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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 15

Capítulo de novela - 161 párrafos

Capítulo 15

La flecha cortó el aire y voló precisamente hacia el tipo que estaba parado sobre la columna de agua.

El lado de Delos gritó muy tarde. La respuesta fue lenta porque estaban inclinando la cabeza ante la divinidad de su Dios.

Incluso Loxias reaccionó tarde. Nunca antes se había enfrentado a un hombre que se atreviera a apuntarle con un arco, además de haber sido tomado por sorpresa al desviar su atención a la copa de cobre.

La respuesta de todos se había retrasado un poco. Este no era el poder de un Dios, sino del reino de los reflejos humanos.

El chico rápidamente estiró su mano. A medida que el aire se retorcía, la trayectoria del objeto que volaba justo frente a sus narices se torció ligeramente. Sin embargo, no pudo desviar por completo la flecha que apuntaba a su frente implacablemente.

La flecha atravesó el lóbulo de la oreja. Gotas de sangre salpicaron el aire.

La mitad de su larga cabellera rubia se hizo añicos como paja golpeada por un pico.

Loxias entrecerró los ojos con incredulidad ante el dolor que le sobrevino. Sacó la flecha y se deshizo de ella. Cuando las yemas de sus dedos rozaron la oreja, sangre pegajosa junto con mechones cubrieron su palma.

—¡Señor Loxias!

—¡Cómo te atreves, a la encarnación de la luz!

El lado de Delos se levantó en armas. Sin embargo, tan pronto como lo hicieron cayeron de rodillas, perplejos.

El chico soltó un gruñido.

—No sean ruidosos y mantengan la cabeza baja. ¡No se atrevan a mirar a un Dios…!

Entonces, temblando por la sangre en su mano, mostró sus dientes.

—Orionis de Tira. ¡Te atreves a destruir el santuario y llevarte a la bestia divina, ¡Y ahora incluso te atreve a tocarme!

—¿Es correcto que un niño con la sangre aún fresca en su cabeza tiemble con una sola flecha? No, ¿es que ahora te estás comportando como una niña?

Orión lanzó un comentario burlón. Pero eso fue todo, su calma se desvaneció en un instante. Esto porque su arco voló por los aires en el momento en que Loxias lo miró fijamente. El carcaj explotó y las flechas se dispersaron por el barco, incluso la pesada espada atada al cinturón salió volando, rodando una y otra vez por el suelo.

Orión frunció el ceño con disgusto. Dijo mientras recogía el arco que había caído al suelo.

—¿Crees que eres realmente Apolo cuando eres alabado por la gente que te rodea?

—Si mi telepatía hubiera llegado a las nubes, habría tomado prestado el rayo de Zeus, mi padre. Es una pena, ¿verdad?

Gracias a que la atención del chico se distrajo con la discusión, Kira pudo escapar de la corriente de telepatía. Quidna la sostuvo mientras se tambaleaba sobre sus brazos. Kira estaba agradecida, pero en ese momento ni siquiera tenía la energía para gastar en agradecimientos.

Levantó la cabeza. Gritó a Loxias como pudo.

—Lox, detente…

¿Por qué tenía que suceder esto?

Al final, ¿realmente era un ser que no hacía más que causar confusión una vez en el exterior? ¿Podría ser igual que esa bestia, el jabalí de Calidón?

—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué has estado observándome tanto tiempo y no me dejabas salir…? Somos gemelos, ¡Simplemente odiaba estar encerrada y ser continuamente golpeada…!

—Gemelos. 

Loxias se rió como si solo esas palabras lo hicieran feliz. De repente, dijo con el mismo cariño que antes.

—Realmente no sabes lo que es sospechar. Por eso amo a Kira más que a nadie en el mundo.

Fue en el momento en que Kira estuvo a punto de preguntar qué quería decir con eso.

Loxias agarró la mitad de su cabello y lo cortó. La única cosa en común entre esas dos personas que eran tan disímiles al igual que sus motivos había desaparecido.

Loxias, cuyo cabello se volvió más corto, de repente pareció haber crecido rápidamente. No pareció importarle y levantó las manos y comprimió el aire como antes.

Uso telequinesis de tal manera que incluso los humanos comunes y corrientes pudieron sentirla. La cortina de agua se contrajo violentamente. Entonces, como si se transformara en un pergamino gigante, se vieron reflejados una variedad de paisajes.

George, que llevaba un rato abrumado, gritó por primera vez.

—¿¡Qué es esto!? ¡Espera, esa persona!

Entonces señaló a la persona reflejada en el agua.

Kira se sintió abrumada por los cambios a su alrededor y, sin darse cuenta, se acercó a Orión. No había nadie más a quien pudiera recurrir ahora.

—¿Quién…?

Por fuera sólo parecía ser un hombre con barba. Notó a primera vista que llevaba un atuendo similar al de George.

Orión envolvió su capa alrededor de Kira y dijo:

—El Gran Rey de Atenas, Teseo.

—¿Esa persona?

Varias otras personas se vieron reflejadas en el agua. La mayoría eran hombres, pero también había algunas mujeres.

¿Quiénes eran y por qué podían verlos? Como si respondiera a su pregunta, Loxias se situó en el medio y miró a Kira.

Su voz resonó con un eco. Alguien podría confundirlo con la voz de un Dios. Incluso el tono cambió solemnemente.

—Lokira. Estás frente a los aliados de la liga Helénica. Diles que, aunque eres la bestia divina de Artemisa, violaste las reglas del santuario sin permiso y escapaste voluntariamente de la protección del Monte Cinto.

—Lox. ¿No me digas que se lo estás transmitiendo a ellos? ¡Lox!

—¡Confiesa!

Con un grito autoritario, la telepatía volvió a atacó su mente. Incapaz de superar el dolor punzante, Lokira colocó sus manos sobre su cabeza. El sombrero bordado que había estado usando hasta ese momento voló de forma antinatural y los cuernos quedaron al descubierto.

Gritos terribles brotaron por todos lados, pero Kira ni siquiera tuvo tiempo de preocuparse por eso. El dolor, el dolor de cabeza que parecía ser ocasionado por esos malditos cuernos clavándose en sus globos oculares era insoportable.

—¡Duele, Lox, d-duele!

Orión la vio y se dio cuenta de que no tenía heridas físicas.

Miró hacia atrás a Loxias.

—¡¿Bastardo, qué demonios…?!

—¿En qué mes estamos?

Loxias preguntó casualmente.

¿Qué clase de pregunta absurda era esta de repente? Ignorando al estupefacto Orión, Delos respondió rápidamente.

—Será Gamellion (Enero) en el calendario ático.

—Y el año que viene es bisiesto. Después del segundo Poseidón del mes bisiesto, llegará el siguiente Gamellion.

Los cálculos brillaron en la mente del chico por un momento. Luego declaró con voz resonante.

—¡Escuchen, aliados! ¡El dueño del santuario de Delos emite un oráculo como mediador!

—Autoproclamado Apolo, este no es el salón de alianzas de Delo. ¿Quién ha acordado seguir ese oráculo que sueltas a tu antojo?

El chico continuó, ignorando la protesta de Orión.

—La bestia divina que ha sido contaminada por el aire exterior y el agua no puede ser devuelta al santuario. Pero tampoco podemos permitir que ustedes, los de la Atlantida, secuestren a las bestias de la diosa como les plazca. Lo mejor es buscar la equidad para todos los miembros de la alianza, ¿no lo creen?

—¿Equidad? ¡Qué demonios…!

—Escuchen. Desde hoy hasta el mismo día del próximo año. ¡380 días, incluidos los meses bisiestos! ¡Comenzará la caza de la bestia divina!

Con tal impactante declaración, Kira olvidó su dolor de cabeza y lo miró.

Obviamente, la bestia divina a las que se refería eran ella. ¿Es que Loxias estaba dando la orden de eliminarla...?

¿Tal como el jabalí de Calidón o el Minotauro de Creta?

—¡El actual propietario es Orionis de Tira! ¡Cazador de la Atlantida! Ya sea disparando con un arco o tocando la lira, cualquier medio para cazar a la bestia divina está permitido. El que posea la bestia divina en esta misma fecha del próximo año será el ganador, y el país que haya tenido éxito en la caza será reconocido como el líder favorecido por Delos.

—¡No digas tonterías!

Gritó Orión.

—¿Acaso tienes la intención de matar a tu propia hermana?

—Por supuesto, no hay precedentes similares a los del Minotauro. Después de todo, mediar en disputas como esta es el papel del santuario.

Loxias levantó la mano con elegancia. Su cabello rubio, que se había dispersado tras cortarse, se reunió en su mano. El cabello, como hilos de oro, se retorció por sí mismo hasta convertirse en una fina cuerda, similar a una cuerda de pita.

En el momento en que todos se distrajeron con su hermosa hazaña, el cabello en forma de cuerda apareció frente a Kira. Antes de que pudiera resistirse, se enroscó alrededor de su cuello y la ató firmemente.

—¡Espera! ¡Suéltame…!

Kira, alarmada, intentó quitarse el cabello en forma de cuerda de su cuello. Sin embargo, era como un collar que encajaba perfectamente, y no se deshacía. 

En un abrir y cerrar de ojos, se encontró completamente atrapada, como si estuviera atada por un grillete imparable.

Loxias sonrió aliviado de que el todo hubiera salido bien.

—Kira, una parte de mi protegerá tu vida. Nadie podrá arrebatarte la vida mientras esté sobre tí. Mis ojos son como el sol en el cielo y miraré a cada ser humano que se acerque a ti. Por supuesto, no puedo dejar que mi preciosa hermana muera, ¿verdad?

Por mucho que lo jalaba o lo retorcía, el la tira de cabello parecía inquebrantable como el alambre. 

Tenía una sensación de restricción ocasionada por un objeto extraño envuelto alrededor de su cuello.

La desesperación se extendió por el pecho de Kira. Miró a Loxias, devastada. 

Realmente iba a llevar a cabo la locura que había estado anunciando.

Loxias, quien siempre había sido amable, era en realidad un tipo al que se le ocurriría tal idea para lastimarla de esa manera…

Loxias volvió a mirar el reflejo en el agua. Pronunció la declaración final de un acuerdo unilateral.

—¡Denle caza! ¡El que tenga éxito en la captura de la bestia divina obtendrá la supremacía de Grecia!

Después de anunciar aquello, Loxias levantó el brazo. Las figuras vagamente reflejadas se desvanecieron y reapareció la ola con peces.

La cortina de agua del mar se derrumbó lentamente. El agua poco profunda bajo el barco comenzó a subir de nuevo. Incluso el experimentado timonel se apresuró a equilibrar el barco ante la repentina sacudida.

La columna de agua sobre la que se encontraba Loxias también se derrumbó lentamente. Aterrizó con tanta serenidad en la proa de Delos.

—Orionis de Tira.

El chico llamó al hombre con ojos bien abiertos.

Era un tono que denotaba un odio profundamente arraigado.

—Por tomar lo mío a voluntad, sucio humano del exterior, este es el castigo que te doy. Durante el próximo año, siéntete como Sísifo rodeado de los hijos de Styx.

Significaba soportar desafíos constantemente opresivos y violentos.

Orión frunció el ceño en silencio y tomó otra flecha. Sabía que no tendría la misma oportunidad de antes, pero no quería quedarse como un idiota escuchando desde lejos.

La flecha salió disparada. Loxias la desvió con un gesto esta vez. Una voz débil se mezcló con el viento que mecía su rubia y corta melena.

—¡Loxias…!

Kira se tambaleó hacia la proa.

Estaba terriblemente indefensa en esa situación, pero no podía quedarse quieta. Tenía que decirle algo a su hermano.

—Has hecho todo a tu manera... ¿Quién es tu propiedad? No le pertenezco a nadie, Lox. ¡Solo soy tu hermana...!

—Lokira, Diosa de Artemisa.

Loxias dijo rotundamente.

Kira se quedó sin palabras. Su hermano menor sonrió cortésmente.

—Eres libre a partir de ahora, Kira. ¿No era eso lo que querías? Disfruta de la vida al aire libre por la cual tanto tenías curiosidad.

—Nos vemos en un año. Esperaré con ansias el ver cómo ha cambiado Kira desde entonces.

El mensaje de Loxias terminó ahí. Las olas de sal provocaron una chispa brillante. Dejó un breve mensaje para su séquito.

—Regresaré primero. Vuelvan por su cuenta.

Entonces, la chispa explotó y él desapareció.

Todos estaban aturdidos ante la serie de poderes que no podían ser considerados humanos. La costa estaba tan tranquila al igual que después de una tormenta.

Delos, acostumbrados a Loxias, reaccionaron un poco más rápido. Gritaron mientras alzaban anclas.

—¡Entreguen al cazador!

—¡Deidad, paga el precio por destruir el santuario!

—Esperen. ¡Giren el barco! ¡Giren a la derecha ahora!

Gritó George desconcertado. Los soldados, incluida Quidna, se apresuraron a agarrar sus armas.

Orión chasqueó la lengua y sacó lo que parecían ser ascuas de su pecho, produjo fricción entre éstas y las brasas cayeron sobre el sombrero bordado.

El sombrero se incendió. Lo colocó en la punta de la flecha, corrió por el arco y tiró de la cuerda.

El arco se dobló con un sonido agudo. En el momento en que las venas de la parte superior de su brazo sobresalieron, soltó la cuerda.

El sombrero transformado en una bola de fuego salió volando y se clavó en la bandera de Delos. Las llamas rápidamente comenzaron a extenderse hacia la proa.

Delos entró en pánico por el fuego. Kira permaneció en la proa y observó aturdida cómo clamaban aterrados. Luego fue arrastrada violentamente hacia atrás.

—¡No pierdas la cabeza! ¡Vas a terminar con una flecha en tu cabeza! 

Orión gritó en voz alta.

Kira, quien volvió en sí, levantó su rostro desconcertado.

La comprensión tardía vaciló. El oráculo que había emitido Loxias zumbaba en sus oídos.

«Cacería de la bestia divina.»

Hasta esta fecha el próximo año.

«¿Me estás diciendo que me perseguirán durante un año? ¿Escapando de los hombres que buscarán reclamarme por toda Grecia…?»

Sus piernas cedieron.

El repentino cambio de su realidad fue demasiado. Ni siquiera podía llorar porque era demasiado para manejar.

Orión la miró con el rostro distorsionado y dijo:

—Lo siento. Es mi culpa.

Kira se sorprendió por la inesperada disculpa.

Orión bajó la mirada.

—Te lo dije. Las mujeres que se involucran conmigo suelen morir. Pensé que ibas a morir esa vez, así que te saqué de allí… No imaginé que las cosas escalarían tanto. Lamento no haber hecho nada al respecto.

Kira negó con la cabeza, atónita.

—No. No, es tu culpa. Si hay algún culpable, esa soy yo…

Porque Lokira con cuernos de venado había bajado a escondidas hasta la playa.

Levantó una mano para colocarla sobre uno de sus cuernos. Entonces escupió como si se estuviera volviendo loca.

—¿Qué debo hacer a partir de ahora...?

—He estado pensando en eso por un tiempo.

Dijo Orión.

—Ya que fui yo quien te sacó, tengo que asumir la responsabilidad. No te echaré de este barco, así que no te preocupes.

No era de extrañar que Kira no pudiera creer sus palabras. ¿Quería decir que la llevaría consigo después de haberlos metido en tantos problemas? ¿Qué tan lejos llegaría?

Después de una larga pausa, finalmente dijo con un rostro lloroso.

—Yo, puedes regresarme a Delos…

Orión, que había continuado sus pasos, se giró abruptamente en su dirección. Arqueó las cejas como si estuviera verdaderamente indignado y gritó con dureza.

—Vamos, no digas tonterías. Si ese es el caso, no habría tenido sentido haberte sacado de allí desde un principio.

La confusión se extendió en su rostro inmediatamente después de escupir esas palabras. Su tono se ablandó un poco.

—Es un año como máximo. Si miras el límite de tiempo, la ira de ese niño descarado no se aliviará incluso si te detienes.

—Primero vayamos a la Atlántida. Puedes pensar con más tranquilidad sobre el futuro durante el trayecto.

Así Orión concluyó la conversación y miró a George como si pidiera consentimiento. George cerró los ojos, sacudió la cabeza y dio la orden de zarpar. 

Kira lo entendió muy tarde. Ya ni siquiera podían pasar por Naxos. Dado que se había declarado iniciada una cacería divina, no sabrían cómo resultarían las cosas.

Era un misterio para ella. ¿Loxias la había engañado todo este tiempo? ¿Era su bondad realmente una mentira?

Había un abismo en él que ella no conocía. El Loxias que Kira recordaba era sólo una parte de él. No fue hasta que salió del encierro que pudo asomarse y observar su otra mitad.

Kira miró hacia arriba.

Al final de su línea de visión estaba el mar Egeo. El mar no sabía lo que se escondía en su corazón, sólo se balancea silenciosamente.

Si bien todo era incierto, solo una cosa era segura.

En ese momento se dirigía a la Atlántida, la ciudad natal del hombre que lo sacó de su encierro. Sólo esa tierra desconocida esperaba a Lokira.

Traducción: Claire

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