Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 131

—No puedo creerlo. ¡No puedo creerlo...!

Kira seguía repitiendo una y otra vez las mismas palabras desde hace un rato. Orión, que se adentraba en lo profundo del bosque, la miró con una expresión desconcertada.

—¿Todavía con eso? Ya es hora de que lo creas.

—¿Cómo es posible? ¡Aún no puedo creerlo!

Gritó Kira, mientras seguía agarrando sus cuernos con una ligera sensación de pánico. ¡En este mundo realmente pasan cosas extrañas!

Todo comenzó con el primer encuentro incómodo con Actaeon en la ducha al aire libre.

Ese día, Kira regresó a su casa montando una carreta de burro, gracias a la amabilidad de Saphira. Cuando Hatsha vio que había llegado de una manera tan lujosa, le puso una lona impermeable en la cama tan pronto como se enteró de la situación. La abuela, de repente, se volvió muy estricta y ordenó a Nikos y Lykos no se acercaran a Kira.

Luego, como suele ocurrir con las mujeres en esos días del mes, pasó varios días postrada en cama, sufriendo dolores insoportables en la espalda. Mientras soportaba el dolor y comía las comidas que Hatsha le traía, pasó el tiempo con la anciana en la habitación, organizando pequeños detalles como hilos. Incluso los hombres de la casa, por respeto, no debían verla, por lo que ni siquiera pudo ver el rostro de Orión ni una vez.

Sin embargo, Orión también, durante este tiempo, hizo un esfuerzo por salir al bosque y mantener la cortesía como hombre.

Kira, por su parte, sentía la casa vacía sin él. Aunque solo estaba perdiendo sangre entre las piernas, le parecía absurdo no poder escuchar las encantadoras charlas de Nikos y Lykos.

Quería ver a Orión.

Era injusto que, aunque vivieran bajo el mismo techo, no pudieran verse.

Con el rostro un poco enrojecido, Kira pensó esto mientras hundía la cabeza en la almohada. Dado que había estado casi todo el tiempo acostada, tenía mucho tiempo para pensar en lo que había sucedido días atrás. Recordaba las palabras de Saphira y los insultos de Actaeon, y cuando volvió a ver a Orión, le surgieron preguntas que quería hacerle.

Los días pasaron y Kira finalmente se liberó de su malestar. Saludó a Orión después de mucho tiempo y le preguntó qué había pasado durante su tiempo de caza estos días.

Después de un rato escuchando, Kira no dejó escapar el momento en que Orión mencionó algo respecto a un macho y una hembra. En ese momento, la curiosidad de Kira era tan grande que no pudo resistirse a preguntar con cautela.

‘Orión, ¿puedo preguntarte algo?’

Orión sonrió, como si no entendiera por qué estaba diciendo algo innecesario.

‘No hay nada que no puedas preguntarme. Dime lo que sea.’

‘Ah, no. Si alguien lo escucha, podría ser un gran problema. ¿Será que puedo susurrártelo en el oído? Un momento…’

Orión, con una expresión algo desconcertada, parpadeó y se inclinó hacia ella. Kira susurró cerca de su oído.

‘¿Hay alguna enfermedad que cause bultos entre las piernas?’

‘¿Qué?’

‘Sí. De hecho, cuando me encontré a Actaeon en la ducha, lo vi por un momento. Ese hombre tenía algo grande entre las piernas, ¡algo que parecía como una cola...!’

En ese momento, la mano de Orión, que hábilmente cosía la red como siempre, se detuvo abruptamente.

Al ver ese movimiento, Kira sintió que su corazón se hundía. ¿Será que esto es un asunto mucho más grave de lo que pensaba? Kira, preocupada, susurró rápidamente.:

‘¿Qué hago? ¿Orión, será algo importante? ¡Tal vez esa persona tenga una gran enfermedad!’

De repente, ese pensamiento cruzó por la mente de Kira. Como era una noche de verano, un pensamiento aterrador la invadió, y su cuerpo tembló.

‘¡¿Y si esa persona cazó un espíritu divino... y piensa que al comer mis cuernos podrá curarse?!’

Ah, por supuesto. ¡Todo tenía sentido! Kira comenzó a temer su propia perspicacia. Por un lado, se acurrucó de miedo, tocando sus cuernos, sin darse cuenta de la expresión de Orión.

Ella había oído algunas burlas maliciosas en el templo de Delos. ‘Se dice que los cuernos de los ciervos son elixir, pero ¿qué tan poderosos serán los cuernos de un espíritu divino?’ Aunque en ese momento tuvo miedo, se contuvo, temiendo que alguien realmente decidiera cortarle los cuernos y hacerle daño. ¡Había una posibilidad de que alguien realmente creyera en eso! Aunque odiaba sus cuernos, la idea de que alguien se los cortara la aterraba. ¡Sin duda sería extremadamente doloroso!

Pero luego, Kira se repuso. ¿De qué serviría solo tener miedo? Aunque antes había actuado muy nerviosa y torpe, ahora en lo único en lo que podía confiar era en su poder. La próxima vez lo usaría bien, para que Actaeon ni siquiera se atreviera a proferir insultos. Así fue como decidió firmemente.

En ese momento, Kira miró repentinamente a Orión.

Era extraño. Estaba tapándose la cara con ambas manos, casi cayéndose. Sus lóbulos de las orejas, que no podían ser cubiertos, estaban completamente rojos, como si estuviera enfermo.

‘Orión... ¿Te sientes mal?’

Ver a un hombre tan grande tirado sobre el suelo de un corredor central, con la parte superior de su cuerpo caída, hizo que Kira se sintiera aún más confundida. Siempre pensó que Orión tenía comportamientos incomprensibles, pero si realmente estaba enfermo, eso sería un gran problema. Kira rápidamente se acercó y le sacudió el hombro.

‘¡Orión, Orión, reacciona! ¿Qué pasa?’

En ese momento, Orión reaccionó tarde, alzando la cabeza y sujetando rápidamente el hombro de Kira. Esta, aliviada de que no pareciera enfermo, se sorprendió por su repentina acción.

‘Orión?’

‘...Ya no puedo más.’

Orión habló con un tono que denotaba una creciente tensión. Kira, aún más confundida, inclinó la cabeza.

’¿Qué? ¿Con Actaeon?’

‘Te equivocas. ¡Es contigo!’

Orión, de repente, se sonrojó hasta las mejillas. Kira, aún sin entender, lo miró fijamente.

Cuando sus ojos se encontraron, Orión, extrañamente, parecía aún más incómodo que antes. Evitó su mirada, tosiendo repetidamente, y comenzó a hablar de forma mucho más cautelosa.

‘Eso... Eso. Lo he estado retrasando todo este tiempo, pero cada vez estoy más convencido de que no es correcto. Tienes que saberlo. No, necesitas saberlo.’

Orión, con la expresión de alguien que acababa de tomar una importante decisión, dijo.

Kira se sorprendió de inmediato por lo solemne que se veía. Y, en segundo lugar, por el hecho de que aún había cosas que no sabía. Llevaba casi medio año viviendo en la isla, ¿qué más podría no saber?

Sin embargo, Kira rápidamente cambió de actitud. Aunque ya había aprendido mucho sobre la vida cotidiana en la isla, aún le faltaba mucho en cuanto a relaciones humanas, especialmente las que involucraban a hombres y mujeres. Recordó cuando Orión le había dicho que aún le faltaban muchas cosas por entender. También había escuchado respecto a la relación secreta entre Saphira y George, que parecían de otro mundo.

Entonces, ¿significaba que su suposición estaba equivocada? Si no iban a quitarle los cuernos para comérselos, por ella bien. Sin embargo, Kira seguía tensa, preguntándose cuál era la verdad. Enderezó la espalda y miró a Orión.

‘¿Qué es lo que necesito saber? Dímelo.’

Entonces, Orión, cuya seriedad acababa de desaparecer, adoptó rápidamente una expresión de confusión. Su rostro se veía como el de un perro que no sabe qué hacer al ver un pollo revoloteando. Sus movimientos eran desordenados, como si no supiera por dónde empezar.

Estaba tan rojo que su piel casi parecía haber cambiado de color. Su gran cuerpo se encogió torpemente mientras agarraba fuertemente el hombro de Kira.

Finalmente, habló.

‘Eso, bueno, lo que quiero decir es…’

Después de decir eso, Orión siguió balbuceando durante un buen rato, hasta que Kira estuvo a punto de presionarlo para que hablara. Entonces, continuó.

‘Estás malinterpretando las cosas’

’¿Malinterpretando?’

‘Sí. Lo que pasa es que... bueno, los cuerpos de los hombres y las mujeres son diferentes.’

¿Es que creía eso era algo nuevo para ella? Kira pensó que la estaba tomando por tonta, por lo que hizo una mueca.

‘Eso ya lo sé. Orión, tú eres hombre, y eres mucho más grande y más fuerte que yo. Tus brazos son muy gruesos.’

‘¿Eso es todo lo que sabes?’

Orión respondió con una pregunta. Kira de repente sintió una sensación de incomodidad. A pesar de estar tan rojo, sus ojos se mantenían serios mientras volvía a preguntar.

‘¿De verdad crees que eso es todo? Vamos, no eres tonta. Ya deberías haberlo entendido hasta aquí…’

Kira pensó por un momento.

¿Cómo había llegado a esta conversación? Ah, cierto. Estaban discutiendo si lo que vio entre las piernas de Actaeon era una enfermedad o no. Aunque no lo había visto claramente, había pensado brevemente que podría ser una especie de cola, un bulto, o algo como un animal marino.

Orión dijo que Kira estaba malinterpretando las cosas. Luego habló sobre las diferencias entre los hombres y las mujeres. No solo en los brazos, ni en el pecho que es firme y cuadrado, sino también en la zona de entre las piernas.

Kira, aunque ya se había acostumbrado a los cuerpos masculinos, todavía veía esa parte como algo desconocido.

En ese momento, Kira sintió como si su cabello se levantara de golpe, como un shock que la hizo quedarse paralizada. Espera, espera. Entonces, ¿lo que Orión quiere decir es que, en los hombres, entre sus piernas... es algo que siempre ha estado allí desde que nacen?

Kira se quedó congelada por un momento. Finalmente, no pudo contener el shock y exclamó:

‘¡No puedo creerlo…!’

—No puede ser…

Y así, pasaron varios días, y todavía no podía creerlo fácilmente.

Al escuchar los murmullos de atrás, Orión se detuvo y, agarrando el tronco de un árbol, dejó que Kira pasara al frente. Cuando esta lo agarró y luchó para cruzar el tronco caído, Orión empujó ligeramente su espalda, ayudando a sostener su peso.

—¿Qué no puede ser? Desde que Prometeo entregó el fuego por primera vez, los hombres siempre han sido así.

—¡Que algo tan extraño cuelgue de sus cuerpos desde el día en que nacen!

—Estrictamente hablando, no es una protuberancia, pero…

Orión respondió a los gritos de Kira como si le doliera la cabeza. Pensó un momento antes de explicarle.

—Mira. Entiendo cómo te sientes, pero siento que te has dado cuenta demasiado tarde. Titán en el establo, claro que también lo tiene.

Kira se sobresaltó ante esas palabras. Recordó cuando, en su casa, Orión la había llevado a practicar montar y le había mostrado, con ejemplos, cómo los animales macho, incluso los de granja, siempre tenían algo colgando entre las piernas. Aquel día, Orión había llevado a Kira al establo para mostrarle a Titán, y había insistido en que observara detenidamente.

Hasta ese momento, Kira no había sido consciente de ello, pero cuando vio al animal masticando heno, comprendió que era cierto. Justo debajo de la parte trasera del Titán, algo colgaba claramente. Aunque estaba cubierto por pelo, parecía una especie de órgano largo. Por otro lado, la hembra Leto no tenía nada de eso.

—Yo tampoco he visto nunca un cuerpo de mujer, pero con los animales que he visto, ya más o menos sé cómo es. Si hubieras observado con más atención, también lo habrías descubierto rápidamente.

—¡Quién va a estar mirando las partes traseras de un burro! Y aunque lo hubiera visto, no lo habría entendido. Pensaría que Titán era raro, como las orejas largas de Leto…

Kira intentaba alejar lo más posible la impactante verdad, sacudiendo la cabeza. Luego, recordó por qué estaban caminando por el bosque.

Estaba siguiendo a Orión, quien iba a recoger su presa. En otras palabras, al llegar a las trampas que había colocado, encontrarían algún animal.

Justo cuando escuchó el sonido de los pájaros desde lo alto de los árboles, Kira finalmente formuló una temerosa suposición.

—... ¿De verdad todos los animales son iguales?

Orión se encogió de hombros.

—No todos, pero al menos los de tierra con pelaje, sí. Nunca he visto a ninguno diferente.

—¡No puede ser…!

—Parece que esta vez está muy bien atrapada.

Orión le indicó a Kira que se quedara quieta, ya que estaba un poco afectada por la realización. Él mismo caminó sin problemas hacia la espesura, como si nada, y pudo oír el leve sonido del crujir de las hierbas. Aunque Kira no utilizara su poder, era evidente que una bestia había quedado atrapada.

Orión desató la trampa en el tronco y salió de la maleza. En sus manos, colgaba un hermoso zorro de pelaje denso. Aunque parecía resistirse con un chillido, al ser sostenido por el cuello por Orión, no tenía ninguna posibilidad de escapar.

—Mira. Justo es un macho. Fíjate bien. Tiene esto en el abdomen.

Orión volteó el zorro con valentía, mostrándole su barriga. Kira, al ver lo que tenía entre las patas traseras del animal, se horrorizó y se cubrió la cara.

De esta manera, lo que vio fue literalmente eso. Un órgano largo y delgado, cubierto con un poco de pelo, sobresalía de su abdomen. Kira, estremecida, dio unos pasos atrás.

—¡Ah, ya entendí, suéltalo! ¡Rápido!

—¿Qué estás diciendo? ¿Que suelte algo que acabo de cazar?

Orión pensó un momento y luego llegó a una conclusión. No le atraía la idea de matar y desollar a un animal que no iba a comer. Así que, sin dudarlo, soltó el lazo.

—Bueno, lo soltamos. No es época de necesitar pieles, y tampoco hay demasiados zorros últimamente.

El zorro, que fue lanzado hacia el matorral, aterrizó y rápidamente se escapó. Kira observó fijamente al zorro que se desvanecía en la distancia. El impacto de lo que vio antes, la marca masculina, seguía doliendo en su mente.

Mientras observaba esto, una idea pasó por la mente de Orión.

«¿Será que estoy viendo algo que no entiendo?»

Los ojos de Kira podían ver a través de los matorrales y seguir al animal, algo que le era imposible a Orión. Sin embargo, él no preguntó nada, y simplemente empezó a caminar nuevamente, tirando suavemente del brazo de Kira.

—Ya es hora de regresar. Todos estarán esperando.

—Ah, ah... sí.

Kira, que lo seguía, suspiró.

—Es realmente increíble...

Orión, al darse cuenta de lo que Kira quería decir, dudó por un momento. Kira, por su parte, sentía una gran curiosidad, y no pudo evitar hacerle una pregunta.

Traducción: Claire

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