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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 53

Capítulo de novela - 112 párrafos

Daethon atravesó el vestíbulo y salió al pasillo. Las enredaderas que crecían en cada tallo eran verdes con nuevas hojas primaverales.

Los ancianos que estaban delante vieron aquello y hablaron entre ellos sobre la temporada. Fue una charla tranquila.

Solo después de pasar más de la mitad del pasillo y alejarse de los guardias, fue que comenzaron a expresar su insatisfacción.

—¿Qué demonios pasa con George? ¡Un Rey que titubea ante las palabras de una chica de Delos!

—Para un sujeto que sólo tiene tres años en el poder, ¿ignorarnos no es una falta de respeto hacia nosotros que hemos apoyado a esta isla durante décadas?

Si alguno de ellos tuviera un objeto cerca, estarían más que dispuestos a lanzarlo. Los ancianos estuvieron criticando las acciones del Rey de manera ruidosa durante un tiempo. Codros, que había sido reprendido durante el juicio, participó en la charla con gran entusiasmo.

—Saphira, ni siquiera soporto verla alardear. ¿No fue traída hasta el palacio para convertirla en reina y atraerla a una guerra civil en primer lugar? ¿Por qué murió el difunto rey después de nombrarla regente?¡ A esta edad, no puedo creer que esté siendo humillado por un jovencita del tamaño de mi hija…!

Codros estaba tan avergonzado que hasta la barba le temblaba.

Daethon, que estaba mirando desde atrás, recibió las palabras con calma.

—Lord Codros. ¿No sería más honorable ser humillado por la regente? Esa familia no tiene más hijos que Saphira, por lo que si ella no se convertía en reina, se habría convertido en un miembro del Senado más. Es mejor que te hayan dicho eso desde un cargo superior, que sea del mismo Senado.

Quizás pensó que el joven se estaba burlando de él, por lo que Codros arqueó las cejas y se enfatizó aún más.

—Tienes razón, ¡pero una humillación es una humillación! No puedo decir nada porque temo el qué dirá si me equivoco. Deberíamos haber reorganizado consistentemente nuestra ley aditiva como lo hizo Atenas. Habría sido mucho más fácil si le cediera el cargo a un hijo adoptivo o a mi yerno en lugar de a mi hija.

Daethon se rió al recordar a su hija, quien fue mencionada en el juicio.

—Codros, no quieres cederle tu puesto en el Senado a tu hija.

—No sé cómo habrían sido las cosas si tuviera un hijo, pero ¿qué importancia tendría si así fuera? Si yo muriera repentinamente, él heredaría el cargo. ¿Aún así podría decir algo frente a Saphira? Debo vivir una larga vida incluso si es injusto… Daethon, tú la tienes más fácil que yo. Ahora que todos son hombres a excepción de Saphira las cosas son mas refrescantes.

Codros golpeó la espalda de Daethon con su gruesa palma. Daethon frunció el ceño y amplió su distancia.

—Me alegro de que lo consideres refrescante. Saphira algún día dejará la política atrás. ¿Pero eso es importante ahora? Una cierva está alterando los asuntos internos.

Los ancianos lo miraron con evidente desprecio. Codros también vaciló.

—Mira, su espíritu es joven por lo que puede sentir que el mundo le pertenece en estos momentos, pero esa chica es una deidad, hija de Artemisa. Debes abstenerte de referirte a ella de esa manera para no hacer enojar a la Diosa.

—¿Cómo puede ser esto blasfemia cuando ni siquiera es una Diosa? Debería haber envenenado a esa esclava cuando estaba en prisión. ¿Quién hubiera imaginado que una cierva volaría hasta aquí en su ayuda?

El pasillo quedó en silencio. Los ancianos miraron a su alrededor, como si temieran que alguien pudiera escucharlos.

Los guardias estaban lejos. Los sirvientes y doncellas no se encontraban allí dado que estaban ocupados acompañando al Rey. Codros, que estaba más calmado, habló en voz baja.

 —Lamento no haber podido silenciarla matándola, pero aun así, sigue siendo solo una esclava. Admitió haber sido víctima de una mala jugada por parte de Morfeo. Lo único que sabe es que Creta atravesó las compuertas y entró en el mar interior. Probablemente no conozcas los detalles.

—Daethon. Por muy inteligente que seas, te preocupas demasiado. Si quieres durar mucho tiempo como miembro del Senado, ser audaz es lo mejor que puedes hacer. ¿Un esclavo cretense confiaría sus secretos a una Bestia Divina? Nosotros…

Alguien se tragó sus palabras. Daethon supo la siguiente frase sin siquiera oírla.

El Senado estaba en todas partes.

Había usado a la Guardia Real para abrir las compuertas a Creta.

Cuando el mensajero cretense vino a comprar vacas para sus ritos ancestrales, éste lo percibió como una señal del comienzo de la pelea por hacerse de la bestia divina.

El Senado consistía en personas de clase alta que representaban a las familias nobles de la Atlántida. Muchos nobles poseían ganado y ranchos privados. Un mensajero que buscaba ganado de calidad no podía evitar pasar por ellos.

En ese entonces, se reunieron en secreto entre ellos. Como Daethon era una familia propietaria de un astillero, la noticia llegó tarde para ellos, pero éstos expresaron activamente sus opiniones.

Basándose en el hecho de que el mensajero poseía monedas de plata hechas en Atenas, supieron que los subsidios de Atenas se habían mezclado. Incluso dedujeron que Atenas acechaba detrás de Creta.

Pero realmente no importaba de quién era la idea. De hecho, no les habría importado si no hubiera sido Creta.

Estaban esperando que alguna nación viniera a por la Bestia Divina. El Senado estaba dispuesto a abrirle la puerta a cualquiera.

Así que inmediatamente intentó comunicarse con ellos.

Lo intentaron, pero éstos fallaron sin ningún resultado.

Los ancianos, incluido Codros, guardaron silencio.

—Nuestra situación se complicará mientras la Bestia Divina permanezca en la Atlántida. Por lo que escuché, tiene algún tipo de poder espiritual, ¿y no interrumpió descaradamente en el juicio de hoy? Dicen que es solo hija de la Diosa, pero parece ser una chica común y corriente.

—Orionis, ese brillante bastardo, ¿no lo están tratando como a la realeza gracias a que el Rey anterior lo reconoció como hijo de Poseidón? A medida que aumenta la reputación de la Bestia Divina, más podría hacerlo su aspiración por la corona. George escucha cuando se lo presiona, pero Orionis no se lo toma con calma.

—¿No es un problema el que sea leal a George? Es realmente molesto verlo mirándote todo el tiempo, pero también hay otro problema. Si recibiera el título de Lord gracias a la bestia divina, la tonta actitud de George podría cambiar.

Daethon arrancó una hoja que había florecido en un pilar.

—Los ancianos dijeron que el hecho de que un simplón ascendiera al trono sería una oportunidad para que la facción de los nobles expandiera su poder. Pero el hijo bastardo de esa concubina sigue interponiéndose en el camino.  Incluso si intentamos contenerlo mediante el matrimonio, no se dejará atrapar. No desea más que morir por las fauces de una bestia salvaje, pero no muere. Ahora trae a una cierva y hace un desastre de la isla.

Se sintió ofendido al recordar sus ojos mirándolo desde la audiencia. Un chico que no tiene idea de sus raices, hasta la persona que sucedió a la cabeza de una familia noble...

—Si expulsas a la Bestia Divina a otra tierra, George simplemente volverá a ser como antes. Será una oportunidad para alejar a Orionis de este luhar con el pretexto de recuperar a la Bestia Divina. De hecho, por el momento no podemos hacer nada con respecto a la cierva habitando su casa.

—Es un gran problema. Entonces no podemos compartir la mina de Oriharukon que posee la familia imperial…

Un anciano arrastró las palabras. Daethon bajó la mirada.

La mayoría de los conflictos en la historia de la humanidad eran así.

Si miras de cerca, se convierte en una cuestión de ganancia, o en otras palabras, de dinero.

Esa era la razón por la que se unieron miembros del Senado con diferentes historias y situaciones familiares.

El Oriharukon era el metal más precioso del mundo. En los países continentales se lo conocía como metal de fantasía. Tenía un hermoso color plateado que a veces reflejaba los colores del arco iris, era mucho más ligero que el hierro o el cobre y era fácil de almacenar porque no se oxidaba.

Después del descubrimiento del Oriharukon, la Atlántida acumuló una enorme riqueza nacional en un corto período de unos 100 años. Esto jugó un papel decisivo en el rápido surgimiento de Thira, una isla rural originalmente ordinaria, en la gran nación llamada Atlántida.

Por tanto, la mina de Oriharukon en la isla de Thira era propiedad del Rey. La minería, el procesamiento y la exportación de dicho metal estaban controlados por la Familia Real.

A los miembros del Senado no les agradaba aquello.

Ellos también querían Oriharukon.

Incluso si solo obtuvieran los derechos para minar, el dinero sería mucho mayor que el generado por un rancho o un astillero.

Naturalmente, el Senado se mostró ansioso por quebrar el poder de la Familia Real. En un intento de cambiar las cosas de alguna manera, lograron desterrar a la princesa inesperadamente embarazada a una isla solitaria.

El éxito de aquel momento tuvo en realidad el efecto contrario. Esto se debió a que el Rey predecesor, que era el hermano menor de la princesa, desconfió del Senado y se hizo cargo de un hijo ilegítimo. Sin embargo, fue una oportunidad de oro para ellos dado que su hijo, George, era de caracter débil…

Daethon detuvo sus pasos en seco. Los ancianos que se lamentaban detrás de él le prestaron atención.

Daethon deliberadamente no giró la cabeza, sino que señaló por encima de su hombro con una hoja en la mano.

—Dispersémonos por hoy. El hijo bastardo de esa concubina nos observa desde allí.

Los ancianos se horrorizaron cuando vieron la dirección que señalaba. El rey y la regente ya habían regresado al palacio, pero el Gran Guerrero todavía estaba allí.

Orión parecía estar conversando con un guardia, pero su cabeza estaba girada en esta dirección. No estaba lo suficientemente cerca como para poder distinguir su expresión, pero la energía que irradiaba su alta figura era abrumadora.

Los ancianos se dispersaron como gorriones al encontrarse con un águila.

—Bien, entonces tengo un caso que atender.

—Tengo prisa por comprobar el estado de las reparaciones por allí.

Codros permaneció hasta el final. Volvió a golpear a Daethon en la espalda.

—Daethon, no estés triste. La política requiere una visión a largo plazo. Así es como maduras en experiencia.

—La idea de que un tipo como él pueda aspirar al trono me hace preocuparme por mi nación.

—Tu espíritu es sobresaliente. Reunámonos todos en mi casa mañana por la tarde. Tomemos un trago y discutamos el futuro de esta nación los principales hombres de esta nación. ¿Qué tal suena el vino de Tasos y bailarinas de Corinto?

—Si usted lo pide, estaré allí aunque tenga que ir descalzo, Lord Codros. Va siendo hora de que regrese mi infiltrado de Atenas, por lo que me gustaría pedirles su consideración con respecto a acciones futuras.

Codros se alejó en dirección contraria, riendo como si estuviera satisfecho con su respuesta. Daethon estuvo asqueado hasta que desapareció el malestar de ser tocado. Entonces de repente miró a la alta figura que desaparecía en la otra dirección.

Hubo una mueca de desprecio.

—Te involucrarse en algo así sin casarte, ni siquiera es un nuevo pasatiempo, es solo una bestia…

¿Qué estás haciendo?

Aunque era bonita para ser una cierva.

Orión dijo que iría a algún lugar por un tiempo. Mientras tanto, Kira regresó al palacio, siguiendo al Rey y a la regente.

El patio del palacio ya estaba resplandeciente con flores primaverales. Safira llevó a Kira por un camino de piedra que parecía un sendero. Tenían los brazos cruzados de manera amistosa.

—¿Fuiste a ver a esa esclava antes? ¿Dijiste que su nombre era Hatsha?

—Sí. Vi como se la llevaba un guardia antes. Dicen que podría salir una vez se complete el proceso de liberación.

Kira cubrió su mejilla sonrojada.

Antes, Hatsha había caído de rodillas tan pronto como la vio. Golpeó su frente contra el suelo y bajó los brazos, su tono ardía de emoción.

‘Su divinidad me salvó dos veces. Me salvó cuando nadie lo hizo…solo usted…’

Hubo tanto llanto que sus últimas palabras no fluyeron adecuadamente. Kira casi se echó a llorar en el instante. Hizo todo lo posible para consolar a Hatsha para que pudiera completar el proceso de excarcelación lo más rápido posible.

—Yo no hice nada. Todo fue gracias al indulgente fallo del Rey Gorge. De todos modos, ¡realmente me alegro de que nadie haya sido ejecutado por mi culpa!

Kira sonrió mientras miraba el árbol del jardín. Se sentía tan refrescante como el sol de mediodía. No se sentía bien en su totalidad debido al castigo del grupo que trató de asesinarlos empuñando una corta lanza, pero ellos habían participado directamente de la caza de la bestia divina. Se sintió aliviada de que todo hubiera terminado sin que nadie perdiera la vida.

Saphira miró a Kira en silencio.

—Lokira, no todo el mundo asistiría deliberadamente al juicio de alguien que intentó llevárselo a rastras y pedir clemencia. Además, hablaste frente a diecisiete miembros del Senado. Creo que hay muy pocas personas que se atreverían a hacer eso.

Kira parpadeó y luego sonrió.

—Saphira es mucho más sorprendente. Hablas con ellos todos los días.

Su rostro se ensombreció al recordar al Senado. Daethon se rió de Codros con los brazos cruzados mostrando su desprecio abiertamente. La actitud de los demás no fue muy diferente.

Aunque Kira sólo trató con ellos por esta vez, Saphira trataba con ellos todos los días. ¿Realmente no se sentía un tanto sola? La tristeza ocultó el sentimiento de inferioridad.

—Creo que hacer eso sería muy difícil para mí. No podría hacerlo incluso si me lo pides.

Saphira sonrió con una sonrisa compleja.

—Dado que muchas de las abuelas se fueron, resultó que yo era la única mujer que quedaba. No prestes atención a lo que escuchaste hoy.  Siempre se comportan de esa manera dado que tratan con un Rey débil. Me preocupa que ésto sea muy difícil para George.

George acababa de recibir un mensaje solicitando una audiencia, por lo que había entrado. Saphira agregó mientras miraba a lo lejos.

—Lo del linaje es muy irónico. Orionis sería la persona adecuada para tratar con gente así.

Kira ladeó la cabeza. ¿Orión siendo Rey?

Era difícil de imaginar. Orión estando vestido con prendas y adornos caros. La corona de oro parecía que le vendría bien, pero las otras cosas le resultarían molestas. 

Además, Kira fue quien organizó el ahorro de dinero de la familia, pero éste no se daba  tiempo para escuchar sobre temas fiscales o comerciales más complicados. Probablemente Saphira no supiera cómo era Orión en casa.

De repente, la amargura que había abarcado su corazón desapareció y se sintió mejor. No importaba cuánto tiempo Saphira había sido su amiga, ¡había un lado completamente diferente en él que solo Kira conocía! Kira de alguna manera tenía ganas de presumir. Sin embargo, para proteger su honor, decidió ocultarlo lo más posible.

—A Orión no le gusta que interfieran con él.

—…Así es. Tener una personalidad fuerte también significa ser obstinado. También tiende a creer demasiado en su propia valentía. George puede que sea más adecuado para cuidar de la isla.

Saphira, que estaba comentando con calma, de repente estalló con emoción.

—¡Aunque se queja cada vez que tiene la oportunidad, asegura que no puede hacerlo y pareciera quiere hacer un hoyo y esconderse para siempre allí mientras dice que quiere parar…!

—El rey George es un buen hombre. Incluso también consultó conmigo sobre mis cuernos.

Kira se apresuró a defenderlo, temiendo que Saphira fuera a estrangularlo. Estaba secretamente agradecida con George. Si hubiera sido otro tipo de rey, ya la habría echado a otra tierra o la habría encarcelado en algún lugar.

Se dice que si llamas a Hermes, él vendrá con un hacha de oro. Justo en ese momento, George rodeó el pasillo y entró en el patio. En algún momento se encontró con Orión

Cuando las mujeres se acercaron, Orión habló primero.

—Dicen que hay problemas en Atenas.

Traducción: Claire

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