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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 51

Capítulo de novela - 96 párrafos

El Senado tenía un edificio separado en el lado este del área del Palacio Real. Era diferente a la sección donde vivía el rey y llevaba a cabo audiencias. En lugar de un edificio cuadrado y aburrido, un edificio redondo de una sola planta estaba rematado con un techo de tejas en forma de cono.

En el vestíbulo, una estatua de una Diosa ocupaba el centro del lugar. Después de leer la tablilla a sus pies, Kira supo que era Themis. La hija de Gaia, la Diosa de la tierra. Sostenía una espada y una balanza que simbolizaba la ley y la disciplina en ambas manos.

Dado que lo primero que se apreciaba una vez se entraba al edificio era una Diosa, Kira se sorprendió con lo que vio en la sala de conferencias.

Todas las personas sentadas en los asientos escalonados eran hombres.

Kira vaciló involuntariamente y se acercó a Orión.

Había estado acostumbrada a vivir rodeada de mujeres durante toda su vida, por lo que la vista de una reunión compuesta únicamente por hombres le era extraña. La sorprendía aún más debido a la vaga distinción entre hombres y mujeres en la Atlántida. Incluso el Cuerpo de Marines tenía varias mujeres entre sus integrantes.

Sin embargo, ahora que lo pensaba, no creía haber visto a otra mujer más que a Saphira en el muelle. Justo a tiempo, ésta última entró junto a George por la puerta principal.

Para Kira, ella era una regente que alimentaba sus propios sentimientos de inferioridad de vez en cuando, pero ahora era agradable tener a Saphira en el mismo espacio. Fue porque las miradas de los ancianos que seguían cada paso que daba parecían juzgarla diciendo que este no era un lugar para que ella entrara.

El asiento para observadores estaba en la parte más alta y al fondo. Orión, sin dudar, se sentó en el lugar central.

Kira rápidamente se sentó a su lado. Cuando se quitó el sombrero y aparecieron sus cuernos, sintió que atraía cada vez más la atención. No había venido a más que observar, pero inclinó la cabeza, avergonzada por la sensación de ser azotada por sus miradas.

En ese momento, Orión, que había estado mirando al frente con los brazos cruzados, de repente golpeó la partición del frente con un fuerte golpe. Fue una patada tan ruidosa que el sirviente que estaba perdido en sus pensamientos saltó de sorpresa.

Fue entonces cuando los ancianos, algo sorprendidos, finalmente giraron sus cabezas. Saphira, que estaba de pie junto al trono y verificando el orden de los procedimientos, dijo con una sonrisa.

—Gran guerrero, si la partición está demasiado cerca, por favor, pida que la muevan hacia adelante. Gracias a ti, no será necesario anunciar el comienzo.

Dijo aquello, pero un sirviente ya se estaba acercando a ese lugar. Saphira preguntó a George.

—Su Majestad, ¿comenzamos?

George extendió una mano. Saphira golpeó el gong con un palo de madera. La reunión del Senado había comenzado.

Kira susurró para que sólo Orión pudiera oirlam

—Gracias. No sabía que me verían de esa manera.

Orión volvió la mirada después de un instante.

—Esa era la intención de los ancianos desde el momento en que te permitieron observar. No pudieron apreciar correctamente a la bestia divina el otro día, por lo que era de esperar te llamaran frente a ellos con la intención de observarte tanto como quisieran.

Kira estaba aún más perdida. ¿Podría ser que Orión se había metido otra vez en problemas por su culpa?

—¿Hubiera sido mejor no haber venido aquí?

—No, no pienses en ello. Ya que estás aquí, fíjate bien en el tipo de personas que son. Van a seguir mirando en esta dirección, cada vez que lo hagan no apartaré la mirada y verás que voltean acojonados.

Allí abajo, la agenda fiscal se estaba desarrollando con formalidad, pero las palabras de Orión fueron tan francas como si estuvieran hablando de darle una paliza a un coyote en un rancho. Kira cubrió la sonrisa formándose en su rostro dado el divertido comentario fuera de lugar. Orión, quien vio la sonrisa en sus ojos, también suavizó el tono de voz.

—Dijiste que querías evitar que la mujer de cabello corto fuera castigada.

Kira asintió con entusiasmo al recordar a Hatsha. Sus intenciones eran claras después de haberlo contemplado durante varios días.

—Quiero que venga con nosotros. Hatsha es buena en lo que hace, además sabe cazar. Se que nos será útil.

—Ya has decidido que ella sea tu criada, por lo que no diré más. De todos modos, no es mala idea el que pague por sus pecados sirviéndote con su vida.

Orión solo dijo eso, pero probablemente miró más allá. Kira sabía que éste se habría opuesto si lo hubiera considerado realmente peligroso.

Orión había estado esperando encontrar una criada ágil e inteligente. Alguien que pudiera acudir corriendo a Kira en caso de una emergencia, así como alguien que tuviera las agallas necesarias para enfrentarse al enemigo por su propia cuenta. Desafortunadamente, Hatsha, quien atacó a Kira, era el mejor talento que podrían encontrar.

Kira también había leído el corazón de Orión hasta el punto de hacer esa observación.  Estaba feliz de que sus pensamientos coincidieran perfectamente incluso sin el uso de sus poderes.

Kira, cuyo corazón se iluminó, guardó silencio y observó la reunión que se desarrollaba abajo.

Gracias al vívido escenario frente a sus ojos, pudo entender poco a poco cómo se gobernaba la isla.

En la cima de la Atlántida estaba la familia real.  Debajo de ella, un total de 18 familias aristocráticas. Entre ellos, una persona competente era designada como regente y un representante de las otras 17 familias era designado como miembro del Senado.

La razón por la que el número de los miembros del Senado era impar era para evitar que se empataran los pros y los contras. Después de debatir, la regente organizaba y entregaba las opiniones, y el rey emitía un juicio en consecuencia. La agenda principal de esta isla se decidía en gran medida de esta manera.

«Parece ser que se decidió sin llevarse a cabo una reunión el que yo me quedaría en casa de Orión.»

Esa era la razón por la que el Senado parecía aún más descontento con el alojamiento actual de la bestia divina. Por otra parte, Orión pareció disgustado diciendo que éstos sólo estaban tratando de controlar todo de acuerdo a sus propios intereses.

Ciertamente, éste encuentro le pareció extraño a Kira. Solo los hombres charlaban sin parar.  La estatua de la diosa en el vestíbulo estaba totalmente ensombrecida. Además, sólo había uno o dos jóvenes. La mayoría de los miembros del Senado eran ancianos, y había bastantes personas que claramente eran mayores.

Saphira fue la única mujer que habló. Kira no pudo entender en detalle sus escasas intervenciones, pero siempre usó un tono tranquilo y coherente. Incluso cuando la discusión se volvió acalorada, ésta dirigió la reunión sin entrar en pánico.

Kira trató de imaginar cómo sería si ella estuviera en su lugar.

Tan pronto como lo hizo, lo primero que vino a su mente fue su constante tartamudez. Si una sola persona parpadeara, ésta se olvidaría incluso de saludar y se echaría a llorar. Pudo entender entonces porque George se lamentaba tanto.

Saphira, por otro lado, seguía controlando la situación sin problemas. Kira estaba sorprendida de que no se desmayara en el lugar.

«Lady Saphira es increíble.»

Ella no creía que pudiera hacerlo.

Kira agarró el dobladillo de su falda con fuerza sin darse cuenta.

Tan pronto como notó la brecha entre ella y esa otra persona, se sintió bastante avergonzada. ¿Pero qué significaba esto? ¿No existía una gran diferencia entre un dragón y una concha marina? ¿Qué tan divertido sería si la concha marina se lamentara de no ser tan buena como el dragón y que sintiera lástima por estar cerca del león? 

Su conclusión se volvió aún más clara. Como era de esperar, todo lo que Orión había hecho por ésta había sido por simpatía y buena fe. Seguramente había visto a muchas personas en su misma condición, por lo que ayudar a una mujer con cuernos no debió haber sido gran cosa para él. 

No importaba lo bien que la tratara, incluso si lo que recogiera en el camino fuera una concha dorada, no debería considerarse especial. Era mejor no causar problemas, pues ya había provocado suficientes.

Kira asintió para sí misma. Esa era una buena forma de pensar, por lo que la ansiedad en el fondo de su corazón pareció desvanecerse un poco.

Como en respuesta, las palabras de Saphira acallaron sus pensamientos.

—...Bien. Entonces reclutaremos a más personas para terminar la construcción de la carretera antes del verano. La discusión termina aquí. Empezaremos con el próximo juicio.

Kira se concentró en el frente. Después de un breve descanso hasta que se llevaron al culpable, fue que se trajo a la tripulación cretense.

Kira los vio alineados en la puerta principal. Se les colocó un tocado en la cabeza para bloquear su mirada. Tanto las muñecas como los tobillos estaban encadenados de modo que las cadenas tintineaban con cada paso. Un sonido espeluznante resonó a través de las paredes de yeso.

Kira, asustada, se aferró fuertemente a Orión. No fue hasta que sintió su brazo alrededor de su espalda que notó su cabeza ahora descansaba en su hombro. Cuando alzó ligeramente la vista, él se encontraba mirando la escena de abajo con calma.

Kira reprimió su vergüenza y se apoyó en sus brazos.

No tenía la confianza para soportar ver la escena desarrollándose frente a ella por su cuenta. El carcelero arrastró a un prisionero por delante y lo hizo arrodillarse en el medio de la sala. El tocado se retiró, revelando el rostro del líder del grupo.

La doncella colocó el reloj de agua frente al trono y se arrodilló. El reloj de agua tenía la forma de dos cuencos conectados por un tubo superpuesto. Era un objeto para igualar el tiempo de habla. El pecador podía hablar libremente hasta que toda el agua en el cuenco superior hubiera bajado.

Si este hubiera sido un tribunal civil en la plaza, el demandante y el demandado se habrían sentado uno al lado del otro, respectivamente. Como se trataba de un juicio presidido por el rey, la regente asumió el papel de demandante.

—Entonces, empecemos con el reporte. Este Cretense y su gente traspasaron nuestras tierras sin permiso e intentaron secuestrar a la llamada “Bestia Divina de Artemisa”...

Sin embargo, dado que la culpabilidad ya era clara, no hubo un argumento particularmente en contra de tal aseveración. El líder del grupo se veía angustiado, su cuerpo lastimado debido al encarcelamiento.

Solo hubo un punto donde recuperó su compostura. Fue cuando Saphira abrió un pergamino donde había anotado pruebas o cosas que no encajaban y lo interrogaba.

—¿Es cierto que vinieron de Creta en un barco nodriza y pasaron por las compuertas de noche?

—¿De qué estás hablando? No es más que una farsa para dañar nuestra declaración. Tomamos una lancha rápida hacia la costa este y planeabamos escapar de la misma manera. ¡Definitivamente llegamos a Acrotiri por tierra!

En ese momento, Orión frunció el ceño abiertamente.

Kira podía adivinar la razón por la que el líder del grupo se mostraba tan desesperado. Los ancianos que hacían de jurado estaban sentados muy cerca de él. Estaría en un gran problema si se equivocara en responder aquí. ¿Qué pasaría si el anciano con el que trabajaba insistiera en ejecutarlo?

Este juicio no era más que un procedimiento para determinar el castigo. Después de ese intercambio de palabras, los ancianos discutieron qué castigo sería el más apropiado. Algunos reclamaron cuarenta latigazos, y otros dijeron que era apropiado hacerlos girar una piedra de molino sesenta veces. Alguien más insistió en deportarlos a sus tierras como primer aviso para Creta.

Los ancianos expresaron sus opiniones uno tras del otro. Finalmente, la regente preguntó al rey.

—Querido rey George, ¿cómo juzgarás?

George, sintiendo un dolor de estómago desde antes, finalmente respondió.

—Um. Uh, será la piedra de molino. Mostrarán su arrepentimiento después de trabajar dos años en el viñedo.

—Rey George. ¡¿Qué fatídico juicio es este?!  ¡Creta es una gran nación en el Mar del Sur! ¿Está diciendo que va a esclavizar a sus guerreros por el crimen de apenas intentar llevarse a solo una mujer? ¡¿Qué tipo de animosidad está tratando de causar?!

El anciano que abogó por la deportación de repente planteó una objeción. Incluso Kira se sorprendió por su tono de voz. ¿Estaba permitido tratar al Rey de esa manera?

Además, “solo una mujer”. No estaba equivocado, pero la actitud de abierto desprecio apuñaló su corazón. Se las arregló para volver a sus sentidos gracias al fuerte agarre de Orión en sus hombros.

De hecho, pareciera que este tipo de reacciones por parte de los ancianos era común para George. Cerró los ojos con fuerza por un momento, pero no pareció sorprendido.

—S-Solo una mujer, decir que es una exageración… El secuestro es un delito grave, incluso si no se trata de una bestia divina. Imagina que a tu hija le hicieran lo mismo. Encargarse de la piedra de molino no los lastimará, solo será un trabajo pesado. Creo que he sido considerado…

—¡Es un trabajo que hace que te desgarra las palmas y tus huesos huesos duelan mientras giras la rueda de molino que deben de tirar las vacas! ¿Y ahora estás insultando a mi familia? ¡Mi hija nunca ha abandonado la isla en donde creció, y no es el tipo de chica que se queda en la casa de un hombre desconocido! ¡En primer lugar, considerando la relación entre las islas…!

—Codros. ¿Estás por encima del castigo atlante?

Saphira preguntó con frialdad.

El rostro del anciano se distorcionó. Saphira miró el reloj de agua y sonrió con frialdad.

—En medio del alboroto, el tiempo de discusión ha terminado. En este lugar, se supone que todos deben hablar tanto como los demás en su respectivo momento. La sentencia es igualmente justa para todos. El rey ha dado el castigo adecuado al secuestrador, ya sea que la víctima sea una bestia divina, una mujer noble o una esclava.

Los ojos de Saphira se entrecerraron mientras miraba al anciano.

—Querido Codros. Si tienes tiempo, ¿por qué no reconsideras la relación que tienes con tu hija? Hablo como una al decir que, por lo general, el padre es quien menos la conoce. No es ningún secreto entre nosotros que la hermosa Eudoxia es una ferviente admiradora de Afrodita.

Cuando Safira sonrió, una suave risa estalló entre la audiencia. El anciano, que se puso rojo en un instante, no pudo decir más y tomó asiento.

Orión, que había estado poniendo su pie en el asiento de enfrente desde antes, finalmente bajó la pierna. Un “tsk” llegó a los oídos de Kira.

Se llevaron al líder del grupo. El resto también fue juzgado uno tras otro y recibieron la misma condena. Hubo quienes lucharon con lágrimas en los ojos. Debe haber sido frustrante enterarse debían trabajar dos años en el extranjero.

Kira miró la escena con un rostro endurecido.

La intervención anterior del anciano había perturbado su estómago.

Parecía que realmente había aparecido. No estaba claro si el anciano era un infiltrado, pero sí el hecho de que se mostraba hostil hacia Kira. Una persona que odiaba el que ésta hubiera abandonado el santuario y fuera protegida por Orión.

Estaba preparada para ello, pues el juicio no era algo que mirara por diversión.

Kira tuvo la suerte de conocer a mucha gente agradable en este lugar. Pero por otro lado, habían personas muy hostiles. Como peligrosas medusas venenosas flotando en una hermosa costa.

Cuando Loxias hablaba con frecuencia de los terroríficos crímenes y castigos del mundo exterior, Kira los consideraba nada más que espeluznantes historias de terror. Se dio cuenta entonces de que esas historias se estaban desarrollando justo frente a su ojos. A diferencia de la pequeña habitación, donde todo estaba en calma si obedecías, se encontraba en medio de un torbellino de gritos y conflictos.

El turno de Hatsha fue el último. Kira enderezó la espalda con la intención de observar el juicio. El tocado que cubría a la arrodillada Hatsha fue apartado de su rostro.

Traducción: Claire

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