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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 23

Capítulo de novela - 113 párrafos

Comparada con esa preocupación, vivir en la casa de un hombre no parecía ser la gran cosa. En cualquier parte sería considerada una extraña. Al menos se sentía cómoda con Orión, quien la había cuidado hasta ahora.

Mientras tanto, la pendiente se hizo gradualmente más empinada. Kira miró alrededor del sendero de la montaña. El camino ni siquiera estaba pavimentado y las rocas estaban esparcidas por todos lados. Se aferró más a la silla de montar temiendo que el burro resbalara.

—¿La casa de Orión está en las montañas?

—No sé lo que esperabas, pero se encuentra en una ciudad.

¿Una ciudad? ¿En este lugar? ¿Qué tenía esa ciudad? ¿Tiendas de madera, una peluquería de arbustos y una plaza de roca?

Orión escaló un par de rocas. El burro que se negaba a avanzar fue jalado a la fuerza.

—Originalmente, se supone que deberíamos recorrer todo el camino pavimentado desde la entrada de la ciudad hasta mi hogar. Podrás mirar hacia abajo cuando llegues más tarde. Este es un camino secundario, por así decirlo, al otro lado de la colina.

—Ni siquiera parece gustarle al burro, ¿así que por qué molestarse…?

—No pasan muchas personas por aquí. Mi hogar está en la parte más interna de la ciudad. No puedo convertirte en un espectáculo para toda la ciudad.

Eso sonaba bien para Kira. El contorno de sus cuernos sobresalían a pesar de estar cubiertos por una capa. Los rumores ya deberían haberse esparcido por las calles. ¡El mejor guerrero del país ha traído a la bestia divina del santuario, una mujer con cuernos de ciervo!

Había estado en un carruaje mientras pasaba por la isla interior. Después de cambiar a un burro y cruzar el puente, algunos transeúntes la miraron abiertamente. Cómo vieron que iba acompañada por Orión, no dijeron nada. Si ese no hubiera sido el caso estaba segura que habrían causado un gran alboroto.

Si así había sido en un puente, no se imaginaba lo que pasaría en una ciudad. La espalda de Kira se tensó. Sería una gran prueba para ella que tenía poca confianza frente a extraños.

Orión era un hombre muy extraño. A veces parecía que solo estaba siendo malo, pero otras veces era sorprendentemente considerado.

Entonces, ¿cómo se sentía al llevarla a su hogar? Kira tenía curiosidad, pero también temía preguntar abiertamente. Quizás la idea le molestaba pero había sido obligado a aceptarlo.

Tenía miedo de escuchar esa respuesta, así que preguntó algo más.

—¿Hay alguna razón por la que vives tan lejos del palacio?

A pesar del superficial conocimiento de Kira con respecto a la realeza, era claro que su estatus era lo suficientemente alto como para vivir en el palacio.

Orión respondió sin perturbar su respiración.

—No hay ninguna razón en particular. Para ser honestos, soy un cazador. Tira interior no es un lugar al que iría todos los días. Las islas exteriores son mucho más extensas y hay una gran variedad de bosques.

—Vienes a buscar bestias para cazar.

—También es porque no quiero estar en contacto con los dignatarios del Senado.

Orión miró a Kira con una sonrisa cortés.

—No es mi intención sonar entrometido pero, tú también deseas ser libre, ¿verdad?

Kira abrió los ojos como platos ante esa pregunta. Ciertamente, odiaba la idea de tener que ser consagrada en este lugar, no quería volver a ser controlada tal como en el santuario de Delos.

Ella asintió lentamente. Orión se sintió más aliviado y continuó.

—Bien, no sé qué pasará en el futuro, pero ¿cuál es el punto de llevarte de un granero a un establo? No me adentré al santuario de Delos para eso.

—Por supuesto, puede que no te guste el que de repente se te haya pedido que vivieras conmigo, pero…

Las gruesas cejas de Orión se juntaron de nuevo. Entonces miró a Kira por un momento antes de volver la mirada hacia adelante de nuevo. Si embargo, pronto volvió a mirar hacia atrás en su dirección.

Kira pareció entenderlo. Bajo la ilusión de que estaba pidiendo una respuesta, rápidamente rompió el silencio.

—E-Está bien. No es que me disguste. Estoy un poco más familiarizada con Orión que con cualquier otra persona.

—...Bien. A ambos nos resultará extraño, pero tratemos de buscar una manera de adaptarnos el uno al otro incluso si es incómodo.

Orión humedeció sus labios y siguió hablando con severidad.

—Prometeré no ponerte un dedo encima si así lo deseas. Sí, puedes apostarlo por el río Styx en el Inframundo.

—Incluso si no lo prometieras, se que Orión no me golpearía.

Kira rió al pensar que este hombre estaba diciendo todo tipo de cosas importantes que había guardado en su corazón. Entonces notó que se encogió de hombros visiblemente avergonzado y escupió casualmente, como si quisiera terminar con esta conversación lo más rápido posible.

—Por supuesto.

Kira, que había estado escuchando, decidió en su corazón. Probablemente sea una carga para Orión tener que lidiar repentinamente con esta indefensa mujer. Estaba un poco triste por su problemática situación, así que luchó por asentir con la cabeza.

—Sí, haré lo mejor que pueda. Bueno, nunca he intentado coser o cocinar, así que no creo que sea de mucha ayuda pero...

—¿De qué estás hablando? ¿Crees que te llevo a mi hogar para que sirvas en la cocina?

Orión exclamó con urgencia. Dijo vacilante como si hubiera causado un grave malentendido.

—¿Qué vas a hacer con esos brazos que parecen ramitas? No harás nada en la cocina.

—¿Eh? Pero, a veces realizaba pequeñas tareas en el santuario…

—No tengo a una criada en casa en estos momentos. Es un poco vergonzoso, pero Saphira dijo que elegiría a una persona con experiencia y nos la enviaría, así que ten paciencia, ¿bien?

Estaba tan desconcertada como si le hubieran dicho algo escandaloso.

Kira estaba cada vez más perpleja. Le habían enseñado que nada era gratis. El mundo exterior trabaja duro sin importar la edad o el sexo, por lo que sólo puedes comer cuando te pagan. Kira, por otro lado, había recibido comida en su pequeña habitación sin hacer el más mínimo esfuerzo. Por lo tanto, la lógica era que debería estar agradecida por su situación.

Ahora que había salido de lo que consideraba su único hogar estaba decidida a hacer un esfuerzo para recibir un salario en la casa de Orión.

¿Pero Orión no dejaría que una mujer buena para nada ayudara en casa? ¿Estaba bien con eso? 

 «Orión parece ser sorprendentemente débil en cuanto a las finanzas...»

Kira, quien concluyó por sí misma, se convenció sin decir una palabra. Así es, sólo porque eres bueno con el arco o los remos no significa que debas descuidar por completo el ábaco. ¿Pero esa no era la única manera de vender a un buen precio el cuero de los animales que había cazado?

Kira miró a Orión llena de dudas y preocupaciones. Sin siquiera darse cuenta de la angustia que se estaba desarrollando en su corazon, Orión apartó unas ramas que tapaban su campo de visión. Entonces señaló hacia un lugar.

Frente a ellos apareció una casa de cal blanca.

Kira alzó la mirada y abrió la boca. Uno de los edificios blancos que tanto había admirado cuando vio La Atlántida por primera vez se erguía como una mansión.

Las paredes blancas estaban rematadas con azulejos azules. Era el mismo caso con el techo triangular.

El bosque por el que habían pasado rodeaba la mansión como un patio trasero. Había una puerta al frente, y un camino de piedras se extendía desde allí hasta llegar a unos escalones. Supuso que era el camino de bajada a la ciudad.

Orión golpeó el anillo de cobre de la puerta.

—Soy yo. ¡Abran la puerta!

Del otro lado provino un saludo que era difícil pensar sería uno que recibiría un miembro de la familia real. El interior se volvió bullicioso. Al ver lo que estaba pasando, parecía que varias personas venían corriendo hacia la puerta.

Kira estaba nerviosa por el tipo de personas a las que se enfrentaría. ¿Cómo debería presentarse? ¿Qué pensarían de una mujer que aparece de la nada? Antes de que pudiera lidiar con una de sus repentinas preocupaciones, la puerta se abrió de golpe. Fuertes gritos retumbaron en ambos oídos.

—¡Lord Orionis!

—¡Lord Orión!

—Escuchamos de tu regreso. ¡Barrí el patio pensando que vendrías hoy!

—¡Has regresado muy tarde esta vez! ¿Es verdad que te hirieron en Quíos?

—Idiota, ¿no te das cuenta? ¡Puedes ver la cicatriz justo ahí!

—¡Ah, qué desperdicio! ¿Te dolió? ¿Puedes ver bien?  

Dos chicos. Eran dos chicos. Ambos gritaban al mismo tiempo. Kira, que jamas había conocido a algún hombre que no fuera Loxias, estaba aturdida por el ruido. Incluso las gaviotas hambrientas parecían más tranquilas que ellos.

Orión parecía acostumbrado. No contestó a ninguna de las preguntas que le llovían por ambos lados. 

Primero arrastró al burro hasta la puerta. Alzó a Kira que había permanecido inmóvil sobre éste y la dejó en la entrada de la casa.

Los chicos, conscientes tardíamente de la extraña mujer, jadearon al mismo tiempo. Un grito unísono provino de ellos.

—¡Es tu novia!

—¡De ninguna manera!

Gritó Orión.

Kira no estaba prestando atención. Seguía en shock después de ver a esos chicos salvajes, muy diferentes del Loxias que alguna vez conoció. Así que la palabra “novia” entró por un oído y salió por el otro. 

Apenas volvió en sí. De todos modos, esta era la primera vez que estaba frente a ellos. Iba a estar en deuda con éstos en el futuro, así que tenía que ser cortés. Observó a los chicos para familiarizarse con sus rostros.

Ambos chicos parecían jóvenes, ya que eran más bajos que Kira. Probablemente tuvieran doce o trece años. Se basó en cómo lucía Loxias durante su infancia, así que estaba segura estarían entre ese rango de edad.

Uno era de tez clara y el otro oscura. El más claro tenía cabello corto y ondulado, con una apariencia prolija. El más oscuro tenía cabello corto y rizado, con una apariencia fuerte pero una sonrisa reluciente.

Los dos chicos no se parecían en nada. Sin embargo, ella misma había llamado gemelo a Loxias a pesar de no parecerse en nada. Kira miró a Orion, dudosa.

—¿Son hijos de Orión…?

—¿...Crees que soy lo suficientemente mayor como para tener hijos de esta edad?

Orión se agarró la frente como si le doliera la cabeza. Parecía lamentar al cielo.

Tuvo que haber sido muy difícil subir la colina arrastrando a un burro terco. Kira lo dejó descansar un rato antes de saludar.

—Hola. Me llamo Lokira, pero pueden llamarme Kira. Espero no les importe que viva en esta casa de ahora en adelante. Llevemonos bien.

Los dos chicos, que habían estado mirando a Kira por un rato, ahora comenzaron a entrar en pánico.

—¡Se han casado!

—¡Es la señora de la mansión!

—¡Ya les dije que no!

Orión lo negó aún más fuerte que antes. Sorprendidos por la ferocidad, los dos se detuvieron abruptamente.

Dijo mientras empujaba al burro que resoplaba a un lado de él.

—Dejen de ser ruidosos y escuchen con atención. Esta mujer está en problemas, así que me haré cargo de ella por un tiempo. La recogí por accidente al igual que a ustedes.

—¡Woow! ¿De dónde?

El chico de tez oscura estaba encantado. Orión respondió brevemente.

—Del santuario de Delos.

—Entiendo, es la isla donde nacieron Apolo y Artemisa, ¿verdad? ¿También hay un mercado de esclavos en ese lugar?

Preguntó el chico pálido con calma. Kira, que había estado escuchando, pensó que no habría necesidad de dar muchas explicaciones. Los rumores se difundirían de  todos modos. Si iba a vivir en esta casa, ellos tendrían que saberlo. Después de vacilar por un momento, tomó una decisión y bajó la parte de la capa que cubría su cabeza.

El chico más claro vaciló en lugar de gritar apresuradamente. Por el contrario, el chico de tez oscura estalló y gritó.

—¡Tiene cuernos!

—Sí, verán, ella no es una persona común. No es una esclava, sino una dama a la que servirán.

Orión explicó brevemente las circunstancias en lugar de Kira. Los chicos pusieron los ojos en blanco con asombro.

—Ustedes también deberían presentarse a la dama.

Entonces el chico más claro la saludó imitando a un adulto.

—Encantado de conocerte. Soy Nikos de Tracia y sirvo a Orionis. 

El chico oscuro seguía aturdido, pero pronto sonrió y dijo.

—Mi nombre es Lykos. Eh, soy de Chipre. Me gustan los bocadillos de miel y las brochetas de cordero…

—No tienes que decir eso, idiota.

—¡¿Qué dijiste?!

Justo cuando la pelea estaba a punto de comenzar, Orión agarró a los dos niños por la nuca y los separó. Gritó, arrojándolos uno por uno a la cocina.

—Vamos muchachos. Está claro lo que han estado haciendo mientras no estaba. ¡Preparen la comida! ¡O incluso las personas que se les permitió venir a vivir hasta acá regresarán por donde vinieron!

Los chicos chillaron y corrieron a la cocina. Orión le dijo a una Kira aturdida.

—Puedes mirar alrededor de la casa, aunque en realidad no hay mucho que ver. Hay habitaciones libres, así que puedes tomar la que desees.

Solo entonces Kira miró alrededor del interior de la mansión. Un edificio de dos pisos con un patio central se erguía frente a ella. Una escalera en medio del corredor parecía conducir a la sala de estar en el piso superior. Kira, que estaba contando el número de ventanas arqueadas, rápidamente subió detrás de Orión.

Traducción: Claire.

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