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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 52

Capítulo de novela - 103 párrafos

Saphira numeró los pecados de Hatsha.

Aquellos fueron los siguientes: No haber reportado su entrada a la Atlántida, mentir durante el proceso de búsqueda de empleo, haber confabulado con un grupo de personas que querían secuestrar a la bestia Divina y poner el plan en acción.

Por otro lado, ésta no portaba arma alguna ni cometió agresión directa. Además, dado el hecho que era una esclava, ésta no estaba en condiciones de resistir órdenes.

Después de escuchar la acusación, Kira sintió una leve sensación de anticipación. Quizás acabara con un castigo más leve de lo esperado. En lugar de armar un escándalo, Hatsha también aceptó con calma la culpa, una actitud que podía sumar puntos ante el jurado.

Sin embargo, todavía había opiniones divergentes sobre el proceso de infiltración. Saphira preguntó.

—El grupo anterior dijo que se infiltraron por la costa este, pero tú afirmaste que llegaron por barco al muelle de Acrotiri. ¿Tienes alguna explicación adicional para esto?

Hatsha se quedó quieta y respondió.

—No, todavía lo recuerdo de esa manera.

—Las declaraciones de todos fueron consistentes, entonces, ¿qué crees que te llevó a hacer tal afirmación?

Saphira podría haberlo adivinado hasta cierto punto, pero no se habría atrevido a profundizar en ello. Todo el grupo de Creta que había sido juzgado hace solo unos minutos había afirmado lo contrario y no había evidencia física con lo que pudieran refutarlo.  Por lo tanto, incluso si Hatsha hubiera presentado un argumento diferente por su cuenta, no habría tenido mucho efecto.

Por favor, deja pasar esa pregunta con moderación. Nadie la culparía si dijera se había equivocado. Kira esperó impacientemente su respuesta.

Su cabeza miraba hacia abajo, su corto cabello colgando. Entonces, alzó la mirada.

—No lo sé. Puede que Morfeo me haya jugado una mala pasada mientras estaba ansiosa por llegar a una tierra desconocida.

Kira se sintió aliviada. La respuesta de Hatsha había sido bastante buena. Había escuchado que si uno se retracta apresuradamente de su declaración, podrían acusarlo de tener intenciones impuras. No habría lugar a discusión si afirmara haber sido engañada por el Dios de los Sueños. Dadas sus circunstancias, era probable que ésta se debilitara tanto física como mentalmente como para corroborar su versión.

Saphira terminó de nombrar las acusaciones a tiempo. Los ancianos comenzaron a debatir un castigo apropiado con un rugido.

Sin embargo, no parecía que las cosas fueran a solucionarse pronto. No había creído que tardaría tanto. Cuando se solicitó sus opiniones, los ancianos finalmente regresaron a sus asientos. Esta fue la primera sugerencia.

—Ejecución en la horca.

No sólo los hombros de Hartsha saltaron, Kira casi sale disparada de su asiento también. Apenas pudo recobrar el sentido gracias a que Orión la sujetó.

¿Ejecución? El peso de tales palabras la dejó sin aliento. Kira, conmocionada, apenas logró recomponerse. Quizás la primera persona tuvo una opinión particularmente radical.

Pero fue lo mismo con la siguiente persona y la que siguió de esa.

—También estoy de acuerdo con la ejecución.

—Comparto la misma opinión.

Kira quedó estupefacta, su mente en blanco.  Y aunque algunas personas expresaron opiniones diferentes, fueron una minoría. Incluso Saphira pareció desconcertada por el hecho de que más de la mitad de los ancianos reunidos pidieran la ejecución.

—Esperen un momento. Entiendo su opinión, pero ¿es ésta coherente con el derecho penal? ¿Cuál es la base?

—¿Una brillante regente vacila ante la sentencia de una simple esclava? Es sin duda el resultado del castigo atlante.

Habló un hombre sentado en el lado contrario. La mirada de Kira automáticamente volvió hacia él.

Aunque era un miembro del Senado, se destacó por su edad inusualmente joven. Era un hombre con cabello ordenado y rizado que le llegaba hasta los hombros y rasgos faciales prolijos. Había una sonrisa algo desdeñosa en su rostro. Kira tuvo la impresión de que el hombre era extrañamente escurridizo como el sospechoso buscador de empleo del otro día.

Saphira preguntó después de comprobar el reloj de agua.

—Iluminame, querido Daethon.

—Esa esclava mató a su amo. El asesinato se castiga con la ejecución, ¿no es así?

—Ese es un incidente que tomó lugar en Creta. Estamos juzgándola por los pecados que ha cometido en nuestra tierra.

—Así es. La esclava debe ser castigada aquí  por el intento de secuestro a la bestia divina, y dado que no será posible enviarla de regreso a Creta, digo que la ejecución es apropiada, pues se estaría incluyendo el castigo que debería haberse pagado originalmente en Creta. Rey George, tenga esto en cuenta y tome una decisión acertada.

El joven del Senado miró a George. Otros ancianos añadieron mostrando su apoyo.

—Asesinar a su amo es un acto cruel.

—¿Escuché que lo mató la misma noche en que la compró? Aunque no soy cretense, no puedo evitar simpatizar con el dueño que compró una esclava que no era más que una serpiente venenosa.

El ambiente en la sala de conferencias ya estaba dominado por la facción mayoritaria que insistía en la ejecución.

Saphira frunció ligeramente el ceño, pero no miró a George. Parecía que no tenía intención de compartir lo que pensaba. George se mordía los labios con una expresión de vergüenza en su rostro.

Kira volvió a mirar a Orión. Aunque ella no dijo nada, Orión parecía conocer sus sentimientos. Su voz endurecida volvió como un murmullo.

—No puedo hacer nada para evitarlo. Puede que no sea razonable, pero también es cierto que su historial es desfavorable. Sea lo que sea, su vida depende de la decisión de George. No importa de que país seas, si te entrometes en el dominio del rey, estarás haciendo lo mismo que esos bastardos.

Kira miró el rostro de Orión y el pálido rostro de George alternativamente para luego bajar la mirada y ver a Hatsha.

No se percibió movimiento en absoluto de su parte, su cabeza inclinada desde hace un tiempo. Su expresión no era visible para la audiencia.

El asesinato no era una buena acción, por su puesto. Pero esto no era razonable. El grupo que fue arrastrado al frente blandió abiertamente sus armas. Sin embargo, fueron sentenciados unicamente por sus delitos actuales, independientemente de su historial.  

¿Era realmente una decisión justa que Hatsha sea ejecutada?

Sobre todo, fue la propia Kira quien convenció a Hatsha y lo trajo aquí. Ella le aseguró que se tendría en cuenta las circunstancias de su forzada participación en la caza. De ser juzgada de esta manera, sería lo mismo que haberle mentido. ¡Todos los esfuerzos por salvarla de ser alcanzada por una lanza habrían sido en vano!

¿Algo así estaría bien?

¿Lo mejor para todos sería sentarse tranquilamente tal como lo hacía en aquella pequeña habitación y aceptar los argumentos de los demás...?

El corazón de Kira de repente latió con fuerza como si fuera a explotar.

Un deseo que nunca antes había sentido en su vida burbujeó en su interior. Apretó los puños sin siquiera darse cuenta de que se estaba preparando mentalmente. Preguntó a Orión.

—Orión, ¿se supone que los observadores deben permanecer en silencio? ¿No podemos tomar la palabra?

Ojos azules se abrieron de par en par. Intentó decir algo pero se detuvo al instante. Entonces volvió a hablar.

—No existe regla alguna como tal. Se te otorgó un permiso excepcional desde el principio para que pudieran verte.

Entonces no hubo necesidad de dudar. Kira se levantó de un salto. Su cabeza totalmente absorta en un pensamiento que incluso olvidó su mal hábito de vacilar. Gritó a la gente de abajo.

—¡Esperen un minuto! ¡La ejecución es injusta!

Los ojos de todos los presentes estaban centrados en George. Sin embargo, después de esas palabras todos volvieron la mirada en su dirección y Kira sintió arrepentimiento en ese instante. Sus oídos se sintieron calientes, como si estuvieran ardiendo.

Pero no debía dar marcha atrás. La vergüenza sería aún peor si huyera en este momento. Kira puso todo el coraje que había tenido para escapar de su pequeña habitación todas las noches al límite.

—Querido rey George. No importa cuánto seas rey, no puedes acabar con la vida de Hatsha tan descuidadamente

—¿Es que ha perdido la cabeza esa mujer de la audiencia? Convertir una reunión solemne del Senado en un mercado. ¡No importa el que seas una deidad, debes mostrar moderación en este lugar!

Antes de que George pudiera responder, el joven del Senado de antes intervino en un tono desagradable.

Se levantó de su asiento y caminó hacia ella.  Ojos duros miraron directamente a Kira.

—Bestia Divina de Artemisa. Por favor, toma asiento y no hagas un escándalo con el Gran Guerrero junto a tí. Tengo mucha curiosidad por saber por qué estás protegiendo a esa esclava, pero lo dejaré de lado por ahora. Este es un tribunal humano, por lo que sólo se deben decir cosas basadas en la ley y el código penal.

Kira notó que Orión se levantaba detrás de ella. Entonces ésta agitó una mano sigilosamente por su espalda para detenerlo.

Ella había intervenido arbitrariamente, por lo que era su responsabilidad arreglar las cosas. Ellos sabían que a Orión no le gustaba tenerlos cerca. Si dejara que Orión arreglara esta situación mientras ella se escondía a sus espaldas, éste sería despreciado aún más y no haría más que causarle problemas.

El joven del Senado incluso se cruzó de brazos y miró torcidamente. Kira apretó las manos para evitar ser superada por esa fuerza.

—Qué absurdo. ¿No escuchaste lo que dijo la regente? El secuestro es un delito grave, ya sea de una bestia divina o de un esclavo. ¡El asesinato es un asesinato! Es un pecado que merece ser juzgado sin importar cuáles sean los derechos del nuevo propietario.

—¿Y si fuera una mala jugada de Morfeo? 

Kira respondió rápidamente. El joven se detuvo abruptamente.

—Así es. Hatsha dice estar confundida acerca de cómo llegó a esta isla. ¿Cómo pueden demostrar que fue ella quien mató a su antiguo maestro? Tenía miedo de venir hasta aquí, ¡así que bien podría haber sido una pesadilla! No sé mucho de leyes, pero nunca he oído hablar de castigos por crímenes cometidos en sueños.

Saphira, que se cruzaba nerviosamente de brazos, miró a Kira como si la mirara por primera vez. Pero Kira no lo notó. Su cabeza estaba ocupada con el único pensamiento de derrotar al hombre frente a ella.

Estaba segura. A ese hombre probablemente se le había pasado por alto.

Si querían afirmar que Hatsha estaba en su sano juicio, debían profundizar en las discrepancias en la declaración del proceso de infiltración desde el principio. Por otro lado, si se confirmara la afirmación de Hatsha de que estuvo atrapada en una pesadilla, no habría nada que decir pues la declaración de haber asesinado a su amo también habría sido una ilusión.

De todos modos, su amo había muerto hacía mucho tiempo. También era ridículo discutir el incidente de Creta con evidencias de la Atlántida. Debían discutir el castigo por los delitos enumerados anteriormente, que en ese momento eran todos menores.  

No bastaba con ignorar los derechos del nuevo propietario y condenarla a muerte.

El joven del Senado respiró hondo como si se hubiera quedado sin palabras. Saphira aprovechó este impulso para mirar rápidamente a George.

—La parte perjudicada afirma esto, mi Rey. ¿Cómo juzgarás?

Kira añadió para ayudar un poco a su juicio.

—Aunque sufrí daños, no creo que Hatsha haya tenido opción dada sus circunstancias. La sola idea de morir siendo apuñalada con una lanza es aterradora.

Era una lógica simple, pero les recordaba que los esclavos eran incapaces de resistir órdenes. Los argumentos del Senado fueron perdiendo fuerza gradualmente.

George finalmente mostró el rostro y tomó su decisión.

—Debido a que las partes involucradas están pidiendo indulgencia… Uh, te ordeno que regreses con tu amo actual y sirvas como esclava. Sin embargo, tu sueldo se reducirá para demostrar arrepentimiento por tus pecados.

Kira, que quedó aturdida por un momento, casi saltó de su lugar. No podía creer que su argumento hubiera tenido algún efecto en alguien.

Apenas reprimió el impulso y se sentó en su asiento. Incluso si no pudiera hablar tan brillantemente como Saphira, ¿no había sido bastante buena su intervención? Se avergonzaba de sí misma por ser tan snob, pero sentía un ardiente deseo de ser elogiada por Orión. Kira alzó la mirada con entusiasmo, pero notó sus feroces ojos y respiró hondo.

La mirada de Orión estaba dirigida hacia abajo, no hacia ella. Kira se preguntó a quién miraba de forma tan aterradora. Siguió su mirada y se encontró con el joven miembro del Senado nuevamente.

A pesar de que el hombre estaba de un humor tenso, estaba parado allí teniendo una pelea de miradas con Orión. Cuando Kira miró hacia allí, éste la saludó con ojos amistosos.

—Me sorprendió el discurso de la Bestia Divina. ¿Debería decir que eres realmente descendiente de la diosa?

Kira miró al hombre sin comprender. Ésta era la primera vez que se enfrentaba a este tipo de actitud, así que no sabía cómo afrontarla.

A Daethon no pareció importarle. Éste sonrió y habló de manera amistosa.

—¿Vale la pena vivir en una de las islas exteriores?

No sabía cuál era su intención. El color que desprendía su corazón era tan complicado y retorcido que su poder no podía adivinarlo correctamente. Kira decidió simplemente responder con la verdad.

—Sí, todos son muy amables.

—Escuché que el Gran Guerrero vive una vida sencilla, lo cual es bastante impropio de la realeza. ¿No estás pensando en cambiar de lugar de residencia? Si quieres, puedes quedarte en el Palacio Real o en el Templo.

Orión rápidamente emitió un aura cruel. Las venas prominentes de sus antebrazos revelaban claramente su estado emocional. Kira abrió la boca, queriendo terminar las cosas de buena forma antes de que estallara una pelea.

—No, me gusta Acrotiris a pesar de que es un poco difícil subir hasta allí. Orión dijo que si arreglamos el granero, me comprará un burro.

Daethon rió en vano.

—¿Un burro?

—Bueno, el burro que tomamos prestado del Palacio Real era muy quisquilloso. Siguió golpeando a la gente sin escuchar. Orión lo devolvió, diciendo que no podía utilizar a un tipo tan descarado. Dijo que sería mejor conseguir uno que tenga un temperamento agradable.

Dijo aquello sin intención. Pero el rostro de Daethon se puso rígido y la sonrisa en sus labios se volvió extrañamente torcida. Incluso el aura de sus pulcros rasgos se volvió extraña. 

Kira, que se mostró reacia, acercó su cuerpo un poco más a Orión. Daethon asintió con la cabeza como si lo entendiera. Cuando la alzó de nuevo, tenía una pulcra expresión en su rostro.

—Tendré en cuenta que esa es la voluntad de la Divina Bestia. Cómo te estás quedando en una isla, no sé cuándo te volveré a ver.  Si tengo la oportunidad más tarde… prepararé un presente acorde a esas palabras.

Saludó con la mano y desapareció de la sala de conferencias entre los otros ancianos.

Traducción: Claire

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