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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 41

Capítulo de novela - 110 párrafos

Mientras se preparaban para tender una trampa, Orión tomó una decisión. Devolvería al burro que se negaba a trabajar y golpeaba a la gente.

La casa estaba en muy malas condiciones incluso para él. No debía haber sido agradable estar en un granero de un hogar mal administrado. El granero detrás de la casa tenía incluso aberturas en los techos. Nikos y Lykos le daban granos cada vez que podían, pero al parecer eso no era suficiente para el burro que estaba acostumbrado a la dieta balanceada del granero en palacio real. Realmente tenía un muy mal temperamento.

Había estado nublado durante los últimos días. Era señal de que vendría lluvias representando el final del invierno. Sería mejor enviar de regreso al pobre animal antes de que se mojara.

—¿Tendré que caminar de ahora en adelante?

Al recordar el duro camino cuesta arriba, Kira se asustó un poco. Para cuando finalmente se acostumbrara a esta colina ya debería haberse completado el plazo de un año. Entonces no habrían más razones para quedarse en esta casa por más tiempo.

Orión empujó al burro testarudo hasta el final.

—Conseguiré otro. No se deja montar, así que compraré uno nuevo. Al menos será más agradable que este.

Orion leyó la dura expresión de Kira y tocó su frente.

—¿Qué te preocupa? Has puesto en orden todas mis propiedades, ¿todavía te inquieta morirnos de hambre?

—Te hacen falta cinco vacas. Un burro nuevo...  

—Gracias a ti recibí el pago triplicado por el ganado. Y para tu información, los burros son más baratos que las vacas. Arreglemos el granero en primavera y coloquemos uno o dos allí. Ahora que lo pienso, tener un burro antes habría facilitado el trabajo de los niños. 

Orión habló con elocuencia. Parecía estar pensando mucho en ello. Rápidamente borró su sonrisa. Gruñó distorsionando deliberadamente sus cejas.

—Hay tantas cosas que arreglar en esta casa. No son pocos los lugares que se han vuelto problemáticos desde que llegaste.

Debe estar preocupado. Kira solo rió. Poco a poco pudo distinguir cuándo este hombre estaba realmente enojado y cuándo no.

También fue grato ver que la administración de la casa mejoraba poco a poco. Después de hacer un escándalo por organizar el almacenamiento y el dinero, parecía que Orión había comenzado a prestar más atención a sus alrededores.

Orión dijo “ya está” al finalmente ensillar al burro. Entonces se volvió hacia la abuela Baki, que había estado esperando con un bulto durante un tiempo.

Preguntó con cierta preocupación mientras le entregaba las riendas.

—¿Puedes ir sola, abuela?

—¿Hay alguien en la Atlántida que no haya montado en burro?

En lugar de montar de lado, la abuela separó hábilmente las piernas.

—Incluso un malhumorado animal es mucho más cómodo que caminar por tu cuenta. Lo devolveré a la isla interior.

—Abuela, si te cuesta regresar, pídele al portero que te traiga. No te excedas.

—Mi lady, tenga cuidado mientras no estoy. Entonces, pasaré sus saludos a Lady Saphira.

Parecía preparada para embarcarse en un largo pero necesario viaje. Incluso a un joven sano le tomaría mucho tiempo pasar por el centro de Acrotiri hasta llegar al palacio real. Sería un viaje particularmente largo para una anciana. Una vez allí, se quedaría en la isla interior durante unos días, pues también visitaría a Saphira para ponerla al día sobre la situación.

Sobre todo, la abuela tenía una misión. Una misión mucho más importante que devolver al burro...

Kira saludó para despedirla hasta que cruzó la cerca. No fue hasta que desapareció qué guiñó un ojo a Orión. Después de decidirse, cruzó la puerta y entró en el patio central.

Justo a tiempo, Hatsha estaba de pie con la espalda contra la pared esperando instrucciones. Ella todavía inclinaba la cabeza con una expresión tímida.

—Se ha ido.

—Hatsha, ¿dormiste bien anoche?

—Sí. Los futones estaban limpios y no apolillados.

—Es un alivio. Gracias a los dioses no salió ningún escorpión.

—¿Qué? Oh, sí.

Orión subió al segundo piso para prepararse para patrullar los alrededores sin decir una sola palabra. Ahora Kira y Hatsha eran las únicas personas que quedan en el patio central. Kira se aferró a su mano mientras la miraba amablemente. 

—La abuela estará fuera por un tiempo, así que demos nuestro mejor esfuerzo mientras tanto.

Hatsha bajó la mirada como si no se atreviera a mirarla.

—Sí. No sabía que la divinidad podía ser una persona tan amable. Por favor, déjame servirte por el resto de mi vida.

Kira reprimió su frío corazón con una sonrisa.

Leer las olas de otras personas no era algo que hiciera con frecuencia, pero el leve color que pudo percibir de ella era oscuro. Al contrario de su tono agradecido, los pensamientos internos de Hatsha le recordaban al mar de invierno.

En otras circunstancias, sus olas no habrían sido leídas. La brecha entre ambas era tan grande que el resto del mensaje fue transmitido a Kira.

Ella a menudo había enfrentado malicia con malicia y buenas intenciones con buenas intenciones. Era la primera vez que se enfrentaba a una dualidad elaboradamente estructurada, por lo que su estómago estaba hecho un lío.

Sin embargo, Kira ocultó su agitación.

Si demostraba que había leído su mente, estaría inmediatamente en desventaja. Hasta que se revelaran sus verdaderos colores, debía pretender ser ignorante tanto como sea posible. Ganaría esta cacería quien escondiera la flecha apuntada hacia la otra persona por más tiempo.

Así comenzó la operación para capturar a la comadreja.

¿Cuándo se revelarían sus verdaderos colores? Kira comenzó a vigilar a Hatsha.

Fue incómodo al principio. No podía creer que estuviera observando a alguien todo el tiempo. Pero tuvo que aceptarlo. Debía evaluar las habilidades de Hatsha inlcuso si esta fuera una criada ordinaria.

Además, en el futuro necesitaría sus propios criterios de evaluación. De esa manera podría diferenciar entre las personas convenientes para ella y las que no. Eso era lo que le había enseñado la abuela, una lección totalmente necesaria para Kira quien acababa de salir del encierro.

Entonces, en cuanto a Hatsha, no había nada que pudiera criticar en cuanto a sus habilidades laborales. A medida que pasaba el tiempo, su conclusión se volvía bastante sólida.

«Trabaja muy bien…»

Kira admiró como barría la casa.

No se trataba de solo sostener la escoba correctamente. Para Hatsha era básico barrer del patio hacia la puerta, e incluso tenía la habilidad de hacerlo cuidadosamente para que no quedaran rayones en las baldosas del piso. No solo eso. Una vez se encargó de barrer el pasillo, limpió meticulosamente las barandillas.

También era buena haciendo lejía para la ropa. Después de sólo un recorrido por el almacén, aprendió rápidamente el principio de marcar el inventario en tablillas de arcilla.

Fascinada, Kira preguntó si podía preparar una comida mientras estaba en eso. Hatsha asintió en silencio y se hizo cargo de la cocina.

En ese momento, Nikos y Lykos también observaban mientras esta encendía el fuego en el horno. Esto provocó que vieran a la sospechosa intrusa como una rival.

Aquí también Hatsha superó por completo a los chicos. Estiró masa de cebada y la colocó en un plato con cebollas y carnes finamente picadas. Cubrió la parte superior con queso y horneó aquello luego de cubrirlo en aceite de oliva como si fuera a freírlo. El sabor había sido espectacular.

Después de darle un mordisco, Kira olvidó que estaba vigilándola y exclamó.

—Oh, es delicioso. ¡Hatsha, esto es fantástico!

Hatsha respondió con calma sin siquiera sonreír.

—Hice lo que solía comer en Creta. Parece que la Atlántida usa harina de trigo para la mayoría de sus alimentos, así que está vez usé cebada.

—La cebada también es deliciosa. Ahora que lo pienso, no creo que haya comido nunca algo tan elaborado…

Kira habló con naturalidad y franqueza, pero luego, consciente de los chicos, agregó rápidamente.

—¡Lo que preparan Nikos y Lykos también es delicioso!

Sin embargo, los niños estaban más interesados por la comida en sus propios platoz desde hace rato. Lykos hinchó las mejillas y exclamó primero.

—Pero mi Lady, ¡Hatsha cocina mejor que nosotros!

—Nosotros solo cortamos los ingredientes que tenemos a la mano, los salteamos y los horneamos o hacemos sopas con ellos.

Nikos ayudó mientras llevaba un último pedazo a su boca. Cuando incluso ellos lo admitieron honestamente, los pensamientos de Kira se volvieron complicados y volvió a mirar al objetivo de vigilancia.

—¿Cómo se volvió Hatsha tan buena cocinando?

—Porque soy hija de una esclava doméstica.

Hatsha dejó escapar una risa seca.

—He estado pelando cebollas desde que sólo era una niña. Sería inaudito no ser buena en esto. Incluso como esclavos domésticos, los niños comienzan limpiando sandalias o cuidando el ganado.

—¿Es así?

Kira, desconsolada por la triste historia, se volvió hacia los chicos. Nikos y Lykos se voltearon a ver al mismo tiempo y se encogieron de hombros como si no necesitaran palabras para saber lo que el otro estaba pensando.

—Yo fui secuestrado por un barco pirata, ¡así que no lo sé!

—A mi me llevaron cuando mis padres fueron tomados como prisioneros de guerra.

—¡Todas sus historias son aterradoras…!

Kira, a quien se le puso la piel de gallina, se cubrió las mejillas. En cambio, Lykos no perdió ese brillo especial en él.

—Como sea. ¡No es una historia de otro mundp! Hay algunos que mendigan después de que sus padres mueren y hay muchos que se enferman después de beber agua sucia. El agua aquí es limpia y Lord Orión es una buena persona. Tenemos suerte, ¿verdad? ¿no lo creen?

—Así es. Somos lo suficientemente afortunados. Es muy difícil encontrar a un amo que no nos amenace ni nos lastime con el látigo. Estoy agradecido de haber venido a esta casa.

Nikos miró a Hatsha con un matiz significativo. Hatsha acomodó los ingredientes sobrantes en su lugar sin decir una palabra, su rostro inexpresivo.

Kira la miró en secreto con nerviosismo.

Recordó la risa seca de antes. Sus sentidos que le permitían leer sus emociones le dijeron que en ese momento Hatsha había sido sincera.

«La hija de una esclava doméstica. Desde tener resistencia al caminar hasta ser muy buena en la cocina...»

Kira mantuvo esa nueva información en mente.

Legalmente, los esclavos también tenían derecho a ser protegidos. Si tenían suerte, podían poseer bienes personales o ser tratados con respeto por sus propietarios. Sin embargo, fundamentalmente seguían perteneciendo a alguien y habían pocos medios para apelar ser injustamente golpeado o maltratado por sus dueños.

Incluso si estaba confinada mientras se hacía cargo de las tareas del hogar o si la golpeaban, no podía decir nada.

Kira de repente sintió curiosidad.

Pero ella aún no había revelado sus verdaderas intenciones. Parecía que iba a actuar como un inofensivo cisne hasta que cayera en la trampa preparada. Era natural el saber que una flecha la golpearía de inmediato si sus verdaderos colores salían a la luz.

Pasaron uno o dos días.

Con esa mano de obra joven y saludable, Kira realizó la limpieza del almacén que había postergado. Todas las sillas y ollas grandes que habían estado guardadas mientras se llenaban de polvo fueron sacadas y limpiadas. Era probable que lloviera, así que tenían que darse prisa.

Estaban haciendo una lista de los artículos de cocina uno por uno en una tablilla de arcilla. Fue entonces que encontraron un objeto que dormía en un rincón del almacén.

—Es un telar viejo.

Era un telar vertical hecho de un marco de madera en forma de 'Π'. Era extraño que un artículo como ese estuviera en esta casa. Kira estaba interesada en saber si era un recuerdo de la madre de Orión.

—Hay algo en él. ¿Cómo se usa?

—Aquí hay un péndulo y un tambor. Teje el hilo así... Si lo repites, se convertirá en una tela.

Hatsha hizo una simple demostración. Kira la admiró una vez más pues parecía saber de todo. Si no tuviera un motivo oculto, sería un gran talento a aprovechar. Kira, que estaba mirando desde un lado mientras Hatsha limpiaba el telar, de repente recordó sus orígenes y preguntó.

—Hatsha, ¿cómo es el Templo de Artemisa en Éfeso? ¿Es tan grande como dicen?

Sabía que era grande, pues había escuchado que era mucho más grandioso que Delos, donde se encontraba la sede. Esto podría deberse a la inmensidad del continente asiático.

Hatsha hizo una pausa ante la pregunta inesperada antes de continuar.

—Solo lo vi cuando era pequeña…es realmente grande. Allí Artemisa es llamada la deidad guardiana de todas las tierras y mujeres.

—Es un poco... Se ve asquerosa. La representan como una mujer con cien pechos por todo el cuerpo.

¿Pechos? Kira le dio un vistazo a los propios. Dos formas exactamente hinchadas sobre el quitón. Trató de aumentar esto a cien en su cabeza.

No era una imagen agradable. Cuando Hartsha vio que Kira palidecía, torció los labios

—Sí. No es una figura hermosa con cuernos sagrados como tú. Cuando era joven, lloré tan pronto como vi su estatua.

Su voz se desvaneció gradualmente.

—¿Podría un monstruo tan aterrador realmente proteger a las personas?

Kira la miró sobresaltada por el espeluznante regusto persistente. Hatsha volvió a guardar silencio y continuo limpiando el telar. Nubes oscuras se acumularon en el patio como si estuviera a punto de llover.

Entonces llamaron a la puerta.

Traducción: Claire

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