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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 36

Capítulo de novela - 116 párrafos

Al regresar a la ciudad, las calles se tiñeron de escarlata con la puesta de sol.

Orión había estado en silencio desde antes. Kira, que se balanceaba sobre el burro, escribió "15 vacas" en la tablilla y la guardó. 

—Orión, ¿Sigues enojado?

Su silencio le molestó.

Hace unos momentos, Kira había sido testigo de su ira.

Y estaba segura que él era del tipo que elegía el cinísmo y el silencio cuando enfurecía. Al igual que cuando sometió una tras otra a la gente del santuario sin decir una sola palabra, había hecho esto con extrema frialdad.

El ganadero se llevó un castigo bastante duro. Orión lo agarró por el cuello y lo sumergió por completo en un pozo, luego lo sacó.

Su sufrimiento no terminó con agua fría goteando por todo su cuerpo. De ahí tuvo que caminar directamente al establo y contar las vacas una por una.

‘No solo habrás vendido las mías. Dime exactamente quién es el propietario de todas las demás que te faltan.’

Orión lo instó a hacerlo. Era un tono tranquilo, pero hosco.

Como resultado, unas cuantas verdades fueron reveladas.

Tal como supuso Orión, el ganadero no sólo había vendido sus vacas. Todo el ganado con buena piel y bien alimentado había sido vendido. Algunas de esta persona, algunas de esta otra persona, seleccionados al azar y vendidos en secreto, por un total de más de veinte vacas.

Bastaba darle al dueño la excusa de que sus vacas habían muerto. En general, el número del ganado había disminuido, por lo que a primera vista, era plausible poner la excusa de una enfermedad.

Aunque habría que compensar parte del costo del ganado, esto no representaría una gran pérdida para él. El pago que había recibido por parte de Creta había sido muy generoso. Para el ganadero, era un negocio mucho más rentable engullir las ganancias en secreto.

Kira estaba asombrada por su crueldad y audacia. Como no había evidencia física, la verdad había sido casi enterrada.

Sin embargo, como el ganadero confesó el crimen por su propia boca, sólo restaba hacerle frente. Orión encontró y recuperó el dinero que había recibido por la venta de sus vacas erróneamente encomendadas al ganadero. Todo el demás ganado fue sacado y entregado a otros ganaderos cercanos.

Cuando se difundiera esta noticia, los dueños de las demás vacas que sospecharan del paradero de su rebaño irían a por él. Lo único que le quedaba al mentiroso era la derrota.

Todo parecía haber terminado, pero Orión seguía en silencio. ¿Estaba realmente molesto por la pérdida de sus vacas?

Sin embargo, Orión volvió a su expresión habitual y se echó el cabello hacia atrás.

—No se puede hacer más. ¿Por qué sigues enojado con ese tipo? Eso no traerá de vuelta a las vacas.

—Faltan cinco.

—Sí, como dije, este tipo de cosas suceden cuando se tiene una pobre administración. Es una pena que recién hayas decidido pasar por allí hoy, pero si hubiera sido un poco más tarde, no habrías podido encontrar el pago recibido por las vacas.

Kira también se sintió aliviada por el hecho. Gracias a la reciente venta de ganado, ese mentiroso no había tenido tiempo suficiente para gastar el dinero.

Además, dado que el momento coincidió con la repentina llegada de Orión, el tipo se avergonzó y mostró una actitud sospechosa. Si hubiera pasado más tiempo, habría inventado una excusa más plausible. Se debía crear una elaborada justificación para engañarlos a los dos.

—Estaba pensando.

—¿Qué estabas pensando?

—En quienes compraron las vacas.

—¿Creta?

Orión alzó la moneda que había obtenido del ganadero y ésta desprendió un color rojizo al ser iluminada por la puesta del sol.

—Cuando aquel Cretano subió a la Atlántida, pagó tres veces el precio para llevarse el ganado. Quiere decir que el ganado de su propia tierra no es suficiente. No tienes idea de cuánto alboroto se arma al celebrar una ceremonia ancestral.

Creta era una de las islas más grandes del Mediterráneo. Por lo general, no tenían necesidad de dar vueltas por el vecindario debido a la falta de ganado.

—Debe significar que la situación interna es bastante inestable. Viste a esa mujer que perdió su anillo antes. Cuanto más ansiosa está una persona, más se aferra a su Dios.

Orión afirmó. Le explicó un poco más a Kira, que no está familiarizada con los asuntos internacionales.

Ahora mismo, Creta estaba en un mal momento. Esta situación había empeorado después de que Minos falleciera y su hijo le sucediera en el trono. La arrogancia de esa isla en los días en que les exigía tributos a naciones vecinas para colaborar con el mantenimiento del laberinto no se encontraba por ninguna parte.

—Entonces hubo presión para que se diera un matrimonio nacional con Teseo de Atenas. Dar a su otra de sus hija en matrimonio a un hombre que traicionó a la mayor, Ariadna. Fue una humillación para Creta.

Sin embargo, Creta envió a la princesa Fedra a Atenas.

Era una elección inevitable para mantener una buena amistad. El destino de las dos naciones se había invertido tanto después de mucho tiempo hasta el punto de tener que quedar bien ante el hombre que se había vuelto un héroe al asesinar del Minotauro, el cual había usado como trampolín a la gloria.

Atenas era ahora el centro de Grecia. Creta había sido reducida al nivel de una ciudad que se las arreglaba por sí sola en los mares del sur.

Kira escuchó esa historia tan lejana sin entenderla por completo, pero incluso si no podía entenderlo de inmediato, no dejo de pensar en ello. Cada una de estas circunstancias estaban directamente relacionadas con su seguridad.

Tenía la sensación de que así sería.

—Creta también podría apuntar a hacerse de la bestia divina.

Orión solo miró hacia adelante y respondió sin rodeos.

—Fue una de las ciudades que mencionó Saphira.

—Si se hicieron de las vacas para realizar un rito antes de cazar a la bestia divina…¿Qué deberíamos hacer?

Se creía que todas las cosas estaban gobernadas por los dioses. Para cualquier gran evento, los sacrificios debían realizarse con anticipación. Este también era el caso incluso cuando alguien con ingresos se casaba o se mudaba. Visitar el templo y realizar una ceremonia era algo indispensable.

Era aún peor a escala nacional. El santuario Delos solía realizar algunas de estas ceremonias. Asuntos que requerían coordinación entre otras islas fueron los puntos principales de la agenda.

La cacería de la bestia divina fue proclamada por Loxias, el intermediario de la alianza. 

Creta podría estar levantando la moral de su gente con una ruidosa ceremonia antes de llevarse a la bestia divina.

Era una cuestión de liderazgo de la alianza. Realmente era una oportunidad para Creta, cuyo poder nacional había disminuido. No importaba lo insignificante que fuera la deidad. Lo realmente importante era el apoyo del santuario, no Lokira.

A diferencia de Kira, quien estaba preocupada, Orion se mostró más cauteloso.

—La nación que estuvo en problemas por una bestia divina vuelve a poner su vida o su muerte en manos de ella. Bueno, si yo fuera el rey de Creta, no estaría tan inclinado a ello. Aquella vez, su hermana Ariadna tomó el problema en sus manos, pero al final terminó suicidándose…

—¿Lo crees…?

—Bueno, a veces hay planes que no tienen mucho sentido en la política. No quiero lidiar con ese tipo de cosas, así que vivo en un lugar como este.

Justo a tiempo, cruzaron la ciudad y llegaron a la cima de la colina donde se encontraba la casa de Orión. Orión abrió la cerca.

—Relájate. Al menos Creta no vendrá con barcos de guerra para rodear la Atlántida. La guerra no sucederá tan rápido. Los dueños del santuario no se moverán sin pruebas, no confiarán únicamente en las palabras de un niño.

Esas palabras aliviaron un poco a Kira. Sin embargo, la guerra estuvo lejos de ser lo que más la aterraba desde el principio. La real amenaza eran los nombres de aquellos cazadores que había escuchado en el palacio.

—Un cazador podría venir por ti.

—Te aseguro que no es realmente un asunto por el que debas preocuparte. En estos días, Creta es solo un grupo de personas que no tienen mucho que ofrecer. 

Orión se rió como si fuera trivial. En momentos como este, tenía el aspecto de un niño a punto de correr una maratón.

 —Alguna vez fui llamado a Creta para cazar una reina serpiente. ¿Quién se adelantó? Escuché que su nombre era Cyproites, un hombre pequeño y sombrío. Sólo lo conozco por el nombre, pero no es de mi incumbencia.

Incluso si tenía miedo y curiosidad sobre cómo se vería una reina serpiente, el nombre Cyproites le resultaba familiar. Lo pareció era el mismo que Orión había mencionado casualmente en el santuario.

—¿Cómo puedes ser un cazador cuando eres tan pequeño?

Kira se preguntó. Dado que los cazadores deambulaban por la naturaleza, serían presa fácil a menos que tuvieran un cuerpo fuerte.

Orión llamó a la puerta y dijo a la ligera.

—Quizá su fortaleza sean las trampas. Es probable que pueda atrapar un conejo ciego, pero no le resultará fácil hacerse de alguien tan inteligente como tú.

Su inesperado cumplido la tomó por sorpresa.

—¿Crees que soy inteligente?

Tal vez había oído mal. Inteligente era una palabra más apta para alguien como Saphira. Era frustrante pero, tal como él había dicho, Kira no sabía siquiera el precio de una cebada. Sabía leer y contar, pero solo porque le habían enseñado en el santuario.

Orión finalmente se dio cuenta de lo que había dicho. Entonces vaciló.

—No, bueno, en primer lugar, gracias a ti pude averiguar la cantidad de ganado…

—Así es. ¡Si Orión hubiera supervisado con anticipación, las vacas no habrían desaparecido!

—Si, ese fue mi error. Gracias a ti pude darle su merecido a ese imbécil. Por cierto, ¿qué fue lo que hiciste?

Nikos y Lykos salieron corriendo y abrieron la puerta. Se dio una ruidosa charla sobre si habían tenido un buen viaje o cómo se encontraba el ganado.

Kira, que estaba aceptando sus saludos, se concentró en secreto. Envió su respuesta a Orión.

Le hablé en mi mente.

Orión hizo una pausa y miró a Kira. Esta se rió de su sorprendida expresión, sonriendo con tanta fuerza que sus mejillas dolieron.

Es genial, ¿verdad? No suelo hacerlo, pues soy la única que puede hablar.

La única persona en este mundo que podría responderle era Loxias.

Sin embargo, ese hecho fue bastante doloroso para Kira. Ser capaz de comunicarte con tu mente no te ayuda a entender a la otra persona. Después de darse cuenta del hecho, no considero gran cosa esta habilidad.

Orión le encargó el burro a los ruidosos muchachos. Cuando entraron corriendo llevando lo que se les fue regalado a la cocina y los alrededores quedaron en silencio, entonces hablaron.

—¿Puedes hacer algo como esto con tu poder? No lo sabía.

—No tenía nada que decir.

¿Vas a decir que esparzo mi poder por todas partes? Kira se excusó jugueteando con las manos que escondía tras su espalda.

—Quería asustar a ese hombre malo. Cuando le dije que había leído su mente, se asustó tanto que comenzó a hablar rápidamente.

 Orion la miró y le dio un golpecito en el hombro.

—Es genial.

—¿Enserio?

—Gracias a ti, terminé sin pérdidas. Hiciste un buen trabajo, así que no tienes que preocuparte. Ahora entiendo algo de lo que había sentido curiosidad.

—¿Qué cosa?

¿Se estaba preguntando algo sobre ella? Kira ni siquiera podía imaginar que era, así que estaba un poco asustada. Orión dijo a la ligera mientras subía las escaleras al segundo piso.

—Ahora entiendo por qué sufriste en la costa de Naxos.

Kira miró su espalda con asombro.

Ya había pasado mucho tiempo desde ese día. Más bien, la propia Kira lo había borrado inconscientemente de su memoria. Por otro lado, Orión todavía recordaba cómo ésta había estado sujetando su cabeza, presa de un misterioso dolor.

Kira, cuyo corazón se agitó, presionó su pecho sin darse cuenta.

Se sintió ligeramente comprendida.

Después de poner las ganancias de la venta del ganado en los cofres, Kira buscó en toda la casa algo adecuado para usar como libro de contabilidad. ¿Qué podría ser mejor que bloques de madera o fragmentos de cerámica? Afortunadamente, Lykos logró encontrar una vieja piel de oveja en un rincón del almacén.

A diferencia del papiro, la piel de oveja era dura y maloliente. Sin embargo, estaba comprometida a la causa.

Kira sumergió el utensilio de escritura en pigmento y transfirió los números que había escrito en ella. El nombre y dirección del prestatario, e incluso el tipo y número de ganado.

La fecha estaba escrita en la parte superior. Si había un cambio más tarde, podrían agregar una nueva piel de oveja, coserla y anotarlo. Nikos, que miraba desde un lado, lo admiró.

—Ojalá lo hubiéramos pensado antes. Si supiera leer, Lykos podría ir y comprobar todo solo.

—¡Oye, qué quieres decir con eso!

La abuela Baki impidió que Lykos se precipitara en el instante. Tenía la habilidad de separarlos con palabras suaves en lugar de reprenderlos con fuerza como Orión. En este caso por ejemplo, le ordenó a uno de ellos traerle a la dama bocadillos.

Lykos volvió con un plato repleto, tan rápido como el viento. Era un bocadillo horneado hecho al mesclar harina de cebada con aceite de oliva y semillas de sésamo.

Aunque la sala se había vuelto más amistosa durante el té, Nikos no mostró interés. El niño estaba ocupado leyendo las letras que había aprendido.

—A, C, A….

—Es “Acarnán”. “Ca" es el sonido que se forma al combinar “C” y “A”. Nikos aprende muy rápido.

—Es gracias a las tablillas de arcilla de Lady Lokira. Cuando las vi, pensé que sería conveniente aprender lo que dicen las letras.

Nikos se retorció el cabello con timidez. Kira estaba orgullosa de la pasión del niño por aprender, así como su trabajo. Entonces de repente sintió curiosidad.

—¿Orión sabe leer?

—Por supuesto que sabe. Es miembro de la familia real. Muy a pesar de no querer estar atado al palacio real por muchas razones, una vez estudió con el Rey George y Lady Saphira.

Dijo la anciana que estaba contando el número de ganado escrito en la tablilla. Sacudió la cabeza cuando vio el total de más de cien animales.

—Si tienes tanta riqueza, es de sentido común contratar a más personas. Será mejor conseguir otra criada.

Traducción: Claire

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