Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 139

Kira, completamente desconcertada, les preguntó de nuevo.

[¿Fue Lox quien los envió?]

Lo dijo basada en el prejuicio de que si se trataba de su poder, debía ser capaz de cualquier cosa. Sin embargo, los delfines respondieron con una onda de confusión. Tal vez no entendieron bien la pregunta, porque sus respuestas parecían completamente ajenas.

[Yo soy delfín aquí.]

[Yo también.]

[El amigo del gran mar nos enseñó.]

[Escuchamos rumores.]

[El hombre macho juega bien con nosotros.]

[El hombre macho habla nuestro idioma.]

[El hombre macho está en tierras lejanas.]

Lejos... ¿Dónde se referían? Como no comprendía la noción de distancia de los delfines, Kira preguntó cuidadosamente.

[¿Dónde está esa tierra? ¿Delos?]

Los delfines parecían no entender la pregunta. Kira  se dio cuenta de que había hecho una pregunta incorrecta. Los nombres de los lugares dados por los humanos probablemente no significaban nada para ellos. Mientras pensaba en cómo hacer la pregunta correctamente, uno de los delfines volvió a chirriar.

[¡Quíos!]

[Lo sé. ¡Quíos! ¡El amigo del gran mar, el hombre macho, lo recuerdo! ¡El hombre macho está en Quíos!]

Entonces, los delfines comenzaron a emitir ondas con entusiasmo, como si la nueva información les pareciera divertida.

[Yo también lo sé. Escuché rumores. ¡Quíos!]

[¡Quíos!]

[¡Una pequeña tierra en el gran mar!]

Kira se sintió repentinamente aterrada. ¿Cómo podía ser que de repente descubriera dónde estaba Loxias?

Aunque Saphira había desplegado varios espías, nunca se había podido obtener ninguna pista sobre el paradero de Loxias. Había informes que decían que ni siquiera en tierras lejanas se sabía nada de él.

Pero ahora, de repente, mencionaban Quíos. Esa isla, sin duda…

«La princesa Merope…»

Era la misma isla donde se encontraba la princesa Merope, de trenzas oscuras.

Kira sintió como si su corazón se congelara. Los recuerdos dispersos de repente se unieron en un solo punto.

Todo había comenzado en Quíos. Merope había apuñalado a Orión, y luego Orión había sido arrastrado a un santuario. Kira lo salvó. Durante ese tiempo, Loxias había salido de la isla por encargo del rey de Quíos, y después, Orión había rescatado a Kira. Gracias a eso, ella había podido salir del santuario.

En una ocasión, Loxias había atraído su conciencia a su ubicación. Kira recordaba claramente un árido terreno, con árboles que nunca antes había visto.

¿Por qué no lo había comprendido en ese momento? Kira recordó de repente que había escuchado sobre Quíos mientras estudiaba el mundo. Quíos era famosa por el mastiho, una resina de alta calidad que provenía de un árbol que crecía principalmente en esa isla, muy demandada no solo en Atlántida, sino también en toda Asia…

Entonces le pareció escuchar una risa, su cuerpo se tensándose por completo. Fue entonces cuando Actaeon, que había estado observándola en silencio, finalmente no pudo contenerse y la llamó.

—¡Oye, mujer de Delos! ¿Es que te ha poseído un delfín?

Cuando le agarró el hombro, Kira volvió en sí. Al volver a la realidad, los delfines emitían sonidos juguetones, como si estuvieran encantados con la situación.

[¡Nuestro idioma, es increíble!]

[¡Amiga humana! ¡Juguemos!]

[¡Juguemos!]

Cuando los delfines empezaron a golpear el costado del bote con sus hocicos alargados, Kira dio un respingo. Es cierto. Ahora no era momento para quedarse paralizada. Más que confirmar el paradero de Loxias, lo más importante era garantizar que ella misma estuviera a salvo en el mar nocturno.

Kida se apresuró a detener a un delfín que se asomaba curioso hacia la antorcha que Actaeon sostenía. Hablar con animales no era algo a lo que pudiera acostumbrarse de inmediato, pero prefería eso a seguir flotando a la deriva sin rumbo. Se recompuso y se dirigió a los delfines.

[Yo... tengo que ir a tierra firme. ¿Saben dónde está Acrotiri? Es un lugar con muchas luces y barcos.]

Lo dijo de la manera más simple posible para que los delfines pudieran entenderlo, pero tal como lo imaginó, la respuesta llegó de inmediato.

[No sé. No voy a un lugar con muchos barcos.]

Increíble... ni siquiera sabían qué era Acrotiri, que estaba cerca de aquí. Pareciera que hubo algún proceso de aprendizaje para que aprendieran la palabra "Quíos". ¿Será que Loxias se encargó de enseñarles? ¿Habrá sido a propósito?

Aun así, no podía dejarlos ir así. Controlar animales como si fueran marionetas era algo que solo existía en los mitos, pensó mientras tragaba sus lágrimas. Kira volvió a cambiar la pregunta y preguntó.

[¿Saben cuál es la tierra más cercana?]

Al escuchar estas palabras, el grupo de delfines comenzó a girar en el agua y nadaron hacia adelante.

[¡Tierra de los humanos!]

[¡Vamos a la tierra! ¡Vamos!]

¡Funcionó! Si los animales no estaban mintiendo intencionadamente, parecía que podían llegar a tierra firme de esta manera. Kira rápidamente tomó la antorcha de Actaeon y habló con urgencia.

—Lord Actaeon, rememos. ¡Rememos!

—¿Qué pasa ahora...?

—¡Mira, los delfines están yendo en esa dirección! ¡Yo alumbraré el camino, así que sigue a los delfines!

Debido a la prisa con la que lo estaba presionando, Actaeon comenzó a remar sin entender del todo. El bote, que antes flotaba sin rumbo, por fin encontró dirección y comenzó a cortar el agua. Los delfines, al parecer emocionados por este inesperado juego nocturno, nadaban alrededor del bote al ritmo de los remos e incluso realizaban acrobacias saltando del agua.

Hubiera sido un espectáculo impresionante si fuera de día. Sin embargo, Kira no tuvo tiempo para admirar la maravilla de la naturaleza. Estaba más preocupada por no dejar que la antorcha se apagara con el viento y, sobre todo, por llegar a tierra firme sin problemas.

Lo que más le confundía era ella misma. Hablar con los animales de esa manera le parecía extraño. Lo más desconcertante era que esos animales, que no conocían a los dioses, podían emitir ondas y comunicarse de una manera completamente diferente a los humanos. Kira solo las interpretaba en su idioma, pero lo que ellos transmitían era un sistema de lenguaje completamente distinto.

Además, el nivel de inteligencia que mostraban no superaba el de un niño pequeño.

De repente, surgió una duda fundamental. Era un pensamiento que nunca había tenido antes.

«En realidad, ¿esta habilidad no me la dieron los dioses...?»

Kira se estremeció al pensar en esto. Se asustó, temiendo que Artemisa la maldijera por tener pensamientos irreverentes.

Sin embargo, Artemisa no mostró ninguna reacción, lo que hizo que Kira empezara a dudar de la existencia de la diosa.

Cuando hace unas horas Kira se burló de Actaeon, esta había sentido una sensación de superioridad, al darse cuenta de lo fácil que era manipular a los humanos. Pero ahora esa misma sensación se sentía vanidosa y ridícula.

Ese gran poder no era más que una habilidad que incluso los delfines, seres que no estaban relacionados con los dioses, podían usar.

Si los delfines hablaban de esta manera, entonces esta habilidad no era un poder divino ni una fuerza especial, sino más bien algo que existía en la naturaleza.

«Tal vez, en realidad... no existe una distinción entre los dioses, los humanos y los animales.»

Kira sintió un estremecimiento de miedo. Pero una vez que comenzó a tener esos pensamientos irreverentes, estos no dejaban de crecer y se volvían cada vez más aterradores.

«¿Será que, en el fondo, yo, que he sido maldita por los dioses, y Lóxias, que fue elegido por ellos... no somos tan diferentes de estos delfines?»

Como los machos tienen órganos largos y puntiagudos, tanto los humanos como los animales, y las hembras tenían órganos complejos y profundos, de manera similar.

Quizás, en realidad, los humanos y los animales solo eran una rama del mismo árbol. Y tal vez, tanto Lokira como Loxias no sean criaturas especialmente moldeadas por los dioses, sino... humanos algo especiales.

No, no podía decir esas palabras. Era algo que desafiaba la concepción básica de la humanidad como una especie especialmente creada por los dioses, nacidos del polvo que Deucalión arrojó y dotada del fuego de Prometeo. Pensar de esa manera era totalmente peligroso, pero decirlo en voz alta algo.

Kira, que siempre había vivido atormentada por el miedo de ser un animal menos que humano, no podía soportar la idea. Todo lo que había considerado cierto hasta ese momento parecía desmoronarse, y ahora era difícil ordenar sus pensamientos.

Volvió a pensar en la figura de Loxias. Tenía el cabello rubio y brillante como el sol, y era la única persona con quien podía compartir esta habilidad.

«Así que estaba escondido en Quíos... y mientras tanto hacía como si no supiera nada»

Al recordarlo, todo encajaba: por mucho que se hubiera buscado por toda Grecia, nunca encontraron su paradero.

Quíos estaba cerca de Asia, por lo que la distancia era considerable. Además, estaba profundamente vinculado con el asunto de Merope. Si la familia real apoyaba a Loxias, probablemente no les sería difícil ocultar su paradero en esa isla…

Pero, ¿qué pensaba hacer estando allí escondido?

¿Es cierto que castigó a Merope? El extraño sonido que había escuchado, un llanto o una risa, seguía resonando en el corazón de Kira, helándola.

«Lox, ¿qué estás pensando? ¿Qué... qué rayos estás haciendo?»

Kira apretó los dientes mientras iluminaba el mar nocturno. Fue entonces cuando una enorme sombra apareció frente a ella.

Kira levantó la cabeza y miró hacia arriba. A través de la forma de la sombra, el viento y los aromas, pudo deducir de qué se trataba.

Habían llegado a una playa cercana.

Después de que el grupo de delfines, con sus chillidos de diversión, desaparecieran en el profundo mar, los humanos tendrían que llegar a tierra firme, pero eso no sería fácil. La playa en la que habían llegado no era una suave franja de arena, sino un alto acantilado de rocas. Kira, al acercarse, se dio cuenta de este hecho y se sintió algo desconcertada.

Si lo pensaba bien, no había ninguna razón para que los animales se preocuparan por la comodidad de los humanos. Sin embargo, para subir a tierra desde el bote, primero tendrían que escalar el acantilado. Kira se enfrentaba ahora a una nueva preocupación sobre cómo proceder.

En ese momento, Actaeon, que había dejado los remos y observaba hacia arriba, asintió como si hubiera llegado a una conclusión. Luego le dijo a Kira con tono autoritario.

—Mujer de Delos, levanta el fuego. Yo subiré primero.

—¿A ese lugar tan alto?

Kira miró el acantilado, que era más alto que él, y preguntó con desconfianza.

Actaeón mostrando una ligera sonrisa como si finalmente hubiera recuperado su utilidad, respondió.

—No creo que solo los gigantes puedan subir aquí. También tengo mis métodos.

Levantó una lanza rota y la clavó firmemente en una roca a la altura de su pecho. Luego, usando la fuerza de sus brazos, saltó hacia arriba. Utilizó la lanza como apoyo y, con un solo impulso, se elevó rápidamente. Extendió su brazo hacia abajo.

—Ahora, suelta el fuego. Sujeta mi mano. Te tiraré hacia arriba.

Kira, aunque no confiaba del todo en un hombre que no era Orión, sabía que no podía quedarse allí. Extendió su brazo y, en un instante, Actaeon usó una gran fuerza para elevarla rápidamente. Kira logró agarrarse del borde del acantilado y, con un esfuerzo extra, finalmente subió a la cima.

—¡Ah…!

Finalmente, pensó que había dejado el mar atrás. Suspiró aliviada. Realmente no sabía qué habría hecho si hubiera tenido que resistir hasta el amanecer en el bote. Las historias de aventuras de personas que pasan días a la deriva en el mar no parecían ser para ella.

Mientras tanto, Actaeon, pegado al suelo, sacó la lanza del acantilado. Se sacudió el polvo de su pecho y se levantó.

—...Supongo que tendré que abandonar el escudo. Es demasiado pesado para sacarlo del bote.

Dijo con una expresión de desánimo.

Cuando mencionó el escudo, Kira, atenta a sus palabras, miró hacia abajo, siguiendo la mirada de Actaeon. En el bote, flotando de manera irregular cerca de la orilla, estaba el escudo de hierro que tanto se jactaba el hombre. Brillaba de vez en cuando al reflejarse con la luz de las estrellas.

Kira lo pensó por un momento. El solo recordar que ese escudo había golpeado a Hatsha la llenaba de furia. Hubiera sido una buena oportunidad para dejarlo inservible, lo que seguramente le habría dado satisfacción, pero sus pensamientos se volvieron más realistas. En un bosque oscuro, no se sabía qué tipo de bestias podían aparecer. Si dejaba el escudo solo por un momento de triunfo, ella misma podría estar en peligro.

Kira finalmente suspiró y detuvo a Actaeon, que ya se estaba yendo.

—Espera un momento. Dejame traer el escudo.

Ahora parecía fácil levantar ese tipo de objetos. Al concentrarse un poco, el escudo flotó en el aire, arrastrado por la fuerza de su mente. Al ver el milagro que sucedía frente a él, el rostro de Actaeon palideció.

—¿Qué estás haciendo exactamente desde hace un rato? ¿Llamando a los delfines? ¿Haciendo que objetos leviten de la nada...?

Hipólito se había mostrado amistoso al ver su habilidad, pero Actaeon la observaba con una mirada algo desconfiada.

Pensó por un momento y luego le preguntó a Kira.

—Mujer de Delos, ¿no te habías proclamado como una criatura divina? ¿Es esa habilidad un poder otorgado por la diosa Artemisa?

—No lo sé bien.

Kira no pudo más que responder de esa manera.

Hasta ahora, había supuesto que se trataba de un poder otorgado por Artemisa, un poder relacionado con la maldición de la niña con cuernos, un poder divino que podía ejercer como bestia sagrada. Pero ahora que se había dado cuenta de que hasta los delfines usaban una habilidad similar, no sabía cómo definirlo.

Sin embargo, Actaeon negó con la cabeza. Con una gran certeza, continuó.

—Los que yo conozco que se autoproclaman dioses, solo hablan de teorías raras, pero nunca han mostrado poderes dignos de un dios. En cambio, mujer de Delos, tal vez realmente seas una elegida por los dioses.

A Kira le molestó que siempre la llamara "mujer" al final de cada frase, por lo que respondió de manera cortante.

—No me estás llamando bestia, ¿verdad?

—¿Qué parte de ti es una bestia? Tú eres, como ves, una mujer.

Aunque sus palabras parecían un cumplido, había algo distante en ellas. ¿Acaso no podía abrir completamente su corazón a Actaeon? Kira lo observaba absorta mientras él guardaba su lanza y su escudo.

Actaeon, al haber llegado a tierra firme, parecía lleno de confianza. Miró hacia arriba, siguiendo las constelaciones para orientarse, luego rompió algunas ramas y encendió una hoguera. El fuego era ahora más grande y brillante que antes.

—¿Tienes alguna idea de dónde estamos?

—No estoy segura. Hemos viajado hacia el sur, así que no parece estar tan lejos de Acrotiri, pero…

—Lo que sea, caminando lo sabremos. Mujer de Delos, tendrás hambre, pero ya que hemos dejado el mar atrás, deberíamos estar bien. Sígueme.

Kira caminaba detrás de Actaeon, dando pasos pesados. No entendía por qué debía acompañar a un hombre como él, pero si quería estar segura, era mejor no estar sola. Al menos podía esperar que amaneciera pronto.

Ahora que había llegado a tierra, pensó que tal vez podría alcanzar a alguien, así que envió de nuevo una onda mental.

[Orión, ¿me escuchas? Ya he llegado a tierra.]

Miró a su alrededor y comenzó a transmitir la mayor cantidad de información posible: hacia qué dirección se veía la isla, qué tipo de árboles crecían, cómo era el camino y en qué dirección serpenteaba. Mientras murmuraba sola, sin querer, sus pensamientos escaparon en la onda.

[Quiero verte pronto.]

en el momento en que pensó eso, Kira e sorprendió y retiró la onda mental. ¿Qué había dicho? ¿Se había comportado como una niña consentida?

Sin embargo, la verdad era que lo extrañaba después de solo unas pocas horas. Después de decirlo en voz alta, el deseo de verlo aumentó aún más. Mientras caminaba por el bosque oscuro, Kira luchaba contra el hambre, la sed y, lo que era aún más doloroso, la tristeza por la ausencia de él.

Actaeon extendió la punta de su lanza hacia lo lejos, señalando algo. Era una pequeña choza.

Traducción: Kira

Si te gustó, Puedes apoyarnos aquí ~  [http://www.paypal.com/paypalme/MangoNovelas ]

Tambien contamos con página de facebook ~ [https://www.facebook.com/MangoNovelas ]

Tambien visítanos en TikTok ~ [https://www.tiktok.com/@mangonovelas ]