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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 14

Capítulo de novela - 126 párrafos

Capítulo 14

A la mañana siguiente, el barco de tres pisos de alto que partió desde el puerto de Naxos se dirigió a la costa.

Las aguas del mar bañadas por la luz del sol se sacudieron. Sin embargo, Kira fue incapaz de siquiera atreverse a mirar hacia abajo.

Afortunadamente, el mareo se aplacó. El agua era poco profunda y el barco mucho más grande, por lo que había una sensación de estabilidad. Ciento ochenta hombres remaban debajo de la cubierta. La máxima cantidad según los estándares de esta época.

Al ver que esa cantidad de mano de obra se movilizaba de manera rutinaria, Kira supuso que La Atlántida era una ciudad más próspera de lo que imaginaba.

Sin embargo, dejando de lado esa novedad del mundo exterior, en este preciso momento estaba más preocupada por lo que vendría a continuación.

Otras personas parecían sentir lo mismo. De vez en cuando, Quidna gritaba mientras revisaba la situación, pero no se intercambiaron más conversaciones. El timonel y el centinela también fueron silenciados por la atmósfera. Bajo el mástil, George tomaba vino como si le doliera el estómago.

Y Orión estaba parado junto a ella con los brazos cruzados, como si estuvieran enraizado en su lugar.

Sintiéndose inquieta, Kira preguntó.

—¿Dijiste que Lox vendría personalmente?

—A juzgar por sus palabras.

Respondió brevemente.

Aún más ansiosa, Kira presionó su sombrero bordado.

Era natural que el santuario tomara medidas al ella haber salido sin permiso. Quién lo haría, por supuesto, sería Lokias.

Kira también sabía que él podía proyectar imágenes en el agua y crear ondas de sal. De vez en cuando intercambiaba conversaciones privadas con ella de esa manera mientras estaba confinada en su habitación.

No lo usaba a menudo porque podía visitarla en persona, pero…

En cualquier caso, ni las paredes de su habitación ni el Mar Egeo eran barreras para utilizar sus poderes.

Sin embargo, fue inesperado escuchar que había estado lo suficientemente enojado como para romper el cristal que había utilizado para comunicarse con ellos.

¿Qué había sucedido esa noche? ¿Qué había malentendido Loxias?

Kira estaba ansiosa después de escuchar las circunstancias por la mañana. Quería pegarse a sí misma, había dormido tan plácidamente esa noche.

Ahora se enfrentaría a Loxias. Si él proponía el derecho de sangre, Kira no tendría veto. Sin importar cómo funcionaran estás cosas en La Atlántida, según la ley de Delos la mujer pertenecía al hombre de familia.

La propia Kira era consciente que ya había tenido suficiente aire exterior. Sería un gran problema si las personas en este barco resultaran heridas.

«Cálmate. Has estado pensando en ello. Hablemos con Lox como es debido.»

Al menos podría rogarle que no los castigue. Sí, eso era lo mejor que podía hacer en ese momento.

Kira se recompuso y le dijo a Orión.

—Lamento que esto haya sucedido por mi culpa...

Orión lanzó una mirada sesgada, como si estuviera escuchando una tontería.

Kira continuó mientras apretaba los dientes.

—Haré todo lo posible para que ningún daño caiga sobre La Atlántida. Lox es un buen chico, así que si escucha lo que tengo que decir, el malentendido se resolverá rápidamente.

—... ¿Un buen chico? ¿Hablas de ese tipo?

La cicatriz alrededor de su ojo se distorsionó ligeramente. Entonces, de repente, tomó una decisión y dijo:

—Oye, tienes derecho a saber, así que te lo diré en este momento. No sé cómo será contigo, pero en la alianza griega, él...

—¡Se observan galeras frente a nosotros! ¡Portan banderas de Delos!

Hubo una conmoción cuando George dejó caer su copa de cobre. Lokira se estremeció y se puso de pie.

Orión la bloqueó con un brazo para evitar que avanzara. Estiró la cuerda de su arco que había colgado sobre su espalda y colocó una flecha tanteando con una mano.

¿Estaba tratando de atacar? Recordando el caos en el santuario, Kira quiso detenerlo. Mientras tanto, los barcos se acercaron lentamente y se detuvieron a cierta distancia.

—¡Tiren anclas!

La misma orden vino de ambos lados.

El barco de Delos no tenía una cubierta tan alta ni un casco tan grande como el de La Atlántida. A primera vista, La Atlántida parecía mucho más poderosa.

Sin embargo, el propio rey George estaba muy nervioso y pálido. Apenas pudo llegar a cubierta, gritó con un rostro que parecía estar haciendo todo lo posible para no tartamudear.

—¡G-George de Tira, rey de La Atlántida! ¡Estoy aquí para servir a Loxias, el señor del santuario y mediador de la alianza!

Kira se sorprendió un poco por sus palabras. No sabía mucho sobre la dinámica de la alianza, aparte de la postura uniliteral de Loxias

La autoridad de su hermano parecía sorprendente. No importaba lo endeble que fuera George, el rey de una isla, pero lucía realmente nervioso como si estuviera frente a sus superiores, a pesar de que Loxias era más joven que él.

Había un séquito familiar yendo y viniendo en el barco de Delos. Kira, quien los identificó, quería esconderse en un agujero a pesar de no haber hecho nada malo. Era extraño que ella, quien había crecido en Delos toda su vida, mirara a Delos desde un barco de otra ciudad.

El séquito familiar despejó el camino. Sólo entonces Loxias se acercó lentamente hacia la cubierta.

Su largo cabello rubio brillaba aún más bajo el sol de la mañana. El pelaje de las ovejas de oro de Hermes no habría sido tan claro como su melena. La corona de laurel olivino estaba tan deslumbrante como siempre, por lo que Kira casi se sintió aliviada de que su hermano no luciera diferente de aquel día.

Sin embargo, Kira se sorprendió en el momento en que su expresión llamó su atención.

«¿De verdad eres Lox?»

¿Este era el chico que a menudo le parecía infantil?

La impresión amistosa había desaparecido como si se hubiera evaporado por el sol. Sus ojos eran lo suficientemente oscuros para ser considerados irrespetuosos. El mentón se levantó con confianza y los labios mostraron desprecio a su oponente.

¿Por qué? ¿Por qué estaba enojado?

¿Lox expresaba originalmente su ira de esa manera?

Lo aún más sorprendente fue lo que sucedió en el momento en que sus ojos finalmente se encontraron. Loxias apartó fríamente la mirada de Kira.

George, quien se convirtió en el próximo objetivo de su mirada, se sobresaltó. A diferencia de él, Orion ordenó rápidamente.

—Vamos. Conecten los barcos.

—No tienes que hacerlo. No permitiré que sus botas llenas de barro ensucien la inmaculada propiedad del santuario. 

Loxias respondió. Su arrogante tono fue lo que más le sorprendió a Kira, quien estaba escuchando.

Loxias forzó la vista y tiró de sus labios en una sonrisa. Tan pronto como Kira se dio cuenta de que ese era el hábito que tenía antes de concentrar olas de sal, su largo cabello revoloteó como una ráfaga de viento. Su voz resonó como si tuviera aire comprimido.

—El asunto de Quíos no es un problema. Noté claramente lo que pasaba. Con una tontería como los deseos insignificantes de la princesa, hubo acusaciones sin fundamento que incluso me arrastraron a todo esto. Ya he impuesto el castigo correspondiente, así que ustedes, la Atlántida, deberían estar agradecidos. Se les reembolsará con 20 toros.

Aclaró ese asunto de inmediato y de repente se elevó en el aire, algo imposible de hacer con unas piernas mortales.

—Atlántida, este sí es un problema. Me refiero a tu estupido cazador. Entrada no autorizada, ataque al santuario e incluso el secuestro de una deidad. ¿Con qué descaro lo hicieron? ¿De dónde sacan el valor para hacer que yo, el dueño del santuario, tenga que moverme personalmente para averiguar el paradero de mis posesiones?

¿Posesiones?

Cuando Kira se estremeció ante esa palabra, Loxias estalló de rabia repentinamente.

—¡Explíquense! ¡Merecedores del castigo Divino!

El barco anclado se inclinó repentinamente y el agua se elevó por todos lados. Un Atlante confundió aquello con una ola, por lo que gritó y cubrió su cabeza. Orión chasqueó la lengua, agarró a Kira por el hombro y la atrajo vigorosamente hacia sus brazos.

Pero el mar creciente no volvió a caer.

Una cortina de mar azul rodeó al barco. Era tres veces la altura de una persona. Sombras de peces y algas revoloteaban en el aire. La parte superior de la pared de agua burbujeaba constantemente.

Era un fenómeno que no podía ser explicado por la lógica. Estaban en medio del mar costero. Aun así, el mar fue “presionado” por una fuerza física externa, como la arcilla siendo prensada con piedras pesadas.

El nivel del agua bajó naturalmente. El barco se balanceaba como si flotara sobre un charco. Incluso los marineros debajo de la cubierta parecían sorprendidos. Varios disturbios se dieron a su alrededor.

Kira levantó la cabeza a pesar de saber que era una muy mala idea. Ella era la culpable, así que el sentido de responsabilidad que la llevaba a hacer algo al respecto ganó sobre la lógica.

Miró a Loxias, sus pies apoyados sobre la columna de agua.

Kira lo sintió profundamente. Realmente, era un poder que no podía ni compararse con el suyo. A diferencia de ella, que estaba maldita por Artemisa, él era la verdadera encarnación de Apolo.

A pesar de darse cuenta de que era una persona completamente diferente a la que conocía, Kira gritó.

—¡Lox, Lox! ¡Aquí! ¡Soy yo, Kira!

Sólo entonces el chico miró a Kira, su rostro totalmente inexpresivo como el hielo.

Orión trató de traerla de regreso a sus brazos. Sin embargo, Kira volvió a gritar con un sentido del deber que no podía reprimir.

—Es un malentendido. ¡Esta persona no me secuestró! ¡Yo quería salir de allí! ¡La suma sacerdotisa estaba tratando de apuñalarme...!

La cortó abruptamente

Kira se tragó sus palabras. ¿Alguna vez Loxias la había interrumpido tan groseramente?

No, él fue el único que escuchó a Kira en el santuario. El único que la trató con amabilidad sin pegarle ni faltarle el respeto.

El actual Loxias continuó.

—No sigas haciéndome enojar.

—¿Haciéndote enojar…?

—Lo supe desde el principio. Sabía que todas las noches bajabas inútilmente hacia la costa, y que le prestabas atención a ese loco de ahí.

Una conmoción golpeó terriblemente su corazón. Roxias la miró fijamente, observando su rostro distorsionado por el asombro, y dijo.

—Debes de ser muy estúpida para creer que no lo sabía. Kira, fuiste castigada porque fuiste muy lejos sin saber que te lo estaba permitiendo únicamente para ponerte a prueba.

—¿Me estuviste observando todo este tiempo…?

¿Mantuvo deliberadamente confinada a su hermana en la habitación trasera del santuario? 

¿La había visto mientras ejercía su poder?

Loxias rió a carcajadas. Fue como si hubiera regresado el Loxias que conocía.

—Te dije que no había nada que no supiera sobre esa isla.

—Por supuesto. ¿Qué tan difícil es saber lo que está en tu corazón? Ni siquiera tengo que concentrarme en ello. Sé aproximadamente en qué fecha empezará tu menstruación, ¿y crees que no podría darme cuenta de tus pensamientos sobre ese tipo?

Las absurdas palabras la hicieron temblar por un momento. Kira levantó una mano y se cubrió la boca sin darse cuenta. Pensar que Loxias la había estado observado tanto. Su cabeza, incapaz de aceptar la realidad que cambiaba rápidamente, la aturdió.

Ese no era Lox. No era el dulce gemelo que conocía. El que la consolaba cada vez que llegaba un castigo…

Pero entonces recordó que Orión le había dicho que esos castigos que recibía no eran normales.

Loxias nunca detuvo las palizas de la suma sacerdotisa. Él la consolaba cada vez que lloraba por ello. Sin embargo, siempre le aconsejaba que siguiera bien las instrucciones.

Incluso creó nuevas reglas como la del permiso obligatorio para entrar a Delos. Su confinamiento se reforzó aún más atribuyéndolo a la necesidad de protegerla.

Confundida, Kira sintió náuseas. Se estaba mareando al saber que el agua del mar se había convertido en una cortina, encerrándola una vez más.

—De ninguna manera, tú, no podrías haber…

¿Cómo había sido su vida en el Santuario?

¿Cómo había sido Loxias, su único consuelo?

En ese momento, como si su mente aturdida fuera desgarrada, los pensamientos de Loxias se infiltraron a través de la telepatía. La telepatía que él enviaba de repente desordenó su mente.

[Creí que era solo una ola pasajera para Kira.]

—¡Ah! Ugh, ¡Lox…!

[Ese tipo, pensé que se evaporaría rápidamente, tal como la marea baja. Después de todo, en el santuario solo éramos tú y yo, los niños que crecimos ahí. Como Apolo y Artemisa, también estábamos destinados a no separarnos. Solo teníamos el uno al otro para apoyarnos, por eso habíamos prometido vivir juntos mucho tiempo.]

—¡Detente! ¡¡Mi cabeza, ahhhh!!

[Lokira. Loxias está decepcionado de tí.]

Paradójicamente, aquellas palabras la entristecieron profundamente.

Sin embargo, a Kira ni siquiera se le dio tiempo para sopesar con calma las contradicciones. Era abrumador solo soportar el dolor que atravesaba su cabeza como un rayo.

Aquellos a su alrededor estaban aturdidos, sin atreverse a hacer nada. En ese momento, sólo Orión la envolvió por la espalda y susurró rápidamente.

—¿Qué pasa? ¿Este tipo te está haciendo algo?

[Te quiero mucho Kira, pero tú me traicionaste primero.]

Kira, jadeando, no pudo responder a sus preguntas. Todo su esfuerzo se fue en tratar de entender la telepatía mientras luchaba contra el dolor.

Con la determinación de no seguir sufriendo, trató de controlar la situación. Después de un esfuerzo mínimo de concentración, lanzó su propia telepatía para llegar hacia él.

[¿Qué quieres decir con ”traicionar”? Lox, yo solo, no quiero seguir viviendo encerrada, no…]

[¡Te dije que no hicieras nada tonterías y que te mantuvieras a salvo!]

De repente, una rabia explosiva invadió su mente, y la telepatía golpeó su cerebro con fuerza. Kira, retorciéndose de dolor, se derrumbó en el lugar.

Orion, que había estado observando la escena, tomó su decisión. Ya no necesitaba hacer más preguntas, así que soltó un "tss" de desaprobación y se levantó de inmediato. Recogió la copa de cobre que George había dejado caer hace unos momentos, y se la arrojó a Loxias.

Loxias, sin siquiera mirar, desvió la copa con un simple movimiento, como si no fuera necesario hacer un gesto más elaborado.

Mientras tanto, en la cabeza de Kira, empezaban a caer insultos que nunca antes había escuchado.

[¡Te fuiste sin mi consentimiento! ¡Seguiste a ese otro hombre! Si realmente quieres salir, ¡pues ve y arrastrate fuera ¡Veamos si con cuernos y todo puedes vivir bien sin mí!]

Loxias, que había estado gritando furiosamente durante un buen rato, de repente se dio cuenta de algo y giró su mirada.

Aprovechando el momento en que su atención había sido captada por la copa de cobre, una flecha fue disparada rápidamente. Incluso Kira, a su lado, no supo en qué momento había preparado la flecha.

Ni siquiera estaba apuntando como parte de una simple amenaza. Disparó sin más para después decir.

—Cuanto más miro, menos soporto hacerlo. Es una locura venerar como un dios a alguien que maltrata a su hermana indefensa.

Traducción: Claire

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