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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 147

Capítulo de novela - 84 párrafos

Sovieshu no se calmó al día siguiente, y terminó estallando con el Marqués Karl.

El secretario jefe había entrado en la oficina con un nuevo informe sobre la “Pérdida de maná en los magos”, y se sorprendió al ver a Sovieshu con los brazos cruzados y una expresión aterradora.

—¿Su Majestad?

La expresión de Sovieshu era tan anormal que el Marqués se encogió instintivamente.

—¿Qué ocurre? ¿Ha pasado algo?

—Nada. Nada.

‘Pero su rostro…’

El Marqués Karl entregó su informe mientras observaba a Sovieshu a los ojos. El Emperador tomó los documentos con una mano y les echó un vistazo rápido, pero su expresión no mejoró en lo más mínimo al ver el contenido. El Marqués Karl intentó retirarse en silencio de la habitación, pero Sovieshu lo llamó.

—¿Encontró ya el certificado de venta?

—¿Certificado? Ah, sí, el certificado de esclavitud de Rashta…

—¿No se le ha olvidado, verdad?

—No se me ha olvidado.

El Marqués Karl suspiró.

—Como sabe, no encontramos nada en la Emperatriz ni en su hermano.

—¿Así que lo dejó?

—No. Después recordé lo que dijo Lord Koshar y revisé las habitaciones de los caballeros.

El rostro del Marqués Karl se ensombreció.

—Pero no ha sido encontrado.

El certificado de venta existía. Lo habían confirmado el Vizconde Roteschu, Lord Koshar y la empresa a la que Roteschu lo había confiado. ¡Pero Sovieshu aún no había visto ni una sola esquina de ese papel! ¿Por qué había planeado siquiera divorciarse de la Emperatriz?

La incertidumbre no desaparecería a menos que el certificado fuera completamente destruido, pero no se encontraba por ningún lado, a pesar de haber buscado en todos los lugares posibles. Como Emperador, podía usar su poder para registrar casa por casa a todos los ciudadanos del imperio, pero dar tal orden equivaldría a promocionar la existencia de dicho certificado.

Sovieshu suspiró y presionó sus dedos contra sus sienes palpitantes. Frunció los labios y miró fijamente la pared, pero no se le ocurría nada.

—No tengo mucho tiempo. Me estoy volviendo loco.

Necesitaba terminar el divorcio y el nuevo matrimonio antes de que Rashta tuviera al bebé. La Emperatriz no se rendiría fácilmente. Su ansiedad crecía cada vez que calculaba el tiempo que le quedaba para ejecutar su plan.

—Tenemos que encontrar ese certificado y destruirlo cuanto antes…

El Marqués Karl se quedó en silencio. Mientras tanto, Sovieshu murmuraba para sí mismo mientras hervía en pensamientos.

—No quería usar el método del vendaje…

—Si no puedo deshacerme del certificado de venta, entonces no queda otra opción.

—¿De qué está hablando, Su Majestad?

—Debería usar el método que los emperadores anteriores solían usar con sus concubinas.

El Marqués Karl lo entendió de inmediato.

—¿Quiere lavar la identidad de Rashta?

—Sí. Si aparece el certificado de venta, esta será la única forma de refutarlo.

La voz de Sovieshu estaba cargada de irritación.

—Tráeme a la persona adecuada de la nobleza caída. Sería mejor si fuera alguien mayor. No importa si es una pareja o solo un hombre o una mujer.

Un método común para cambiar el estatus de una concubina era hacer un matrimonio falso con otro noble. Sin embargo, como Sovieshu tenía que casarse con Rashta en el plazo de un año, no podía tomar esa vía.

—Sí, Su Majestad.

—Cuanto antes.

El Marqués Karl hizo una reverencia y salió de la habitación, y Sovieshu se recostó en su silla y cerró sus pesados párpados. Aún estaba enojado por el pájaro azul. El rostro pálido de la Emperatriz Navier seguía rondándole en la cabeza. Tratar de llevar a cabo este divorcio causaba muchas sorpresas.

Tan solo pensarlo le generaba una gran inquietud.

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Después de que se me pasara la rabia por el pájaro que Sovieshu envió, volví a pensar en McKenna y el ave azul. Tras meditarlo un poco, decidí ir a preguntárselo directamente al Duque Elgy.

‘Me pregunto cómo estará McKenna…’

Fui al palacio del sur y llamé a la puerta del Duque Elgy. No hubo respuesta. Cuando golpeé nuevamente, una voz respondió justo detrás de mí.

Era una voz llena de risa. Me giré y vi al Duque Elgy con un puñado de flores blancas en las manos.

—¿Le gustaría?

Le eché un vistazo a su rostro sonriente mientras me ofrecía el ramo. Sin embargo, en lugar de aceptarlo, le hice una pregunta.

—Estoy bien. ¿Está sir McKenna adentro?

En lugar de responder, el Duque soltó una tontería.

—Nadie ha rechazado esto antes. Qué vergüenza…

—¿...Sir McKenna?

¿Por qué este hombre jugaba conmigo? Suspiré y acepté las flores con la esperanza de que respondiera adecuadamente.

—¿Ahora recibe flores suspirando? Vaya. Es la primera vez que paso esta vergüenza.

—¿Sir McKenna?

—Qué persona tan peculiar.

—Respóndame.

—Tan afilada como un cuchillo.

¿Estaba bromeando conmigo? Incliné la cabeza en su dirección, y él se echó a reír. Respondió con una sonrisa maliciosa.

—Despierta el espíritu del desafío, ¿Lo sabía?

—¿Es por eso que Heinley se siente atraído por Su Majestad?

—Sir McKenna no debe estar aquí.

Si realmente estuviera en la habitación, habría salido para no ser una molestia.

Le devolví el ramo al Duque Elgy en lugar de seguir intercambiando palabras con él. Por alguna razón, tenía las manos llenas de energía, pero me contuve. El Duque tomó el ramo, pero cuando me di la vuelta y comencé a caminar, siguió detrás de mí parloteando.

—McKenna no estaba tan herido como parecía, así que regresó.

—Hubiera deseado que me lo dijera antes.

¿Por qué este hombre era tan escurridizo? Me preguntaba cómo serían las conversaciones entre el Duque Elgy y Rashta. Rashta diría “Rashta, Rashta”, y el duque diría lo que le viniera en gana. ¿Sus conversaciones avanzarían siquiera? Me lo preguntaba.

Sin embargo, tenía otra duda. Era sobre el motivo por el que McKenna había venido en primer lugar… pero si ya se había ido, ¿Podía preguntárselo al Duque Elgy?

—Quisiera hacerle una pregunta.

—Por favor, hágala.

—¿McKenna es un pájaro?

Si McKenna era el ave azul, como sospechaba, entonces el Duque Elgy también lo sabría. Laura dijo que él había recogido el ave azul en el jardín. El Duque respondió con una risita.

—Bueno. Está cerca de serlo, pero no lo es.

—Entonces, ¿Es parte de la tribu Cabeza de Pájaro?

El nombre de esa tribu sonaba como una palabrota, así que lo dije con la expresión más seria que pude. El Duque repentinamente echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Fue tan fuerte que miré a mi alrededor con vergüenza. Después de un rato, su risa finalmente se calmó.

—¿Qué clase de insulto nuevo es ese?

—No es nada.

Me sentí avergonzada, así que hablé de forma evasiva y me retiré.

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Después de que la Emperatriz Navier desapareciera, el Duque Elgy sonrió para sí mismo junto a la valla del jardín. Le parecía divertido cómo la Emperatriz decía “tribu Cabeza de Pájaro” con su típica expresión fría. ¿Por qué Heinley se sentía atraído por personas tan sobrias y poco interesantes? ¿Sería por su apariencia?

El Duque Elgy negó con la cabeza. No podía creer que la Emperatriz ya hubiera tomado tan en serio una leyenda. Murmuró para sí mismo, recordando la manera en que ella le preguntó con calma por la tribu perdida.

—Es muy perspicaz.

Traducido por: Valiz

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