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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 56

Capítulo de novela - 99 párrafos

A medida que se acercaba la noche, ya no había más personas en la cima. Eso significaba que el centro de oración estaría disponible únicamente para ellos dos esta noche. No sería nada de otro mundo, ya que los centros de oraciones eran utilizados originalmente por aquellos quienes no tenían un techo propio.

Entonces, lograrían dormir de alguna manera. De pronto, Kira recordó un problema importante que había olvidado.

—No tenemos nada que comer. Tendremos que saltarnos la cena esta noche.

Como le hubiera gustado haber empacado algunos panqueques con anticipación. Se sintió afortunada de haber al menos comido bocadillos en el palacio real. Ahora, gracias a la sensación de saciedad debido a la emoción, sintió que podía saltarse una comida.

Pero Orión rápidamente levantó el rostro de la crin de su caballo.

—¿De qué estás hablando? ¿Por qué estaríamos aquí si no tuviéramos algo que comer?

—No trajiste nada en el caballo.

Kira lo siguió y dijo, enterrando su rostro en la melena del caballo. Debía devolverlo porque era un caballo real, así que no se comería este animal tan genial. En el momento en que inhaló el olor único del animal, de repente se le ocurrió una idea.

—¿Vas a robar las ofrendas del altar y comértelas?

—Es una buena idea, pero pueden haberse descompuesto después de haber estado allí mucho tiempo, así que no.

Era como si realmente hubiera considerado robarlas si es que fuera seguro consumirlas. Orión recogió piedras de buen tamaño entre las que encontró en el suelo. Hizo rodar varias del tamaño de una nuez en sus grandes manos y sonrió.

—¿Quieres decir que un cazador pasará hambre en las montañas?

Kira finalmente se dio cuenta de su intención y quedó atónita.

Entonces, este hombre planeaba conseguir la cena a su manera.

Orión dijo después de mirar alrededor del terreno debajo de la cumbre.

—Volveré pronto, así que espera aquí. ¿O es que piensas seguirme?

Kira reflexionó por un momento. Los alrededores estaban oscuros. El sonido del viento en la cima de la montaña era siniestramente solitario. No tenía la confianza de como para quedarse sola con el caballo negro en un lugar desconocido.

Kira le dio una palmadita al caballo y se acercó a él. Orión asintió como si lo entendiera.

—Bien. Si vienes conmigo, tomemos el camino más sencillo.

Condujo su caballo por el camino pavimentado por el que habían llegado. Kira se aferró a su brazo temiendo caer. Las piedras chirriaban fuertemente en su mano.

El tiempo pasó volando en la montaña. El sendero boscoso se oscureció en un instante. Kira miró al cielo y se estremeció. Incluso los muñones ennegrecidos parecían los dientes de una bestia. Habría estado aún más nerviosa si el terreno no estuviera pavimentado artificialmente.

¿Cómo podría Orión conseguir la “cena” en un lugar como este?

Kira miró sus movimientos.

Ni siquiera había traído su arco favorito desde el palacio. También había dejado la gruesa espada que habitualmente usaba. Simplemente llevaba una daga decorativa en el cinturón. Sus únicas otras armas eran unas cuantas piedras que había recogido antes.

El aire circundante era extraño. Los animales que podrían servirles para la cena no eran visibles por ningún lado. Recién estaba entrando la primavera, por lo que habían pocos árboles que dieran frutos a su alrededor.

En ese momento, una ardilla cruzó rápidamente delante de sus pies y trepó a un árbol cercano. Kira exclamó y lo siguió con sus dedos, pero Orión siguió andando con indiferencia. Esto dejó en claro que no tenía intención de comer ardilla asada está noche.

Antes de darse cuenta, habían descendido una corta distancia desde la cumbre. Kira se asustó, temiendo tener que abandonar su caballo y bajar la montaña de esta manera. No pudo soportarlo más y dijo.

—Orión, realmente no necesito cenar…

Colocó un dedo ligeramente sobre sus labios y la atrajo hacia él.

Kira fue arrastrada por él sin siquiera darse cuenta. Unos brazos gruesos la rodearon con fuerza. Terminó totalmente aplastada contra él.

El leve olor de su cuerpo le hizo cosquillas en la nariz. Kira apenas levantó su rostro de su abrazo, sus mejillas todavía presionadas contra él, para mirar al frente. Entonces Orión lentamente dobló sus rodillas. Kira hizo lo mismo y se congeló en su lugar.

¿Qué pasa? Su corazón latía con fuerza con una mezcla de anticipación y ansiedad. La mirada de Orión se apartó del pavimento y se adentró más en el bosque.  Había arándanos silvestres que crecían en grupos pero Kira no podía ver nada más que eso.

Pero Orión definitivamente había sentido algo.

Sus ojos azules se centraron en un solo punto sin parpadear, su nariz respingona reteniendo incluso el sonido de su respiración, sus labios fuertemente apretados.

Inconscientemente, Kira mantuvo la respiración al igual que él.

Se maravilló del hombre frente a ella. Era tan grande incluso mientras estaba agachado. Y aunque estaba tan cerca de ella, ambos ahora parecían mezclarse con la oscuridad. Era tan impresionante que Kira realmente se preguntó si es que se habían convertido en una piedra en el lugar.

En ese momento, Kira se preguntó desesperadamente: ¿Qué estaba mirando entre los arbustos? Ella también quería saber.

Se enfocó en sus ondas mentales, preguntándose si sus poderes podrían ayudarle con esto. Pensó que sería más fácil mirar entre los arbustos que leer los colores de la mente de una persona.

Mientras miraba por un rato, las hojas se volvieron cada vez más transparentes. Kira se mordió los labios con nerviosismo. Las ondas le permitieron mirar entre los arbustos, mostrándole lo que había debajo.

Efectivamente, allí estaba, una masa sombría crujiendo y moviéndose. Mientras se concentraba un poco más al punto de su cabeza doler, la forma se volvió un poco más clara. Mientras batía sus diminutas alas, Kira finalmente se dio cuenta de lo que era.

Era un pájaro. ¡Un pájaro que caminaba como una gallina!

La sombra dejó de caminar como si sintiera algo. Orión no desaprovechó ese momento.  Su antebrazo se tensó y la primera piedra voló y golpeó el arbusto. La segunda piedra golpeó la pequeña cabeza del pájaro que volaba sorprendido.

El pájaro perdió el conocimiento y cayó impotente. Orión inmediatamente corrió y extendió su mano para levantar al pájaro caído.

—Es una gallina de Guinea. Bueno al menos puedes comer esto.

Agarró ambas alas y la cabeza de la gallina al mismo tiempo. Aunque lo hizo para evitar que la gallina temblara, a Kira le incomodó el hecho de que la cabeza de la gallina fuera forzada hacia atrás. Quizás tenía el cuello roto. Sólo esperaba que la gallina siguiera inconsciente de esa manera.

Orión casualmente se sacudió la ropa.  También recogió un puñado de ramitas que había por ahí.

—Lo tengo, vámonos.

—Oh, sí.

—¿Qué? ¿No te gusta? Es prima del pollo. No es nada de lo que tengas que preocuparte, no es como si fuera una gaviota. Probablemente sepa mejor.

—Lo sé. Es sólo que, la atrapaste muy rápido…

A kira le resultó difícil expresar sus sentimientos con palabras. Pasó mucho tiempo reconociendo lo que estaba detrás de los arbustos con su poder. Orión atrapó a la gallina usando solo sus sentidos. No era una flecha, sino sólo dos piedras.

Lo había visto luchar con personas varias veces, pero nunca lo había visto lidiar con animales, que eran usualmente con los que más trataba. Esta vez había tenido un asiento en primera fila estando en sus brazos.

Su respiración había sido tan rígida como una piedra. Su cuerpo pareció explotar en el instante en que arrojó esas piedras. La brecha era amplia y Kira se preguntó si eso era lo que se sentía cuando la caldera vítrea hierve y humea.

Para Kira, cuyos sentidos se habían agudizado con el uso de sus ondas mentales, Orión había sido demasiado. Fue refrescante poder observar cómo era realmente el famoso cazador del mar Egeo.

El olor corporal de Orión quedó impregnado en su memoria. Kira se tocó la nariz innecesariamente. Se alegró de que estuviera oscureciendo, no necesitaba que la vieran así. Cuando regresaron a la cima, el sol se estaba poniendo. El cielo se estaba volviendo de un tono violeta.

Kira hizo lo que Orión le indicó y alimentó al caballo con los aperitivos que encontró en el bolsillo de su silla. Los gruesos labios del caballo le hicieron cosquillas en las palmas, pero su mirada permaneció fija en ella.

Orión sacó una alfombra del centro de oración y lo extendió en la entrada. Luego se sentó en las escaleras y trabajó con las ramitas hasta formar fuego. Las ramitas amontonadas en el suelo crujieron.

Sonrió, satisfecho con el estado de la hoguera, y agarró la gallina con las patas atadas. La gallina hizo una última resistencia, pero duró poco.

Se dirigió al abrevadero en la parte de atrás y regresó unos momentos después. La gallina había sido decapitada, su pelaje arrancado y reducida a carne. 

Gotas de sangre gotearon sobre el suelo. Kira se estremeció.

—No mires la carne de esa manera. ¿No te resultaban igualmente de asquerosas las patas delanteras de ovejas o las mejillas de vacas cuando las comías?

—Es diferente. Eso estaba vivo hace sólo unos minutos.

Kira respondió mientras acariciaba al caballo bien alimentado. Sin embargo, se recriminó a sí misma por no haber tomado la decisión de vivir sólo a base de hierba cruda y avena.

Orión miró a Kira y sacudió sus hombros.  Entonces abrió el abdomen de la gallina con un puñal y le sacó los intestinos.

—Concéntrate en tu vida en lugar de la muerte de este animal. Hoy nos lo comeremos y estaremos llenos. Si no lo hacemos, nos iremos a dormir con el estómago vacío, y si esta montaña entra en erupción durante la noche, no tendremos fuerzas para huir de este lugar.

—Me parece que dijiste nadie lo ha visto entrar en erupción.

—Sí, solo era un ejemplo. Lo que quiero decir es que para sobrevivir en este mundo debes prepararte con este tipo de mentalidad.

Kira dejó descansar al caballo, se acercó a la entrada del centro de oración y se sentó sobre la alfombra colocada por Orión. Preguntó, recordando su hábil gesto al lapidar.

—¿Orión ha vivido de esta manera desde que era joven?

Orión no dijo nada por un momento. Sus labios se torcieron de nuevo.

—¿Qué más puedes hacer para evitar morir de hambre en el bosque? Las piedras de Tira y el arco de un cazador me convirtieron en quien soy hoy.

Hablaba tan a la ligera que era difícil distinguir qué era verdad y qué no. Siempre era así cuando hablaba del pasado. Kira asintió suavemente.

De repente, se le ocurrió una idea.  

A comparación, el Santuario era, en cierto sentido, acogedor. Era como estar dentro de un huevo o de un barco. A pesar de que había estado atrapada, podía sobrevivir estando allí y Loxias estaba a su alcance.

Pero Kira fue sacada de allí por este hombre.  Mientras hayas salido al mundo exterior, podrás vivir encontrando comida por tu cuenta. Orión la salvó hoy, pero algún día tendría que hacerlo sola.

De repente sintió mucha hambre. Ahora que lo pensaba, había tenido mucho trabajo que hacer el día de hoy. Kira se dio cuenta de que la ilusión de poder saltarse la cena era inimaginable. Se disculpó con la carne de la gallina medio desmantelada mientras lloraba.

—Gallina de Guinea, lo siento. Aun así te comeré bien.

—Dejemos en paz a ese padre de bronce y comamos. Estoy seguro de que no es tan egoísta como para codiciar la comida de una mujer hambrienta.

De esta manera, Orión incluso se saltó naturalmente el procedimiento de ofrecer el primer bocado a los Dioses.

Ensartó una rama afilada en una hilera de carne, la colocó en la fogata y la coció, girándola ligeramente, hasta que empezó a oler deliciosamente a pollo. Kira, que tragó saliva sin pensarlo, se cubrió las mejillas avergonzada.

—Esto sabría mejor con unas rodajas de cebolla y berenjena, pero no puedo evitarlo. Está caliente, así que déjalo enfriar antes de comerlo.

Orión le ofreció el pollo asado. Kira miró la brocheta instantánea como si hubiera recibido un ramo de flores. El suyo sólo tenía la carne más tierna y poco grasosa, por lo que era fácil de comer. La de Orión, al contrario, era una colección de partes secas y trozos de órganos del animal.

Mientras su mirada iba y venían, Orión añadió apresuradamente, como si temiera que ella sugerirá intercambiar.

—Comer algo asi solo te hará engordar. Come, estas demasiado delgada.

—Sí…Gracias por esta comida.

Como discutir no funcionaría, Kira aceptó dócilmente sus buenas intenciones. Sopló con fuerza y masticó un trozo a la vez. Una sensación cálida se extendió desde su nariz hasta sus oídos.

«Es extraño. ¿Qué iba mal con ella?»

Cuando se trata de Orión, su estado de ánimo fluctúa fácilmente. Se sentía abrumada por tanta gratitud de su parte y un extraño impulso parecía apoderarse de ella. Quería expresarle algo, no con palabras, sino con acciones. No sabía exactamente qué quería hacer y se sentía cada vez más ansiosa.

Una nueva ola de dudas se apoderó de ella al recordar la forma en que sus sentimientos por Saphira se habían descontrolado ese día. ¿Podría ser que la naturaleza maligna de su monstruo interior esté mostrando su poder? El hecho de que se estuviera volviendo cada vez más fiel a sus impulso le parecía una especie de presagio peligroso. Kira rápidamente le habló para disipar ese sentimiento.

—Tiene un sabor fuerte. Creo que es por la grasa. Quizá deba aprender a cocinar de esta manera.

—Acabas de conseguir una nueva criada.

—Pero si voy a vivir por mi cuenta en un futuro debo aprender cómo hacerlo…

Entonces Orión escupió el pequeño hueso que tenía en la boca. Volvió la cabeza hacia dónde ella, la expresión en su rostro parecía decir no había escuchado correctamente.

—Vuelve a decir eso, solo un momento

—No, no. No es necesario. Parece que estás diciendo que algún día te mudarás de la casa… ¿o te entendí mal?

Traducción: Claire

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