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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 8

Capítulo de novela - 128 párrafos

Capítulo 8

Una mirada inquieta se volvió hacia el horizonte. La marea había bajado ese día, pero el barco no se encontraba a la vista incluso si miraba hacia la orilla. Probablemente se debía a que su escondite era muy bueno.

Al final, Lokira se ofuscó al no poder encontrarlo. Entonces palmó sus rodillas y se puso de pie.

En ese momento, el vigilante que monitoreaba a Lokira abrió una puerta y se arrodilló como si se percatase de algo.

—Le doy la bienvenida al señor Loxias en su viaje de regreso. Veo al señor del santuario de Delos, al señor del Monte Cinto.

A diferencia de cuando trataba con ella, sus saludos eran muy respetuosos. Lokira apartó la mirada del acantilado y volteó hacia su hermano.

 —¿Estás aquí, Lox?

 —Sí, Kira, estoy aquí.

Loxias sonrió al salir por la estrecha puerta.

Incluso considerando que uno era hombre y la otra mujer no eran particularmente similares entre sí. Lo único que podría decirse compartían era el largo y liso cabello.

La rubia cabellera de Loxias brillaba deslumbrantemente bajo el sol de la tarde. Sobre su cabeza había un olivino del Mar Rojo, tallado en forma de árbol de laurel. Un quitón blanco puro lo cubría hasta los tobillos, y encima un himation verde fresco elegantemente arrugado.

Había varios asistentes detrás de él. Todos se arrodillaron e inclinaron la cabeza, beligerantes.

Loxias los miró con tanta naturalidad como si estuviera viendo al aire.

—Regresen. Quiero hablar a solas con ella.

Entonces todos se fueron sin chistar. El único pasaje que conducía al patio trasero también fue cerrado.

El humor de Lokira se irritó. A diferencia de ella, que era una entidad divina y a la vez un monstruo, se dio cuenta de que ese trato era tan natural para alguien como Loxias. Después de todo, él parecía ser mucho mejor que ella en todos los sentidos…

A pesar de eso, Lokira puso una sonrisa en su rostro, agradecida de que Loxias hubiera venido a visitarla.

—¿Qué estás haciendo aquí? Debe haber sido difícil recorrer todo el camino hasta aquí. ¿Te volvieron a molestar tus asistentes?

Loxias sonrió.

—Esas personas siempre son fastidiosas. No es fácil intentar imitar a un Dios.

Se acercó sin dudarlo y tomó la mano de Lokira.

—¿Cómo has estado, hermana? Escuché que la comida no se adapta a tu gusto. Es invierno, por lo que debes comer bien.

Lokira se sonrojó al recordar el falso alboroto que había causado el día anterior. Negó con la cabeza, avergonzada de haberlo preocupado.

 —Si, a veces sucede... ¿Te lo dijo la suma sacerdotisa?

—No hay nada que yo no sepa en esta isla.

Loxias sonrió inocentemente. Sus palabras parecían tener algún tipo de significado y Lokira sintió una punzada en el corazón. Trató de apartar su brazo, pero Loxias la atrajo hacia él. Miró su piel enrojecida.

—Oh, no. Te metiste en problemas otra vez. Ella simplemente podría hablar contigo y tú lo entendería, pero siempre recurre a la violencia.

—Está bien. Apliqué un ungüento y ya no duele.

—Desearía que mis poderes me permitieran sanar heridas y enfermedades. Kira, por favor, no hagas nada para que te castiguen. Me entristece ver cómo termina tu cuerpo.

Loxias agarró su mano y se la llevó a la mejilla. Cuando sus párpados se cerraron, sus pestañas doradas se estiraron maravillosamente.

—Sólo me queda consolar a Kira. Detesto que algo malo le suceda a mi hermana.

En momentos como estos, Loxias parecía un niño a pesar de su altura. De repente, Lokira superpuso a Orión en su rostro. Había un contraste inmensurable entre esos dos. Loxias parecía más joven el día de hoy.

Al mirarlo, Lokira se deprimió.

Ella sólo tenía a esta persona a la que acudir en el Santuario. Si ella estaba bien, Loxias por consiguiente también lo estaría.

Pero no había podido evitarlo. Esa había sido la mejor manera de obtener y entregarle las hierbas a ese hombre.

Lokira se sobresaltó. Estaba sorprendida por su terquedad.

En el pasado, habría considerado que Loxias tenía razón y habría reflexionado sobre sí misma. Ahora sus palabras no resonaban con ella.

¿Se había acostumbrado al hábito de la bestia al haber estado rompiendo las reglas durante todos estos días? Lokira abrazó a su hermano para disimular sus pensamientos más íntimos.

—No te preocupes por mí y haz tu trabajo. Loxias tiene muchas cosas a las que responder a diferencia de mí.

—¿Viniste hasta aquí sólo porque decidí saltarme una comida?

Lokira preguntó por si había otra preocupación que no pudiera compartir con sus subordinados.

Loxias enderezó la espalda como si hubiera recordado algo olvidado.

—Oh, sí. Lo olvidé tan pronto como vi a Lokira porque recordé lo que sucedió ayer.

—Estás divagando otra vez. ¿Qué es lo que quieres decirme?

—Me iré de Delos por el tiempo. Iré a Quíos.

De repente, el nombre familiar de un lugar salió de su boca y Lokira endureció al oírlo.

Pero sus habilidades para mentir habían mejorado considerablemente. Mantuvo la compostura con la convicción de que no sospecharía de ella.

—Si es Quíos, eso está al norte de aquí. ¿Por qué tienes que ir allí?

—Parece que la princesa real se cayó de gran ventana y resultó herida.

—¿Está herida? ¿No está muerta?

Los ojos plateados de Loxias brillaron por un momento.

Lokira estaba tan desconcertada que había preguntado sin darse cuenta. Suprimió la  confusión y buscó corregir su error.

—Bueno, por lo general cualquiera que cae de tan alta altura no llega a contarlo….

—Ah, afortunadamente quedó atrapada entre uno árboles y sobrevivió. Quieren que viaje hasta ese lugar para seguir el caso.

La expresión de Loxias se suavizó.

Lokira pudo adivinar fácilmente el motivo. Loxias no era médico y no tenía poderes curativos. Sólo había una razón para que haya sido llamado deliberadamente fuera del santuario.

—Probablemente quieran cuestionar la situación durante la reunión de la alianza. El Rey de Quíos está dispuesto a mostrarme el estado de los daños directamente a mí, el mediador, para acusar al responsable. Era de esperarse, ya que fue un miembro de la familia real de la Atlántida quien dejó a la princesa en ese estado.

Lokira tomó una bocanada de aire más grande que antes.

 «¿Familia real?»

Mirando hacia atrás, nunca había pensado en la identidad de Orión. En su mundo, sólo había dos identidades: un santuario y un extraño.

El santuario con Loxias arriba y ella abajo, el resto simplemente estaba allí. La primera impresión que tuvo de ese hombre fue fuerte al pensar que era un cruel asesino.

Es verdad que Lokira tuvo una vaga suposición. Pensó que probablemente era un hombre libre que podía ir a cualquier parte. No parecía pertenecer a nadie.

Pero en realidad formaba parte de la realeza.  ¿No había dado a entender que era huérfano?

Lokira estaba muy confundida. Loxias, que no tenía forma de saberlo, frunció el ceño como si previera un futuro inquietante.

—De todos modos, estaremos en problemas muy pronto. El Atlante trató de arrebatarle la castidad a la princesa real, se escondió y por el momento se desconoce su paradero. Quíos quiere aprovechar esta oportunidad para usar mi poder y encontrar a ese sinvergüenza.

Lokira no pudo decir nada. Su rostro se oscureció sin su conocimiento.

¿Será que Loxias interpretó eso como una señal de que temía el terrible incidente? Sonrió para apaciguarla.

—Kira no podrá entender incluso si se lo digo. Está bien. Kira no tiene por qué verse involucrada en algo así. Estarás a salvo en este lugar.

—S-sí, Lox. Así es. Es porque soy mujer y tengo cuernos…

—Así que vine a decirte que estaré fuera por unos días.

—Te traeré un regalo. Debes escuchar a la suma sacerdotisa. No hagas ninguna locura.

Loxias apretó la mano de Lokira. ¿Habrá sido por su estado de ánimo? Era un tono que parecía enfatizar que ella no debería cometer “ninguna locura”.

Lokira no tuvo más remedio que asentir con calma. Loxias la miró durante mucho tiempo hasta finalmente sonreír brillantemente como si estuviera feliz con el resultado.

—Bien. Regresaré. Se supone que el barco parte al mediodía.

—Sí. Que tengas un buen viaje a Lox. Cuéntame cómo te fue la próxima vez.

Entonces Loxias la besó cariñosamente en la mejilla. Era un beso que estaba permitido por compartir la misma sangre.

«Es mi hermano menor, pero probablemente habrán muchas mujeres enamoradas de él .»

Su preciado gemelo. El sólo hecho de compartir su sangre era algo que Lokira no merecía. El Templo de Apolo no prohibía el contacto con el sexo opuesto, por lo que tendría muchos intereses romántico. Él podría ignorar a su hermana confinada, pero Lokira estaría siempre agradecida de que su hermano realmente se preocupara por ella.

Después de que Loxias se haya ido, un guardia condujo a Lokira a su habitación. Éste se fue tan pronto como estuvo asegurada la puerta lateral de la recámara.

Lokira se quedó a solas. Dado que no tenía nada más que hacer, jugueteó con unas conchas. La historia que acababa de escuchar hace unos momentos iba y venía en su cabeza.

«Él no me dijo que era de la realeza.»

¿Quizá pensó que era demasiado para revelar?

Vaya, ella sólo era una extraña a la que conoció por casualidad. Una mujer con cuernos y en cautiverio que ayudaba a gente por pura curiosidad.

«¿Trató de arrebatarle la castidad a la princesa…? Eso es completamente diferente de lo que escuché.»

Entendía vagamente lo que significaba quitarle la castidad a una persona. Había aprendido que era cuando el hombre abrazaba a la mujer con consentimiento, la besaba y luego la tocaba.

Pero Orión ciertamente no era un sinvergüenza.

«Hubo una vez donde me quitó el velo sin permiso»

Pero ese había sido el resultado de un malentendido...claramente se disculpó por ello. Desde entonces, nunca más se acercó a Lokira de manera imprudente.

Contraria a la suposición apresurada de ese hombre, la princesa de Quíos no estaba muerta. Tuvo mucha suerte de sobrevivir. Ni siquiera era un asesino, pero era muy duro consigo mismo como si realmente lo fuera. 

«Supongo que ambas partes tienen grandes malentendidos. Sería bueno que Lox pudiera mediar bien.»

Todavía era difícil de creer: si realmente era un miembro de la realeza, este se volvería un problema internacional. Ambas partes tendrían en juego el prestigio de sus ciudades, por lo que nunca querrán dar marcha atrás. Si las llamas se extinguieran de manera incorrecta, empezaría la guerra. Incluso la paz creada por la alianza griega podría hacerse añicos.

Las divisiones conducen a invasiones extranjeras. Amazonas en el norte, hitita en el este, Egipto en el sur. Hay muchas otras fuerzas que amenazan el mar Egeo.

El santuario de Delos tiene el papel de tomar prestada la autoridad de los Dioses para presionar a las naciones a que reine la paz.

Como Orión dijo una vez, el Delos de hoy en día tenía mucha autoridad gracias a Loxias, quien es considerado la encarnación de Apolo. Gracias a esto, el derecho de Delos a hablar y arbitrar era realmente considerable.

Ella esperaba que la autoridad de su hermano menor ejerciera una buena influencia esta vez. Y si era posible, que también pudiera resolver el malentendido de ese hombre.

Lokira oró en secreto mientras hacía que las conchas bailaran en el aire.  

Entonces, de repente, llamaron a la puerta lateral.

«¿Qué?»

Miró hacia atrás con sorpresa.

Creyó haber oído mal, pero no fue así. Hubo dos o tres golpes más desde el exterior y la cerradura traqueteó.

¿Pero qué significaba esto? El patio trasero era un pequeño espacio en lo alto de un acantilado. Sólo había una salida a través de la pequeña habitación, no había forma de subir a menos que fueras un pájaro.  

Pero definitivamente había algo ahí fuera.

Lokira se inquietó. La puerta que daba al pasillo estaba cerrada cuando trató de llamar a alguien. Sabía cómo abrir la ventana, pero vaciló en hacerlo ya que estaría revelando su única vía de escape.

Entonces Orión apareció al otro lado de la ventana.

Su gran cuerpo tapaba las estrechas grietas de la reja de hierro.

Lokira cubrió su boca con la almohada. Su garganta estaba tan conmocionada que ni siquiera pudo gritar.

El hombre que miró cuidadosamente el interior de la habitación guardó silencio por un rato. Después de un momento, dijo.

—...¿Es este tu palacio?

Conteniendo el hipo, Lokira se acercó vacilante a la ventana. Bajó la voz en un susurro.

—¿Cómo-Cómo llegaste hasta aquí?

No, ¿cómo sabía que ella estaba allí? No había forma de que lo supiera.

—¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Qué tan difícil es escalar un acantilado?

—¿Escalaste…?

—No actúes como si fuera algo de otro mundo. Esta montaña ni siquiera es tan alta. Salí a la costa a comprobar la corriente del océano y te vi. Parecía que ibas a caer justo al borde del acantilado.

Aparentemente había sido cuando Lokira miraba hacia abajo desde el patio trasero. Si bien ella no había podido ver la costa correctamente debido a la pendiente del acantilado y la colonia de árboles, Orión parecía no haber tneido ningún problema en visualizar aquello que se encontraba en la cima de la montaña.

—Me preguntaba por qué una preciosa deidad estaba parada en un lugar tan peligroso, así que subí a comprobar.

Orión escupió como si estuviera diciendo algo desagradable.

—Por cierto, ¿por qué colocar una reja de hierro en la ventana? Es una decoración un poco extraña para el prestigio del santuario.

Jugueteó con la reja unida al marco de la ventana por un momento. Finalmente la agarró y con un poco de fuerza cayó de forma ridícula a sus pies.

Lokira se sorprendió. La ventana que había estado fuertemente cerrada, se abrió en un instante. Su voz se elevó por sí sola.

—¡No la puedes sacar...!

—Puedo volver a ponerla en su lugar. Te veo mejor de esta manera.

Orión arrojó la reja de hierro al suelo como si fuera molesto.

Lokira retrocedió sin darse cuenta. Quería extender la manta sobre su cama para evitar que viera así su habitación. Era vergonzoso que este hombre mirara a través de su ventana.

Por otro lado, Orión frunció el ceño cada vez más serio por lo que estaba pensando. Finalmente murmuró.

—Es peor que el Minotauro.

—Bueno, este es el palacio que se supone consagra a una Diosa. ¿Las sacerdotisas están divirtiéndose con el látigo?

Traducción: Claire

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