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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 2

Capítulo de novela - 121 párrafos

Capítulo 2

Los orígenes de Lokira eran muy comunes.

Abramos el mapa. La península griega se extiende al este de Europa hacia el mar Mediterráneo. A la izquierda, la región de Etruria, con forma de bota. A la derecha, el vasto hombro asiático.

Entre ellos, el mar interior que Grecia y Asia rodean.

Este mar ha sido conocido como Mar Egeo desde la antigüedad.

Delos es una de las islas dispersas como estrellas en este mar, particularmente pequeña, tan diminuta como el polvo. 

En el pasado, una doncella que se vio erróneamente involucrada con un hombre, por casualidad eligió este lugar como su sitio de parto y dio a luz a dioses gemelos.

Fue así que se convirtió en una tierra que ha sido venerada como un santuario.

Si subes a un barco y remas por dos o tres horas, verás una isla más grande que Delos justo frente a ti.

Esa isla se llama Mykonos. Lokira era una niña nacida en un pequeño pueblo de allí.

Según las enseñanzas de la suma sacerdotisa, su padre era un campesino que cultivaba trigo y su madre una mujer con un criadero de pollos, siendo su principal sustento enviar dichos bienes a Delos. En términos militares, eran parte de la fuerza laboral de  abastecimiento y producción de suministros del santuario.

La pareja se ayudaba mutuamente, así se ganaban la vida. Cuando oyeron que sus cosechas eran buenas y servían como ofrendas al altar, se llenaron de alegría. Eran jóvenes religiosos, diligentes en su trabajo, por lo que no había razón para que los Dioses benevolentes no los miraran con ojos misericordiosos.

Sin embargo, sus Dioses no eran del todo buenos.

Así como la luna crece y mengua erráticamente, también lo hacía la ira de Artemisa.

El hermoso bebé de la joven pareja nació con cuernos en su cabeza.

Si hubiesen contado con la medicina moderna de hoy, habrían acudido a un hospital para solicitar un examen completo sin dudarlo. El médico a cargo presentaría un trabajo de investigación sobre y el bebé habría sido sometido a una cirugía para extirparlos en el momento adecuado, luego de que su imagen fuera publicada tal como corresponde en los medios, claro está.

Sin embargo, ésta era una época antigua en la que la armonía de todas las cosas se la atribuía a los dioses. La mayoría de la gente creía que las cuatro estaciones del año no eran parte del ciclo natural de la tierra, sino que se definían por el estado de ánimo de la Diosa Deméter.

Fue así que la joven pareja concluyó que el bebé con cuernos también era, posiblemente, el resultado de la obra de un Dios.

Artemisa, que amaba a las vírgenes y a los ciervos, era la principal sospechosa. La hipótesis quedó establecida, pero fue una prueba inesperada.

Ellos nunca habían probado un sólo bocado de ciervo. No se jactaban de que si daban a luz a una niña, ésta sería mucho más bonita que la Diosa. Era una maldición a la cual simplemente no le encontraban una explicación.

Sin embargo, la ira de un Dios era muy difícil de entender para los humanos.

La pareja se postró ante la suma sacerdotisa y rogaron perdón sin cesar. 

Se dice que ni bien confiaron a la bebé al santuario por recomendación de las sacerdotisas, se mudaron a otra isla lejana después de ser perdonados por un crimen que desconocían.

Fue así que Lokira se convirtió en una residente del santuario a los 100 días de nacida. Tenía una pequeña habitación en el santuario de Artemisa, ubicado en la ladera del Mnte Cinto. Por obra del destino, durante esa época había una mujer en el templo que se encontraba allí para expiar el pecado de la muerte prematura de su hijo, por lo que esta le dio de su propio pecho.

¿Cómo soportaba una niña en pleno crecimiento el confinamiento?

Por supuesto, ese era un problema que podía solucionarse con disciplina.

La suma sacerdotisa creía que la niña con cuernos poseía la naturaleza salvaje de la bestia, y como esa niña no era un caballo, las zanahorias eran inútiles. El látigo era el único método de adiestramiento efectivo.

Cuando la joven Lokira se echaba a llorar, la suma sacerdotisa la golpeaba sin piedad. Cuanto más se revelaba, peor era el castigo. Las acciones de la suma sacerdotisa fueron justificadas bajo la creencia de que el mundo se sumergería en caos si ella no reprimía ese temperamento.

‘Señorita Lokira, compórtate por favor. Yo tampoco quiero golpearte, pero ¿por qué no obedeces?’

Después de ser golpeada hasta perder el conocimiento, la suma sacerdotisa murmuraba una y otra vez esas palabras mientras le aplicaba ungüento y Lokira sollozaba.

No habría niño que no reflexionara sobre sus acciones después de tal trato.

«Es porque soy mala. No puedo salir porque estoy actuando como una bestia. La suma sacerdotisa se preocupa por mí a pesar de que tengo cuernos…»

Fue gracias a la disciplina que recibió de las mejores maestras de Esparta, que Lokira pudo crecer tan obedientemente como un soldado, o mejor dicho como una niña fiel a una rutina establecida desde una edad temprana.

Se despertaba temprano todos los días para darle las gracias a Artemisa. Durante el día, aprendía sobre mitos, himnos, poemas y el arte de las hierbas. Era el mismo conocimiento que adquirían las sacerdotisas. No había trabajo que hacer, pero mantenerse ocupada adquiriendo tales conocimientos era de vital importancia para suprimir los hábitos de la bestia.

Sin embargo, la costura, aquello por lo que toda mujer griega era reconocida en lo referente a la artesanía estaba absolutamente prohibido para ella, pues sostener una aguja entre sus manos podría despertar su naturaleza bestial.

Tampoco se le permitía cocinar por la misma razón. De todos modos, no había estufa en su pequeña habitación.

Lo que tenía permitido la niña era jugar con conchas y tirar piedras en el aire. Incluso una o dos veces al día se le permitía dar un paseo por el patio trasero siendo acompañada por un vigilante. El espacio era demasiado pequeño para que incluso pudiera correr, por lo que optaba por plantar girasoles o recoger flores.

No debía expresar ningún descontento con su vida, sino recibiría una paliza y se le prohibiría salir a caminar.

Lokira gradualmente se volvió más callada y aprendió el hábito de ocultar sus emociones, hablando únicamente para su corazón.

Como resultado, le gustaba más el pan que las carnes, tenía el cabello tan fino como la seda en lugar de serpientes como Medusa y era buena cuando se trataba de acertijos, convirtiéndose en una bestia divina segura.

La suma sacerdotisa estaba muy complacida con ese logro. Sin embargo, después de enterarse de que la niña había menstruado, se adhirió a una disciplina aún más estricta que antes.

A medida que pasaban los días, su apariencia, que cada vez era más madura, se volvía un problema. El largo cabello de Lokira brillaba intensamente sin necesidad de colocar bálsamo en su peine. Su delicado cuerpo por vivir en reclusión era muy frágil, como una flor silvestre meciéndose en el viento.

Las bestias femeninas por lo general tenían la naturaleza de aprovecharse de los hombres. Hermosas y peligrosas a su vez. Esa belleza seguramente sería una trampa que haría que los hombres saltaran voluntariamente a su boca.

Fue debido a esto que, por muy bien que se portara Lokira, siempre requería de vigilancia. Su comportamiento era estrictamente controlado todos los días.

Una puerta que solo se podía abrir desde el exterior, una ventana por donde sólo le pasaban alimentos y suministros, una alfombra en el piso, una mesa pequeña, una cama con patas cortas, frascos grandes y pequeños, un espejo de cobre colgado en la pared, juguetes de niños mucho más pequeños para su edad.

Un patio trasero en un acantilado con una vista interminable al mar.

Esto era todo lo que se le permitía poseer y frecuentar del mundo exterior, a excepción de la sala principal del santuario en donde requerían su presencia sólo en contadas ocasiones. Sin embargo, ir a ese lugar significaba castigo corporal, por lo que no era muy agradable de frecuentar.

Si realmente hubiera nacido con un temperamento indomable, habría cavado una salida con una cuchara. 

Desafortunadamente, Lokira no era tan audaz.

«Odio esto. Si busco escapar, me volverán a azotar. Tampoco sería seguro salir con estos cuernos. Tal como dijo la suma sacerdotisa, tratarán de matarme por ser un monstruo…»

Pero, ¿todo esto era por la naturaleza de su bestia malvada?

Ella buscaba ser libre. Una vez logró escabullirse por el acantilado fuera de los terrenos del templo. Por la noche, cuando todos dormían, se coló por la ventana, y pisó los escalones de piedra que conducían a la costa. Era un camino secundario que solo la gente del templo usaba de vez en cuando. Dado que estaba en la parte posterior de la isla, rara vez pasaban por allí invitados, por lo que era perfecto para tomar un poco de aire fresco. Después de bajar hasta la mitad y mirar el mar durante mucho tiempo, volvió a subir los peldaños y su corazón estrecho volvió a la normalidad.

Ni siquiera podía atreverse a bajar a la playa.

A veces, el deseo de escapar era abrumador. Sin embargo, las reprimendas y los golpes de la suma sacerdotisa parecían anclar sus tobillos.

Entonces, de repente, las astas de venado en su cabeza la avergonzaron. Sólo se sintió aliviada cuando regresó a su habitación, se acostó en su cama y reflexionó sobre su mala conducta.

Lokira tenía una historia y un carácter tan modestos.

Cuando no podía soportar su aburrida vida, encontraba consuelo en la única luz y apoyo de su corazón.

‘Kira, esta vida no es particularmente mala. Vivir fuera es similar que aquí. La mayoría de las personas no pueden salir de su ciudad natal, de sus hogares. Al menos en el santuario no mueres de hambre y te proveen de buena vestimenta.’

Loxias siempre solía consolarla de esa manera.

Él era el único hombre al que Lokira podía acudir.

A la niña se le prohibió estrictamente el contacto con extraños, especialmente hombres, incluso se le prohibió reunirse con sacerdotes castrados. Sólo a Loxias se le permitió visitar en nombre de su familia.

Lokira, que siempre sonrió con moderación, podía sonreír abiertamente frente a su hermano menor. 

Estaba agradecida de que visitara deliberadamente a su hermana confinada.

—Lox siempre es amable. ¿Tuviste un buen viaje?

—Sí, por cierto traje esto para dárselo a Kira. Una nueva epopeya de Atenas.

—¡Vaya, una epopeya! ¡Es un papiro egipcio!

—Estuve en ese palacio. No tuve tiempo de memorizarlo, así que pedí que me lo prestaran por un tiempo. Espero pueda entretenerte por unos días.

—Gracias, Lox. En serio, es precioso.

Los gemelos siempre atentos y afectuosos.

Según la suma sacerdotisa, Loxias también ingresó al templo a los 100 días de nacido. Se dice que sus padres lo entregaron junto a Lokira en el santuario.

No se parecían mucho a pesar de ser gemelos. Quizás se debía a la diferencia de géneros. Sobre todo, Loxias no tenía cuernos. Esa había sido una gran diferencia entre ellos. 

Además, según las sacerdotisas, el que aparezca un niño tan hermoso en esas tierras era un acontecimiento muy extraño.

Cabello revoloteando como largos hilos dorados, ojos plateados, una belleza parecida al del mármol pulido.

Ciertamente, su hermano menor era digno del apodo de “encarnación de la luz”. A pesar de que estaba más cerca de ser considerado un muchacho guapo que un hombre guapo, lo trataban más como un adulto donde quiera que fuera.

‘—Es difícil decirlo, pero me encuentro bastante bien.’

‘—Sí, dijiste que el profeta de Delfos te respetaba, ¿verdad?’

No era que no lo entendiera, ese niño nacido de forma extraordinaria era para ellos un ser especial...

‘—Señorita Lokira. Aunque sean gemelos, Loxias es el señor de este santuario. Es una falta de respeto tratarlo con demasiada informalidad.’

…Estaban en una posición tan diferente como el cielo y la tierra.

Los dos entraron en Delos el mismo día y a la misma hora, pero las razones por las que fueron encomendados al templo eran diferentes.

Lokira era una bestia divina maldecida por Artemisa. Una bestia y un monstruo pueden volverse violentos en cualquier momento.

Loxias era la encarnación de Apolo, un hermoso y perfecto Dios Griego.

Por supuesto, no era simplemente porque fuera guapo e inteligente.

Loxias tenía un poder.

Ese poder, dicho de otra manera, era la telequinesis. Un superpoder que consiste en convertir una fuerte voluntad en ondas psíquicas, transformándolas en fuerza física.

Desde la antigüedad, habían nacido muy pocas personas con tal poder. Los “milagros” que estos realizaban eran venerados como el poder de los Dioses.

Loxias era particularmente impresionante. Era capaz de reflejar el paisaje de Atenas en el cuenco de agua de Delos. La pesada estatua de león de piedra, que había caído durante la tormenta, se levantaba con un simple gesto de su mano. Con solo una mirada, los culpables caían derrotados, y al extender la mano, el mar se abría ante él.

Por supuesto, desde pequeño fue venerado. Su voluntad se convirtió rápidamente en la voluntad de todo el santuario. 

Dado que Delos era un área neutral de la *Liga Helénica, el señor del santuario también era un mediador entre los diversos estados griegos.

Eventualmente, incluso hubo personas que se referían al propio Loxias como Apolo.

A menudo se decía que Apolo había bajado al mundo humano en contra de la voluntad de Zeus. ¿Quizá esta vez había nacido de una mujer de Mykonos?

¿Quizás el nacimiento de la bestia con cuernos había sido producto de los celos de Artemisa al haber compartido útero con su hermano?

Incluso Lokira envidiaba a Loxias cuando era joven. Solía ​​envidiar la corona de oro y las ropas de seda que usaba, los libros de papiro y los zapatos de cuero gastados por deambular libremente.

Sus celos inmaduros se extinguieron gradualmente con la edad, todo por una razón.

En primer lugar, dolía menos aprender a rendirse porque el resentimiento volvía incluso después de llorar y gritar. Los azotes de la suma sacerdotisa tallaron en sus huesos la resignación de que eran fundamentalmente diferentes.

En segundo lugar, no quería perder a su único amigo. Incluso si odiaba a Loxias, Lokira no tenía otra opción. Era ella quién se sentiría sola si él se marchaba ofendido.

La tercera razón era un poco más complicada.

Tal vez fue porque los problemas de su hermano le fueron más evidentes a medida que crecía.

‘—Debe ser difícil ser considerado un Dios. Nunca he visto el Monte Olimpo en persona.’

Loxias a menudo decía esto sólo frente a su hermana.

‘—Te entiendo Lokira, pero Delos es mejor que cualquier otro lugar. El mundo exterior se basa sólo en alianzas mientras en realidad todos buscan apuñalarte por la espalda. Aquí todo lo que tienes que hacer es decirme quien te hace daño.’

‘—Lox, ¿Qué tal te fue en esa última reunión de la alianza?’

‘—En este mundo, sólo nosotros dos estamos en la misma situación, así que por favor, vivamos juntos en este lugar para siempre.’

¿Cómo hacer la vista gorda a un niño que sujeta tus manos tan desesperadamente?

Lokira no pudo evitar asentir.

‘—Sí, Lox. De todos modos no puedo salir de aquí. Ven si quieres hablar de algo, de todos modos es lo único que puedo hacer…’

Ella también tenía poderes. ¿Era ese el legado de la maldición de Artemisa, tal como había dicho la suma sacerdotisa?

Sin embargo, no tenía forma de compararse con Loxias. Lejos de alzar fácilmente leones de piedra, lo único que podía hacer era alzar conchas con la ayuda de su mente y jugar con lo que encontraba.

Aún así, si se descubriera lo poco que podía hacer, la suma sacerdotisa la castigaría severamente. Su naturaleza reprimida podría abusar del poder. Así que, eventualmente, se volvió reacia a usarlo.

A pesar de sus distintas circunstancias, Loxias se preocupaba y se compadecía de su hermana.

Lokira agradecía su amabilidad. De vez en cuando, cuando sentía enloquecer por el encierro, lo soportaba reflexionando sobre las palabras de su hermano menor de que no era una mala vida.

Tal vez su vida sería así hasta el final.

Aquella vida decidida el día número 100 después de su nacimiento era como agua estancada en un jarrón. Su vida consistiría en aguantar hasta que se sacara lentamente.

Entonces, un día.

Un día después de una noche donde el viento invernal soplaba excepcionalmente fuerte.

El día después de la noche cuando el sonido de las olas golpeaban el templo y se escuchaba hasta lo más alto de la montaña.

Sucesos inesperados llegaron por primera vez a la monótona vida de Lokira.

Un hombre se encontraba inconsciente en la orilla.

*Liga Helénica:

En la Grecia clásica, la Liga Helénica fue una alianza de ciudades-estado griegas que se formó en el 478 a.C., tras las Guerras Médicas, con el objetivo principal de defenderse contra posibles invasiones persas y proteger los intereses comunes de las polis griegas.

Traducción: Claire

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