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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 31

Capítulo de novela - 112 párrafos

Considerando plausible la sugerencia de la abuela, Kira salió de la habitación.

¿Qué diría Orión? ¿Era suficiente para que el Senado no causara problemas? Kira sabía de antemano que este atuendo era excesivo.

Tuvo cuidado de no pisar el dobladillo de su falda y caer. Se detuvo justo cuando llegó al patio central y trató de llamar a Orión.

—Se lastimarán si solo manejan el hacha con los brazos. El equilibrio debe estar en el centro. Ejerzan fuerza en el estómago y bajen la espalda.

Ordenaba a los dos chicos.

El ambiente parecía ajetreado. No creía que sería correcto interrumpir. Aferrándose rápidamente a un pilar, Kira los observó cuidadosamente.

La cama donde se encontró el escorpión el otro día estaba en el patio central. Después de mirar la condición del mueble realmente parecía estar en muy malas condiciones. Habían volteado la cama para revelar las manchas de moho. Los dos muchachos estaban hachando bajo la supervisión de Orión. Parecían estar haciéndose de leña.

Era una tarea un poco difícil para los chicos. Nikos solo había nacido con una estructura ósea que lo haría más alto. Lykos tenía mejor complexión que él, pero sus movimientos eran torpes. Ambos se balanceaban con fuerza, pero solo dejaban pequeños rasguños en la madera.

Lykos, quien siempre era honesto, exclamó primero.

—¡Es muy difícil!

—Duraste más de lo que esperaba. Buen trabajo. Dame eso.

Entonces Orión tomó el hacha de Lykos, le dijo a Nikos que también se detuviera y se bajó la parte superior de sus prendas para evitar interfiriera con su trabajo.

La parte superior de su cuerpo por encima del cinturón quedó expuesta al sol. El pecho desnudo de ese hombre apareció de repente frente a Kira y ésta contuvo la respiración. Se escondió detrás del pilar como si hubiera hecho algo malo.

—Observen cómo se hace, un día lo necesitaran. Bien, mantengan las piernas rectas de esta forma y separen un poco los talones.

Orión levantó el hacha y golpeó la cama. En el momento en que la hoja atravesó la madera con un ruido sordo, Kira sintió su corazón disparar. ¿Fue tal vez que se sorprendió por el movimiento de verlo balancear la gran hoja?

Pero curiosamente, no tenía miedo. Más bien, su corazón latió con fuerza como si un sentido instintivo de percibir la belleza hubiera sido estimulado.

El cuerpo de Orión estaba perfectamente equilibrado. No había un solo lugar donde se vieran las costillas o donde hubiera flacidez. Los dos lados del pecho debajo de la clavícula recta formaban un cuadrado uniformemente ancho. A diferencia del estómago de Kira que solo era plano, su estómago estaba lleno y con grietas evidentes.

Había crecido con Loxias y también había visto las figuras abstractas de heroes pintados en frescos. Pero Orión era diferente a cualquier otro. Cada vez que golpeaba con el hacha, la espalda del hombre se sacudía. Sus músculos se retorcía sin descanso con una vitalidad misteriosa.

Al verlo, Kira de repente pensó en el mar donde zarandeaban las olas. El mar Egeo por el que habían cruzado también se sacudía continuamente de esa manera.

Orión notó su presencia cuando la mitad de la cama se convirtió en leña.

—¿Qué? ¿Desde cuándo has estado allí?

Le devolvió el hacha a Lykos. Mientras los muchachos, emocionados por la excelente demostración exclamaban harían lo mismo, Orión se dirigió hacia ella sin siquiera volver a fijar en su lugar el resto de su ropa. Su mirada cayó sobre el atuendo de Kira.

Sintiendo un sentimiento abrumador, Kira trató de esconderse detrás del pilar una vez más. Sus pasos eran mucho más rápidos. Una gran sombra cayó sobre ella.

—¿Sólo compraste un par? Ahora que hemos llamado a esa mujer deberías elegir varios atuendos más.

—Elegí otros más. Vine hasta aquí para mostrarte lo que llevo puesto, pero Orión parecía ocupado.

Kira bajó la mirada con torpeza.

Orión la miró con curiosidad. Entonces se dió cuenta de que estaba vestido a medias y se levantó el quitón, avergonzado.

—Ah, vaya. Sólo vivían hombres en esta casa, así que no pensé que…

Se excusó y ajustó su vestimenta.

—Da igual, hay quienes lucen peor que yo mientras trabajan. Van totalmente expuestos.

Kira también había visto a hombres así en el muelle de la isla interior. Sin embargo, sus cuerpos poco distintivos solo la habían sorprendido un poco, no habían causado tan incómoda sensación como ahora.

Orión siempre estaba del otro lado de la cama todas las noches, pero ¿por qué se agobiaba y sucumbía ante la timidez frente a un Orión semi desnudo durante el día?

Fue cuando pensaba que su comportamiento estaba siendo muy extraño. Orión, que no había podido apartar los ojos de ella durante un rato, dijo mientras se frotaba la barbilla.

—Luce bien.

Kira alzó la mirada encantada por el cumplido. Sin embargo, cuando se encontró con los ojos azules se volvió innecesariamente tímida otra vez. Escondió sus brazos detrás de su espalda y giró un poco.

—¿No se ve raro? Lo elegí porque la abuela no dejaba de insistir…

—Lo importante es que te guste a tí. No sé mucho sobre prendas de mujer, pero estoy seguro que no perderás contra las mujeres de esta isla.

—No hay forma de ganar o perder cuando se trata de vestir.

De todos modos Kira se sintió aliviada porque Orión parecía satisfecho. Esto significaba que el Senado no le echaría la culpa ni la apartaría de su lado. Ahora que lo pensaba, elegir telas bonitas no había estado tan mal.

Sin embargo, el brazalete de oro y el cinturón de jade eran demasiado. Este conjunto era lo suficientemente bonito como para prescindir del brazalete y el cinturón.

En ese momento bajó la abuela junto a la vendedora ambulante. Después de mirar el resto de los artículos en el carrito, se decidió hasta cierto punto.

Kira miró un poco incómoda a la vendedora que parecía relucir de alegría al haber vendido gran cantidad de productos. Antes de darse cuenta, había agregado un broche de rubí y un tocado de cuentas a su compra.

Le colocaron en una mano una botella de aceite exquisitamente perfumado y en la otra un recipiente de polvo hecho de vieiras, los cuales compró a pesar de haberse negado. Cuando la abuela dijo que una dama necesitaba de dichos artículos, Orión dijo: “Entonces cómpralos”.

«Los conejos y los zorros pueden terminar extinguiéndose por mi culpa…»

¿A quién debía rezar para proteger a los animales de la isla de Tyra? La vendedora que estaba más que feliz por ganar el premio mayor, hizo un cálculo aritmético simple con canicas alineadas en el suelo.

—...Eso es todo. ¿Le gustaría pagar en monedas o en ganado?

¡Hasta los ciervos terminarán extinguiéndose!

Las manos de Kira temblaron ante la exorbitante cifra que nunca antes había escuchado. Era demasiado dinero. No importaba cuán importante fuera el atuendo, las joyas eran demasiado. Esta cantidad de dinero no debería gastarse en una mujer con cuernos. Los pobres conejos, zorros y venados...

Sin embargo, Orión también se mostró indiferente esta vez y llamó a Nikos, que estaba practicando con su hacha frente a ellos.

—Sabes cómo llegar a la habitación del segundo piso. Tráemelo.

Entonces Nikos subió las escaleras a diferencia de cuando le pagó a la abuela. Kira miró hacia arriba. ¿Esta casa no solo tenía una caja fuerte donde se guardaba el dinero?

Poco después, Nikos regresó y le entregó una pequeña bolsita. Cuando la vendedora ambulante la abrió y comprobó, el electrum brilló a primera vista.

La satisfecha vendedora se inclinó con la bolsita bajo el brazo.

—Estoy muy agradecida por lo de hoy. Fue un honor poder vestir a una deidad. ¿Te gustaría le entregara esas nutrias al talabartero ahora que voy de bajada?

—Te lo agradecería.

Orión sacó las dos nutrias colgadas de un tendedero y se las arrojó.

—Enviaré a Lykos por la noche. Dile que es piel para el sombrero de la dama. Se encargará de eso.

Kira, que quería llorar por la culpa, añadió en silencio a las nutrias a su lista de chivos expiatorios.

Kira volvió a su atuendo habitual ya que no había necesidad de estar tan arreglada mientras permanecía en casa.

Con la ayuda de la abuela arregló la repentina acumulación de muebles nuevos. Después de poner la ropa recién adquirida en un baúl y las joyas en un joyero, se instaló una alfombra, un toldo a prueba de insectos y se colgó un espejo en la pared. Entonces, a pesar de que no había cama, finalmente parecía una habitación de una dama.

Fue muy tarde cuando terminaron de organizar.

Kira bajó a traerle vino a la abuela que dijo haber perdido la energía. No sabía quién servía a quién, pero no podía actuar imprudentemente con una persona mayor. Aún así, era mejor ayudarse las unas a las otras.

Según los estándares normales, la abuela Baki tenía la edad suficiente para jubilarse. Si tuviera hijos, habría sido apoyada por ellos.

Pero había decidido seguir el ejemplo de Hestia, la diosa del hogar y la cocina. Sintiéndose valiosa en su trabajo como criada, decidió rechazar el matrimonio.

Dijo que estuvo satisfecha con esta elección hasta alcanzar la mediana edad. A medida que envejecía su malestar se fue haciendo cada vez más evidente. Saphira, a quien sirvió, trató de cuidar a la abuela dándole una pensión, pero a ella simplemente no le gustaba que las jóvenes criadas cuidaran de ella.

El templo era la única institución de asistencia social en la que podía confiar una mujer como Baki. Si cumplía algunas tareas en ese lugar, podría comer hasta el día de su muerte. Otra oferta llegó mientras contemplaba seriamente esa opción. Entonces la abuela le explicó que en lugar de ingresar al templo, decidió servir a una deidad.

Fue una historia triste para Kira. Allá en Delos también se la consideraba una diosa, adorada y consagrada, pero en realidad no fue más que maltratada y despreciada por las sacerdotisas de ese santuario.

Aun así, la experiencia y la amabilidad de la abuela le habían agradado, así que no le importó traerle vino, pues era joven y no tenía problemas de movilidad.

Los vinos de esta época eran todos frescos pues aún no se había descubierto ningún método de maduración. Estaba ablandando y mezclando la solución sin diluir con agua, cuando Nikos llegó al almacén. Entonces éste trató de arrebatarle la jarra.

—Dámelo, yo lo haré.

—No es necesario, ya casi termino.

Nikos vaciló tal vez preocupado por romper la jarra si forzaba la situación. En cambio, sostuvo la jarra para evitar que se volcara.

Kira agradeció al niño y preguntó.

—¿Qué hay de Lykos?

—Haciendo un mandado. Fue donde el talabartero como el Lord mencionó antes. Ese tipo es un buen corredor.

Kira se rió del amargo cumplido. Aunque sólo duró un momento. Pronto, las preocupaciones sobre el dinero llegaron como una nube oscura.

Ese día ella misma había presenciado el intercambio de dinero. A diferencia de los números en los libros de sumar y restar, el dinero real había ido y venido.

La bolsita que había traído Nikos consigo parecía bastante pesada. A simple vista, el electrum a la luz del sol había sido demasiado brillante. Le entristecía el hecho de que el dinero de Orión obtenido al luchar contra bestias peligrosas se perdiera en un día.

Coincidentemente, Nikos era quien tenía acceso al dinero en esta casa. Kira habló cuidadosamente.

—Oye, Nikos.

—Esta casa. El que aparezcan bestias salvajes no es algo de todos los días, así que ¿es suficiente para vivir del dinero que a veces obtiene al exterminarlas de vez en cuando?

Pensó era ridículo preocuparse por los costos de vida a pesar de que era miembro de la realeza en nombre. Pero Orión no vivía como la familia real y el almacenamiento era un desastre.

Nikos abrió mucho los ojos.

—¿Suficiente? No sé qué es lo que tenga en mente Lady Lokira, pero nunca sentí que el costo de vida fuera ajustado.

¿Era así? Kira ladeó la cabeza.

—¿No gastan mucho dinero?

—No hay muchos días como hoy. ¡No, estoy seguro que sí se paga mucho en comida! Lord Orionis siempre come mucho porque patrulla grandes distancias.

Era un hecho que Kira conocía bien. Había comido esto y aquello en Delos, donde no tenía nada para comer. Era lo mismo en esta casa. Solía ​​llenar un plato que era dos veces más grande que el de Kira y lo devoraba rápidamente.

Como una personalidad que tomaba todo enserio, Nikos se angustió.

—Ahora que lo pienso, no conozco todos los activos de Lord Orionis. Nunca sentí que nos faltara dinero, así que no fui muy consciente de ello.

—Nikos tiene la llave de donde se guarda el dinero, ¿verdad?

—Está en la habitación de los criados para facilitar su uso. La mayor parte de los gastos provienen de allí.

Nikos le mostró la llave mientras estaba en ello.

—Cuando se necesita mucho dinero como el día de hoy, abro la caja fuerte escondida bajo la cama de Lord Orionis. Es un cofre con cerradura. Lo digo porque creo que Lady Lokira debería saberlo.

Había dormido durante días y días en esa habitación y no había tenido ni idea. Kira estaba profundamente arraigada en su nuevo descubrimiento.

—¿Qué más hay además de los dos cofres de dinero?

—Uhm, los ingresos de Lord Orionis son varios. Además de las recompensas recibidas por el exterminio de bestias salvajes, las pieles y los huesos obtenidos de la caza se venden tal como hoy, y también recibe una bonificación monetaria por el palacio real al patrullar los bosques y reportar anomalías. El dinero que ha obtenido no solo lo colocó en cofres, incluso compró ganado.

La economía monetaria todavía era débil y el ganado era la propiedad más práctica en zonas de cultivo. Las palabras de Nikos también sonaron naturales para Kira.

Pero había algo crucialmente misterioso.

—Pero no hay una sola gallina en esta casa.

—Es porque el Lord no contrata a muchas personas. En cambio termina prestando su ganado a mucha gente. Es así que estas personas criarán a sus animales para él y producirán cosechas cada trimestre. Así que recibe dinero por el ganado. ¡Oh, es verdad!

Nikos trajo una jarra de leche que había dejado en algún lugar de la cocina y se la mostró.

—Esto también es leche de una vaca prestada. La trajeron de allí el otro día.

La leche clara era brillante. Kira preguntó un poco más.

—¿Cuánto ganado tiene en total?

—No lo sé, nos vienen a dejar muchos huevos y lanas. Entre vacas, ovejas, gallinas, gansos…creo que debería tener más de 80 animales.

 —¿No deberían saber el número exacto de animales? ¿Tener una lista o algo así?

Kira preguntó con una corazonada siniestra.

Traducción: Claire

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