Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 42

El rápido Lykos llegó hasta la puerta primero. Una respuesta vino desde afuera al grito de quién era.

—Vengo del palacio real. ¿Está Lord Orionis en casa?

Los hombros de Hatsha temblaron visiblemente cuando escuchó esas palabras.

Kira no se perdió esa mirada. Incluso si no leía sus olas, pudo saber lo que temía su corazón. Esto debido a que era claro estaba conmocionada por la inesperada situación.

De hecho, Kira había estado esperando la visita de esta persona desde antes. La abuela Baki, que finalmente había llegado a la isla interior, había pasado correctamente el mensaje. Les guiñó un ojo a los chicos y estos abrieron la puerta.

El chico de los recados entró en el patio central. Iba vestido con una lona por si llovía. Encontró a Kira, hizo una reverencia y volvió a preguntar.

—Le ofrezco mis saludos, deidad. ¿El guerrero supremo está fuera de la ciudad?

—Espera un momento. Salió temprano en la mañana. Todavía se encuentra patrullando el bosque.

—Oh, tengo un mensaje enviado desde el palacio real. Lo lamento pero tengo prisa, divinidad. Les agradecería que pudieran llamarlo.

Sin que Kira tuviera que ordenarlo, Nikos y Lykos salieron corriendo. Trajeron de la cocina una olla llena de cenizas provocadas por la leña. Entonces vertieron agua sobre esta, por lo que se esparció un humo blanco. La casa estaba en la cima de una colina, por lo que si estabas en un bosque cercano, podrías notarlo de inmediato mirando hacia el cielo.

Mientras tanto, Hatsha se acuclilló sosteniendo el telar y permaneció inmóvil.

Kira la miró, fingiendo estar sorprendida por su reacción. Mientras veía su rostro endurecerse por la tensión, su convicción se hizo más fuerte.

Hatsha estaba entrando en pánico. Cuando escuchó que era el chico de los recados del palacio, su cuerpo se puso rígido como una comadreja escondiéndose en un armario al ver la luz. ¿Qué estaba pensando? ¿Se estaba consolando diciendo que no pasaría nada si se escondía?

En cualquier caso, quedó claro que Hatsha no tenía la habilidad suficiente para mantener la calma en este tipo de situación. Kira no se relajó y le hizo la pregunta planeada al chico de los recados.

—Bien, ¿para qué buscas a Orión?

Entonces el chico de los recados señaló en dirección a la isla interior.

—El fuego en la montaña de Tira no está en su estado habitual. Esta es una solicitud para que el gran guerrero lo revise.

—La montaña de Tira está en la isla interior, ¿verdad? Allí también deben haber cazadores. Orión dijo que es una regla entre cazadores encargarse de su propia área asignada. Si no es por una bestia…

Kira dijo en voz alta como para que Hatsha escuchara. El chico de los recados se tapó la cabeza con la lona.

—Tiene razón, pero esta es la situación en la Atlántida. No importa cuántos cazadores haya, Lord Orionis es el mejor para leer el terreno y mantener a raya los incendios que se dan en la montaña de Tira. Además, es una montaña sagrada, por lo que no todos pueden ir allí. 

Kira fingió estar convencida por su explicación. De hecho, sin importar lo que dijera el mensajero, ella solo estaba repitiendo lo que Saphira le había solicitado con discreción, así que todo lo que tenía que hacer era escuchar.

Poco después, Orión regresó. Fingió estar en problemas cuando se enteró del mensaje del chico de los recados.

—No pensé que las cosas se volverían problemáticas tan pronto. La montaña de Tira no parece estar tan mal desde aquí. ¿Me están pidiendo que vaya a la isla interior en vez de proteger a la bestia divina?

—¿No hay decenas de miles de personas en la isla interior? Hay criados aquí, así que la divinidad estará protegida mientras usted se encarga de esto.

Si se tratara de una situación real, Orión realmente se habría enfadado. Fue un guión desde el principio, por lo que la discusión no duró mucho. Orión chasqueó la lengua y dejó unas palabras de advertencia a los criados. Salió por la puerta diciendo que echaría un vistazo rápidamente y regresaría por la noche.

Después de que Orión desapareciera con el mensajero, las lúgubres nubes negras finalmente dejaron caer la lluvia.

Era una típica lluvia de invierno en el mediterráneo. Nikos y Lykos se ocuparon de devolver las cosas al almacén.

Hatsha condujo a Kira bajo resguardo con el rostro rígido. Esta última dijo para que escuchara atentamente mientras sacudía el agua de sus cuernos.

—Después de todo, Orión está de camino a la isla interior a pesar de que está lloviendo. Es probable que regrese más tarde diciendo que finalmente no se necesitó de su ayuda gracias a la lluvia.

Hatsha puso los ojos en blanco y habló con moderación.

—¿No es la montaña de Tira de la Atlántida un volcán? Dicen que el fuego del volcán es el fuego de los dioses, por eso no se apaga ni cuando llueve.

—Sí. Es por eso que siempre se tiene que echar un vistazo. El gran agujero de esa montaña conduce al mar y se dice que si enfadas a Poseidón, se emitirán las llamas del castigo divino. Entonces toda la isla podría arder en llamas.

Kira habló sobre la leyenda que había escuchado al llegar aquí. Quizás por eso el palacio real al pie de la montaña está rodeado por el Templo de Poseidón. Escuchó que oraban por el bienestar mientras realizaban un servicio conmemorativo todos los años. Orión, que siempre fue cínico, parecía no creer en ello pues lo consideraba algo inútil.

Kira miró a Hatsha por el rabillo del ojo.

—Es una montaña importante, así que puede que no regrese hoy.

Sentía que se le retorcía la lengua mientras hablaba. Estaba acostumbrada a cortejar a las sacerdotisas fuertes de carácter, pero todavía le faltaba perfeccionar el arte de fingir ser ignorante.

Hatsha tenía la cabeza medio inclinada. Sus ojos muy abiertos miraban hacia el suelo. ¿Qué piensas?

Estaba segura de que tenía muchos pensamientos a la vez.

Las olas de sal de Hatsha fluctuaban cada vez más inestablemente. Incluso sin concentrarse deliberadamente en su poder, bastaba con ser sensible a ella. Kira tragó saliva seca.

Debía estar confundida.

¿Sería verdad que Orión había ido a poner en orden las llamas volcánicas? Quizás ya se había dado cuenta de su verdadera identidad y había ido a por más cazadores.

Si la situación fuera real, ahora sin Orión sería una oportunidad de oro para Hatsha. El obstáculo más aterrador había desaparecido por su cuenta, por lo que era hora de actuar rápidamente.

Por el contrario, si no era más que un engaño, esto no es algo por lo que apresurarse. Debería pasar lo más desapercibida que pueda y pretender ser una buena criada. Pero, ¿qué pasaría si por estar dudando perdía la oportunidad que se presentó en el mejor de los casos?

Kira miró a Hatsha. La comadreja estaba bastante estresada por la repentina apertura del gallinero. Sospechaba tanto de la trampa que no podía hacer esto o aquello.

De repente Kira pensó que era un desperdicio. Si hubiera sido una criada ordinaria, habría sido muy feliz aquí. No era sólo una buena trabajadora. Hatsha era experta en el arte de cuidar de sí misma. Estas eran las cosas que Kira quería aprender para vivir como todos los demás.

Kira le habló en voz baja.

—Bueno, Hatsha. No sé si realmente Poseidón pueda castigarnos con el volcán. Digo, yo no puedo dar ningún castigo divino.

Quería hacerle saber que si se estaba moviendo según su fe, estaba equivocada. Lokira no era más que una mujer con cuernos. Ella no tenía derecho a menospreciar a las personas mientras pretendía ser una diosa.

—Si tu amo sufre un mal daño... No creo que sea un castigo divino, sino mala suerte que te has traído a ti mismo.

Esas palabras fueron una advertencia indirecta para la persona que se supone estaba detrás de todo esto.

Sin embargo, Hatsha de repente abrió los ojos. En el momento en que tragó saliva cuando estaba a punto de decir algo, los chicos que habían movido la olla a la cocina salieron corriendo mientras gritaban. Kira les preguntó rápidamente.

—¿Qué está sucediendo?

—Fuego. ¡El humo actuó de manera extraña!

—¡Puede expandirse por las paredes de la casa, así que salgan hasta la cerca!

Los gritos de los chicos eran algo incómodos. Sin embargo, era cierto que salía humo de la cocina. Ante una emergencia, la comadreja se vio privada del tiempo para considerar avanzar o retroceder.

Hatsha tomó una decisión. Agarró la mano de Kira y echó a correr. Kira preguntó mientras corría torpemente detrás de ella.

—¡¿Adónde vas?!

Hatsha empujó la puerta de la cerca y corrió hacia el bosque detrás de la casa.

—Hay que evitar el humo. ¡Tienes que mantenerte alejada!

A primera vista parecía lo mejor, pero Kira supo que tenía un motivo oculto diferente. Hatsha simplemente no podía darse el lujo de tomar una decisión. Cuando se le ocurrió una excusa para sacar de la casa a Kira, lo hizo sin dudarlo.

Kira se mordió los labios. La comadreja logró pisar la trampa. Pero, ¿esta se cerraría a tiempo y haría que la caza de la comadreja fuera un éxito?

Todo dependía de lo que sucedería a continuación.

Hatsha corrió a toda prisa, mirando solo hacia adelante. En ese momento, la lluvia de invierno se había intensificado y todo su cuerpo estaba empapado.

El agua que goteaba de su cabello le impedía incluso abrir los ojos. Trató de limpiar su vista con su mano libre, pero no fue suficiente. Incluso la lodosa colina estaba resbaladiza, así que no sabía cuándo tropezaría.

Era peligroso ir más lejos. Kira, apuntando a una brecha, tomó una decisión y tiró de su mano fuertemente agarrada.

—¡¿Qué tan lejos piensas ir?!

Gritó una vez más en voz alta. Cómo señuelo, necesitaba llamar la atención para que alguien viniera a por ella.

—¿Es necesario recorrer todo el camino hasta aquí? Hatsha, estamos muy lejos de casa. Las llamas ya deben haberse extinguido.

A diferencia de Hatsha, que vestía una túnica corta, Kira vestía una larga. El dobladillo de la ropa envuelta alrededor de las piernas había estado interfiriendo en la huida desde antes. Kira exprimió el agua de su ropa después de apartar su mano con fuerza. Fue en ese momento que Hatsha la fulminó con la mirada mientras esperaba.

Se escuchó algo entre los arbustos aparte del sonido de la lluvia. Al sentir una sombra desconocida, Kira miró a su alrededor con un grito ahogado. Hatsha parecía imperturbable, como si ya supiera que vendrían, excepto por un ligero ceño fruncido.

Un grupo emergió lentamente a través de la lluvia.

Estaban vestidos de una manera extraña. ¿Era por la lluvia? Llevaban una lona que les cubría totalmente el rostro a excepción de los ojos. Debido a que estaban cubiertos por todas partes, la única prueba de que eran humanos eran los dedos de los pies que sobresalían.

Se formaron gotas de agua en la tela engrasada y la hicieron parecer brillante. El patrón estaba moteado, quizás para camuflarse discretamente en el bosque.

Eran más de diez personas. ¿Cuánto tiempo habrían estado escondidos aquí? Kira miró a su alrededor tratando de controlar su miedo.

En cualquier caso, la operación había sido un éxito hasta el momento. La persona que había enviado a Hatsha había salido de entre las sombras. Ahora si solo lograran atraparlos, la Atlántida ganaría…

Una persona dio un paso adelante. Era una voz masculina.

—Es un día lluvioso. ¿Realmente encontraste una oportunidad hoy?

Hatsha respondió.

—Quería sacarla de allí cuanto antes, pero nuestro oponente es un gigante. ¿Crees que evitar sus ojos iba a ser tan fácil?

—Así es. Nosotros también hemos estado arrastrándonos en el fondo del valle evitando sus ojos durante los últimos días. Fue doloroso andar sobre nuestras rodillas para no dejar huellas y comer cualquier cosa que encontráramos.

Había un poco de disgusto en su voz.

Kira notó una leve ictericia en las cuencas del que parecía ser el jefe del grupo. Volvió su mirada hacia ella.

—Bien hecho de todos modos. ¿Esta es la divinidad de los rumores? Realmente es una mujer con cuernos.

—No son solo decoración, son reales. Debes saber que literalmente parten de su cabeza.

—Excelente.Para infiltrarte por tu cuenta y sacar a la bestia divina, la reputación de Cyproites no fue en vano.

Kira notó algo extraño en sus palabras.

Ella había pensado a su manera que podría haber alguien más que había enviado a Hatsha hacia ellos. No fue de extrañar, por tanto, que apareciera un grupo de personas cubiertas por lonas.

Kira había asumido que el líder sería el cazador cretense Cyproites. Dado que Hatsha afirmó haber sido su criada, naturalmente no habría nadie más que él detrás de todo esto... 

Sin embargo.

El líder nombró de esa manera a Hatsha.

Kira miró su cabello corto, atónita.

—¿Hatsha, Cyproites de Creta, son la misma persona…?

Traducción: Claire

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