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Bailando En Un Mar Legendario – Novela Capítulo 9

Capítulo de novela - 128 párrafos

Capítulo 9

Dijo Orión como si pudiera ver a través de todo. Sus ojos eran azules y fríos, pero de alguna manera parecían hervir. Al ver ese tipo de brillo por primera vez, Lokira se encogió naturalmente.

Volteó a ver las marcas de sus brazos. Se había aplicado el ungüento que se le había devuelto, pero su piel todavía estaba lastimada donde el látigo había cortado.

Lokira se cruzó de brazos para evitar que Orión pudiera mirar más de cerca.

Pensó que la mentira sobre haberse caído había funcionado.

Un sudor frío brotó bajo su ropa. Lokira palideció y preguntó con una voz parecida al zumbido de un mosquito.

—¿Lo sabías?

—Tendría que ser un idiota para no darme cuenta. ¿Quién se lástima de esa manera sólo por caerse? No estaba seguro, pero pude comprobarlo ayer.

Las palabras del hombre sacudieron el corazón de Lokira. La temperatura pareció subir y le ardieron los oídos.

No importaba que tanto la hayan descubierto. No quería decirle a ese hombre sobre esto. Sin embargo, Lokira dio por sentado que no había forma de salir de esto. No obstante, tuvo la ligera impresión de que su actual situación no debería ser revelada a otros.

La bestia divina de Artemisa, una Diosa, estaba atrapada en el cuerpo de un ser humano y era tratada como un potro desobediente. ¿No era innecesario que un hombre extranjero supiera sobre esto? En secreto, Lokira ansiaba ser considerada como una persona noble del santuario en lugar de una bestia maltratada.

Lágrimas se formaron alrededor de sus ojos mientras trataba de eludir la vergüenza. Lokira fingió no saber a lo que se refería. Rara vez se enojaba.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Subiste el acantilado sólo para ver algo como ésto?

—¿Qué hago aquí? Vengo a despedirme por última vez.

Lokira volvió la cabeza reflexivamente ante la frase “por última vez”. Aunque ya debería haberlo sabido, su corazón dio un vuelco al definirlo así.

Orión se inclinó para encontrarse con ella a la altura de los ojos.

—He tenido un mal presentimiento desde el amanecer. Es extraño cómo la gente va y viene. Pensé que sería mejor salir de aquí rápidamente, pero justo a tiempo estabas deambulando por este acantilado, así que primero decidí venir a verte.

—¿Por qué…?

—Bien, antes que nada, eres quien me salvó.

Orión respondió a la ligera.

—Es por eso que estoy aquí... En realidad, no pensé que podría hablar contigo. Sabía que las sacerdotisas estarían a tu alrededor por un tiempo y te llevarían de regreso cuando fuera el momento ya que eres una preciosa deidad a la que deben proteger.

Sus labios se torcieron de nuevo en una mueca burlona.

—O bueno, eso pensé hasta encontrarte aquí.

—¿Qué tiene de malo este lugar…? He estado en esta habitación desde que era sólo una niña. Tengo un espejo, juguetes y las sacerdotisas me enseñan varias cosas.

Lokira lanzó una pequeña protesta.

De hecho, su educación había terminado a la corta edad de 12 años. También omitió el hecho de que sólo se le asignaron actividades banales una vez tuvo la educación suficiente para comprender cómo funcionaba el santuario.

De hecho, no podía revelar que esta pequeña habitación era tan aburrida que había salvado a ese hombre inconsciente en la orilla del mar únicamente para satisfacer su curiosidad.

Parecía que sí admitía ese hecho por su propia cuenta, no habría vuelta atrás.

Orión no tenía idea de lo que estaba pensando y siguió incitando. 

—Entonces, ¿eso significa que el santuario de Artemisa en Delos te encarceló en este granero desde que eras sólo una niña y te domó a latigazos?

—¡Ésta es mi habitación, no un granero!

—Escucha, mujer testaruda. Te estoy diciendo que te mantienen en peores condiciones que el Minotauro. El rey Minos de Creta construyó todo un palacio para esconder  a su hijo menor, no lo encerró en una habitación. Incluso envío a mujeres para satisfacer las necesidades de ese pobre hombre. ¡No lo crió únicamente con espejos o juguetes para niños!

—¿Y qué pasa con mi espejo? ¡Es un espejo muy lindo! Dicen que son objetos tan valiosos que no todos pueden tenerlos…

No recordaba si lo había dicho la suma sacerdotisa o alguna otra persona del templo. En realidad daba igual quien hubiera sido.

Lokira hizo un gran esfuerzo para contener el temblor de su mandíbula. Su rostro se había vuelto más caliente.

—Dijiste que habías venido a despedirte, pero no haces más que ser grosero…. 

Orión respiró hondo por un momento, luego exhaló de nuevo. Sus cejas anchas y oscuras se estrecharon una vez más. ¿De verdad creía que era una mujer ignorante, estúpida y testaruda?

Sin embargo, fue en ese momento que se asombró de sí misma por ignorar las enseñanzas de la suma sacerdotisa y llegar a la conclusión de que no era tan malo llegar a formar una relación con un extraño.

El rostro de Orión se volvió complicado. Entonces preguntó en un tono inesperadamente serio.

—¿Te gustaría venir conmigo?

No dijo dónde. Tal vez incluso él no podría decirlo con certeza.

Pero el punto estaba claro.

Lokira casi dejó caer su almohada. Rápidamente se aferró a ella de nuevo, pero eventualmente la dejó caer al haber perdido fuerzas en sus manos.

—¿Q-Qué…?

—Me volvería loco viviendo en un lugar como éste. Pregunté porque parece que quieres salir de aquí de todos modos.

De ninguna manera.

De ninguna manera.

—Tú me salvaste, y si eso es lo que quieres, yo también lo haré por tí.

De repente revisó los alrededores. Después de confirmar que no había peligro, se despeinó como de costumbre.

—Como dije, todas las mujeres que se relacionan conmigo generalmente tienen muy mala suerte... No sé si esto sea lo correcto. Llevar a una mujer como tú que no sabe nada de este mundo seguramente me traerá dificultades. No me habría molestado en decirte esto si por lo menos recibieras una comida decente en este santuario.

Se distrajo por un momento.

—Bueno, en realidad ya tienes muy mala suerte.

—Y tú eres muy grosero…

—Di lo que quieras. Sé mejor que nadie que mi personalidad no es muy buena. Pero ya te lo dije, las deidades como tú son seres preciosos de gran valor. Delos te cuida porque lo vales. No te das cuenta, pero te mantienen en muy mal estado.

Orión apoyó el codo en el alféizar de la ventana para que Lokira pueda aferrarse a él si está se lo proponía. Su fuerza probablemente sacaría su cuerpo fácilmente de la habitación.

—Tengo el presentimiento de que todo se alineará en el futuro si te sacamos de este lugar.

—Pero por cómo te ves ahora, tu futuro en este lugar consistirá en marchitarte, ser golpeada hasta la muerte, o morir de locura, uno de esos tres. Te lo aseguro.

—...La suma sacerdotisa me da analgésicos y ungüento cada vez que me golpea. Si no actúo como una bestia, no me golpeará…

—Ah, sí. Bueno, eres una importante fuente de ingresos para el santuario, así que es muy probable que te mantengan con vida. Si quieres vivir una vida en la que te golpeen hasta el punto de no morir, tampoco te detendré.

Lokira sólo escuchó, avergonzada.

¿Orión habría considerado su interés por el mundo exterior como una señal de que ansiaba escapar del santuario?

No. Él estaba equivocado.

Lokira no había ayudado a ese hombre para que la rescatara. Además, ni siquiera se había dado cuenta de que quería irse de Delos hasta que él se lo señaló.

¿No tenía cuernos de todos modos?

No había forma de que pudiera adaptarse a vivir en el exterior.

Lokira era una bestia que no sabía nada fuera del santuario. Era como un cervatillo recién nacido. Su conocimiento del mundo exterior era como un castillo de arena construido únicamente por palabras de otras personas. Sin embargo, Lokira no podía controlar su curiosidad acerca del mundo exterior hasta el punto de bajar los escalones de piedra.

Sentía curiosidad, pero.

Lokira suspiró pesadamente.

Orión entrecerró los ojos.

—¿Piensas pudrirte por el resto de tu vida en un lugar como este?

—¿Entonces que se supone que deba hacer? No tengo padres, no sé cómo es la vida fuera de estas paredes...

En realidad, ella sabía que este hombre tenía razón. Pero Lokira se vio obligada a negarlo. La existencia de una persona cruzó por su cabeza, así que gritó con convicción.

—Loxias también está aquí. Él es mi hermano gemelo, ¿cómo podría salir de aquí sin él?

La voz de su hermano menor pareció llegar a sus oídos. Había susurrado después de besar afectuosamente su mejilla.

‘Kira, mantente a salvo. No hagas nada estúpido.’

No hagas nada estúpido.

Orión respondió al nombre de Loxias.

—¿Ese tipo que se hace llamar Apolo es tu hermano? No se parecen mucho que digamos.

—¡Eso es porque somos hombre y mujer!  ¡Vamos, no molestes…!

Nunca antes había expresado sus sentimientos de esa manera, así que su cabeza latía con fuerza. Lokira dio un paso atrás y se dejó caer sobre la cama. Su espalda tembló al tomar una profunda respiración.

Orión no dijo nada. Lokira no sabía qué tipo de expresión estaba haciendo. El tono que siguió fue sombrío.

—Ya veo. Sí, no es algo que pueda pretender entender después de sólo 10 días. Decir que morirás si te involucras conmigo y luego intentar hacer esto es una estupidez.

Parecía haberse dado la vuelta. Esta vez, su voz parecía un poco distante.

Dijo Lokira.

—Vuelve a poner las cosas en su lugar y vete.

Un sonido metálico se escuchó sin más.

Cuando Lokira se puso de pie, la reja ya había sido restaurada. El resplandor de la tarde se filtraba a través de las grietas de la reja de hierro. En todas partes donde la luz tocaba, la pequeña habitación en penumbra parecía estar ardiendo.

Su nariz se calentó de nuevo.

Un hombre que sólo sabía ser grosero. ¿Qué se creía él?

¿Lo seguiría? A Lokira le encantaría salir de este lugar si pudiera, pero estaba segura de que no sería la mejor opción.

Sus cuernos destacarían donde quiera que fuera. Desafortunadamente, tenía demasiada sensibilidad en ellos. El sólo agarrarlos con fuerza hacía que brincara de dolor, por lo que no podría imaginar cómo se sentiría si se los quitarán con un hacha.

Lokira tuvo una cena excepcionalmente solitaria ese día. ¿Ya se habría ido ese hombre? No importaba cuán brillante sea el día, ¿quería ella que se marchara?

Después de una pausa, el calor del momento se disipó gradualmente. La cabeza febril finalmente recordó lo que había olvidado.

«Oh. ¡Es verdad!»

¡Había olvidado mencionarle eso!

Loxias dijo que iba a Quíos para encontrar al sinvergüenza que había desaparecido a petición del Rey de Quíos.

Uno de sus poderes le permitía ver a la distancia. La imagen de Orión cruzando el mar Egeo directamente a las manos del rey de Quíos se volvió vívida.

Oh, debería haberle dicho esto antes, ¡Ojalá le hubiera advertido!

¡Había estado recriminándose por haber actuado de manera tan imprudente, cuando en realidad no era un asesino!

Con la firme decisión que esta sería la última Kira se llenó de valentía. Una vez más, escapó por la ventana durante la noche.

No se dió cuenta de que la sacerdotisa que había traído la cena había colocado polvo de tiza blanca en el alféizar de la ventana.

Lokira se apresuró a bajar los escalones de piedra con manchas blancas sobre la ropa. Pero Orión no estaba a la vista, tampoco lo estaba su barco.

—Se ha ido…

Ese había sido el peor adiós de todos. La brisa nocturna se filtró bajo su ropa y golpeó su pecho.

Lokira volvió a subir los escalones de piedra sintiéndose sola. El santuario estaba tan silencioso esa noche así que se acostó en la cama con la seguridad de que no habían notado su ausencia.

Después de un rato, un grupo de sacerdotisas irrumpió por la puerta.

Lokira no recordaba mucho después de eso.  Las bofetadas, gritos y golpes continuaron sin cesar.

El momento no era particularmente bueno. Loxias, quien normalmente venía a detener la habitual conmoción, había abandonado Delos. Las sacerdotisas arrastraron a Lokira hasta el salón principal sin que nadie las detuviera. La suma sacerdotisa la esperaba con ojos muy abiertos.

El interrogatorio trajo convicción a los cargos.

La condena finalmente dio paso a la locura colectiva.

Irónicamente, Lokira imitó la mueca burlona del hombre por un momento.

En efecto. Ni siquiera tendría que medir el tiempo preguntandose si terminaría marchitándose o enloqueciendo. Frente a ella, que renunció a la vida.

Él apareció.

Acabando con todo el personal que protegía el santuario por su propia cuenta.

‘Cambié un poco de opinión. Salgamos juntos de esta isla’

‘...¿Estás loco?’

‘¿Por qué? ¿Lo parezco? Incluso si mi vida corre peligro, no pienso verte morir.’

Entonces las cosas cambiaron tan rápido que Lokira no pudo digerir todo lo que sucedió a continuación. El Monte Cinto en Delos, el santuario donde nacieron Apolon y Artemisa, la oscuridad en medio de la noche. Estaba tan mareada como si Tánatos, el dios de la muerte, la hubiera agarrado del cuello y soltado en un instante.

Sólo quedan breves momentos en su memoria.

Orión la llevó en brazos mientras bajaba los escalones que daban a la puerta principal del santuario. Lokira, que había vivido allí toda su vida, pasó rápidamente por las residencias situadas bajo la montaña las cuales nunca había visto correctamente en toda su vida. Temiendo el alboroto, los residentes taparon sus ventanas y no miraron hacia afuera.

Su barco había pasado de largo la costa y atracado en el puerto principal de la isla.  Comparado con los barcos de pesca que servían al santuario, era solo la mitad del tamaño, pero sería perfecto para transportar a  dos personas.

Cuando Eos del amanecer caminó sobre el collar de Nyx de la noche y esparció una luz púrpura en el cielo, fue que finalmente Orión zarpó del puerto.

Lokira no tenía fuerzas en absoluto, parecía haberse olvidado hasta del idioma. Sólo el cansancio dominaba su cabeza. Todos los lugares donde había sido golpeada dolían de manera insoportable.

¿Estaba bien así? ¿Qué ocurriría en el futuro? ¿Qué estaría pensando Orión? Tratar de comprender la situación actual y predecir el futuro era demasiado para ella en estos momentos. Finalmente, cerró los ojos y se acurrucó en el suelo del bote.

Orión se quitó la capa y la colocó sobre Lokira.  Incluso la corta longitud de la capa que sólo cubría la parte superior de su cuerpo era una manta para ella. Creía sentir calidez en su sueño.

Perdió el conocimiento durante mucho tiempo.

Cuando Lokira finalmente abrió los ojos, ya estaba en medio del mar Egeo.

Traducción: Claire

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