La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 115

Rashta pasó una página del cuaderno de bocetos. El diseñador la observaba con ojos nerviosos mientras la joven examinaba casualmente sus elaborados dibujos, tragando saliva con anticipación a la respuesta de Rashta.

Rashta era el centro de atención entre los nobles y el pueblo. Todos los diseñadores querían que ella usara su vestido en el baile.

Rashta suspiró.

—¿No le gusta?

La expresión del diseñador se tornó abatida. Rashta negó con la cabeza y cerró el cuaderno de bocetos.

—Sí, no me gusta. Es demasiado bonito.

El diseñador, que había estado a punto de llorar, se quedó desconcertado. ¿No le gustaba porque era bonito?

—Quizás... ¿Quiere un estilo más sencillo?

¿Acaso Rashta prefería ese tipo de estilo? ¿No le gustaban los vestidos demasiado hermosos?

Rashta negó nuevamente con la cabeza.

El diseñador estaba perplejo, pero Rashta pronto lo despidió con un ademán de la mano.

El diseñador se marchó, y Rashta apoyó la frente en un cojín del sofá con un pesado suspiro. Tenía que elegir un vestido de presentación para alguien que detestaba, así que ¿Cómo podía decir que cuanto más hermoso era el vestido, menos le gustaba? Rashta no quería concederle a Rivetti ni siquiera un pequeño pañuelo.

—Si no hay nada que quiera elegir, ¿Quiere que haga algunas averiguaciones más?

La Vizcondesa Verdi se sentó junto a Rashta. Aunque la Vizcondesa había sido reacia al principio, había intentado acercarse a ella desde que Rashta quedó embarazada del bebé del Emperador.

—No es eso.

Rashta cerró los ojos y respondió en un tono malhumorado. Fue entonces cuando fueron interrumpidas repentinamente.

—¡Señorita Rashta, señorita Rashta!

La doncella Delise irrumpió en la habitación. Era una de las dos doncellas recién asignadas a Rashta. Aunque Delise no tenía una carrera especial como doncella, amaba a su primer ama y era decidida y motivada. Por eso, y por su inexperiencia, Sovieshu la había elegido.

—No hables tan alto, Delise.

A pesar del regaño de la Vizcondesa Verdi, la doncella simplemente se encogió de hombros.

—Está bien. ¿Qué ocurre, Delise?

Rashta le dirigió una amable sonrisa, y Delise se acercó rápidamente a ella.

—Su Majestad la Emperatriz va a organizar una fiesta de té pronto.

—¿Fiesta de té?

Rashta miró a la Vizcondesa Verdi, quien calculó las fechas en su cabeza por un momento antes de hablar.

—Sí. Suele organizar una fiesta de té alrededor de esta época para las jóvenes damas de la capital.

Rashta bajó la mirada al suelo. Sabía que no debía esperar una invitación.

—¿Y ahora qué hago? La Emperatriz no va a invitar a Rashta.

—No se preocupe, debe estar enviando las invitaciones ahora mismo. Seguro que la invitará.

Rashta sabía que no debía hacerse ilusiones, pero se aferró a una pizca de esperanza. Aunque la Emperatriz claramente la odiaba, aún conservaba cierto sentido de dignidad. Ignorar a Rashta tan abiertamente podría hacer que la Emperatriz pareciera fría y perdería prestigio.

Sin embargo, aunque los rumores se esparcían sobre los nobles que recibían invitaciones, una no llegó a Rashta.

Cuando el Duque Elgy vino a visitarla, finalmente estalló en lágrimas.

—Rashta es la persona más impotente aquí. La Emperatriz está tratando de aislar a Rashta.

—¿Qué sucede, señorita? ¿Qué ha pasado?

Después de escuchar sobre la fiesta de té, el Duque Elgy chasqueó la lengua.

—La persona más influyente de la sociedad no debería liderar el rechazo hacia usted. No es diferente al acoso, ¿No es así?

—Sí. La Emperatriz es ese tipo de mujer.

Rashta soltó un sollozo ahogado.

—¿Ha encontrado padres adoptivos para Rashta?

—Hmm. Aún no. Las condiciones deben cumplirse lo más completamente posible.

—¿Condiciones...?

—Debo encontrar a alguien que realmente haya perdido un hijo.

—Déjelo en mis manos. Más importante aún, ¿Cómo piensa manejar esto?

—¿Manejar esto?

—La Emperatriz está tratando de deshacerse de usted. ¿Va a permitir que la lastime sin más?

—Pero... Rashta no ha sido invitada.

—Sí. En realidad, es mejor no ir de todos modos.

—Entonces, ¿Qué debería hacer Rashta?

Más lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.

—No me diga que intente hacerme amiga de ella. Lo he intentado suficiente.

Una cálida sonrisa apareció en los ojos del Duque Elgy mientras se acercaba más a Rashta.

—Organice una fiesta de té el mismo día que la Emperatriz.

Si Sovieshu irradiaba un carisma frío y arrogante en el apogeo de su poder, el Duque Elgy era exactamente lo opuesto. Aunque tenía una posición social elevada, no le importaba rebajarse cuando era necesario. Las mejillas de Rashta se sonrojaron cuando el Duque Elgy la miró fijamente.

—No tiene sentido hacer una fiesta el mismo día. Los nobles nunca elegirían a Rashta antes que a la Emperatriz.

—Exactamente.

—¿Entonces por qué sugerirlo? Rashta sería el hazmerreír.

—Si no hace nada, no ocurrirá nada.

—¿Entonces quiere que me convierta en un chiste?

Ella lo miró, perpleja, y el Duque Elgy sonrió y negó con la cabeza.

—Es para ganar simpatía.

—¿Simpatía...?

—La Emperatriz invitó a los nobles, pero no a la concubina del Emperador.

—Míralo de este modo: la emperatriz y la concubina organizaron fiestas de té el mismo día, pero los nobles no acudieron a la fiesta organizada por la plebeya. Fue por culpa de la Emperatriz.

El Duque Elgy sonrió peligrosamente y presionó un dedo en el borde del sofá.

—¿Se siente diferente ahora?

—Como dije, es al pueblo a quien debe atraer, y el pueblo no sabe nada sobre la nobleza. Si va a llegar tan lejos para crear rumores, entonces invente una historia emocionante.

—¿Inventar una historia...?

—Di que la Emperatriz deliberadamente organizó una fiesta de té el mismo día que usted.

Traducido por: Valiz

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