La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 101

—¿Tengo prohibido entrar al palacio?

Estaba con mi hermano cuando llegó el mensajero del Emperador para darle la noticia. El mensajero retrocedió cuando Koshar le gritó furiosamente.

—Sí. Y si empuja o amenaza a la señorita Rashta de nuevo, será castigado por amenazar a la familia Imperial.

—¡¿Quién estaba empujando a quién?!

Koshar lanzó un rugido, desgarrando un cojín con el puño, y el mensajero salió huyendo.

—¡¿Puedes creer esto?!

Koshar no se calmó ni siquiera después de que el mensajero escapara de la habitación.

—¡¿Yo la empujé?! ¿Estaría siquiera bien si la hubiera empujado?

—Hermano.

—Navier, ¿Hay algún problema con la lengua de ella o con los oídos de tu esposo?

—Hermano.

Mis intentos por calmarlo fueron en vano. Me acerqué a Koshar y le di un golpecito en la espalda. Él abrazó el cojín desgarrado contra su pecho y apretó los dientes, pero después de un momento se desplomó y se disculpó.

—...lo siento por el cojín.

—Está bien. ¿Y tú? ¿Estás mejor ahora?

—Si no hubieras estado allí, podría haber golpeado al sirviente que trajo el mensaje.

—Controla tu temperamento.

—¡Pero...!

—Lo lamentarás.

Estaba completamente abatida por la noticia, pero estaba segura de que mi hermano, quien causó esto, se sentía mucho peor. En una situación donde las personas de “nuestro” lado eran muchas y Rashta era solo una, el simple hecho de que mi impulsivo hermano se acercara a Rashta ya se consideraría una amenaza. Si ella hubiera tergiversado eso como culpa de mi hermano, habría sido mucho más comprensible.

Sin embargo, afirmó que cayó porque mi hermano la empujó. ¿No era una completa mentira? Sovieshu incluso le creyó y le impuso a mi hermano una orden de restricción. Fue lo mismo cuando el Príncipe Heinley preguntó por las cartas. Rashta era una mujer engañosa.

—Debes tener cuidado por el momento, hermano.

—¿Cuidado con esa maldita mujer?

—¿Oíste cómo la Duquesa Tuania se divorció?

—Rashta fue quien influyó en el divorcio. Revivió viejos rumores sobre la Duquesa Tuania y los manipuló para empeorarlos mucho más.

—No es solo una concubina. Es astuta.

Sovieshu creía inequívocamente en las palabras de Rashta, y ella misma tenía la habilidad de manipular la opinión pública y ganarse el favor de la gente. Además, estaba esperando el primer hijo del Emperador. Lo mejor era no chocar con ella.

Mi hermano me miró y no pudo contener los insultos en su boca.

—¡Maldita sea! ¡Maldita cosa podrida!

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Esa noche, Koshar se encontraba bebiendo con su amigo, el Marqués Farang.

—Oye, bebe despacio.

El Marqués Farang lo miraba con preocupación mientras Koshar bebía como un pez, pero las preocupaciones del Marqués fueron ignoradas.

—Quiero emborracharme. Déjame.

—Me preocupa que te emborraches y saltes el muro del palacio.

—Puedes detenerme, ¿Verdad?

—¿En serio? Ni siquiera puedo detenerte cuando estás sobrio, ¿Por qué crees que podré detenerte cuando estés borracho?

Koshar resopló y vertió más licor fuerte en su vaso.

—Mi madre y mi padre me regañaron en cuanto llegué a casa. Sería malo para Navier si hago algo, así que, por su bien, debo mantener un perfil bajo.

—...Koshar.

—Dije un perfil bajo. Es lo que se debe hacer, después de todo.

Koshar se llevó más licor a la boca y golpeó el vaso contra la mesa.

—¡Estoy tan furioso, nunca hice nada para merecer un castigo!

—Bueno. Esta vez fue injusto.

—¡No empujé a esa perra!

—Lo vi. Deberías evitarla.

El Marqués Farang no añadió que la gente común retrocedía ante Koshar porque le tenían miedo. Lo que su amigo necesitaba ahora era una voz de consuelo, no críticas. Sin embargo, las palabras del Marqués no lograron calmar a Koshar.

—Si esa mujer tiene un bebé, un día devorará a Navier. Hay que golpear primero.

Koshar bebió un trago y se atragantó con el licor. Tosió ruidosamente para despejar la garganta.

—¿Vas a atacarla? ¿A la concubina del Emperador?

—¿Cómo?

—Encontraré su punto débil.

—¿En serio? Ni siquiera puedes entrar al Palacio Imperial.

—No puedo entrar. Pero mi dinero y mi poder sí.

—Bueno... eso es cierto.

—Tú puedes entrar.

—¿Qué? ¿Me estás arrastrando a esto?

El Marqués Farang puso cara de haber tragado algo amargo.

—Bueno. Está bien, te seguiré. Entonces, ¿Qué harás para descubrir su debilidad?

—Dependerá de cuál sea.

—Cuando hablaste brevemente con la Emperatriz antes, pregunté por ahí. Había un rumor de que esa mujer era una esclava.

—¿Esclava?

—En las celebraciones de Año Nuevo, alguien llamado Vizconde Roteschu afirmó que Rashta era una esclava fugitiva suya.

—¿En serio?

—Pero corrigió sus palabras y dijo que se había equivocado de persona.

—¿Podemos usar eso?

—Será difícil que el Vizconde Roteschu cambie sus palabras nuevamente. El Emperador hizo todo lo posible por enterrar ese rumor.

Koshar respondió en un murmullo bajo.

—Decidiremos cómo aprovecharemos esa debilidad más adelante.

Sacó una pequeña bolsa de su bolsillo y se la entregó al Marqués Farang.

—Compremos a algunas personas para resolver esto.

El Marqués Farang echó un vistazo dentro de la bolsa y vio joyas relucientes, obtenidas de los bandidos que habían expulsado de Parme.

—Las joyas fueron recolectadas por los bandidos, así que es difícil rastrear al dueño, incluso si se descubren.

—Está bien.

El Marqués asintió y guardó las joyas. Koshar golpeó la mesa con el dedo.

—Hay algo más.

—¿Qué es?

—Necesito un veneno abortivo efectivo. Algo que dañe lo menos posible a la madre.

Los ojos del Marqués Farang se abrieron como platos. Si iban a obtener un abortivo...

—¿Hablas en serio?

Una peligrosa sonrisa se extendió por los labios de Koshar.

Traducido por: Valiz

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