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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 105

Capítulo de novela - 71 párrafos

Al día siguiente, el Marqués Farang llegó tan pronto como escuchó mi llamado. Llegó justo a tiempo para el almuerzo, así que le pedí que se sentara conmigo a comer. Comió en silencio durante unos diez minutos antes de que yo abordara el tema.

—Te conozco desde la infancia, así que seré directa contigo.

—Hmm. Las papas están un poco saladas.

—No se trata de la comida.

—Lo imaginaba.

El Marqués Farang sonrió y se limpió la boca con una servilleta.

—Pero creo que necesitará decir algunas palabras más.

—Se encontró un abortivo en la comida de la concubina del Emperador, Rashta.

—Lo he oído. Es algo terrible.

—¿Conoce a la persona que hizo algo tan horrible?

—Su Majestad... usted conoce a casi todos los nobles.

—¿Fue un noble quien lo hizo?

—Un sirviente o doncella no necesitaría hacer algo así.

El Marqués Farang se llevó una papa a la boca y sonrió elegantemente. Sin embargo, sus manos temblaban. Siempre hacía eso cuando mentía delante de mí. Notó que yo miraba sus manos y aclaró su garganta.

—Bueno, no tiene que preocuparse por esto, Su Majestad.

—No quiero estar en una posición donde tenga que preocuparme por ello.

—Entonces puede pedirle al chef que haga las papas menos saladas. No nos preocupemos por eventos tan terribles.

Lo observé en silencio, y él levantó la mano para rascarse la mejilla. Sus manos seguían temblando. Entrecerré los ojos hacia él, y empezó a lucir incómodo.

—Se ve aterradora cuando hace eso. Es igual que Koshar.

—Marqués Farang. ¿Está seguro de que no tengo que preocuparme por esto?

El Marqués Farang parecía al borde de las lágrimas.

—¿Por qué preguntarme algo de lo que no sé nada?

—¿Mi hermano te ordenó hacerlo?

—El Emperador cree que es culpa de mi hermano. ¿Estás seguro de que es algo de lo que no tengo que preocuparme?

El Marqués Farang no se mostró sorprendido cuando le dije que Sovieshu sospechaba de Koshar. Eso me hizo más segura de que mi hermano y el Marqués Farang estaban involucrados en esto.

El Marqués se quedó paralizado por un momento, luego finalmente dio un profundo suspiro y murmuró en voz baja.

—Descuide, Su Majestad, nunca encontrará ninguna prueba concluyente.

—¿Destruiste la evidencia?

—Es difícil deshacerse de la evidencia de que compramos el fármaco. Hace muy poco daño a la madre, por lo que es muy caro y su venta está altamente restringida.

Con la cabeza baja, el Marqués dobló su servilleta en una forma extraña y la dejó junto a su plato.

—Pero si bien no podemos eliminar la evidencia de que compramos el fármaco, podemos fabricar pruebas de que alguien más lo plantó.

Había doblado la servilleta en un cisne con un ala rota.

—Si las cosas salen mal, tenemos a un actor que dirá que lo hizo.

Sus manos ya no temblaban. No estaba mintiendo. El Marqués Farang tocó el pico del cisne y me sonrió. Una niebla se levantó en mi corazón y un suspiro derrotado escapó de mis labios.

—Marqués Farang. Es importante que no lo noten...

—Pero el hecho de que mi gente haya hecho tal cosa no puede ser ignorado.

Mis emociones luchaban en mi pecho. Estaba furiosa porque mi hermano y el Marqués Farang habían cometido un acto tan atroz por mí. Pero mi orgullo también estaba herido porque Sovieshu tenía razón.

—Su Majestad. Si hay luz, hay sombra.

—No diga que era algo que debía hacer. Sé que no lo es.

—Koshar actuó mal según cualquier estándar moral. Sin lugar a dudas.

—Pero lo hizo por mí, ¿Verdad?

—No mire su lado oscuro.

—¿Marqués Farang?

—Sí, Su Majestad.

—No tomen decisiones por mí.

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Finalmente, el Marqués Farang se fue, pero yo estaba aún más alterada. ¿Qué hacer con Sovieshu ahora...?

Mentir sería vergonzoso. Yo lo sabía todo de todos modos, y el solo pensarlo me hacía retorcerme. Sin embargo, me hería el orgullo tener que disculparme con él. Pasé todo el día y la noche pensando en qué hacer.

—Su Majestad, ¿Se encuentra bien? Se ve pálida.

—Estaba pensando en algo...

No podía contarle a mis damas de compañía sobre el abortivo, así que le sonreí a la Condesa Eliza para tranquilizarla. Ella no pareció convencida, pero no insistió más.

Afortunadamente, la delegación del Reino Occidental llegó por la tarde, lo que me permitió dejar de lado esas preocupaciones por un tiempo. Me encontré con Sovieshu en la Sala de la Rosa Blanca, pero no me preguntó cómo iba mi investigación. Me trató formalmente, y recibí los saludos de la delegación con una expresión tranquila.

—Hasta el día de hoy, el Rey Heinley dice que disfrutó mucho su tiempo en el Imperio Oriental antes de ascender al trono.

Cuando el delegado terminó de hablar, un noble detrás de él se acercó con una larga caja dorada. El Marqués Karl, secretario jefe de Sovieshu, abrió la tapa y sacó un pergamino de su interior. Se lo entregó a Sovieshu, quien lo desplegó y leyó su contenido. Sovieshu asintió, luego le devolvió el pergamino al Marqués Karl.

Durante todo el proceso, observé los rostros de cada uno de los delegados. No conocía a ninguno, excepto al caballero que solía acompañar a Heinley. Esperaba que hubiera traído a Queen o al pájaro azul...

Sabía que no podía ir al Reino Occidental en la situación en la que estaba, y deseé poder enviar una carta. Tragué mi pesar y suavicé la expresión de mi rostro. Mi piel se erizó al sentir una mirada sobre mí, y giré la cabeza para ver a Sovieshu observándome con ojos fríos. Apartó la vista, pero aún parecía disgustado.

—Por favor, díganle esto al Rey Heinley. Como saben, la Emperatriz del Imperio Oriental es muy valiosa para nuestro país y no puede viajar lejos.

Después de escuchar sus palabras al líder de la delegación, entendí por qué parecía tan sombrío. Mientras estaba absorta en mis pensamientos, el delegado le había preguntado a Sovieshu si podía ser la representante imperial en la ceremonia de coronación.

—Enviaré al Gran Duque Lilteang en la misión.

Tras su negativa, Sovieshu se inclinó hacia mí y me habló en voz baja.

—¿Sigue investigando el fármaco?

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Después de reunirme con la delegación, regresé a mi habitación y me senté aturdida en mi escritorio.

Hubo un golpeteo en la ventana. Me acerqué rápidamente y vi a un pájaro azul con una gran bolsa de sobres. Cuando abrí la ventana, el pájaro azul voló y dejó la bolsa frente a mí.

—¿Trajiste todo esto?

El pájaro asintió y se desplomó en la cama con menos decoro que de costumbre. Después de darle un poco de agua, abrí una de las cartas rápidamente.

No me dio una respuesta definitiva, pero me la habría dado de inmediato si no pudiera venir. ¿Puedo esperar a verla? Estaré encantado de verla, Reina.

Traducido por: Valiz

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