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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 131:Abandono (2)

Capítulo de novela - 34 párrafos

Mientras escribía una carta para Evely, tuve que dejar la pluma varias veces. Mi mente seguía desviándose hacia otros pensamientos.

Sovieshu realmente ama a Rashta.

Cada vez que pensaba en eso, me dolía el corazón y sentía un peso en el pecho. Sovieshu iba a desterrar a mi hermano porque representaba un riesgo para Rashta y el bebé…

Bueno, Sovieshu había dicho que sería algo no oficial. Si el caso llegaba a la corte, probablemente temía que se descubriera un escándalo relacionado con Rashta. Quería imponer la narrativa de que mi hermano “atacó al vizconde”, y no que “atacó al bebé del Emperador”. Si Koshar era acusado por esto último, el tribunal investigaría y descubriría que el Vizconde Roteschu y Rashta estaban estrechamente relacionados, y en ese proceso, saldría a la luz que Rashta había sido una esclava fugitiva. Eso era algo que Sovieshu querría evitar desde el principio.

¿Pero entonces qué? ¿Realmente permitiría que Koshar regresara si reflexionaba y se arrepentía de sus pecados? Honestamente, no podía creerlo. ¿Por qué querría Sovieshu desterrar a un hombre por el bien de un bebé que aún no nacía, pero dejar que regresara después del nacimiento? Sovieshu solo estaba tratando de mantener a Koshar alejado porque era una molestia para Rashta.

Con esa tormenta de pensamientos en la cabeza, me tomó dos horas terminar la carta de página y media para Evely. Le animé a no frustrarse demasiado, y que seguiría apoyándola sin importar si sus calificaciones eran buenas o malas. Descubrí que ni siquiera podía escribir palabras de consuelo adecuadas, porque yo misma tenía demasiada tensión acumulada.

—Entregue esta carta a esta dirección mañana.

Sentí un sabor amargo al entregarle el sobre a la Condesa Eliza. Después caminé por la habitación, preocupándome por Sovieshu, Rashta y mi hermano.

Pasó bastante tiempo antes de que finalmente saliera de mi habitación. No iba a difundir rumores sobre el pasado de Rashta en los círculos sociales, pero pensaba usar esa información como un recurso para evitar el destierro de mi hermano.

Mientras caminaba por el pasillo, un viento frío sopló en mi espalda. Era como si me empujara a ir con Sovieshu. Respiré hondo varias veces y me dirigí al palacio oriental.

Como el palacio oriental era dominio del Emperador, era relativamente tranquilo durante el día, y aún más silencioso por la noche. El sonido de mis pasos resonaba tan fuerte en el pasillo que comencé a levantar los talones deliberadamente para hacer el menor ruido posible.

En el camino hacia la habitación de Sovieshu, tenía que pasar por la de Rashta, y me encontré con una conocida inesperada. Era la Vizcondesa Verdi, mi antigua dama de compañía que me traicionó y se fue a servir a Rashta. Estaba parada nerviosamente junto a la puerta, y sus ojos se abrieron de par en par al verme.

¿Debo saludarla?

El ambiente se tensó por la incertidumbre. La miré por un momento, y se veía tan desconcertada que no sabía qué hacer.

Será incómodo saludarnos.

La Vizcondesa Verdi probablemente no me saludaría, así que aparté la vista. Ni siquiera me molesté en reprenderla por no haber saludado a la Emperatriz.

Sin embargo, cuando había dado unos pocos pasos más allá de ella, me llamó inesperadamente.

—Su Majestad.

Su voz fue tan débil que al principio no estaba segura de haberla escuchado. Sonaba afligida.

Me di la vuelta, y vi a la Vizcondesa Verdi parada junto a la puerta, con lágrimas en los ojos. Me había traicionado y se había ido con Rashta, y ahora parecía encontrarse en una situación aún más difícil. Probablemente esperaba consuelo, pero este no era el momento para dárselo. Intenté volverme de nuevo, pero la Vizcondesa Verdi habló otra vez.

—Su Majestad la Emperatriz.

Dicho eso, se marchó con esas palabras, y desapareció silenciosa como un fantasma tras la puerta.

Parecía que tenía algo que decir.

¿Por qué se fue sin decir nada más? ¿Era algo que le costaba expresar?

Me detuve, mirando en la dirección en la que había desaparecido la Vizcondesa. La puerta estaba entreabierta. Normalmente habría pensado que fue un descuido, pero era justo el lugar donde la Vizcondesa Verdi había estado de pie con el rostro lleno de lágrimas momentos antes. Mis ojos se dirigieron al interior por la puerta.

¿Qué quería decirme?

Reflexioné sobre ello, pero sus intenciones eran difíciles de entender. Decidí seguir mi camino.

—Pero Su Majestad… ¿Divorcio? ¿La familia de la Emperatriz no se opondría?

Me sorprendió escuchar una voz más allá de la puerta. Me detuve. La dueña de la voz era Rashta.

¿Divorcio?

Traducido por: Valiz

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