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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 40

Capítulo de novela - 105 párrafos

Una brisa helada recorrió su columna vertebral. Kira estaba en agonía. ¿Qué pasaría si se revelara ese hecho? Podría levantarse de su asiento en ese instante y gritar que era una mentirosa.

Pero tuvo una corazonada que le decía que de hacer eso, Hatsha no se postraría sobre su estómago de inmediato y rogaría perdón.

La criada era diferente del ganadero. Éste último había temblado mientras halagaba innecesariamente a Orión y actuado de manera muy sospechosa. Hatsha, por otro lado, lucía muy tranquila y la explicación que había dado había sido bastante coherente. Si no hubiera leído sus olas, Kira se habría dejado engañar pensando que era verdad.

Por lo tanto, era muy probable que sorprenderla telepáticamente no funcionaría. Era obvio que pronto inventaría una nueva excusa y la embellecería de una manera plausible.

Si daba un paso adelante apresuradamente, ésta levantaría la guardia. Es mejor que ocultemos que nos hemos dado cuenta.

No podía revelar su poder. No sabía qué nuevas contramedidas preparar.

Cuando fuera el momento adecuado, tendría que lidiar con ella de inmediato.

Habiendo llegado a esa conclusión, el corazón de Kira comenzó a latir más y más rápido. 

Sintió una sensación extraña y brillante extenderse en su pecho. Obviamente estaba emocionada.

Tal vez Hatsha había venido a cazarla. Ahora es probable pensara que su posición se había invertido, pues su inesperada petición en el mercado había generado desconfianza. Entonces, antes de que se diera cuenta, ¿no debería buscar una oportunidad para descubrir qué es lo que ocultaba mientras era vigilada?

Observar un objetivo y buscar una oportunidad para someterlo lentamente, aprovechar la oportunidad que finalmente llega y determinar la supervivencia en un instante.

Mientras estaba inmersa en cómo someter a la sombra desconocida bajo el agua, su espíritu aventurero y de lucha que había estado profundamente dormido en su interior pareció salir a flote.

Siempre temió convertirse en una presa indefensa. Sin embargo, dependiendo de cómo lo enfrentes, puedes cambiar tu posición como cazador.

No estaba en el bosque o en mar abierto. Tampoco estaba sola.

Esta era una casa a la que ya estaba acostumbrada. Habían varias personas viviendo aquí, incluido Orión.

Después de cambiar su punto de vista, el miedo desapareció. Entonces de ahora en adelante…

Habría que pensar en cómo atrapar a esa criada.

En el momento en que estaban a punto de irse después de terminada la cena, Kira se comunicó telepáticamente con cada uno de los que vivían en esa casa. Realmente tuvo que concentrarse para enviar ese mismo mensaje a cada uno de los presentes.

[Me dirijo a ti discretamente usando mi poder, así que no te sorprendas y sólo escucha. Esperaba que no fuera así, pero creo que esta nueva persona que entró en casa tiene un motivo oculto.]

Loxias comunicó su intención a toda Grecia, pero ella tuvo que esforzarse por enviar ese mensaje telepáticamente a cada uno de ellos. Kira estaba un poco frustrada pues todavía tenía un largo camino por recorrer para alcanzarlo.

Aún así, centrémonos en seguir mejorando. En primer lugar, era más importante transmitir el plan que había ideado sin que Hatsha lo supiera.

[Quiero decir… por el momento, por favor, no le hagan saber que puedo hacer esto. Hatsha se sentirá cómoda si me ve como una dama indefensa. Si queremos que muestre sus verdaderos colores, será mejor pretender estar llenos de lagunas.]

Como era de esperar, la abuela fingió que nada había pasado. Lykos pareció estar realmente emocionado por la misión de espionaje que había comenzado repentinamente. Incluso volteó a ver a Hatsha con intensidad. Afortunadamente, Nikos, una persona competente a cargo, logró escabullirse y pellizcarlo para evitar ser detectado.

A menos que la verdadera identidad de esta nueva persona en el hogar fuera revelada, era peligroso dejar que se quedara con ella en el segundo piso. Kira le indicó con cautela que se quedaría en la habitación de criados en el primer piso. Kira se frotó el pecho mientras el tímido rostro asentía en silencio.

«Nunca soñé con estar en este tipo de situación al haber crecido en el santuario…»

Solo había pasado un poco más de un mes o dos desde que había dejado atrás esa vida. Ya la sentía distante.

Si hubiera crecido como una niña común en la isla de Mykonos, no se habría comportado así. Tal vez en este momento estaría casada con algún pescador y criaría pollos. Era inimaginable pensar que gracias a sus cuernos fue instruida en el santuario y ahora se encontraba viviendo esta aventura.

De repente se sintió extraña.

«No. Aun así, prefiero no tener cuernos.»

Kira se miró al espejo con tristeza. No quería que se ensuciaran esos feos cuernos. Antes de acostarse, sacó una toalla y los frotó para limpiarlos. Orión asomó la cabeza por la puerta de la habitación de damas.

—¿No vas a dormir? ¿Ahora dormirás aquí?

Kira rápidamente dejó la toalla.

—¡Dormiré con Orión!

—¿Todavía no quieres dormir sola…? Date prisa y ven si es así. No olvides apagar la lámpara.

Kira lo siguió rápidamente a la habitación y se subió en la cama. Se tapó con las mantas y se tumbó en su lado. Orión se acercó y se acostó junto a ella, yéndose hasta su esquina, como lo hacía todos los días.

Las mantas eran enormes por su tamaño. Preguntó, cubriendo bruscamente su cintura con dos sábanas superpuestas.

—Lo que dijiste antes, ¿qué tienes en mente esta vez?

No era un tono de regaño o desagradable, por lo que Kira se sintió aliviada. Miró a su alrededor y susurró en caso de que las paredes tuvieran oídos.

—Es exactamente lo que dije. Mi plan es hacer todo lo posible para que mantenga la guardia baja.

—Si realmente sospechas de ella, creo que sería mejor mostrar lo que puedes hacer. 

Orión expresó su oposición a la idea.

—Se irá si sabe que lo que sea que tenía en mente está totalmente fuera de sus posibilidades. Tendrá miedo al saber que puedes leer la mente de las personas y hacer volar cosas. Es la forma más fácil de ahuyentarla en vez de desperdiciar recursos.

—Así es, Orión. ¿Eso no significa que Hatsha no es muy buena cazadora?

Preguntó con un guiño. Orión rió mientras le regresaba el guiño y guardaba silencio para que continuara.

—¿Verdad? Si Hatsha fuera una buena cazadora, Orión lo habría sabido con solo mirarla. Pero no lo hiciste.

Sus manos eran diferentes. Ella también se había dado cuenta, no eran manos de quienes acostumbraban a usar una cuerda de arco o un mango de cuchillo. Debe haberse encargado de las tareas del hogar.

—Hatsha mintió y dijo que me serviría. Bueno, puede que sean ideas mías, pero...

Kira soltó con cautela sus conjeturas.

—¿Tal vez alguien más envió a Hatsha a este lugar? Alguien que en realidad es muy buen cazador.

Orión levantó un poco su cuerpo tendido. Se giró completamente hacia ella.

—Eso tiene sentido. Dices que mintió sobre las circunstancias en las que murió su amo. Puede ser que Cyproites no esté realmente muerto y haya enviado a una de sus esclavas en busca de una oportunidad.

Kira se sorprendió. Ella había inferido algo así, pero Orion añadió a su teoría con mucho más detalle.

Se había creado una situación mucho más plausible que antes. Asintió gracias al respaldo.

—Sí. Es por eso que debemos tenderle una trampa, para atraer a la persona detrás de Hatsha.

Kira le susurró a Orión sobre el plan que había ideado desde antes. Orión, que había estado escuchando en silencio, habló con sutíl admiración.

—Así se hace.

Kira sonrió, estaba encantada con el cumplido.

Ella había tenido que observar los estados de ánimo diarios y las sensaciones que transmitían las diversas sacerdotisas en el santuario. Eso era porque así podría recibir menos golpes. Se alegró de que el hábito de razonar las circunstancias en aquel momento le fuera útil en este lugar. Además, era muy conveniente usar su poder cuando quisiera.

Pero un cumplido es un cumplido, y el factor ansiedad es otro asunto. La expresión de Orión se volvió seria como si estuviera pensando mucho las cosas.

—Es bueno dejar que la gente esté desprevenida y muestre sus verdaderos colores. Esa es la base de un contraataque. Pero al final… sería convertirte en granos de cebada en una trampa para gorriones.

Kira, al repentinamente ser comparada con un grano de cebada, miró a Orión.

Agradecía que se preocupara por ella. Técnicamente, estaba haciendo todo lo posible para protegerla, a pesar de verse envuelto en esta situación por su culpa.

Pero Kira no quería esconderse. Para ganar una pelea con una bestia salvaje, debes correr el riesgo de ser arañado. Dijo brillantemente.

—Está bien. Orión está aquí y aunque no es algo por lo cual sentirse aliviados, tengo el collar de Lox.

Tocó el collar envuelto alrededor de su cuello. No se desprendía de su cuerpo ni por un momento. Sin embargo, en caso de crisis, era un amuleto protector que al menos protegería su vida.

Aunque era una situación desesperada, Kira no estaba necesariamente asustada o triste. Quería demostrarle que estaba de muy buen humor. Fue entonces que se hundió ligeramente entre los brazos de Orión temiendo que si repetía sus palabras, este creyera estaba obligándose a hacerlo.

Orión gimió de repente. Se apartó rápidamente de ella al punto de casi caerse de la cama. Apenas se las arregló para aferrarse a la esquina y recuperar el equilibrio. Entonces gritó con urgencia.

—¡Oye, no te me acerques así de repente!

Kira no entendía la razón. Se disculpó mientras jugueteaba con sus cuernos.

—Lo siento. Te hinqué.

—No, no me hincaste. Mientras tus cuernos no carguen hacia adelante, no podrás apuñalar a nadie.

—¿Entonces te golpeé en la frente?

El burro que Orión había tomado prestado de la isla interior tenía mal genio, así que trataba de golpear a la gente cada vez que se le antojaba. Kira se sonrojó al pensar que podría haber hecho algo similar sin querer.

Orión estaba sonrojado. La lámpara aún estaba encendida, por lo que ciertamente no era una ilusión óptica causada por la oscuridad. Rápidamente se frotó el cabello con una mano y tartamudeó.

—No, eh…dijimos que no nos tocaríamos imprudentemente…

Kira exclamó: “Ah”, y se deprimió. Fue una gran falta de respeto hacer algo contra la voluntad de alguien.

—Lamento haber hecho algo que no te gustó…

—N-no, no, no es que no me guste, solo me sorprendió. ¡Sí, me sorprendió verte acercarte de repente!

No entendió sus palabras.

—¿Bien? También te sorprenderías si Lykos se acercara a ti de repente.

—¿Lykos haces eso a menudo? Me refiero a acercarse a alguien de repente, tomarla de la mano y jalarla mientras das vuelta por ahí.

—¿Qué? ¡Pero que...! Oh, no importa. De todos modos, si haces eso de repente, eh…

Orión, que estaba yendo bien, se quedó sin palabras. Entonces, ¿qué debería hacer? Sonaría muy cruel decirle que no se le acercara. Esta mujer podría ponerse triste y llorar otra vez. ¿Significaba entonces que debía decirle que le avisara antes de abalanzarse hacia él?

Incluso si decía algo así… ¿estaría realmente bien?

Un Orión confundido vaciló sin poder hablar. De hecho, todo lo que sabía sobre lo que sucedía entre hombres y mujeres se resumía en puro conocimiento impartido, es decir, sabía que las relaciones sexuales tomaban lugar cuando un matrimonio estaba en pleno apogeo.

Sin embargo, como era de esperar, ese conocimiento se había vuelto polvoriento al desaprovechar varias oportunidades por sí mismo. Estaba en blanco. Explicárselo sería como una persona viva contando lo observado después de recorrer el camino por el tártaro. Aún así, ¿debería suponer que tenía más conocimiento en ese aspecto que esta mujer y enseñarle algo?

Sin experiencia de primera mano, ¿por dónde debería empezar?

Kira sabía que Orión estaba planteándose algo debido a su prolongado silencio. Solo pudo parpadear sorprendida, pues Orión había dejado de hablar y se veía tan lejos. Pero esta quería expresar su opinión en este momento, así que sonrió ampliamente.

—No me importa que Orión me toque.

Ahora Orión hundió su cabeza en la manta.

Habiendo logrado controlar su corazón, luchó por alzar la mirada. Calmando a su agitado corazón, respondió.

—Eso… te refieres a acariciar tu cabello, ¿verdad?

—Sí, me gusta que Orión me toque así.

Kira respondió con sinceridad.

Las caricias de Orión era un toque desconocido que nunca había tenido en el santuario. Era diferente del de Loxias. A Kira le gustaba la sensación de las ásperas yemas de sus manos, sus cortas uñas y los gruesos nudillos de este hombre rozando su piel.

Una de las manos que dominaba a aterradoras bestias salvajes barrió cuidadosamente su larga cabellera. Solía ​​sentir un cosquilleo escalofriante cuando lo dejaba desordenar su cabello, o cuando tocaba sus hombros o espalda…

A Kira le gustaba tanto el toque de Orión. Le hacía sentir tan en paz. Parecía olvidar la situación de que estaba siendo perseguida y probablemente fuera atacada en cualquier momento. Sus dedos se deslizaron por su cabello mientras bajaba desde la parte superior de la cabeza a su oreja.

Entonces su mano tocó su oreja. La mano que anduvo a tientas pellizcó el lóbulo de su oreja. El cuerpo de Kira tembló cuando sus dedos, faltos de delicadeza, presionaron una zona sensible.

Una inexplicable sensación de vergüenza estalló. En el momento en que sus miradas se encontraron, ambos ojos brillando intensamente, Orión rápidamente retiró su mano.

—Lo siento.

Se levantó a toda prisa y apagó la lámpara.

Traduccion: Claire

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