Incluso el Villano Tiene Una Historia – Novela Capítulo 61:Entrenamiento especial (8)

Lo primero que Geon-joo vio al abrir los ojos tras pasar toda la madrugada delirando de fiebre fue una piel blanca.

—¿……?

Acababa de despertar, así que su visión era borrosa, y frente a él se extendía una piel pálida como la cera. Geon-joo, con expresión confundida, se frotó los ojos un par de veces y parpadeó repetidamente. Finalmente su vista se aclaró, y sus ojos oscuros se agrandaron al confirmar lo que tenía delante.

Sin entender la situación, Geon-joo se quedó inmóvil, conteniendo la respiración. El aroma no le resultaba desconocido. De inmediato frunció el ceño y se incorporó de un salto.

Fue entonces cuando se dio cuenta con certeza de lo que tenía delante.

—¿Qué es esto?

Al incorporarse, decenas de capas de ropa que cubrían su cuerpo cayeron con un susurro. Geon-joo, avergonzado al ver que prácticamente había dormido abrazado a Sa-yoon, se cubrió la cara. Su mente estaba hecha un caos.

El último recuerdo antes de sentir aquel dolor atroz era que, al sentir su cuerpo extraño, había ido en busca de Sa-yoon. Después, su memoria se interrumpía, y ahora amanecía en esta situación.

¿Fui yo quien se acurrucó?

¿O fue esa persona quien me...?

La mirada de Geon-joo se llenó de desconfianza. Como Sa-yoon ya tenía antecedentes sospechosos, su instinto le llevó a palparse el cuerpo, pero no encontró ninguna herida.

El cuerpo, que antes estaba lleno de agujeros como si lo hubieran atravesado con estacas, ahora estaba intacto. Incluso la fiebre intensa que le había subido hasta la cabeza se había calmado, y no sentía dolor alguno. Se encontraba tan bien como cuando recién había entrado al campo, o quizás aún mejor.

¿No me tocó, sino que me curó...?

No estaba seguro. Justo cuando su mirada, mezcla de sospecha y duda, se posó en Sa-yoon, este reaccionó al leve movimiento de Geon-joo, tan sensible como siempre a la más mínima presencia, y entreabrió los ojos.

Parpadeó lentamente. Sus pestañas, iluminadas por el sol, parecían más brillantes de lo habitual, y a través de ellas se asomaban unos ojos azul oscuro. Sa-yoon frunció un poco el ceño por el resplandor y se incorporó levemente para mirar a Geon-joo.

Ante el repentino exclamación, Geon-joo ladeó ligeramente la cabeza. Sa-yoon estiró su cuerpo entumecido y, tras desperezarse, retiró el abrigo que le cubría.

—Viendo lo bien que te ves, parece que ya te has curado. ¿Cómo te sientes?

—¿Fuiste tú quien me cuidó?

—¿Si no fui yo, crees que lo haría un monstruo?

Respondió Sa-yoon de manera algo brusca, mirando al cielo. El sol ya estaba en lo alto. Había planeado quedarse despierto para hacer guardia, pero al parecer se había quedado dormido sin darse cuenta.

Con el brazo entumecido, Sa-yoon frunció el ceño y empezó a doblarlo y estirarlo para hacer circular la sangre.

—¿Dormí tan mal que me duele el brazo?

—¿Qué pasa? ¿Por qué reaccionas tú, guapo?

Aunque era su brazo el que dolía, quien se estremecía era Geon-joo. Ante la mirada extrañada de Sa-yoon, Geon-joo apartó la vista y carraspeó.

Definitivamente se ve mejor que ayer.

El color de su rostro, su expresión, todo era radicalmente diferente al día anterior. Sa-yoon movió su adolorido brazo, satisfecho de que su esfuerzo nocturno había valido la pena.

—Entonces, ¿Cómo te sientes? ¿No tienes ninguna molestia?

Que pareciera estar bien no significaba que pudiera bajar la guardia. A veces, tras ser envenenado, algunas partes del cuerpo quedaban paralizadas sin previo aviso.

Había casos donde, al despertar sintiéndose fresco, uno descubría que no sentía las piernas.

Y de forma ominosa, Geon-joo seguía incorporado solo de cintura para arriba. Sa-yoon, preocupado, repitió su pregunta que antes no había recibido respuesta. Geon-joo movió los brazos, giró el cuello, estiró las piernas y luego negó con la cabeza.

—Estoy bien.

—Menos mal.

Quizás pensar en una parálisis de la parte inferior fue exagerado.

Claro, después de la cantidad de pociones que le vertió anoche, era lógico que mejorara.

Solo en esa noche, Sa-yoon había gastado una suma de dinero en Geon-joo que superaba fácilmente los miles. Era una historia que probablemente dejaría a Geon-joo en shock si la supiera, pero Sa-yoon no mencionó ni sus sufrimientos ni el gasto de su dinero.

Ya era el segundo día viviendo en el campo. Había muchas cosas por hacer, y no podía deprimir a su bonito compañero con palabras innecesarias.

Después de lo que pasó ayer, Sa-yoon sabía que su bonito muchacho no rendía bien cuando su autoestima caía. Para sacar su máximo potencial, había que elogiarlo aunque fracasara.

Y también asegurarse de que comiera.

Ah, comida.

Dejándose llevar por sus pensamientos, de pronto recordó la carne de monstruo que había guardado aparte la noche anterior. La carne que había sobrado después de su tardía cena estaba envuelta en hojas limpias. Sa-yoon se incorporó, recogió el paquete y lo lanzó en dirección a Geon-joo. Recuperado ya de su intoxicación y con su energía habitual, Geon-joo atrapó la carne lanzada sin previo aviso.

—Primero come eso y luego hablamos.

—¿Qué es?

—¿Comida?

¿Aquí mismo?

Sus ojos parecían decir eso. Geon-joo, con cautela, deshizo el envoltorio de hojas. En lugar de arroz esponjoso, encontró carne adecuadamente cocida.

—¿De dónde salió esto...?

—Como te quedaste profundamente dormido, fui a buscarla yo mismo. Aunque no te parezca gran cosa, cómela. De ahora en adelante, tienes que comer bien, guapo. Con ese cuerpo tan débil, ¿Qué vas a hacer?

—No es precisamente débil.

—¿Y alguien así se desmaya solo por un poco de veneno?

—Cuando una persona sufre envenenamiento, normalmente se desploma.

—Nuestros chicos no son así. Y ahora tú también eres uno de nuestros chicos.

Masticando ruidosamente un trozo de cecina medio seca, Sa-yoon movió sus ojos arriba y abajo para escanear el estado de Geon-joo. Después de haberse ocupado de comer algo, Geon-joo parecía en condiciones de moverse sin problemas en ese momento.

—De verdad no tienes ninguna molestia, ¿Verdad?

—No te quedes callado como ayer. Si sientes algo raro, dímelo ahora.

—De verdad no tengo nada. ¿Por qué te preocupas tanto?

—¿Y cómo no me voy a preocupar? Te pasaste exactamente doce horas inconsciente.

—¿Tanto tiempo?

—Claro, ¿Y sabes quién estuvo todo ese tiempo alimentándote, vistiéndote y cuidándote? ¿Y así me contestas de esa forma? Uno debería saber ser agradecido.

—Eso... lo siento, no, pero... ¿No vas a admitir que desde el principio tú fuiste quien no me dejó descansar?

—Ya basta. Toma esto.

Conociendo la testarudez de Geon-joo, que rara vez cedía una vez empezaba una discusión, Sa-yoon cortó el problema de raíz sacando de su inventario cinco o seis pociones.

Geon-joo, con el pecho lleno de pociones —el doble de lo que solía recibir—, puso una expresión de desconcierto. Mientras metía las pociones de diferentes colores en su inventario, su mirada se perdió en el aire. Luego tomó una botella, la agitó y observó el líquido que había dentro.

Sus ojos se entrecerraron levemente al mirar el líquido ondulante.

—¿Qué es esto?

—Un antídoto. Es un antídoto de grado A, así que si te envenenas con un veneno de grado A o inferior, debería ser efectivo. Como tu cuerpo no ha experimentado veneno antes, si te envenenas una vez será un gran problema, así que guárdalo. No tienes resistencia ni inmunidad, así que eres el más vulnerable al veneno.

—¿No todos son vulnerables al veneno?

—Los que tienen resistencia, no.

—¿Y cómo se adquiere esa resistencia?

—¿Qué cómo se adquiere? Simplemente exponiéndose al veneno varias veces. ¿Qué pasa, quieres que te entrene para eso también?

De todos modos, aunque no lo dijera en voz alta, Sa-yoon ya planeaba, cuando Geon-joo alcanzara el rango A, añadir pequeñas cantidades de veneno a su comida para desarrollar su resistencia. Solo alcanzando el nivel A podría soportar un envenenamiento sin desplomarse como esta vez.

Era un poco pronto para hacerlo ahora, pero aún así preguntó, y Geon-joo frunció el ceño como si estuviera considerando seriamente la idea.

Pensaba que gritaría que estaba loco y que eso era un crimen, pero sorprendentemente parecía estar considerando la idea seriamente.

¿Le había impactado tanto estar inconsciente durante doce horas?

Últimamente, con tanto quejido y pereza, Sa-yoon lo había olvidado, pero Geon-joo en realidad tenía bastante tenacidad.

Lo había demostrado en la prueba de la Torre de la Desconfianza también.

Si no tuviera tenacidad ni interés en mejorar sus habilidades, habría abandonado el entrenamiento de ayer a la mitad. Pensando en eso, Sa-yoon empujó con su dedo índice el entrecejo fruncido de Geon-joo.

—¿Por qué estás pensando tanto? Desarrollarás resistencia cuando subas de rango, así que, por ahora, en este campo, solo preocúpate de evitar el veneno.

Con un ligero consejo, Geon-joo, que había estado absorto en sus pensamientos, volvió a mirar a Sa-yoon. Sa-yoon, que sintió esa mirada escudriñándolo de arriba abajo, interrumpió el acomodo de su equipo y se volvió hacia él.

—¿Por qué me miras tanto?

—Es que... ¿Por qué de repente pareces tan amable...?

Aunque era más un murmullo para sí mismo que una respuesta dirigida a él, Sa-yoon no dejó pasar esa información. Le molestó que, después de todo lo que había hecho por él —alimentarlo, vestirlo y cuidarlo—, ahora hablara como si fuera algo raro. Entrecerrando los ojos con molestia, Geon-joo se encogió ligeramente de hombros y añadió que solo se lo parecía.

—¿Qué de repente? Siempre he sido amable contigo, guapo.

—¿Esto es amabilidad?

—Si no me crees, pregúntale a los otros miembros del gremio. Bueno, ya que terminaste de comer, ¿Empezamos de nuevo?

—¿Empezar qué?

—¿En serio preguntas? ¿Vas a descansar solo porque estuviste enfermo un día?

No era un reproche, sonaba más como una verdadera sorpresa. Al escuchar ese tono, Geon-joo, que había estado mirando a Sa-yoon con cierta desconfianza, entrecerró los ojos nuevamente. A Sa-yoon no le importó y, suspirando como si estuviera harto, comenzó a guardar la ropa en su inventario.

—Si te tumbaste un día entero solo por un veneno de grado A, deberías darte cuenta de lo débil que eres y trabajar más duro. En serio, los jóvenes de hoy no tienen perseverancia. En mi época, si me envenenaban, me daba tanta rabia que no dormía durante diez días para desarrollar resistencia. No nos quedábamos tirados llorando, entrenábamos.

Sa-yoon continuó hablando sin parar. Geon-joo, soltando un suspiro como si no quisiera seguir escuchándolo, murmuró en voz baja que de amable nada. No había forma de que Sa-yoon, siendo de rango S, no oyera ese susurro.

Interrumpiendo su apasionada explicación sobre el mundo de los cazadores de hace diez años —un verdadero campo de batalla en aquellos tiempos—, Sa-yoon se giró por completo hacia Geon-joo.

—Tú solo…

—Ya lo haré, ya lo haré. Volvamos al entrenamiento especial.

Apenas había dejado de ser un paciente, así que tampoco podía ponerlo a entrenar como loco. Iba a seguir regañándolo, pero Geon-joo, como cansado de escucharlo, cortó sus palabras agitando una mano. Parecía completamente harto del típico discurso de —en mis tiempos—.

Aunque seguía igual de insolente, era la primera vez que Geon-joo proponía ir él mismo a entrenar, así que Sa-yoon sonrió levemente mientras revolvía el suelo para borrar las huellas de su estadía en el bosque. Luego apoyó su brazo sobre el hombro de Geon-joo.

Parecía que el plan de fortalecer sus lazos estaba avanzando sin problemas.

—Así deberías haber sido desde el principio. Hermano va a hacer de ti un rango S, así que cuando te diga algo, solo responde “Sí, hermano.” ¿Está bien?

Murmuró como si fuera un universitario veterano hablándole a un novato, y en respuesta solo recibió un breve:

—Claro. —Lleno de sarcasmo.

Sa-yoon se echó a reír.

Poco después, el bosque resonó con el breve grito de Geon-joo.

Traducido por: Valiz

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