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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 26

Capítulo de novela - 134 párrafos

Llorar era bueno, pero lidiar con lo que seguía después de eso era un problema.

Antes, cuando la ansiedad de Kira alcanzó su punto máximo, con la única intención de 'alejar al escorpión', usó su telequinesis. Pero ahora que la perturbación había pasado, toda la habitación estaba hecha un desastre.

La manta estaba arrugada y esparcida al azar por el suelo. La cama había sido empujada dos palmos hacia atrás. Incluso el mural que había estado intacto recibió el impacto, por lo que resultó con fisuras y rasguños.

Aunque no era una habitación que había elegido porque realmente le gustara, Kira estaba muy avergonzada de haber hecho un desastre el mismo día de su llegada. Sollozó e inhaló por la nariz, su llanto persistente.

Pero incluso a los ojos de Orión, esto no parecía ser la gran cosa. Suspiró y sopló para apagar la lámpara. Entonces levantó a Kira y salió de la habitación.

—No puedes usar esa cama. ¿Creo que estuvo demasiado tiempo en el sótano...? No sé qué más tendrá ese colchón viendo cómo llegó ese escorpión hasta allí, así que duerme en mi cama esta noche.

Caminó por el pasillo interior de la casa y entró en su habitación. El cuerpo de Kira fue colocado suavemente sobre la amplia cama.

Se frotó los ojos hinchados y miró alrededor de la habitación.

—¿Qué hay de Orión?

—Para un cazador no es muy importante donde descansar. En todo caso, conseguiré otra habitación.

Su brazo se deslizó lentamente.

Kira, con estados de ánimo muy cambiantes, tomó la delantera. El suelo parecía demasiado estrecho para que cupiera su alto y grueso cuerpo. La otra habitación estaba totalmente vacía, no tenía muebles adecuados. Ahora ella había tomado su cama y él iría al piso. Era una situación inaceptable para Kira quien estaba acostumbrada al maltrato.

Y más allá de eso, no se encontraba en su mejor momento.

Kira finalmente rogó, aferrándose a él.

—No te vayas…

Orion endureció visiblemente. Después de un tiempo, un colmillo blanco vislumbró en la penumbra. Tenía una mirada burlona en su rostro.

—No hay escorpiones en esta habitación. Además, no es peligroso incluso si te pican.

Kira negó con la cabeza. Después de haber derramado las lágrimas que tanto había contenido, pudo ser un poco más honesta con sus sentimientos. No podía dejar de hablar a pesar de que sabía estaba siendo muy infantil. 

—No quiero estar sola. He estado durmiendo sola todo este tiempo...

Después de sincerarse, las lágrimas brotaron nuevamente cuando el dolor que había sido enterrado en lo más profundo de su corazón surgió de repente.

Estaba destinada a dormir sola desde muy joven. Fue lo mismo cuando la regañaban por no ser cortés, cuando la golpeaban por responder y cuando le dijeron que sólo Loxias participaría en los grandes servicios conmemorativos.

La viciosa bestia divina siempre tenía que permanecer por su cuenta en la pequeña habitación y sollozar hasta quedarse dormida.

Ahora parecía comprender por qué se mostraba tan reacia a elegir una habitación. Odiaba estar sola. Era lo mismo en este lugar. La habitación desconocida se sentía como un nuevo encierro.

Estas lágrimas no duraron mucho ya que había llorado con todo su corazón hace sólo unos minutos. Pero Kira pronto entró en pánico. ¿Y si pensaba que ya había sido una molestia el haberla traído hasta aquí para de paso tener que soportar sus molestos lamentos?

Sin embargo, Orion permaneció en silencio por un rato, y en lugar de presionarla, se sentó a un lado de Kira.

Se desabrochó el cinturón donde cargaba su espada y lo arrojó a un costado. Entonces tomó una toalla y la presionó contra su mejilla.

—Vamos, no es como si fueras un cachorro que llora el primer día de haber sido traído a casa…

Hablaba como si su reacción hubiera sido impactante, pero por otro lado, también era un tono amistoso.

Kira alzó el rostro. En el momento en que las miradas de ambos casi se encontraron, una toalla cubrió sus ojos con una fuerza que la tumbó hacia atrás. Kira se derrumbó en la cama.

Orión yacía de costado con la cabeza apoyada en un brazo y tiró de la manta sobre los hombros de Kira.

—Está bien. No me iré, así que trata de dormir. No es la primera vez que recojo a alguien, pero si la primera vez que veo a alguien llorar como tú.

Pudo notar una sonrisa gruñona incluso en la oscura habitación. Kira se aferró a la manta.

—Es porque todo esto es nuevo para mi.

—Por supuesto. Te asustaste por un escorpión y pusiste toda la habitación patas arriba. ¿Segura que no puedes atravesar el mar como el autoproclamado Apolo?

Preguntó Orión bastante serio.

Kira parpadeó y se deshizo de la humedad restante de sus párpados. Las palabras de Orión sonaron poco realistas. Loxias, la encarnación de la luz. Lokira, la bestia maldita. Los dos eran claramente diferentes. Para ser exactos, le habían ducho muchas veces que eran diferentes.

Después de reflexionar, concluyó que Orión había exagerado.

El poder era telequinesis. La telequinesis era la habilidad de transformar los deseos de la mente en fuerza física. Cuando fueron descubiertos sus cuernos, o cuando se encontró con el escorpión hace sólo unos momentos, Kira había estado aterrorizada. Es por eso que el poder pudo haberse comprometido más de lo habitual.

Kira respondió, reflexionando.

—¿Cómo podría? Me es difícil concentrar el poder durante mucho tiempo. Mi cuerpo tembló todo el tiempo mientras movía a Orión en la playa.

 —¿En serio? Es similar al tiro con arco.

Orion de repente presentó una nueva teoría.

 —Para disparar una flecha, necesitas fuerza tanto en tu cuerpo como en tu mente. Es difícil tirar de la cuerda de un arco cuando tienes el antebrazo débil o cuando estás lleno de pensamientos. Mi mente debe estar en blanco antes de disparar.

—¡Ah! Ahora que lo dices, es verdad que suena similar...

Kira estaba asombrada de que tuviera algo en comun. ¿Le resultaría más fácil usar su poder si tuviera hombros tan fuertes como Orión o Quidna?

Kira se sintió frustrada rápidamente después de pensar en ello. Nunca había oído hablar de reforzar su mente, peor de reforzar su físico. Loxias era esbelto en lo que se refería al físico.

Sintiéndose triste de nuevo, Kira se volvió hacia Orión y dijo.

—Aún así, no puedo hacer nada tan bueno como Lox…Lamento ser tan inservible.

Si su poder fuera más fuerte, nada de esto habría sucedido.

Incluso frente a Naxos, ¿no podría haber hablado con Loxias con un poco más de confianza?

Por supuesto, no estaba obligada a ello pero Kira no tuvo más remedio que resentir su impotencia frente a él. Si tuviera el mismo poder que Loxias, habría evitado la absurda declaración de cazería. Al menos así hubiera evitado que Orión si viera involucrado en una situación tan peligrosa.

Una sonrisa se desvaneció de los labios de Orion.

—¿Porque hablas así? Me salvaste la vida.

—Pero tengo que quedarme aquí por un año y no sé si una persona aterradora terminará lastimando a Orión…

Kira tiró de la manta hasta cubrir sus cuernos. ¿Era por que fue justo después de haber llorado hasta más no poder? Salieron palabras que guardaba en lo más profundo de su corazón.

—Ojalá no tuviera cuernos...

Ni siquiera deseaba ser la princesa de una isla. Si fuera a volver a nacer, estaría feliz de ser una chica común y corriente de un pueblo de pescadores.

—Ojalá no hubiera nacido la Diosa de Artemisa.

Sus palabras se fueron apagando. Kira parpadeó con sus ojos húmedos debajo de la manta. En el momento en que pensó era una suerte que ya no tuviera fuerzas para llorar, la manta fue jalada violentamente.

Kira, que había estado a punto de quedarse dormida, fue perturbada de repente. Se encontró con Orión sosteniéndola. Una cicatriz de color marrón oscuro. Ojos azules brillaban intensamente.

Tenía una expresión tan aterradora como el día en que se conocieron en la cueva. Atrapando a Kira que estaba tratando de deshacerse de su agarre sin darse cuenta, habló ferozmente.

—¿Por qué dices eso?

Kira estaba desconcertada. ¿Cuál era el problema? Incluso los padres que la dieron a luz lo habrían pensado así.

Sin embargo, Orión negó vigorosamente con la cabeza como si objetara algo. Gritó como si tratara de grabar cada palabra en su cabeza.

—No seas ridícula. Nadie merece creer eso. Incluso si en vez de cuernos hubieras nacido con escamas y branquias, no deberías hablar así.

No sabía por qué Orión se había enojado de repente. Sintió una presión involuntaria cuando sus ojos se posaron sobre ella. Kira lo miró fijamente sin comprender.

Orión entonces alivió su expresión como si hubiera notado su error.

Por un momento, sus ojos vagaron de forma complicada. El destino de su mirada era donde antes había cubierto la manta. Los hombros de Kira fueron cubiertos nuevamente.

Palmeó sobre la manta colocada en su lugar como si se sintiera aliviado. Palabras más suaves que antes salieron de repente.

—...Escucha. Yo tampoco estoy del todo contento en esta isla. Realmente tampoco es que me guste esta casa. Al igual que tú, nisiquiera pedí nacer.

Kira lo escuchó con la manta cubriendo mitad de su rostro. La distancia entre ellos se había acortado. Antes de que se dieran cuenta, la brecha de respiración entre los dos gradualmente se volvió nula. Los pulmones que se expandían bajo los duros y rasguñados músculos pectorales color ocre parecían casi alcanzables.

La voz de Orión continuó tan baja como la melodía de un Kithara.

—Pero si vives, sobrevivirás de alguna manera. Mira, puedes salir a caminar todo lo que quieras a partir de mañana. Está bien alegrarse de haber salido de ese armario con rejas.

Kira bajó la mirada. Orion añadió rápidamente como si lo interpretara como una falta de convicción.

—Ya que fui yo quien te saqué, te dejaré hacer eso.

Kira asintió en silencio en afirmación.

De hecho, no tenía ninguna duda sobre Orión. Era solo que se encontraba en conflicto al escuchar aquellas palabras tan sinceras que no pudo decir nada apresuradamente.

La suma sacerdotisa había dicho que Kira fue profanada en el momento en que se encontró con este hombre. Dijo que merecía morir por ello. Loxias fue más allá y dijo que esperaría con ansias ver en qué se convertiría Kira una vez haya experimentado la inmundicia.

Kira se dio cuenta de repente. ‘La bestia divina que abandone el santuario no hará más que volverse infeliz’. Todo parecía indicar que se había quedado atrapada en esos pensamientos sin darse cuenta.

Orión dijo que debía ser lo contrario.

Un año por delante.

Lokira con cuernos tenía que vivir.

De ahora en adelante, ¿qué debería hacer?

Cuando Kira despertó al amanecer, Orión yacía en el suelo con un almohadón y una capa que lo cubría a medias .Era increíble cómo podía dormir en un lugar así.

Una vez despertó, revisó el sol a través de la ventana y le sugirió a Kira quien se estaba lavando la cara.

—¿Quieres salir? No has visto la ciudad de abajo.

Kira estaba desconcertada. Oh, cierto. Ahora podía dar paseos matutinos tanto como quisiera. No tenía que esperar a que venga una sacerdotisa y pedir permiso a cambio de que la golpearan. Un poco emocionada, lo siguió enérgicamente.

Fue justo antes del amanecer. Los chicos aún dormían, por lo que la casa estaba en silencio. Orión salió por la puerta y cubrió a Kira con su capa.

—Hace frío por la mañana. Necesito conseguir una para ti también.

Era una inecesaria preocupación en el cálido extremo sur del mar Egeo, pero Kira asintió tranquilamente. Le preguntó pensando que era extraño se desviará del camino de piedra y entrara en el bosque.

—¿No vamos por los escalones?

—La vista es mucho mejor desde aquí.

El camino que tomó era una loma seca y quebradiza. Aún quedaba un largo camino por recorrer hasta llegar a la zona con vegetación. Kira lo siguió, teniendo cuidado de no tropezar con una piedra.

Al final de la cresta había un sórdido acantilado costero. Kira también estaba acostumbrada a acantilados como este. Orión se detuvo y se acercó a su costado.

Cuando se dio la vuelta hacia el lugar que señaló, el paisaje se extendió frente a ella.

—¡Wow..!

Era una ciudad que bajaba por el camino de la colina.

Este no era un lugar para mirar hacia abajo, sino un lugar para mirar desde un lado oblicuo.

Los edificios blancos apilados uno sobre otro se extendían hasta la orilla como escaleras. No habían calles planas y ordenadas como la isla interior, era totalmente diferente desde el principio. Callejones sinuosos cubrían densamente la colina, dibujando hermosas curvas como las olas rompiendo el agua.

Algunas casas tenían murales con colores primarios y otras tejas de colores. La luz del sol que empezaba a salir era deslumbrante. Cubriendo su vista con una mano, Kira volvió la cabeza hacia el otro lado.

Las aguas del mar rodeaban la costa. La tierra del otro lado era la isla interior. Al pie de la montaña que se elevaba en el medio, el techo del palacio real era blanquecino.

Ni el Monte Olimpo ni las llanuras de Elysium tendrían un paisaje como este.

Para ella, que siempre miraba al horizonte, era la primera vez que veía un mar así.

—Esto es La Atlántida...

Ya habían pasado unos días desde que su llegada, pero ahora tenía una nueva impresión.

Orión dijo mientras tiraba de su hombro ligeramente.

—No mires demasiado tiempo. Si te caes y mueres como los demás será un dolor de cabeza.

Kira lo miró con una corazonada ante las espeluznantes palabras. Orión se encogió de hombros sin negarlo.

—Mi madre decía eso.

—Lo escuché de Lady Quidna. Quiero decir…que era la hija del rey anterior, la Princesa Euryale.

—Eso escuché. Una persona que vivía bien en el palacio nunca habría imaginado que vendría a un lugar como este.

Orión pateó una piedra cerca de donde se encontraba Kira. Dijo mientras miraba las piedras que caían en el mar lejano.

—Yo era igual que tú.

Kira lo miró. Orión estaba tranquilo.

—Nunca salí de casa hasta los cinco años.

—Orión…

—Dicen que es vergonzoso que un niño nazca por error. Era algo de todos los días tener que escucharla reclamarme el que haya nacido y que descargue su ira sobre mi por arruinar su vida. Entonces, un día me trajo hasta aquí para dar un paseo.

El dedo de Orión dibujó una trayectoria de ascenso y descenso como una piedra.

—Así fue como sucedió.

—Que terrible…

—No quiero escuchar eso.

Orión lo descartó a la ligera. Apartó el cabello que cubría su frente.

—En ese momento, no tenía la confianza para volver a casa después de ver eso, así que me adentré en el bosque.

Kira ahora podía entender completamente lo que había escuchado de Quidna en Naxos. Orión dijo que había estado vagando solo por el extranjero después de la muerte de su madre.

Nunca habría imaginado que eso había ocurrido cuando sólo tenía cinco años.

Se le puso la piel de gallina al recordar los restos de gaviotas en la playa del santuario. Kira preguntó, apretando su capa con fuerza.

—¿Te comiste un cachorro?

—Te dije que era una metáfora. Bueno, gracias a eso supe que volverme un cazador me vendría bien. Estuve perdido durante aproximadamente un año.

Kira lo entendió en ese momento. Orión se vestía deliberadamente con ropa ligera como si no le importara nada. Había sido muy considerado con Kira. Era un pasado espantoso e impactante que ella no se atrevía a imaginar.

Le avergonzaba haber llorado por miedo a imaginar cómo sobreviviría hasta el próximo año.

Traducción: Claire

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