Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso – Novela Capítulo 182

[Traductor: Mayu]

Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso 182

Ilyin y Aden entraron en la oficina del Duque de Invierno, y en cuanto entraron, Aden abrazó a Ilyin con cariño. Cass, el representante de la Compañía Acid, los saludó con una profunda reverencia, y Aden se lo presentó.

Cuando Cass se preparaba para comenzar su informe, Aden lo detuvo, colocando sus manos suavemente sobre los ojos de Ilyin. Aden le susurró al oído, en voz baja y seductora: “Piensa mal.”

Las largas pestañas de Ilyin revolotearon con confusión mientras miraba a Aden, cuya mano todavía cubría sus ojos.

“Gente mala”, continuó Aden, dándole un breve beso a Ilyin en la cabeza. “Imagina a quienes te han hecho daño, tropezando hacia su ruina. Me enfurece que te hayan arrebatado la capacidad de sonreír al sol.”

Otro beso se posó en la oreja de Ilyin mientras la mano de Aden la acariciaba suavemente.

“Imagínalos perdiendo todo por lo que han trabajado, el poder, la riqueza, todo lo que intercambiaron por tu miseria. Viviendo una vida sin propósito, a merced de la voluntad de alguien más, no de la mía.”

La mano de Aden era un velo que protegía a Ilyin del mundo, pero su calor la reconfortaba. Ilyin sabía a quién se refería Aden: al vizconde Arlen, su padre.

“Piensa en ti”, murmuró Aden, mordisqueando suavemente la oreja de Ilyin. “Quiero verte reír bajo el sol, libre de preocupaciones y recuerdos desagradables. ¿No quieres hacer lo mismo?” Ilyin asintió inconscientemente, atraída por la voz tranquilizadora y la calidez de Aden. Aden rió entre dientes, “Empecemos poco a poco. Cómo sumergir los pies en el agua antes de zambullirte. Quiero verlo sufrir.”

Sus palabras fueron como el canto de una sirena, tentadoras e irresistibles. Ilyin sintió como si un demonio travieso hubiera entrado en su mente, animándola. Aden finalmente retiró su mano y sostuvo la mirada de Ilyin. “Recuerda, él es insignificante y no puede hacerte daño. Nunca más podrá hacerte daño.”

Ilyin desplegó la carta y sus ojos recorrieron las palabras escritas con una letra familiar. Al principio, las palabras parecían arrogantes, proclamando la reputación que Arlen se había ganado por producir las mejores zanahorias, cultivadas en un clima cálido y húmedo. La carta comenzaba como una declaración presuntuosa, pero a medida que avanzaba, su tono se tornaba lamentable. Las bajas temperaturas de este año habían afectado la cosecha, y el autor de la carta, presuntamente el vizconde, suplicaba clemencia, ya que se veían obligados a entregar más de lo que su capacidad les permitía.

[Este año, la temperatura es algo más fresca de lo normal, por lo que la cosecha de zanahorias no es la misma que en años anteriores. Por motivos contractuales, sé que tengo que enviar más zanahorias de las que he enviado, pero por favor, sean benévolos con «L».]

La lectura de Ilyin se detuvo al notar que algo no cuadraba. “Esta no es la letra de mi padre”, declaró.

Como responsable de asuntos externos de la finca del vizconde Arlen, Ilyin conocía a la perfección su estilo de escritura. Pero era evidente que esta carta no había sido escrita por el propio vizconde, sino por su escriba.

Ilyin conocía a la perfección la escritura de su padre, pero la del escriba le resultaba desconocida. Sin embargo, al observar los trazos descuidados e inclinados, lo reconoció. Era el mismo escriba que había conocido durante su investigación de la distribución en el norte.

Era el estilo de escritura del escriba. Ilyin recordó un artículo que había leído sobre el Comercio Acid antes de partir hacia allí. Las notas que había tomado durante su investigación estaban escritas con la misma inclinación inconfundible.

"¿Qué fue de la entrega de zanahorias de la finca del vizconde?" Ilyin le preguntó a Cass, a quien había conocido antes y quien ayudó a Milo con el trabajo pesado en el Comercio Acid.

“Alrededor del 45%, menos de la mitad de lo prometido en el contrato”, respondió Cass.

Ilyin recordó los detalles del contrato y, con un cálculo rápido del precio actual de mercado de las zanahorias, llegó a una conclusión.

“Debe ser un gran contratiempo para el vizconde”, murmuró.

Pero Adén tenía una opinión diferente. “No creo que sea un golpe lo suficientemente fuerte como para derribarlo. Después de todo, sigue siendo un noble. No se derrumbará por una mala cosecha”, dijo.

Ilyin rió entre dientes, consciente de la afición del vizconde por los gastos frívolos. En cuanto disponía de fondos extra, ya estaba pensando en qué comprar a continuación, lo que le dejaba sin ahorros y le impedía gestionar su finca de forma rentable. Esta vez no sería diferente, sobre todo porque había estado estableciendo más contactos con familias del norte. Querría que la mansión Arlen tuviera un aspecto impecable, malgastando dinero en diversos gastos innecesarios.

“No quedará mucho en el tesoro del vizconde” dijo Ilyin.

A pesar de la buena calidad de las zanahorias del territorio Arlen, no valían el precio que se alcanzaban en la cima del Comercio Acid.

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