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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 1:Prólogo

Capítulo de novela - 145 párrafos

—Lokira, Diosa de Artemisa. Creo que sabes cuán grave es el pecado que has cometido esta vez.

La suma sacerdotisa bramó, situada frente al altar principal del templo.

Lokira había estado escuchando sin decir una sola palabra. Había sido brutalmente golpeada mientras era arrastrada desde su habitación hasta el salón principal. Su largo cabello castaño estaba todo enredado, sus mejillas llenas de rasguños.

Había pasado una hora desde que fue puesta de rodillas en medio del salón principal y alcanzada por el fuego del látigo. Incluso si Zeus usará uno de sus rayos contra ella, hubiera sido menos doloroso que esto.

Sus piernas estaban entumecidas, ya ni siquiera podía moverse. Aun así, Lokira no lloró ni suplicó. Más bien, se mordió los labios y luego respondió:

—No lo sé.

No podía simplemente aceptarlo. De lo contrario, sería como si estuviera admitiendo cualquier culpa.

La mirada de la suma sacerdotisa se volvió fría después de leer su innata terquedad. 

Entonces, distorsionando las arrugas más profundas alrededor de su boca, dijo:

—Bien, supongo tendré que volver a enseñarte desde el principio. La naturaleza de esta bestia todavía se asoma. Allí, denle 10 azotes más.

Las sacerdotisas rodearon a Lokira. Los hombros y la parte posterior de su cabeza fueron presionados con fuerza y ​​su espalda doblegada. El látigo cayó sin piedad sobre la piel cubierta por una fina tela.

¡Zazz! Era un castigo feroz como para someter a un potro testarudo. Lokira se tragó un gemido y soportó el dolor agudo. Su espalda estaba desgarrada y sus huesos ardían, pero no quería que la vieran temblar por los golpes.

Murmuraba constantemente para sí misma.

«No duele. Esto es similar a cuando normalmente te castigan. Estás acostumbrada a est…»

Fue imposible seguir el hilo de sus pensamientos, el último golpe fue demasiado doloroso. Su mejilla golpeó el frío pavimento de piedra. Su cuerpo, cubierto de rasguñosl comenzó a temblar.

La suma sacerdotisa miró hacia abajo de manera despectiva y chasqueó la lengua. Entonces, alzó la barbilla de Lokira con su bastón, obligándola así a levantar el rostro.

—¿Necesitamos comenzar este interrogatorio de nuevo? Artemisa está vigilando. La Diosa que te hizo su hija. ¿Realmente no tienes intención de confesar tus pecados y someterte al castigo divino?

Lokira dejó escapar un grito ahogado. Una pizca de desafío brotó desde lo más profundo de su ser. Su mirada se situó sobre la gran estatua que se erguía por detrás de los hombros de la suma sacerdotisa. Sus ojos feroces. 

Entonces sacudió la cabeza, harta de la situación.

—Es difícil corregir el hábito de esta bestia. Intenta responder de nuevo, Lokira. Te criaste aquí en el santuario de Delos, ¿verdad?

Eso era correcto. Lokira nunca había estado afuera desde que llegó al templo una vez se cumplieron 100 días desde su nacimiento.

—Y se te prohibió salir de reclusión, ¿verdad?

Eso también era correcto. Había pasado toda su vida confinada en una pequeña habitación que daba a la parte trasera del templo. Desde una única ventana podía ver el patio trasero del tamaño de la palma de su mano, pero era imposible para ella salir y dar un paseo sin permiso.

En el mejor de los casos, el patio trasero lindaba con un acantilado. El único paisaje que podía apreciar desde allí eran las olas azules del mar Egeo. Era un océano que no proveía escapatoria alguna.

—Probablemente ya haya dicho esto cientos de veces. Tienes que vivir aquí por el resto de tu vida. Si sales al mundo exterior, pronto revelarás la naturaleza de la bestia y no harás más que traer caos y confusión al mundo. Todo tipo de gente vendrá a deshacerte de ti. Tus cuernos probablemente sean cortados y convertidos en trofeos.

El bastón de la suma sacerdotisa golpeó a Lokira en la mejilla.

No estaba completamente segura de la veracidad de aquellas palabras pero era irrelevante, para ella no eran más que una realidad. 

Lokira recordaba haber escuchado esas palabras desde que era solo una niña. La habían adoctrinado para que no abandonase el santuario. 

Ahora ya no tenía siquiera la energía para responder. En su lugar, alzó la mirada.

Después de leer la rebelión en sus ojos, la suma sacerdotisa golpeó su cabeza sin piedad.

—¿Cometiste tal pecado sabiendo todo eso? ¡Te cuidé y te enseñé durante toda mi vida, para luego escabullirte sin ser agradecida!

—¡Yo nunca...!

—¡Otra mentira! ¡Ya han pasado algunos días desde el informante! ¡Sigues poniendo excusas!

La suma sacerdotisa de repente se volvió roja de ira y balanceó su bastón hasta el punto de transpirar en exceso.

—Ya se ha revelado que te hiciste pasar por una sacerdotisa y bajaste los escalones de piedra. ¡La evidencia física ya fue corroborada antes de que te trajeran aquí! ¿Por qué crees que se dispersó el polvo de tinta blanca en el marco de tu ventana?

Lokira apretó sus molares con fuerza. Ciertamente, había sido muy descuidada. 

Replicó, resentida por la mancha blanca sobre su ropa.

—Solo quería ver el mar. Sólo puedo verlo desde la distancia estando en el patio trasero, me detuve por casualidad allí así que…

—No puedo creer que hayas cambiado tanto tus palabras, Lokira. Debes respetar tu cuerpo tal como tu madre. ¿Todavía vas a ocultar tus pecados?

La suma sacerdotisa agarró el bastón con manos temblorosas.

—Había un hombre escondido en una de las cuevas en la costa, ¿verdad? ¡Era incluso un sinvergüenza que huyó a esta isla después de cometer un atroz crimen en el exterior!

—¡No, no es así!

—Este lugar, Delos, es un santuario donde nacieron Apolo y Artemisa. Como zona neutral para la alianza griega, siempre está estrictamente controlado. ¡Desestimaste por completo tal importancia atreviéndote a olvidar tu estado de confinamiento e incluso tiraste por la ventana la casta protección de la diosa entrando en contacto con un hombre extranjero que no es de tu sangre!

La suma sacerdotisa revoloteó, y las jóvenes sacerdotisas a su alrededor murmuraron con horror. 

Lokira reprimió refutar tal aseveración. 

Aparentemente, ese había sido su primer encuentro con un hombre al que no estaba emparentada. 

Sin embargo, no hubo tal mala conducta como supuso la suma sacerdotisa

Él era sólo un paciente. Lokira sólo le traía hierbas o agua potable en secreto. No sucedió nada más, excepto experimentar placer al escuchar historias del mundo exterior, la primera cosa interesante que había oído hablar en toda su vida. 

Aunque era un hombre gruñón que, lejos de ser amistoso, sólo escupía comentarios sarcásticos, no era el tipo de “hombre” que la suma sacerdotisa afirmaba rotundamente. 

No quería besar a Lokira. Ni siquiera trató de tocarla. Más bien, fue lo contrario. 

Pero, ¿por qué tenía una mirada tan triste...? 

Sin embargo, no podía aclarar cada uno de esos hechos. Si lo hiciese, estaría admitiendo los cargos por sí misma.

Este es el templo de Artemisa, la diosa de la luna y la caza. Este era el templo principal que se creía con derecho de interferir en los asuntos de otras personas, pues consideran la castidad pura como el oro, especialmente la suya. Y éstas eran los fanáticas más fervientes de la Diosa. El mero hecho de que ella hubiera sido vista hablando con un extraño sería considerado un pecado mortal.

Así que Lokira decidió apegarse al silencio. 

Todo está bien. Puedes negarlo hasta el final. 

¿Qué pasaría si siguiera negándolo?

El hombre dijo que regresaría a su ciudad natal. Entonces, los días de Lokira que habían terminado como espuma rompiendo en las olas, volverían a finalizar nada más que con una breve brisa soplando sobre el agua estancada de un jarrón. Lokira volvería a obedecerlos y viviría tranquilamente.

Para su indignación, ni siquiera era lo suficientemente audaz para igualar la ira de las sacerdotisas con acciones desafiantes. 

¿Qué pasaría si la vida de encierro a la que había estado acostumbrada durante toda su vida se hiciera añicos de la noche a la mañana? 

Tenía curiosidad y miedo del mundo exterior.

Además, su hermano gemelo también se encontraba en esta isla. No podía soportar la idea de dejar atrás a su única familia.

Sin embargo, cuando su renuncia parecía estar resuelta, la suma sacerdotisa balanceó su bastón una vez más. Esta vez hubo un crujido.

—No mantengas la boca cerrada, no seas terca. Ni siquiera pienses en llorar y poner excusas. ¡Incluso si tratas de parecer lamentable, no eres más que una bestia salvaje!

El bastón volvió a crujir. Era el sonido provocado por golpear algo sólido. La suma sacerdotisa continuó con su tono molesto.

—Él también es un hombre muy inusual. Un monstruo con cuernos aparece frente a ti, ¿cómo no podrías estar aterrado y pensar en nada más que en huir?

Era una palabra que salía de su boca con tanta naturalidad. En ese momento, el corazón ardiente de Lokira se calmó. Dejó caer su rostro enrojecido por la vergüenza.

Incluso esa afirmación era cierta. Obviamente, ella no era un ser humano ordinario. Nunca había habido un momento en el que haya sido tratada de esa manera. 

Dos nudillos detrás de su sien. Dos lugares por debajo de su corona. 

Cuernos brotaban de la cabeza de Lokira. 

Eran de un blanco tan puro semejante al de huesos humanos. Duros al tacto. Dos o tres pequeñas ramas se extendían desde el tallo curbándose como un arco. 

Era como si le hubiesen quitado sus cuernos a un venado y hubiesen sido unidos a una cabeza humana.

Había sido una maldición que la había acompañado desde su nacimiento. Escuchó que eran del tamaño de un dedo cuando nació. A medida que su cuerpo crecia, se hicieron más grandes, y ahora, como una virgen adulta, tenía más de un palmo y medio de largo.

No sabía la razón del por qué. Sus cuernos no tenían nada que ver con los rumores de un príncipe con cabeza de toro que había nacido en Creta hace décadas. 

Los rumores decían que sus padres biológicos insistieron con fervor en que nunca habían cometido un crimen contra un ciervo.

Habiendo sumido el pueblo en caos tan pronto como salió del vientre de su madre, finalmente fue identificada por la suma sacerdotisa del santuario de Delos.

‘Esta niña es una bestia divina nacida bajo la maldición de Artemisa’

Los dioses hacen daño cuando son liberados en el mundo exterior. Artemisa era una diosa particularmente feroz, por lo que liberaba bestias en tierras que no eran de su agrado. Se decía que el jabalí que solía violentar la región de Calidón era también hijo de Artemisa.

La suma sacerdotisa concluyó que el bebé con cuernos tendría la misma historia.

Un niño nacido en tales condiciones tenía el potencial de convertirse en una amenaza más adelante. Nunca fue considerada tal cosa como una niña. Ella era simplemente un ser siniestro.

Lokira torció los labios. Una risa vacía provino de estos.

Parte de lo que dijo la suma sacerdotisa era cierto. Su mera existencia era lo suficientemente extraña como para provocar caos en el mundo.

Cualquiera fuera del Santuario estaría horrorizado de ver a una bestia como ella. Al igual que como a esa hermana Gorgona, Medusa, sólo los mejores guerreros se alinearían para acabar con ella....

Lokira, que había caído en el autodesprecio, de repente cambió el rumbo de sus pensamientos.

«Ese hombre no hizo eso.»

Sin embargo, la existencia del hombre ya había sido descubierta por el templo.

Después de que las secuelas de la golpiza disminuyeran un poco, la tarde cayó. El santuario se encontraba estrictamente custodiado. Cualquier individuo con la más mínima falta ni siquiera podría poner un pie sobre la isla. Lo castigarían o expulsarían incondicionalmente.

«¡Será un gran problema si la suma sacerdotisa tiene la intención de castigarlo!»

Estaba casi recuperado, pero había resultado herido. Además, ¿cómo derrotas a tus perseguidores sin ayuda de nadie? Fue en ese momento cuando ocurrió la conmoción.

La suma sacerdotisa golpeó el suelo con su bastón.

—Bien, no importa. De todos modos, los guardias de seguridad están rastreando al intruso. Ya sea que se esconda en las montañas o salga del mar, tendrá que pagar los pecados de profanar el santuario.

Lokira levantó la cabeza de repente. 

Una voz temblorosa salió involuntariamente.

—Maestra, ¿eso significa que lo ofrecerá como sacrificio…?

—¿Finalmente estás lista para confesar?

El semblante de la suma sacerdotisa se distorsionó al de un aterrador monstruo mostrando sus dientes. Lokira se agachó instintivamente anticipando el castigo que estaba por venírsele encima, cuando la suma sacerdotisa comenzó a derramar insultos y golpes contra ella.

—¡Como era de esperarse, confesaste! ¡A diferencia de otras sacerdotisas, tú eres carne y sangre de Artemisa! ¡Solo tener un encuentro vulgar con un extraño ensucia tu divinidad!

—¡Argh! ¡Duele! ¡Duele!

¡No soy una diosa! 

¡A quien le importa si realmente existe algo así!

Pero aquella con una cabeza con cuernos gritó en vano. Lokira instintivamente levantó los brazos y cubrió su cabeza. El látigo y el bastón dolían tanto, pero el abuso verbal era aún más desgarrador.

—¡No supiste apreciar poder vivir en el Santuario!

—¡Te crié como a una princesa, a ti que hubieras sido exterminada por ser un monstruo!

—¡¿Cuántas veces te dije que tú cuerpo debía ser dedicado a Artemisa, incluso la más pequeña de tus uñas?!

Las sacerdotisas se vieron cada vez más exaltadas por la violencia colectiva. 

Finalmente, alguien derramó algo sobre Lokira, era como si estuviera atrapada en la locura de la luna. Tanto esa persona como Lokira quedaron intoxicadas por el olor, pero ella fue levantada en brazos.

—¡Suéltenme!

—¡Cállate! ¡Discúlpate directamente con la diosa!

—¡Artemisa, te lo rogamos, disipa tu ira!

Arrojada sobre el altar, la cabeza le daba vueltas. Lokira trató de levantar su cuerpo mareado. En ese momento, manos se extendieron aquí y allá sobre su cuerpo, presionando sus extremidades. El salón principal estaba lleno de ira y emoción.

—¡La Diosa desea purificar tu cuerpo profanado!

La espada de bronce en la mano de la suma sacerdotisa se reflejaba en la lámpara de la columna. En el momento en que vio la luz intermitente, Lokira cerró los ojos con fuerza.

Al final, sería así.

Incluso si estaba vestida como una bestia divina, no era más que un monstruo para exposición.

Estar confinada a esto por el resto de su vida, mirando hacia el mar lejano y siendo criada bajo la atenta supervisión de las sacerdotisas.

Hubo una extraña sensación de alivio al saber que esta vida había terminado.

Pero, ¿y si a ese hombre también se lo involucraba? Si incluso una persona inocente era ofrecida como sacrificio vivo por su culpa, si esa espada de bronce atravesara su pecho... 

Cuando esa idea cruzó por su mente, su corazón saltó de repente. Las olas dentro de ella estaban perturbadas. Fue en el momento en que el poder que había estado dormido y resguardado durante tanto tiempo parecía estar a punto de despertar.

—Espera, ¿qué estás...? ¡Argh!

Hubo un grito desgarrador.

Lokira abrió los ojos, sorprendida.

Ese grito no había sido suyo.

Una gran sombra apareció de repente por detrás y agarró la muñeca de la suma sacerdotisa. El brazo fue doblado en una extraña posición y la espada de bronce apuntó hacia su cuello.

La suma sacerdotisa gritó aterrorisada. Entonces, su cuerpo fue levantado y arrojado al suelo despreocupadamente.

La espada de bronce cayó e hizo un ruido agudo. Las demás sacerdotisas gritaron, pero fue muy breve. Se escuchó llantos y luego se hizo el silencio.

Lokira contuvo la respiración.

No pudo levantarse de inmediato porque había estado arrodillada durante mucho tiempo.

Tenía que haber sido él.

Cabello negro como ondas nocturnas. Ojos tan azules como el mar del mediodía. El cuerpo más abrumadoramente grande que jamás haya conocido, si es que había habido alguno.

El hombre se acercó a grandes zancadas hacia ella.

El ceño fruncido llamó su atención. Sólo entonces pronunció su nombre, aturdida.

—O-Orión.

—Sí, el maldito Orión.

Fue entonces cuando Lokira se dio cuenta de que estaba bien. 

Detrás del hombre había gente esparcida como alfombra y una procesión de la misma continuaba hasta las escaleras del salón principal.

Las identidades de los caídos se podían adivinar fácilmente sólo por su apariencia. Eran los guardianes del templo que deberían haberlo perseguido todo el camino hasta este lugar.

El hombre observó a Lokira, sin siquiera mirar en esa dirección.

Su ojo derecho, donde quedaba la cicatriz, brilló.

—Te lo dije. Todas las mujeres que se involucran conmigo terminan muertas.

Lokira se encogió de hombros pensando que la iba a regañar. Al momento siguiente, siguieron palabras inimaginables.

—Cambié un poco de opinión. Después de todo, salgamos juntos de esta isla.

—…¿Estás loco?

—¿Por qué? ¿Lo parezco?

Ese hombre, el intruso del Santuario, era un famoso cazador del Mar Egeo. Este torció los labios como si encontrara sus palabras divertidas.

—Incluso si mi vida corre riesgo, no pienso verte morir.

Traducción: Claire

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