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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 3

Capítulo de novela - 123 párrafos

 Capítulo 3

Mirando hacia atrás, ese día había sido diferente de otros desde el principio.

Al despertarse en la madrugada, Lokira se acercó a su ventana y se sobresaltó. Su único jardín se había vuelto un desastre. Incluso a través de las grietas en la rejilla, la cruel escena se reflejaba con claridad.

Todo parecía indicar que la tormenta de anoche había sido bastante fuerte. Toda la hierba silvestre había desaparecido, y las hojas marchitas habían caído desde los árboles de la montaña, haciendo un desastre de lo que quedaba.

El corazón de Lokira hirvió al descubrir tal escena.

«Necesito limpiar en este instante»

Espera, ¿Quieres decir que todo ese caos en el patio trasero era algo a su favor? Lokira tenía una vida muy aburrida debido a las reglas del templo. Además, el mundo en el que se le permitía vivir consistía en la mitad de una habitación pequeña y la otra mitad del patio trasero. ¿Debería dejar a su medio mundo hecho un lío?

Sin embargo, incluso ésta era una tarea difícil para ella, pues necesitaba permiso para salir al patio trasero. No tuvo más remedio que rogarle a la sacerdotisa que llevaba el desayuno.

—¿Está bien salir al patio trasero cuando termine de comer? Solo ordenaré el desorden, por favor…

Al escuchar esto, la suma sacerdotisa le propinó dos golpes por querer cambiar su rutina. Sin embargo, se le permitiría encargarse de la limpieza matutina. Dado que se trataba de un castigo muy leve e incluso indulgente, Lokira extendió el dorso de sus manos con alegría.

Salió al jardín tarareando mientras se frotaba las manos rojas y llenas de cicatrices ocasionadas por el látigo. 

Había llegado el momento de barrer el desorden esparcido por el suelo hasta el borde del acantilado. Fue cuando miraba todo lo barrido caer por el precipicio.

Había algo que no distinguía bien sobre la orilla.

«¿Qué?»

Lokira se estremeció involuntariamente.

Su habitación donde la mantenían confinada se encontraba en la parte trasera de la isla. La playa de abajo era un terreno baldío sin muelle, demasiado estrecho para que atracaran barcos grandes.

Por lo general, todo lo que podía ver era un barco o dos que pasaban en la distancia. Pero ese día no, un pequeño barco velero se balanceaba en el banco de arena.

 «¿Se alejó flotando un barco pesquero por equivocación?»

Curiosa, Lokira asomó un poco más su cabeza. Incluso se acuclilló en el borde del acantilado para ver un poco más de cerca. 

Entonces logró observar algo que estaba oculto por los árboles.

«¡Es un hombre! ¡Un hombre inconsciente!»

Se llevó una mano a la boca, sorprendida.

Aparte de su hermano gemelo, no sabía mucho sobre la existencia de los hombres, pero podía decir que era un hombre incluso desde la distancia. Aquí, en el Templo de Artemisa en Delos, los sacerdotes y guardianes eran en su mayoría mujeres. Ninguno de ellos era de esa constitución.

Lo que pudo notar desde donde se encontraba era que probablemente fuera muy alto. El hombre yacía boca abajo, inmóvil.

¿Se había volcado su barco durante la noche? ¿O es que había sido empujado por las olas después de haber perdido sus fuerzas en el mar?

Lokira, que estaba imaginando lo que había ocurrido con ese hombre por su cuenta, se emocionó.  

Esa era la primera vez que un evento tan inesperado ocurría durante su vida en confinamiento.

Además, esa era la parte trasera de una isla desierta. Ella parecía ser la única que había notado la presencia del hombre. Justo cuando se preguntaba qué estaba tramando el Dios del viento, escuchó una voz severa a sus espaldas.

 —Señorita Lokira, ¿Qué está mirando allí abajo?

—Ah, sí.

Se sobresaltó y se puso de pie.

El guardia la miraba desde la puerta lateral. Tenía un físico fuerte como el de un guerrero, portando un arco y carcaj. Era para disparar si ésta intentaba escapar.

Lokira vaciló por un momento.

¿Debería decir que había un hombre tirado en la playa?

No parecía que daría buenos resultados.

El santuario de Delos contaba con estrictas regulaciones para su ingreso. Los forasteros podían ingresar a la isla únicamente si contaban con un permiso correspondiente. A los ladrones, bárbaros y asesinos no se les permitía obtener permisos. Tal medida también se aplicaba incluso si quien visitaba era un rey.

¿Qué pasaba con aquellos que desobedecían?  En aquel entonces, escuchó que los asesinaban o los arrojaban al mar en nombre de los Dioses.

¿Qué pasaría con ese hombre?

Parecía que había sido arrastrado a la orilla por las olas del mar, sin embargo, de alguna u otra manera estaba allí sin permiso. Ya había infringido una de las reglas. Probablemente le dirían que vuelva al barco o lo arrojarán al mar. De cualquier manera era un trato muy duro para cualquiera que haya naufragado.

«No servirá de nada hablar con Lox. Después de todo, él propuso lo de los permisos.»

Se acordó de su hermano, el señor de este lugar. Loxias era muy amable con Lokira, pero también se preocupaba demasiado por su seguridad.

Un día, habló triunfalmente como si buscara ser alabado por ella.

‘Los requisitos para ingresar a este lugar son el doble de estrictos en lo que respecta a los hombres. ¿Quién sabe si vendrá un bastardo diciendo tonterías sobre derrotar a Kira y convertirse en un héroe? Es necesario tomar medidas estrictas para evitar que alguien intente algo parecido.’

Siempre estuvo agradecida por el gran corazón de su hermano, pero no parecía ser de ayuda en la actual situación.

Sin embargo, tomó una decisión e ignoró al hombre.

—Creo que hay un nuevo nido de gaviotas en el acantilado.

 —No se acerque demasiado. Si alguien ve a la señorita Lokira, habrá un alboroto.

El guardia respondió sin rodeos.

Lokira se sonrojó al ser consciente de los cuernos en su cabeza.

—Lo sé. ¿Cuánta disciplina crees que he recibido por parte del sumo sacerdote…?

Se mordió los labios y comenzó a barrer de nuevo. De repente se miró el dorso de la mano hinchada, roja y con ampollas.

Un pulso caliente latía bajo la piel. Fue una sensación que no desapareció incluso después de terminar de barrer y entrar en la pequeña habitación.

Incluso después de dar un paseo por la tarde, Lokira miró desde el acantilado. El hombre seguía en la misma posición.

¿Estaba muerto?

Su curiosidad despertó. El cuerpo de esa persona había llegado hasta Delos, pero era posible que su alma ya estuviera cruzando el río Stix en el inframundo.

Pero, ¿y si no estaba muerto? ¿Y si el viento volvía a soplar como la vez anterior y la marea se lo llevara?

¿Debería informar a alguien? ¿No debería?

¿Debería ignorarlo? ¿No debería?

Lokira observó atentamente al hombre durante un rato.

El viento de la noche anterior parecía haber causado que las olas movieran un poco el barco, pero el hombre todavía permanecía en la misma posición.

¿Quién habría imaginado que algo así llegaría a su pequeño mundo y se convertiría en un espectáculo?

Toda su atención se centró en el hombre sobre la orilla mientras cenaba por su cuenta.

Ese hombre era… era tan interesante como las brillantes conchas de ostra que una vez Loxian trajo consigo como regalo de una nación extranjera. En otras palabras, era un precioso ser totalmente desconocido, un juguete nuevo que parecía necesitar cuidado.

Él todavía podría estar allí abajo.

¿Por qué no comprobamos si está vivo?

Si se trataba de un cadáver, podría fingir que lo encontró durante una de sus caminatas durante la tarde y haría que lo retiren.

Pero, ¿y si estuviera vivo?

No podía imaginar lo que haría si lo estuviera.  

Lokira se inclinaba a comprobarlo por sí misma en vez de sacar conclusiones.

Era como si la bestia malvada dentro de ella la instara a aventurarse. El látigo matutino de la suma sacerdotisa parecía ser un leve castigo a comparación de lo que descubriría.

 «Sólo una vez.»

¡Sólo revisaré una vez y me iré!

Lokira se aferró a su corazón a punto de estallar.

Después de un rato, cayó la noche y todos dormían. Lokira se levantó y se acercó a la ventana del pasillo con cuidado.

Por supuesto que estaba cerrada desde afuera. Sin embargo, si sacudes suavemente el marco de la ventana desde el interior, la cerradura vieja perderá su fuerza y ​​se liberará. Era un secreto que había descubierto hace muchos años.

Entonces Lokira abrió la ventana cuidadosamente, procurando no hacer ningún ruido. Una vez cruzó la ventana, se colocó un velo para ocultar sus cuernos.

De esta manera, cualquiera que la viera en la oscuridad la confundiría con una sacerdotisa.  

Se hizo de una lámpara de aceite y corrió.

Se quedó sin aliento mientras corría por los escalones de piedra. No era fácil bajar sin descanso, incluso si el Monte Cinto era solo una pequeña montaña. De repente, Lokira levantó la cabeza mientras frotaba su pecho.

¿Lokias podría estar observando? Su hermano menor vivía al otro lado de esta montaña, en el santuario de Apolo. Sin embargo, su capacidad de ver a mil millas de distancia no podría evitar que distinga nada más que la luz de la lámpara.

Lokira de repente se sintió impaciente. Incluso si dejara de lado sus preocupaciones sobre la clarividencia de Loxias, la sacerdotisa que hacía la verificación del toque de queda todas las noches podría notar que su cama estaba llena de cojines.

Bajó todo el camino por las escaleras para comprobar rápidamente si el hombre estaba vivo o muerto.

Era la primera vez que bajaba tan lejos. El sonido de las olas, que sólo había escuchado desde lejos, no le era familiar al estar tan cerca.

Entró en la estrecha playa. Sus zapatos de cuero se hundieron en la arena. Sorprendida por la sensación desconocida, revisó las suelas.

Después de un tiempo siguió adelante.

Todavía estaba allí.

El hombre era el mismo que había visto durante el día.

Estaba acostado boca abajo con las extremidades extendidas. La capa empapada vuelta al revés, lo que era extraño. Lo único que se apreciaba de su cabello estaba cubierto por una fina capa de arena. 

Lokira tragó saliva. Tuvo miedo al verlo justo frente a ella. Sin embargo, el hombre aún no se movía, por lo que se armó de valor para acercarse.

«Si hace algo extraño, escaparé de inmediato»

Lokira se acuclilló con una firme resolución. Tomó la lámpara e iluminó el rostro del hombre.

Se puso en pie de un salto y dio un paso atrás. Al momento siguiente se dio cuenta de que no había pasado nada y se acercó de nuevo un poco avergonzada.

Esta vez lo miró un poco más de cerca.

—... Ay, por todos los Dioses.

Nunca había visto a un hombre que no fuera Loxias. Sin embargo, su instinto le permitía reconocer un buen equilibrio en facciones.

—¿Es así como se ve un hombre hermoso?

¿O era así que se veían todos los hombres?

No creía que ese fuera el caso. Los invitados del templo o los sacerdotes de Apolo, a quien miraba de lejos, no lucían así. La mayoría de ellos eran barbudos, calvos o de espíritu libre.

Por otro lado, este hombre.

—Parece como si hubiera sido esculpido en arcilla.

Se necesitaría pulirlo más de cien mil veces con el papel de lija más fino para que quedara tan bien.

El hombre tenía una impresión completamente diferente a la de Loxias. En primer lugar, su cabello y cejas eran negros. El puente de su nariz y el mentón eran afilados, libre de barba como para demostrar su juventud.

Su cuerpo era muy grande. Sus antebrazos y hombros eran dos o tres veces más grandes que los de Lokira. 

Estaba asombrada de lo gruesa y alta que podía ser una persona.

Lokira observó al hombre con un estallido de exclamaciones.

Mirándolo así, era una metáfora muy trivial decir que era tan misterioso como una concha de ostra. Era tan interesante como una almeja sobre la que se situaba Afrodita.

Pero, ¿cómo terminó en las remotas costas del santuario? Entonces, Lokira se sorprendió.

—Está herido.

La arena bajo su cabeza era negra. Parecía estar empapado en sangre, su tez pálida.

Tenía una herida que se extendía desde la ceja derecha hasta la mejilla de ese mismo lado. La sangre parecía seguir brotando de ella.

—¿Fue alcanzado por una espada? No creo que sea una herida causada por golpes…

Su larga experiencia en lo que respecta a castigos infligidos en ella la hacían descartar por completo la segunda opción.

Lokira se mostró inquieta. Este hombre podría estar muerto. Colocó un dedo bajo su nariz con la esperanza de no obtener un resultado desagradable.

—¡Ah, está vivo!

Suspiró superficialmente. Era una sensación muy desconocida, por lo que Lokira estrechó sus manos varias veces.

Entonces, ¿qué hacer a partir de ahora?

«Está herido. Loxias no dijo que se haya llevado a cabo una batalla durante estos últimos días. ¿Cómo se lesionó de esa manera?»

Cualquiera que fuera el caso, su herida ensangrentada indicaba que había sido obtenida durante una pelea. Si ese era el caso, el permiso de entrada sería descartado por completo. Incluso aquellos que apenas sobrevivían eran arrojados al mar o llevados personalmente al palacio de Hades.

Lokira sintió compasión por su destino junto a extrañas palpitaciones.

No sabía cuál era la historia de ese hombre, pero había cruzado el mar Egeo por su propia cuenta y había terminado en esas condiciones. Debe haber sido un viaje muy solitario y aterrador. Lokira, que creció aislada de la inmundicia del exterior, sintió lástima antes de cualquier desconfianza.

No tardó mucho en decidirse.

Lokira había decidido ayudar a ese hombre.

Traducción: Claire

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