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Incluso el Villano Tiene Una Historia – Novela Capítulo 58:Entrenamiento especial (5)

Capítulo de novela - 96 párrafos

Lo soltaron entre los lobos para que ganara experiencia real, no para que esos animales le pasaran la lengua por todo ese cuerpo bonito a su antojo.

Como enloquecían con cualquier aroma distinto, usaron un inductor de celo en una dosis moderada, sin imaginar que acabaría así.

¿Y qué se supone que está haciendo Geon-joo? Debería haberlos echado antes de que se le acercaran.

A Sa-yoon no le gustó nada y chasqueó la lengua, moviendo un dedo. Por suerte, Geon-joo se zafó del lobo poco después de que este le lamiera la cara, dándole una patada. Pero todo lo que Sa-yoon podía ver era el rostro de su precioso empapado.

Fue Geon-joo el que acabó lamido, pero era Sa-yoon quien sentía náuseas por dentro.

El lobo, que había sido arrojado lejos, volvió a lanzarse sobre Geon-joo. Sa-yoon ya no lo estaba dominando con su energía asesina, así que no fue solo uno: llegaron cuatro lobos de golpe. ¡Maldita sea! El combate se volvió difícil y Geon-joo comenzó a tambalearse.

De cuatro pasaron a cinco, luego seis, siete.

Al ver que la presa parecía debilitada, los lobos restantes que merodeaban alrededor esperando una oportunidad se abalanzaron también. Geon-joo logró clavar su cuchillo en una de sus patas, golpearle la mandíbula, darle con el codo en la cara, pero no fue suficiente.

—¡Basta ya!

La voz jadeante de quien luchaba con los lobos sonó extenuada. Sa-yoon se puso a calcular cuánto tiempo había pasado desde que Geon-joo había empezado a huir de ellos. Aproximadamente una hora, tal vez.

Había estado corriendo sin descanso, así que no era raro que estuviera agotado. Justo como si quisiera probar que Sa-yoon tenía razón, la pierna de Geon-joo, que había estado resistiendo bastante bien, empezó a temblar hasta que terminó desplomándose. Uno de los lobos logró finalmente morderle la pantorrilla y no soltó el agarre.

—¡Kh...!

Geon-joo soltó un gemido, sacó un cuchillo de entre sus ropas y lo hundió dentro de la boca del lobo, jalándolo hacia sí. Las venas se le marcaron en el dorso de la mano cuando levantó al lobo y lo arrojó contra los otros que le atacaban.

—¡Kyaaa!

Los lobos se enredaron entre ellos. Se deshizo de tres así, pero todavía quedaban al menos cuatro más rodeándolo, y Geon-joo, exhausto, terminó cayendo de bruces, permitiendo que uno de los lobos se le subiera encima.

El lobo gruñó, con saliva escurriendo sobre el cuello de Geon-joo. Abrió la boca dispuesto a arrancarle la carne blanca cuando...

—No puedo seguir mirando esto. Te dije que los atraparas tú solo, ¿Y ahora por qué estás debajo de ellos, precioso?

¿Te gustan así?

Incapaz de seguir mirando, Sa-yoon bajó del aire, agarró al lobo por el pescuezo y, aún agachado junto a la cabeza de Geon-joo, lo alzó mientras el animal ladraba furioso. Sus pupilas rasgadas y doradas se encontraron con la mirada de Sa-yoon. El aire se volvió gélido en un instante.

—Kkhiing, ngh...

Hace un momento estaba enseñando los dientes y ladrando, pero ahora, dominado por la presencia de Sa-yoon, el lobo gimió con dolor. Con las orejas gachas y retorciéndose incómodo, observó el rostro de Sa-yoon. Su cola, que colgaba baja, empezó a moverse muy lentamente.

En su expresión ya no quedaba ni rastro de la excitación del celo ni del entusiasmo por la caza.

—¡Grrrk!

Sa-yoon lanzó el lobo que tenía en las manos por encima de su hombro. Los demás lobos, que desde que Sa-yoon bajó habían estado agachados y en alerta, retrocedieron.

No tenía intención de competir con unos malditos perros.

Con un leve gesto hacia el lobo que había arrojado, los demás, captando la señal con su instinto animal, se llevaron al rezagado y se marcharon.

Los hombres lobo con correas al cuello, que observaban la escena, miraron a Sa-yoon y gimieron. Era su forma de decir que ellos también querían irse.

Pero Sa-yoon no tenía intención de extender su indulgencia a los hombres lobo. Después de derretir sus bozales hechos a medida, les dio un golpecito en el hocico con el dedo.

—¿Así es como les enseñan a comportarse?

—¡Woof, woof!

—¿Y qué se supone que estás diciendo? Deja de ladrar y habla como la gente.

Aún tirado en el suelo, Geon-joo escuchaba la conversación entre Sa-yoon y los hombres lobo, sin poder ocultar su incredulidad. Sin embargo, Sa-yoon, ignorándolo, seguía apuntando al cuello de Geon-joo con una expresión recriminatoria mientras mantenía a los monstruos delante de él. Finalmente, sacudió la cabeza ante la falta de entendimiento de esas bestias y empuñó la espada que llevaba al cinto.

Sin que se notara ni el desenvainado, el contador de monstruos derrotados aumentó.

Geon-joo, sorprendido, cerró la boca al ver cómo el número subía en un parpadeo. Sa-yoon envainó de nuevo el arma dejando con vida solo a un hombre lobo.

—Tú te quedas un rato.

—Grrrr...

El hombre lobo que sobrevivió agachó la cabeza en señal de sumisión. Primero solo se quedó allí agachado, pero al captar la mirada de Sa-yoon, volvió a su forma de lobo plateado y se aplastó contra el suelo. Y aun así, como la presión de Sa-yoon no disminuía, terminó estirando patas y brazos hacia los lados, completamente aplastado.

Su panza quedó pegada al suelo. Sa-yoon lo miró con cara de no estar muy impresionado y luego apartó su atención.

—¿Estás bien, precioso?

—¿...me veo bien?

—Bueno, al menos en esta hora mejoraste algo tu resistencia y tu juicio, ¿No?

—En esta hora casi muero como cinco veces.

—Te digo que no vas a morir.

Dije que te salvaría si estabas en peligro de muerte, no que te iba a matar. Además, esta vez Geon-joo ni siquiera estaba en peligro de morir.

Era una situación en la que, como mucho, le rasgarían un poco el cuerpo. Sa-yoon ya lo había experimentado antes, y sabía que, incluso después de ser mordido seis veces por una bestia, si uno tenía la voluntad de escapar, el cuerpo aún podía moverse.

No es imposible que la fuerza de voluntad domine al cuerpo.

Aun así, los lobos actuando sin saber su lugar le resultaron tan molestos que decidió intervenir antes de lo planeado. Pero en lugar de agradecerle, Geon-joo lo estaba culpando.

¿Cree que este entrenamiento especial se llama así por nada?

Es precisamente por su alta intensidad que este tipo de entrenamiento es tan eficiente. En esta hora, Geon-joo aprendió, aunque fuera mínimamente, cómo escapar de un grupo de monstruos de tipo bestia y cómo asegurar una zona segura.

Si repite esto unas cuantas veces más hasta que logre tres huidas perfectas, sin duda dominará tanto cómo enfrentarse a monstruos de clase A hacia abajo como cómo escapar de ellos sin peligro. A este ritmo, bastaría con invertir unas ocho horas para lograrlo.

—No puedes recibir una clase como esta en ningún otro lado, precioso.

—...si pudiera, eso sí sería raro, ¿No cree?

Sonó como una queja, pero Sa-yoon decidió interpretarlo como un cumplido. Acostó a Geon-joo, que estaba tirado, y al ver su rostro manchado de saliva, rebuscó en su inventario y sacó un desinfectante. Vertió la mitad de la botella sobre los brazos y piernas que habían sido mordidos por los lobos. Como empezó a desinfectar sin previo aviso, Geon-joo sintió un ardor intenso y reprimió un gemido mientras se estremecía.

Las marcas de dientes en la herida se contrajeron varias veces. Cada vez que el medicamento penetraba la piel, Geon-joo, sin darse cuenta, agarraba la solapa de Sa-yoon y sus extremidades temblaban. Unos minutos después, finalmente soltó los labios que había estado apretando. Aprovechando el momento, Sa-yoon limpió la sangre con un paño y le vendó las heridas.

—¿...y la poción?

—No la uses a menos que se te rompa un hueso. Te vas a herir seguido, así que también tienes que fortalecer tu capacidad de recuperación.

Mientras hablaba, presionaba las heridas con el paño, y el rostro de Geon-joo perdió el color. Sa-yoon le pasó el resto del desinfectante junto con otro paño limpio.

—Límpiate la cara.

—Y ya de paso, también el cuello.

Todavía hueles a cachorro de bestia.

El olor a lobo se esparcía por todo el cuerpo de Geon-joo. Ni hablar del hedor que salía de su cuello y rostro cubiertos con fluidos corporales. Sa-yoon frunció la nariz sin querer y añadió ese comentario. Al ver su expresión, Geon-joo se sonrojó profundamente.

¿Ahora le da vergüenza haber sido aplastado por un lobo?

Para Sa-yoon, el momento de sentirse avergonzado había pasado hace mucho.

—...era una situación inevitable.

—¿Y quién dice lo contrario?

—Dice que huelo mal.

—Pues, ¿Quién te manda a ir por ahí todo embadurnado?

—¿Y cómo se supone que no me embadurne… ¡Agh!

Cuando Geon-joo intentó replicar sin ceder ni una palabra, Sa-yoon presionó con la mano sobre su pierna vendada. Geon-joo se mordió los labios y calló de inmediato. Sa-yoon, como si su acción tuviera alguna lógica, dijo que estaba ayudando a detener la hemorragia y le ordenó que dejara de quejarse y se limpiara la cara.

Geon-joo, al notar que la mano de Sa-yoon aún seguía sobre su pantorrilla, cerró la boca a regañadientes y tomó el paño. Con él, húmedo por el desinfectante, limpió su cara y cuello, eliminando los fluidos del lobo. Sa-yoon sacó un desodorante arrumbado en un rincón del inventario, lo roció varias veces para quitar el olor, y luego metió su mano bajo el brazo de Geon-joo hasta el hombro para levantarlo.

—¿Cómo están la pierna y el brazo?

—Puedo moverlos, más o menos.

—Entonces perfecto. ¿Puedes hacer una más?

—¿...qué?

—Esta vez solo voy a soltar a uno. Practica cómo huir, contraatacar y esconderte.

Para eso había dejado un hombre lobo aparte. Tal vez porque entendió que hablaban de él, el lobo plateado que yacía como queso derretido se incorporó lentamente.

Cuando Sa-yoon levantó la cabeza, el lobo, captando la señal, volvió a transformarse en un hombre lobo bípedo. Movió los ojos según la señal de Sa-yoon y localizó a Geon-joo.

—Síguelo a él.

—Pero no lo mates.

—¡...guau!

¿Lo entendió o solo hará lo que le dé la gana? Al menos parecía haber respondido, así que Sa-yoon miró a Geon-joo y notó unas hojas en su hombro. Se las sacudió con un par de palmadas.

—Esta vez tampoco vas a morir, así que no te preocupes y corre.

—Pero tampoco pienses que te voy a ayudar tan fácil como ahora, así que no te relajes.

Con cada advertencia, la expresión de Geon-joo se torcía más. Con esa cara que parecía decir ¿Tú podrías no ponerte nervioso en esta situación?, Sa-yoon sujetó con suavidad sus hombros y lo giró 180 grados. Geon-joo, que lo había estado mirando de frente, ahora miraba hacia el bosque.

Sa-yoon le dio unos golpecitos en el hombro.

—¿Qué haces, bonito?

—¿...de verdad lo vas a hacer?

—¿Acaso crees que estoy bromeando? Voy a soltarlo en tres minutos, así que corre a toda velocidad.

Es un hombre lobo con un sentido del olfato agudo.

Mientras hacía que el hombre lobo oliera el paño con el que había limpiado las heridas de Geon-joo para que recordara el olor de su sangre, Sa-yoon le dio un empujón en la espalda.

Geon-joo, poco dispuesto a lo que estaba por suceder, dio unos pasos solo porque Sa-yoon lo empujaba, luego bajó la cabeza y se despeinó el cabello con una mano.

Cuando el hombre lobo aulló como advirtiendo, finalmente los pies del cazador novato de veintidós años empezaron a moverse.

Traducido por: Valiz

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