo que sea, George comenzó a tener pensamientos totalmente fuera de lugar. ¡Decir que me casaría con Orionis o con otro hombre es completamente absurdo!

Kira, aunque se sintió algo satisfecha al ver que Saphira rechazaba totalmente la opción de elegir a Orión, trató de disimularlo mientras preguntaba nuevamente.

—Tal vez. Entonces, ¿Saphira piensa en casarse con el rey George?

—Aún no lo sé. Tengo el trabajo de regente que atender. Además, el rey George también puede esperar un tiempo para casarse.

Luego, Saphira se detuvo por un momento, pensativa, antes de hablar de nuevo.

—Bueno, si no me gustara, nunca habría trabajado a su lado todo este tiempo. Además, no habría pasado años en el palacio, esperando ser la esposa del rey.

Saphira suspiró de nuevo profundamente. Aunque su suspiro reflejaba la pesadez de su vida diaria, Kira no pudo comprender completamente ese sentimiento. Lo que sí comprendió fue la revelación de un concepto nuevo que la dejó completamente sorprendida.

Gustar. ¡Gustar! ¡Una mujer a un hombre, y un hombre a una mujer! ¡Amar!

El amor que se mencionaba en los mitos cruzó la mente de Kira. En esos relatos, el amor siempre era algo abstracto. Un hombre y una mujer se amaban, se casaban, tenían hijos. El niño producto de ese amor se convertía en una flor, una bestia o incluso un héroe.

Los padres biológicos de Lokira también se habían enamorado en el mismo pueblo y se casaron, teniendo un hijo. Desafortunadamente, debido a una maldición, su bebé nació con cuernos…

Kira sintió que su cabeza daba vueltas. El sentimiento de "gustar", el deseo de "devorar", la sensación cosquilleante del beso, todo se mezcló en un solo pensamiento, y ya no sabía qué era qué. Sin embargo, ella había salido del santuario hacía apenas medio año, y aún era muy torpe con las relaciones humanas. Pensó que tal vez podría encontrar respuestas en Saphira, así que, con dificultad, le preguntó:

—Entonces, Saphira, ¿besaste al rey George porque te gusta?

Saphira hizo una mueca al escuchar la pregunta. Sin embargo, al ver los ojos grandes de Kira, no pudo decir nada, se sonrojó y bajó la cabeza. De forma extraña, como si buscara la cuchara con la que había comido el higo, empezó a hacer gestos en el aire.

—Bueno... más o menos.

—¿Si te gusta, sientes ganas de devorarlo?

Kira se quedó mirando a Saphira en silencio y esta le respondió con otra pregunta. Desde fuera, se oyó un fuerte golpe como si alguien estuviera golpeando la puerta, y Orión entró. Estaba limpio y ordenado, después de haberse lavado el sudor y cambiado de ropa, tal como Saphira había sugerido.

—¿Qué pasa? ¿Qué estaban haciendo ustedes dos?

Entonces, Saphira se levantó rápidamente y, sin razón aparente, abrió de golpe la ventana con rejillas. El sonido de los insectos de verano invadió la oficina. Sonrió brillantemente, como si nada hubiera ocurrido, y dijo:

—Compartimos un poco de higos y discutimos algo entre mujeres. Ahora, querida Lokira, el camino de regreso debe ser difícil, así que te prestaré una carreta de burro. Puedes ir hasta Acrotiri en ella.

—Ah, ah. Sí. Gracias.

—Cuando llegue el nuevo año, estarás muy ocupada, así que aprovecha este corto tiempo de fin de año para disfrutar.

Dijo estas palabras de manera significativa, luego volvió a señalar a Kira

—Y no debes contarle a nadie lo que hablamos hoy. Fue una conversación entre mujeres, ¿entiendes?

Traducción: Claire

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