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Incluso el Villano Tiene Una Historia – Novela Capítulo 71:Inferior (10)

Capítulo de novela - 87 párrafos

Capítulo 71

—¿Entonces piensas seguir peleando? A pesar de que te están cediendo tanto la base como al hombre.

—Cuando puedo conseguirlo por mis propios medios en cualquier momento, ¿Por qué tendría que ceder nada?

Era un sinsentido que ni siquiera hacía gracia. Viendo que incluso ellos parecían notarlo, estremeciéndose y quedándose tiesos, Sa-yoon se encogió de hombros.

—¿No sería mejor tragarse un poco el orgullo en lugar de perder el tiempo discutiendo con palabras?

—¿Y cómo sabemos que cumplirás esa promesa?

—Qué risa. Si vamos por ese camino, ¿Cómo estás tan seguro de que si me llevo al chico ustedes lo devolverán tranquilamente?

—Si te llevas algo, al menos por un mínimo de conciencia no lo harás, ¿No? Tal vez tú no, pero el que llevas al hombro sí parece ser así.

Era alguien con una intuición absurdamente precisa.

A ella le daba igual, porque ya había tirado su conciencia a los perros. Pero si se trataba de Geon-joo, él no sería del tipo que hace daño con facilidad, y tenía un fuerte sentido de la compasión. No atacaría a un grupo que estuviera dispuesto a dejar atrás a su líder. Sa-yoon frunció el ceño mientras lanzaba una mirada furtiva a Geon-joo. Estaba colgado de su hombro de forma que su abdomen quedaba apoyado en él, por lo que no podía verle bien el rostro.

No quería dejarle esa responsabilidad. Tal y como iban las cosas, esa mujer acabaría pidiéndole la opinión a Geon-joo, y antes de que eso sucediera, Sa-yoon se dio cuenta de que debía cambiar de tema. Observó al grupo del hombre.

Al mirar ligeramente hacia las piernas, vio que había un hombre con sangre en ellas temblando dentro de la base.

De todos ellos, el único que tenía tanta sangre en la ropa como para parecer gravemente herido era él. Sa-yoon se dio cuenta de inmediato de que ese hombre era el que, junto con la mujer frente a él, había engañado a Geon-joo, y abrió la boca.

—Entonces, ¿Qué tal esto? Si me entregas a ese hombre y a ti misma, dejaré que los demás se vayan sanos y salvos, como querían. Como ustedes dicen que ya he recibido algo, les prometo que no tocaré al resto. ¿Si quieren, redactamos un contrato?

Sacó un contrato de nivel bajo de su inventario y lo dejó flotando en el aire. Entonces, los ojos de quienes no habían sido señalados brillaron brevemente. En contraste, los ojos de la mujer que había hablado con seguridad hasta hace un momento, y del hombre que se escondía detrás de ella, temblaban intensamente. Era una diferencia de reacciones extrema.

Ver una disparidad tan evidente era fascinante. Cuando añadió que, si querían, podía redactar el contrato de verdad, esa diferencia se hizo aún más marcada.

—Tú fuiste quien mencionó que aquí había una base en primer lugar, ¿No, Lin?

—Exacto, tú y Wei fueron quienes lo provocaron, así que deben asumir la responsabilidad.

—Run también engañó a ese hombre junto con Lin…

Eran realmente patéticos.

Podían debutar como un grupo de comediantes y no desentonarían. Sa-yoon los observaba en silencio, sin saber si estaba viendo un programa cómico en casa o si de verdad estaba dentro de una puerta, mientras la chispa del conflicto que había encendido se volvía cada vez más monstruosa.

Las voces subieron de tono y empezaron a lanzar insultos. Finalmente, la conversación derivó en un forcejeo, y Sa-yoon no pudo evitar reírse con desprecio.

Estaban demostrando perfectamente lo que significaba la destrucción.

No quedaba moral que proteger ni compasión que abrazar. Al no saber qué preservar, el concepto mismo de "ley" se diluía. Esa escena en la que todos se apuntaban con cuchillos por pura supervivencia no era distinta a la de ratas luchando en el fondo de una alcantarilla.

Desde arriba se volvió a escuchar a alguien vomitar. Esta vez, acompañado del sonido de algo saliendo de su boca, probablemente vómito real.

Al seguir presenciando esa imagen, Sa-yoon también sintió náuseas, frunció el ceño y soltó la cabeza del hombre rango S que sostenía, para empuñar su espada. Estaba a punto de decidir matarlos a todos.

Finalmente, la mujer y el hombre que Sa-yoon había señalado fueron abandonados por su grupo y empujados hacia delante, cayendo sentados. Miraron con indignación a quienes los habían empujado, pero ese hombre, sin prestarles ni una pizca de atención a Lin y Run, miró directamente a Sa-yoon.

—Por favor, redacte el contrato como prometió. Que sea de al menos grado A. Lin es una Despierta de alto nivel y Run de nivel medio-alto. Creo que vale la pena un contrato así.

Decir eso después de abandonar a sus compañeros era ridículo. Ya no valía la pena tratar con ellos, así que Sa-yoon sacó sin decir nada un contrato de grado S. Lo redactó, lo firmó y se lo lanzó al grupo restante. Ellos, revisando con urgencia el contenido del contrato, miraron a Sa-yoon con ojos llenos de desconfianza y preocupación, y luego se retiraron poco a poco, hasta desaparecer.

—¡Lao! ¡Songyang!

La mujer gritó los nombres de los dos que se retiraban, pero ellos no se volvieron. El último Despierto que quedaba, que había estado dudando, también los siguió. Abandonados por completo, los dos restantes miraron a Sa-yoon con el rostro petrificado.

Le resultaba repugnante cruzar miradas con ellos.

—Bien se nota que se juntaron entre iguales.

Era casi un milagro que siguieran vivos hasta ahora.

Habían resistido bastante bien, pero no sabía si la destrucción del mundo los había corrompido así, o si era que tras vivir tantas cosas sus emociones se habían desgastado al punto de tomar decisiones como esa.

No quería pensarlo más. Sa-yoon, observando sus ojos temblorosos, frunció el ceño y blandió su espada.

—¡Aaaaaagh!

Los que perdieron los ojos gritaron. No era una metáfora: Sa-yoon los miraba desde arriba, literalmente cegados, cuando divisó a lo lejos monstruos de rango S que se acercaban corriendo. Era porque esta multitud había causado demasiado alboroto.

Sa-yoon agarró a los dos por el cuello con una sola mano y los arrojó en dirección a los monstruos que venían corriendo. Luego, también lanzó al que había sido su líder hacia ellos, dejando que los monstruos se encargaran del resto. Acto seguido, levantó a Geon-joo, que seguía colgado en una postura incómoda sobre su hombro.

—…bájeme, por favor.

En tan poco tiempo, su voz ya estaba completamente ronca. A petición de ese tono apagado, Sa-yoon caminó hasta una zona donde no caía sangre sucia y allí lo dejó en el suelo. Su expresión era sombría. Tal vez por las náuseas, Geon-joo se tapó la boca con una cara pálida y blanca como el papel, y vomitó en seco un par de veces.

Sa-yoon le dio unas palmaditas distraídas en la espalda. Después de unas arcadas, Geon-joo vomitó bilis y giró la cabeza hacia donde desaparecieron los Despiertos.

Quién sabe con qué velocidad huyeron, pero los tres que sobrevivieron ya habían desaparecido del campo de visión.

—¿Cómo puede alguien ser así?

Su voz estaba bastante impactada.

Sa-yoon, que observaba a Geon-joo temblar de repulsión al darse cuenta de que compartía especie con ellos, le apretó el hombro y luego lo soltó, indicándole que ya era hora de regresar.

—Precisamente porque son personas, pueden ser así.

—Los animales, al ser fieles a su instinto, no provocan tanto asco.

El asco lo sentía también Sa-yoon.

Como líder de los Night Rats, había visto todo tipo de personas hasta el hartazgo, pero hacía tiempo que algo no le resultaba tan repugnante como esto.

Definitivamente, los humanos nacen con maldad. Por eso, cuando desaparecen las normas, la conciencia y la gente que pueda guiarlos, se desmoronan por completo.

Se le había quitado el apetito, así que la comida que traía no serviría de nada. Pensando que el momento había sido pésimo, Sa-yoon sostuvo a Geon-joo, que estaba como ido, y lo llevó dentro de la base.

Para reparar la entrada del castillo, destruida por la breve batalla, usó una habilidad de escarcha para crear una puerta de hielo. Luego, aceptó la sugerencia de Geon-joo, que no quería usar el primer piso porque le recordaba a esas personas, y se dirigieron al último piso donde habían estado antes.

De pronto, le surgió la duda de cómo planeaba Geon-joo salir a abrir la puerta si podía haber trampas. Incapaz de contenerse, lo preguntó, y Geon-joo respondió con otra pregunta: que quién sería tan idiota como para poner trampas dentro de su propia casa.

Decía que si acaso fuera el piso superior, por estar cerca de la salida, podría ser entendible, pero que una vez que se entra al lugar, después de haber superado una trampa, ya debería ser seguro. Al escucharle eso, se le calmó el estómago revuelto de antes. Su voz suave resultaba agradable de oír.

—Igual, para la próxima, trata de tener cuidado. Algunas bases podrían tener trampas por todos lados.

Respondió dócilmente. Sa-yoon llegó a la habitación donde se había alojado antes y se acomodó en el sofá de hielo. Apenas unas horas antes había estado allí descansando antes de salir a buscar comida, pero en ese lapso habían pasado tantas cosas que su mente estaba algo nublada. Tal vez era por falta de sueño.

Aún faltaba bastante tiempo para la siguiente ola, así que Sa-yoon sacó los alimentos que había traído.

—Probablemente ya se enfriaron un poco, pero pruébalos, bonito. No están mal.

Aunque era mejor comerlos calientes, se habían enfriado mientras trataban con esos personajes tan extraños. Geon-joo se quedó mirando en silencio el pincho de conejo de cuerno negro que Sa-yoon había traído.

Tenía la comida enfrente y parecía estar haciendo un ritual fúnebre.

Pasaron más de diez minutos en que solo lo miraba sin tocarlo, así que Sa-yoon, pensando que si no tenía hambre era mejor que no comiera, tomó uno de los pinchos y le dio un mordisco. Aunque estaba frío, seguía sabroso. No lo había sazonado mucho, pero la carne tenía un sabor tostado y un punto justo de sal. Se lo tragó de un bocado cuando…

—Esas personas…

—¿Por qué las dejaste ir?

—¿A esos de recién?

—Sí. No eres así normalmente.

¿Y cómo se supone que soy normalmente?

Frunció el ceño ante esa acusación repentina. Quiso responderle, pero como podía imaginar qué diría él, terminó llevándose a la boca los trozos que quedaban en el pincho. Luego, agitó la varilla vacía.

—No me pareció necesario encargarme de ellos yo mismo.

—¿Qué significa eso?

—Con solo verlos se notaba que iban a destruirse entre ellos a traición.

—Es más patético que se maten entre ellos a que yo los mate. Por eso los dejé ir.

Van a morir de forma miserable por su cuenta, así que, ¿Para qué esforzarme?

No valían la pena. Sa-yoon, que definió esto con tono indiferente, vio a Geon-joo con expresión pensativa y le dio unos golpecitos en la cabeza.

—Piensa que fue un mal rato y olvídalo. No ganas nada revolcándote en lo sucio.

Aun con ese consejo, el rostro de Geon-joo no cambió. Sa-yoon tomó otro pincho de conejo y se lo pinchó suavemente junto a los labios mientras él miraba por la ventana.

Geon-joo giró la cabeza, como indicando que no quería comer.

—Atrévete a girar la cabeza otra vez y vas a tener que conseguirte tu propia comida de ahora en adelante.

Sa-yoon lo amenazó. Cuando mencionó que todo ese lío había empezado porque él se fue para conseguir esto, Geon-joo, al notar que se venía un sermón, le cortó la conversación diciendo que ya había dicho que lo sentía, y se llevó el pincho a la boca.

A regañadientes, masticó la carne, pero su expresión se iluminó brevemente.

—¿Está rico?

No obtuvo respuesta.

Sa-yoon, en lugar de un "sí" que saliera directamente de su linda boca, decidió creer en el número de pinchos que desaparecían rápidamente.

Traducido por: Valiz

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