Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 24

La casa era espaciosa. Las paredes de yeso blanco estaban sostenidas por pilares de madera y los pisos del mismo material formaban un corredor hacia el patio central. Los chicos lo habían limpiado antes, por lo que el piso estaba brillante.

Sin embargo, no había muchos muebles para el tamaño de esta casa. Era un hogar sorprendentemente simple para una residencia real. Sólo había algunos muebles como baúles y camas. Claramente la casa contaba con buena decoración de madera y metal, pero no se sentía lo suficientemente viva como para ser considerada un hogar.

De todos modos, después de mirar alrededor de la casa, parecía haber entendido cómo solía vivir Orión.

Se despertaba en su habitación todas las mañanas en una cama hecha a su medida. Después de lavarse la cara y cambiarse de ropa, comía lo que le era llevado por uno de sus criados. Tomaba su arco, su carcaj y un machete de la habitación contigua. Preparaba redes y trampas. Oh, y se ponía una capa encima.

Entonces se iba.

Y no regresaba.

Tal vez por unos días, o por un mes.

Un día con suerte regresaría por la noche. Luego se quitaría la capa, la lavaría y finalmente dormiría. Entonces repetiría esa misma rutina una vez amaneciera al siguiente día. Fin.

Kira se sorprendió por la inesperada atmósfera desolada de la mansión.

—Este no es un hogar, es una posada...

—¿Cuántos cazadores se quedan en casa? ¿Te habría conocido si me hubiera quedado aquí?

Orión se excusó. Después de contar los días, Kira supo que había estado fuera durante más de un mes.

—Tus criados son solo niños. A mi me vigilaban por lo menos tres guardias.

—Simplemente es complicado tener mucha gente en casa.

Orión cerró rápidamente la habitación donde sólo se exhibían herramientas de caza.

—No tengo mucho que hacer en casa. Prefiero echar un vistazo al bosque. Si hay un camino que se ha derrumbado debido a la lluvia, ¿no debería informarse a la ciudad?

Se podría decir que tenía una fuerte ética de trabajo, o simplemente no podía acostumbrarse a una vida en casa.

Kira miró alrededor del sombrío interior. Definitivamente había muchas habitaciones. Estaba cerca de ser una casa abandonada.

Una casa modesta para que dos niños pequeños se encarguen de ella.

Entró en una habitación donde había un mural con un patrón de olas y una mujer pescando en un bote. Fue en el momento en que se preguntaba qué significaría el cuadro, la relación entre una buena pesca y una buena cosecha. Orión respondió abriendo la ventana para ventilar la habitación.

—Si tuviera que elegir un lugar donde vivir, preferiría que sea en esta casa de las montañas. Aquí es donde nací, así que sigo aquí.

Eran palabras que había querido sonaran sin importancia.

Kira recordó de repente lo que había oído de Quidna.

‘Un día, fue cortejada por Poseidón.. entonces fue a vivir a una mansión en una isla remota…’

Las piezas dispersas fueron encajando en su lugar correspondiente. Aparentemente, ésta era la casa donde Orión había vivido durante su infancia. 

Entonces, ¿era este el lugar de sus recuerdos?

Pero algo no cuadraba. En esta casa no había nadie más que esos dos jóvenes criados. Estaba inquietantemente vacía, algo incompatible para el tamaño de la casa. Incluso Orión, el propietario, no parecía tener un gran apego hacia ella. Como si fuese difícil para él tenerle cariño...

«Debe haber alguna razón»

Pero Kira no preguntó descuidadamente.

Ella también había tratado de ocultar su pequeña habitación y las marcas de golpes en aquel entonces. Tal vez este hombre tenía un secreto que deseaba ocultar de los demás. Kira aún no era lo suficientemente valiente como para escalar ese acantilado de su corazón. Temiendo que la invitada fuera considerada presuntuosa, decidió tragarse las preguntas y mantener la boca cerrada.

Mientras tanto, Orion miró por la ventana. Luego, sacó el machete y partió una rama que se extendía cerca de la ventana. Después de podarla, se dió la vuelta y preguntó.

—Bien, así está mejor. ¿Te gusta esta habitación?

Kira se estremeció ante la repentina pregunta. De hecho, era similar a todas las demás habitaciones que habían recorrido, por lo que no había nada en particular que le atrajera de esta. De repente pensó que tal vez sólo quería una cálida habitación en lugar de una nueva habitación vacía.

Sin embargo, era imposible hacer descaradas demandas en una casa como esta. Kira asintió suavemente.

—Sí, me instalaré aquí.

—Bien debe haber una cama sin usar en el sótano. Haré que los muchachos de abajo preparen la mesa.

Se hizo de noche mientras sacaban y movían la cama del sótano localizado en el primer piso. La cena se sirvió en el comedor. Tal como en la sala principal del Palacio Real, se habían colocado sillas largas en tres lados de la mesa, y cada persona se servía su porción de comida.

Por lo que Kira había aprendido, los hombres y las mujeres comían por separado, así que estaba decidida a comer por su cuenta en el segundo piso.

Orión la detuvo diciendo que no había necesidad de ello.

—De todos modos estoy harto de esas costumbres norteñas. Creen en sus costumbres como una especie de oráculo porque a Atenas le está yendo bien en estos días.

—La Atlántida parece ser diferente.

—Esta isla no es ni muy grande, ni muy pequeña. Aunque en realidad su población es relativamente grande, por lo que sería una pérdida de espacio si se tuviera que dividir habitaciones..

A comparación de otras casas, esta era muy amplia. Aún así Kira estuvo de acuerdo, simplemente no quería comer sola.

Guiada por Orión, de repente se sentó en la parte más alejada de la mesa. Era el único asiento con un cojín mullido entre las sillas sin uniformidad, como si hubieran sido colocadas al azar.

Mientras tanto, los dos muchachos trajeron diligentemente grandes bandejas desde la cocina. También trajeron teteras y tazas de porcelana. Nikos vertió el vino con cuidado y Lykos exclamó mientras sujetaba su cuchara con una mirada expectante en su rostro.

—¡Gracias por la comida!

—¡Ey! ¡Debería comenzar con “Felicitaciones por tu regreso”!

Nikos estaba furioso. Orión agitó una mano como para detenerlo.

—Coman. Tú también. De lo contrario, estos muchachos se habrán esforzado por nada.

Se dirigió a Kira. Ella asintió tranquila. Estos días había tenido más apetito que cuando estaba encerrada en su pequeña habitación. Quizá se debía a que cada día tenía una nueva aventura. Miró hacia la mesa para ver qué tipo de cena habían preparado los chicos.

«Dijo que en La Atlántida comería mejor que en Delos…»

Parecía que lo que había dicho Orión en el barco era cierto.

Berenjenas blancas al horno con queso. Mousse de garbanzos con hojas de Alcaparras. También había algo que parecía ser carne de ave salteada con verduras y cebada. Las marcas de parrilla eran evidentes los pescados.

Era un banquete que nunca hubiera imaginado podría probar al estar en esa pequeña habitación. Fue sólo cuando comía las sobras después de un servicio conmemorativo que podía apreciar la variedad de menús que servían. Por la mesa puesta, uno podría adivinar fácilmente cuáles eran los ricos productos del sur. La escena que se desarrollaba frente a ella era asombrosa, por lo que Kira vaciló un rato pensando qué agarrar primero.

Primero  colocó torpemente una berenjena y una porción de mousse en su plato. De repente, una sensación de presión atravesó su corazón.

—Es un banquete.

—Es comida casera, aunque estos muchachos se han esforzado más de lo habitual.

Orión respondió sin rodeos. Estaba comiendo de un plato lleno de carne salteada. Los muchachos sentados a su alrededor también movían ferozmente sus cucharas. Kira, abrumada por esa ferocidad, comenzó a mordisquear poco a poco la berenjena.

Fue una cena muy extraña. No tenía sentido pues Kira había aprendido que no podía relacionarse con los criados. Ahora sabía que el conocimiento adquirido en esa habitación no lo era todo, pero con Orión, todo era nuevo.

«Dijeron que eran esclavos recogidos por Orión.»

Recordó entonces lo que había escuchado mientras éstos movían la cama a su habitación.

El sistema de estatus en la sociedad griega se dividía en gran medida en personas libres y esclavos. La esclavitud era un término que abarcaba a la clase trabajadora más baja que estaba subyugada a la capital y al estatus. Entre ellos, los extranjeros que no eran parte de la alianza tenían un gran cruce con los esclavos. Éstos  también eran comunes en esta época.

Orión había dicho que había visitado varias islas para erradicar a bestias salvajes. Eran niños que fueron rescatados después de éste darse cuenta que habían sido maltratados y se encontraban en circunstancias desfavorables. Dijo fue el resultado de ser condescendiente pues necesitaba a alguien que cuidara de su hogar.

Sin embargo, Kira ahora parecía entender un poco más a Orión. Claramente era un gruñón, pero no había llegado a la raíz.

Rescatarla y llevarla a su casa debía haber sido una extensión de su  amabilidad habitual.

Así que ella no debería volverse un inconveniente para él. Debería ser capaz de devolver el favor. Kira se sintió incómoda con Orión, que no quería que hiciera nada por sí misma. El recuerdo de las vivaces mujeres de La Atlántida se superpusieron y Kira se deprimió un poco.

Probablemente sea porque era consciente que ella no sabía hacer nada.

Resintiendo su propia incompetencia, Kira cenó sin realmente probar los sabores.

Entonces Lykos levantó la cabeza y preguntó.

—Por cierto, Lord Orión. Escuché que mantendrás a la deidad en este lugar  y a los malos que intenten llevársela los derribarás uno por uno. Eso significa que ya no te irás muy lejos, ¿verdad?

—Así es.

Respondió Orión mientras llenaba otro plato.

—Tuve un incidente en Quíos, así que no saldré por un tiempo. Sólo me concentraré en patrullar la ciudad.

—¡Bien! ¡Entonces estarás más tiempo en casa! ¡Espero que los malos vengan pronto!  No hay nada que las flechas del Lord no puedan alcanzar. ¡Sería mejor si pudiera verlo de cerca!

Nikos golpeó a Lykos en la cabeza con una cuchara.

—Eres un tipo lento. Esta es la tarea que los Dioses le encargaron a Lord Orionis. Es una prueba para él proteger a la dama sagrada. ¡No seas como un chico de campo que ve un combate de boxeo por primera vez!

—¡Oye, Nikos, supongo que te estás refiriendo a ti! ¡¿Quién fue el que dijo sentía curiosidad por Hércules o los hermanos espartanos?!

—Si van a pelear, vayan a comer a la cocina.

Orión escupió secamente. Los chicos detuvieron abruptamente sus gestos con las manos. Ambos se volvieron dóciles en un instante, pero siguieron discutiendo en voz baja.

Kira temió que  la discusión pudiera escalar. No podía apartar la mirada de los chicos con la idea de que tendría que intervenir si la situación empeoraba. Entonces, sintiendo su mirada, Lykos habló.

—¡Así es! ¿Escuché que Lady Kira es una deidad de Artemisa? ¡Es por eso que tiene cuernos! ¿Eres tan buena con el arco como la diosa?

Kira se sintió avergonzada cuando la conversación de repente se tornó  a ella. No podía mentir, así que rápidamente negó con la cabeza a toda prisa.

Lykos arqueó las cejas como un cachorro desilusionado. Pero el chico cambió rápidamente de expresión y preguntó enérgicamente.

—Entonces, ¿puedes cambiar la forma de la luna?

Incluso Loxias no podía hacer eso. Kira volvió a negar con la cabeza esta vez. Lykos, que aún no se daba por vencido, volvió a preguntar.

—¿Puedes convertir a un hombre en un oso? ¿Puedes controlar a las bestias?

—¡Idiota, detente! Lady Lokira, no se preocupe por este bastardo por naturaleza.

—¡Pero dijiste que Apolo de Delos podía hacer muchas cosas asombrosas!

Lykos protestó ante Nikos. Orión, que había estado observando en silencio, estaba a punto de decir algo. Pero Lokira rápidamente habló y consoló a Lykos.

—Bueno, mi poder es modesto…

Orión se volvió hacia ella. Parecía estar tratando de detenerla, pero Kira ya había comenzado a actuar.

Se sentía avergonzada de su impotencia, por lo que no podía soportar decepcionar al chico. Quería mostrarle algo interesante. No era un gran truco, era muy insignificante, pero sería suficiente para entretenerlo durante la cena.

Kira respiró hondo y colocó su mano sobre la cuchara. Concentró sus pensamientos y liberó su telequinesis.

Doblate. Doblate. Doblate.

Al momento siguiente, la cabeza de la cuchara se torció. Los dos niños se pusieron de pie de un salto, se apoyaron en la mesa y exclamaron incrédulos.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasó?!

—¿Lo doblaste sin tocarlo?

Kira era un poco tímida. Esta vez, dió la orden opuesta en su mente. Extiéndete, extiéndete. 

La cuchara volvió a la normalidad una vez más. Los dos niños saltaron arriba y abajo con asombro.

—¡Es realmente el poder de Artemisa!

Traducción: Claire

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