Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 43

Hatsha se acercó a ella con el rostro sombríamente distorsionado. Respondió rápidamente mientras sujetaba una vez más el brazo de Kira.

—Sí. Tomé su nombre hace años. Maté a ese bastardo y me hice de su identidad.

—¿Lo mataste?

Kira preguntó de vuelta, sorprendida por tan franca revelación. Hatsha ejerció fuerza en la mandíbula como si no le agradara su sorpresa. Entonces agarró a Kira de la nuca y la lanzó al barro. Esta cayó al perder el equilibrio.

Dejó escapar un grito superficial. No dolió  pero el barro ensució toda su ropa. Esto había sucedido muchas veces en el Santuario, así que en lugar de asustarse, Kira levantó la cabeza y exclamó.

—¡Escuché que eras su criada!

—¡Fui la esclava que ese hombre compró!

A pesar de que Kira no podía entender por completo las palabras de Hatsha, su resentimiento le fue transmitido. 

Hatsha se rió del rostro inexpresivo de Kira.

—¿Qué estás fingiendo no saber? Es obvio lo que hace un hombre solitario al tomar una esclava. Tú también duermes en la cama de ese gigante cazador. ¿O es que la noble y hermosa divinidad es tratada de manera diferente en ese lugar?

—Hatsha. Yo...

Kira, que estaba a punto de decir algo, chilló de dolor. Hatsha se aferró bruscamente a su cuerno.

—Sí, lo sé. Artemisa no protegería a una esclava como yo. Depende de mí mi supervivencia.

Las palabras endurecidas continuaron después de un momento.

—Da lo mismo ahora.

Hatsha recibió una cuerda del grupo de personas con lonas. En el momento en que la cuerda estaba a punto de aferrarse a uno de sus cuernos, Kira gritó a Hatsha sin darse cuenta.

—¡¿Qué podría hacer para ayudar a Hatsha?!

—Eres ruidosa. ¿Qué podrías saber tú? ¡Mantente quieta y acepta tu destino!

Finalmente se amarró a su cuerno. El dolor era tanto que parecía estuviera siendo arrancado, pero no había forma de que algo así fuera tan fácil. Su cabeza se inclinó y perdió el equilibrio de su cuerpo. Kira utilizó sus brazos para mantenerse en pie pues estaba a punto de colapsar una vez más. Su cuerpo era terriblemente débil, pero no podía dejar que otros hicieran lo que les plazca con ella.

Solo debía esperar un poco. Estaba preparada para que algo así sucediera. Kira aguantó presionando sus muelas. Hatsha frunció el ceño al notar su inusual resistencia.

Kira no podría soportar por más tiempo si tiraban con más fuerza. Sin embargo, Hatsha miró a Kira con el ceño fruncido y decidió renunciar a ello.

La fuerza del tirón se aflojó repentinamente. Kira pudo sostener su cuerpo siendo casi impulsada hacia enfrente por la inercia.

Hatsha se dirigió al grupo.

—Llévenla ustedes.

El grupo no se acercó. Aunque solo se veían las cuencas de sus ojos, Kira podía decir que estaban conscientes de sus acciones.

Hatsha los instó una vez más.  

—De todos modos está lloviendo, así que no podemos partir en el barco de inmediato. Sé que tenemos que permanecer encubiertos hasta que se detenga el mal tiempo. ¿No deberían atarla y esconderla en alguna parte?

—....Lo haremos. Hemos finalizado la cacería. Es algo realmente impresionante para una esclava que pretende ser Cyproites.

Hatsha no parecía muy contenta con el cumplido del jefe. Más bien, dijo mirando sus rostros con incomodidad.

—¿Qué van a hacer con ella ahora?

—La enviaremos al palacio, por supuesto. Al palacio de Knossos, donde está el rey.

El grupo cubierto por lonas llegó tambaleándose hacia dónde ellas. Las gotas de lluvia sobre la tela revolotearon.

—El rey parece realmente curioso al respecto. El minotauro…han pasado décadas desde que el príncipe Asterios murió bajo la espada de Teseo. Sentirá pena por la verdadera diosa de Delos. Dijo que quería verla en persona.

—Dile esto al rey de Creta. Me prometió que perdonaría el crimen de matar a mi amo si asumía la responsabilidad al respecto. Lo he hecho. Si no lo hace, hablaré no solo de él sino de todos los demás que están involucrados en esto. 

¿A qué se refería con además del rey de Creta?

A Kira le preocupaban esas palabras. Vió a Hatsha presionar su pecho como si estuviera ocultando su inquietud.

El jefe rió. Quizás fue una señal, pues armas salieron repentinamente de aquellos con lonas.

—Por supuesto. Me encargaré de eso aquí mismo.

La multitud se abalanzó sobre una Hatsha que había palidecido. Fue cuando Kira, que previó el desastre, levantó sus brazos reflexivamente para cubrirse el rostro. La persona que estaba más cerca de ella se derrumbó con un grito ahogado.

El hombre cubierto con una lona rodó por el barro. Una flecha que voló a través de la lluvia golpeó a otra persona. La multitud quedó desconcertada. Mientras seguía la trayectoria de la flecha, alguien levantó la vista y gritó en el acto.

Enseguida se hizo el silencio. Al igual como había surgido de la oscuridad en el templo, un gran cuerpo aterrizó silenciosamente desde un árbol. La pesada espada que había lanzado sigilosamente estaba profundamente incrustada en la espalda de su oponente.

Sacó el arma sin mucho esfuerzo. Fue un movimiento tan limpio que no hubo ni una mancha de sangre desagradable al final de la hoja con forma de hacha.

Una gran mano barrió su cabello mojado.

—...No hagamos esto la próxima vez. No lo haremos.

Orión miró a Kira e hizo una severa expresión.

El grupo de personas cubiertas por lonas gritó desconcertada ante su aparición.

—¡Bastardo, eres Orionis de Tira!

—Ah, me reconocen de inmediato. ¿La tocaron a sabiendas?

Alguien agarró una espada y cargó contra Orión. Orión pateó rápidamente la lona que llevaba una persona caída, bloqueando así a su oponente. Tan pronto como la espada bloqueada por la lona perdió su objetivo, un puño alcanzó la barbilla del maleante. Todo el cuerpo de este se aflojó y salió volando con un ruido sordo. Otra persona que apuntó al costado desde otra dirección recibió una patada después de que le quitarán su única arma.

El caído se levantó con la intención de resistir, pero fue en vano. Fue alcanzado por la espada de un compañero y se desplomó de nuevo. Orión chasqueó la lengua como si fuera patético.

—Vaya. Vale la pena comprobar sus habilidades de primera mano. Son tan lamentables que solo pueden aprovecharse de las mujeres.

Se interpuso entre Kira y los demás. Kira, quien se había cubierto por temor a la violencia frente a ella, también notó su presencia y levantó la vista con delicadeza.

Su cuerpo, como un muro enorme y fuerte, se alzaba frente a ella, tan seguro como si pudiera detener la lluvia del cielo.

Orión invirtió su arco. Como si la espada le fuera suficiente, enderezó la empuñadura y lanzó una provocación.

—Así que Creta. ¿Tu eres quien está detrás de esto?

El hombre que parecía ser el jefe de ese grupo se estremeció. Kira quería confirmarlo, pero el ambiente era tenso, por lo que no intervino imprudentemente. En cambio, pensó en Hatsha y la encontró rápidamente.

Hatsha yacía en la ladera. Parecía haberse resbalado por error al tratar de evitar el desastre. Trató de ponerse de pie, pero volvió a caer. Debe haberse torcido un tobillo.

El líder del grupo la miró a ella y a Orión alternativamente. Había un indicio de desconcierto en sus pasos vacilantes. Le gritó a Hatsha culpándola de todo esto.

—Tú… ¡perra, caíamos en tu engaño!

Hatsha, que apenas se sostenía, preguntó desconcertada.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

—¡Todo esto debe haber sido extraño! ¿Por qué este gigante vino hasta aquí tan pronto como sacaste a la bestia divina de ese lugar en un día en que ni siquiera podemos usar el barco? ¡¿Tenías la intención de traicionarnos desde el principio?!

Esa declaración hizo que incluso Kira se estremeciera. La operación trampa de comadrejas estaba yendo en una dirección totalmente inesperada. ¿Ahora estaban sospechando el uno del otro?

Incluso el hecho de que lloviera este día había sido solo una coincidencia. Aunque, en realidad estaban en temporada de lluvias, por lo que no era inusual que lloviera. Ellos también lo sabían, pues habían preparado una lona de antemano y se la habían puesto.

 El líder ahora vertía con convicción. 

—Fue un error creer en la esclava que mató a su dueño. ¡Es descortés pensar que la suplantación de identidad iba a ser lo suficientemente buena! ¡Ahora que es así…!

El líder silbó una señal a los pocos subordinados restantes y arrojó una sola daga. Orión reflexivamente tomó una postura defensiva. Sin embargo, la predicción de que iba a ser dirigida a él había sido errónea.

El objetivo era Hatsha. La larga hoja de la daga de cobre con una pequeña empuñadura voló directamente hacia ella. Hatsha estaba tan rígida al punto de no poder moverse . Incluso si hubiera decidido escapar, habría sido imposible con la lesión de su tobillo.

Tal como iban las cosas, la hoja de la daga atravesaría la cabeza de Hatsha. Tan pronto como Kira se dio cuenta de eso, se puso de pie de un salto. Extendió una mano antes de que pudiera pensar en ello.

Su concentración se enfocó en la punta de la daga. La orden que había formado en su mente salió inconscientemente.

—¡Detente!

¡Su telequinesis hizo efecto!

Hatsha cerró los ojos por reflejo y no vio la escena frente a ella. Sin embargo, a pesar de haber aceptado su destino, no sintió ningún dolor. En el momento en que abrió los ojos, notó una escena inimaginable.

La daga estaba suspendida en el aire.

A sólo un palmo de su frente.

Las entrañas de su estómago se revolvieron  y temblaron como si se estuvieran desparramando. Hatsha se dio la vuelta al recordar la voz de antes.

La bestia divina con cuernos de ciervo en forma de mujer respiraba con dificultad. Al contrario de Hatsha, esta mostraba una sonrisa de orgullo por haberlo conseguido.

Kira, sin darse cuenta, bajó el brazo. La punta de la daga tembló y cayó. Fue una caída vertical antinatural desde el punto de vista de cualquiera.

La sorpresa fue la misma en el grupo de personas envueltas en lonas. Tenían la intención de correr hacia algún lugar en lo bosque profundo tan pronto como se deshicieran del traidor. Sin embargo, la vista de la daga voladora deteniéndose en el aire los obligó a detenerse con la boca abierta de par en par.

¿Realmente…realmente era una divinidad?

Orión corrió hacia ellos en un instante. Condujo al grupo cuesta abajo. Ni siquiera les dio tiempo de gritar o chillar.

La lluvia disminuyó una vez terminó la corta pelea. Un grupo de personas con lonas yacían esparcidos en el suelo.

Algunos de ellos fueron apuñalados y se desangraban. La sangre roja se esparcía y se diluía en el barro por la lluvia.

La escena que había visto por primera vez en la oscuridad del santuario parecía haberse repetido. Era un rastro de violencia absoluta. Kira se estremeció bajo la ilusión de que la temperatura de su cuerpo estaba bajando.

No era una escena agradable de presenciar. El dolor de cuando la golpearon de repente se superpuso y su corazón se aceleró.

Una realización pasó por su fría cabeza.

«Si quiero sobrevivir a la caza, tendré que pasar por esto muchas veces…»

No sabía cuántas veces tendría que presenciar este tipo de escena en el futuro. Tendría que derribar a su oponente para sobrevivir.

Sintió una pesadez en el corazón. De repente se dio cuenta de la realidad a la que ahora se enfrentaba. Pero para ella, en este momento sería lo mejor poner fuerza en el estómago y soportar las náuseas.

Mientras tanto, Orión subió la pendiente.

Con una mano arrastraba por la espalda el laxo cuerpo del líder. Cuando quitó la pesada lona, ​​apareció un hombre corpulento. Orión arrebató la cuerda que colgaba del cinturón del hombre.

También era bueno para atar a la gente. Las personas con lonas que habían quedado esparcidas como peces fuera del agua rápidamente quedaron amarradas a un árbol. Kira rápidamente desató la cuerda que envolvía sus cuernos y se la tendió a Orión.

—Um, esta también.

Orión miró a Kira en silencio. Sus cejas se estrecharon de nuevo y Kira se estremeció. ¿Había intervenido sin darse cuenta?

Orión tomó la cuerda ofrecida y se quitó la capa. Después de sacudirla una vez para deshacerse del agua, la colocó sobre la cabeza de Kira. Una voz contundente llegó hasta ella, quien estaba tratando de apartar la tela de su vista. 

—Usala. Te ves terrible.

—¿Q-Qué hay de Orión?

Seguía lloviendo de todos modos y su ropa estaba cubierta de suciedad. Kira logró sostener su capa con ambas manos.  Las gotas de lluvia caían sobre la gruesa tela.

Orión tomó la cuerda que Kira le ofreció y se acercó a Hatsha. Hatsha vaciló mientras se deslizaba por la tierra con expresión cautelosa.

Pero Orión colocó la cuerda en su cuello sin vacilación. Con solo un ligero tirón de su parte, el cuerpo de Hatsha se derrumbó en el suelo.

—Lo que suceda a continuación dependerá de ti. ¿Ellos te lo ordenaron?

Traducción: Claire

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