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Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso – Novela Capítulo 189

Capítulo de novela - 30 párrafos

[Traductor: Mayu]

Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso 189

Ilyin sintió una furia hirviente en su interior, una ira que había mantenido reprimida durante más de dos décadas. Anhelaba que ese hombre desapareciera de su vida, como si nunca hubiera existido. Las emociones que tuvo que soportar para sobrevivir en la mansión Arlen comenzaban a aflorar de nuevo.

“Yo…” dijo ella, con los labios temblorosos de emoción. Aden le tomó la mano y la apretó con fuerza, como si quisiera darle fuerza.

“¿Sí?” preguntó con voz suave y tranquilizadora.

“No tengo ni una pizca de perdón en mi corazón” admitió Ilyin, con la voz entrecortada por la emoción. Deseaba que ese hombre cayera en el abismo, que sufriera como ella había sufrido todos esos años. Pero guardó silencio, sabiendo que tenía a un dulce demonio a su lado que podía concederle deseos aún mayores.

"Nunca lo dejaré ser feliz", prometió con la mirada fija en Aden.

El demonio a su lado, que parecía leerle el pensamiento incluso cuando se tragaba las palabras, sonrió suavemente. "¿No dije que Delrose sabe cómo servir a sus superiores?", sugirió con tono burlón.

Aden hundió el rostro en el hombro de Ilyin, ofreciéndole consuelo y apoyo. “Puedes darme cualquier orden con tu suave toque. La aceptaré sea lo que sea”, prometió.

Ilyin le puso la mano en la cabeza y sintió que una sensación de calma la invadía. "Entonces… por favor, sigue cumpliendo el contrato tal como está", pidió con voz firme.

No habría perdón, ni ahora ni nunca. Aden respondió a las palabras de Ilyin con un beso profundo.

Bertha se reclinó en su sillón, sintiendo el suave terciopelo envolver su cuerpo como un cálido abrazo. Era la sensación más cómoda que había experimentado en décadas, a pesar de los días desagradables que la precedieron. Desde que su yerno le dio la absurda orden de no entrar en su territorio, Bertha había estado nerviosa, con la mente llena de recuerdos de las propiedades que había visitado en su juventud. Había viajado por el imperio con su hija, y aunque no siempre había sido fácil, su capacidad para predecir el futuro las había mantenido a salvo.

Bertha dio un sorbo a su té; el fragante aroma la tranquilizó. "Ahora que lo pienso", reflexionó, "pasamos por la finca de un conde. ¿Cómo se llama, Lo...?" Pero se le escapó el nombre, y negó con la cabeza, con una risa que sonó como una campana. "A medida que envejezco, mi memoria no es la misma que antes. Pero no olvidaré tu carita de bebé, así que no te preocupes".

Extendió sus manos arrugadas y acarició las mejillas de su nieta. Ilyin sonrió suavemente, y Bertha le hizo prometer “Antes de morir, me aseguraré de llamar a mi bebé por su nombre.”

“¡Abuela!” protestó Ilyin, pero Bertha rió entre dientes. “Ahora te ves un poco mejor” dijo, barriendo la mirada de su nieta. “¿Por qué se acumularon tanto tus preocupaciones?”

“No existe tal cosa” respondió Ilyin con una leve sonrisa. Pero Bertha negó con la cabeza lentamente. “No, mi bebé tiene muchas preocupaciones en su rostro. ¿El Duque te trata igual que antes?”

Si Ilyin decía que no, Berta estaba a punto de golpear al duque en la cabeza con la punta de su bastón. Pero Ilyin hizo un gesto de desdén con la mano, y Berta se relajó en su silla, tranquila.

"¿Qué le pone esa sombra de tristeza a mi bebé?", preguntó Bertha con la voz llena de preocupación maternal. Pero Ilyin no pudo evitar sonreír ante el cariño.

“En realidad... Había algunas cosas relacionadas con el vizconde Arlene” admitió finalmente Ilyin, con la voz cargada de frustración. Al pronunciar el nombre, sintió que pertenecía a otra familia, no a la suya. Una donde no importaba en absoluto. Deseó que la hiciera sentir mejor.

“Ese maldito es quien te causó problemas” espetó Bertha, apretando los puños. Ilyin no pudo evitar conmoverse ante el feroz tono protector de la voz de Bertha.

“¿Sabías que el comerciante de Acid y el vizconde Arlen estaban haciendo un trato?” preguntó Ilyin.

“Todo el mundo lo sabe” asintió Bertha con aire de complicidad. Había escuchado todas las historias de las criadas de Delrose. Además, su capacidad premonitoria le revelaba la mayoría de las cosas que le intrigaban.

“Esa no era una muy buena situación para el vizconde Arlen” dijo Ilyin arrastrando las palabras.

“Supongo que no leyó bien el contrato” dijo Bertha con una sonrisa satisfecha en su rostro.

Ilyin finalmente se rió. "Ya lo ves", dijo, aliviada de tener a alguien con quien compadecerse.

Al ver el contrato, notó de inmediato un punto ciego. Sin embargo, el vizconde había aceptado los términos sin objeción, ya sea influenciado por el beneficio inmediato de su presencia o simplemente ignorando el asunto por completo. Y ahora, las consecuencias eran evidentes.

"¿De verdad le enviaste una carta diciéndome que hiciera algo bien?", preguntó Bertha, e Ilyin parpadeó en respuesta.

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