Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 12
Capítulo de novela - 69 párrafos
[Traductor: P꒪˙꒳˙꒪]
Capítulo 12
Así es. La deuda del padre de Iris, Thomas Reuben, no se había saldado en absoluto. Esto se debía a que sus padres, al ser mercenarios, viajaban por todo el imperio, lo que hacía imposible que se pusieran en contacto primero para pagar la deuda.
Iris se permitió soñar dulcemente por un momento. ‘Ya no tendremos que pagar la deuda, así que podremos vivir todos juntos en la capital. Tendré que quedarme en la mansión del duque por Frijolito, pero podré visitarlos a menudo. O tal vez todos vengan a visitarme…’ Tan solo pensarlo la hacía feliz, y no pudo evitar soltar risitas tontas una y otra vez.
“Pequeño Beanie*, a ti también te gustarán nuestros padres y mi hermana. Claro que nuestra familia pensará que eres adorable en cuanto te vea…” (*Nota de la traductora: Aquí se usa Kong-iya [콩이야], con el diminutivo -i y el sufijo afectuoso -ya. Esta es mi propia interpretación, así que no es una traducción 100% literal.)
El pequeño dragón parpadeó con sus grandes ojos al mirarla, como si respondiera a sus palabras. Aunque no estaba claro si realmente había entendido lo que dijo.
Iris se agachó, recogió al bebé dragón y lo abrazó con fuerza. Frijolito se acomodó en su lugar habitual, en los brazos de Iris.
Iris se quedó pensativa por un momento. ‘Sería genial si pudiéramos conversar.’ ¿No decían que, si se les enseñaba bien, crecían más rápido? ‘Al menos debería intentarlo.’
Iris habló despacio: “Intenta imitarme. Ma-má.”
“¿¿Mya……??” El pequeño dragón ladeó la cabeza, muy adorable, pero Iris se sintió desconcertada.
¿Por qué no podía decir “mamá” ahora, si antes lo había hecho con tanta facilidad? No lo entendía. ‘Ahora que lo pienso, antes decía “papá” sin problema.’
Iris volvió a intentarlo con calma: “Pa-pá.”
“Kyuing.”
“……”
La respuesta no tenía absolutamente nada que ver.
Iris se tragó un suspiro. Al parecer, el pequeño dragón aún era demasiado joven para aprender a hablar. ‘Debería volver a intentarlo cuando sea un poco mayor. Pero… ¿no será que está fingiendo no imitarme a propósito?’
No, imposible. Iris aplastó esa semilla de sospecha apenas germinada. Este adorable y puro bebé dragón, que solo la conocía a ella, no podía ser tan astuto. ……Al menos, eso pensaba, hasta que ocurrió lo impensable: Frijolito, que jugaba solo unos minutos más tarde, la llamó de repente “mamá”.
Esa misma noche. Bajo la tenue luz de la luna, Alexion fruncía el ceño mientras leía el pergamino con el sello imperial.
La razón por la cual el emperador le había enviado personalmente ese informe era evidente.
“Un salamandra, ¿eh…?”
Se había descubierto una guarida de salamandra en el este. Las salamandras eran el doble de raras y diez veces más peligrosas que los dragones. A diferencia de los dragones, que poseían una inteligencia equiparable o incluso superior a la humana, las salamandras apenas alcanzaban la de un lagarto. Eran como explosivos inestables que podían estallar en cualquier momento, precisamente por su estupidez.
Alexion tragó un suspiro. Si no intervenía, esa criatura rara y peligrosa sería exterminada. Y acabaría disecada en manos de algún coleccionista codicioso, conservada en su forma original. O encerrada en el almacén imperial.
‘……’
No tardó mucho en tomar una decisión. Alexion escribió él mismo una carta al emperador. Un mensaje en el que afirmaba que partiría hacia el este en tres días.
Iris fue la primera en enterarse de que Alexion dejaría la mansión del Duque. Porque él mismo se lo dijo.
Alexion fue a ver a Iris temprano en la mañana y le explicó la situación con un tono completamente sereno. Se marcharía por un tiempo y, aunque no estaría fuera por mucho, no podía asegurar con certeza cuándo regresaría.
Cuida bien de Frijolito y de los animales mientras yo no esté. Alexion parecía estar más preocupado por Frijolito y los animales del cercado, pero la mente de Iris estaba completamente en otra parte.
La razón de la partida de Alexion no le parecía un asunto cualquiera.
“¿Una salamandra, huh…?” Sus labios temblaron.
Gracias a los libros sobre dragones que había leído por el bien de Frijolito, también había aprendido un poco sobre criaturas mágicas como las salamandras. Si los dragones eran como el café, las salamandras eran como el licor: una criatura más difícil de controlar y mucho más peligrosa.
‘……¿No se supone que, siendo duque, debería evitar involucrarse en un asunto tan peligroso?’
Podía que fuera hábil con la espada, una habilidad básica para los nobles. No, en realidad, eso era casi un hecho. Con ese cuerpo delgado y tonificado, no tendría sentido que no supiera blandir una espada adecuadamente. Pero eso era todo. ¿De qué servía una espada que se derretiría con las llamas de una salamandra?
“¿No había nadie más que pudiera ir? ¿Por qué tenías que ser tú……?”
“Me ofrecí voluntariamente.” Alexion respondió brevemente. “No podía confiar en nadie más.”
Esa era una respuesta que Iris no podía aceptar tan fácilmente.
“Pero si enviaras a alguien de confianza…”
“No hay nadie.” Alexion cortó sus palabras. “Todos son unos cobardes que saldrían huyendo con el rabo entre las piernas ante la primera chispa.”
“……”
Iris guardó silencio. Porque las palabras de Alexion no le sonaron como una broma.
Por supuesto, Alexion no mostraba signos de ansiedad ni miedo. Hablaba de “ir al este a capturar una salamandra” con el mismo tono con el que diría “voy al palacio hoy”.
Pero bajo la superficie, se revelaba sutilmente una sensación de incomodidad, más que de temor.
En lugar de insistir más en su situación, Iris preguntó con cautela: “Dijiste que te vas en tres días.”
“¿Puedo verte un momento el día en que partas?”
“¿Con qué motivo?” Alexion parecía genuinamente desconcertado. De hecho, Iris misma se preguntaba por qué había hecho esa petición. Después de todo, no era tan cercana a Alexion como para despedirse de él, ni tenían una relación particularmente íntima o inseparable.
Pero, incapaz de revelar su verdadera razón, Iris improvisó una excusa convincente.
“De todos modos vas a revisar a los animales una última vez antes de irte, así que quería saber un poco sobre sus características y lo que les gusta.”
“……Ya veo. Supongo que eso se puede hacer.”
¿O fue solo su imaginación? Parecía que la comisura de los labios de Alexion se había alzado apenas un poco.
Al amanecer, cuando el sol apenas comenzaba a salir, Alexion se encontró con Iris frente al seto de tuyas. En cuanto lo vio, Iris sonrió con entusiasmo.
“De verdad viniste.”
“No había razón para no hacerlo.”
Incluso si no hubiera sido Iris, él habría ido a revisar a los animales a esa hora de todos modos. Era algo que tenía que ver con sus propios ojos.
Ese día, también, los animales vivían en paz. En especial el mono, que jugaba desde el amanecer con los dos regalos que Iris le había dado y parecía estar muy satisfecho.
Alexion comenzó a explicarle las características de cada animal: qué alimentos les gustaban, su rango de actividad, cómo se comportaban cuando estaban enfermos...
“Los cuidadores normalmente no les prestan mucha atención a los que se enferman. Dicen que son débiles y ya.”
“Yo cuidaré bien de ellos.” Respondió Iris con una voz llena de sinceridad, pero Alexion aún no podía confiar completamente en ella.
Solo pensaba que era “alguien a quien se le podía pedir el favor”, nada más. Después de todo, aunque fuera sincera ahora, podía rendirse si las cosas se ponían difíciles o incómodas unos días después.
‘No hay nada que hacer.’
Alexion había aprendido hacía mucho tiempo a no depender de los demás.
“Bueno, nos vemos cuando regrese.” Le dijo a Iris con su habitual tono brusco, mientras se disponía a marcharse.
Ella extendió algo con una expresión tensa.
“Es… no es gran cosa, solo lo hice con materiales que me sobraron.”
Era un llavero. Una pequeña flor parecida a una estrella estaba delicadamente grabada en él.
La mano blanca y delgada que le entregó el llavero mostraba varios rasguños y pequeñas quemaduras, lo que permitía adivinar el esfuerzo que había puesto en hacerlo.
Los ojos de Alexion se entrecerraron.
“¿Helleborus…?”
Helleborus, también conocida como Rosa de Invierno, era una flor que florecía en invierno, tal como indicaba su nombre.
Los ojos de Iris se abrieron con sorpresa.
“¿La conoces?”
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- Capitulo 14: Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 14
- Capitulo 13: Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 13
- Capitulo 12: Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 12
- Capitulo 11: Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 11
- Capitulo 10: Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 10
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- Capitulo 2: Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 2
- Capitulo 1: Buscando Al Papá Del Bebé Dragón – Novela Capítulo 1
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