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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 156

Capítulo de novela - 63 párrafos

Capítulo 156 - Una historia secreta (1)

Pensé que Sovieshu no caería en las mentiras ridículamente obvias de esa pareja. Sin embargo, en lugar de aceptar mi punto, Sovieshu lo rechazó rotundamente.

—Si la Emperatriz insiste en llamar frijol rojo a una soya, entonces la mayoría de la gente la llamará frijol rojo.

En el momento en que vi su expresión decidida, pude ver sus intenciones. Si las palabras de la pareja eran verdaderas o no, no le importaba. Él tenía la intención de divorciarse de mí de todos modos y usaría cualquier excusa para hacerlo.

El hecho de que el hermano de la Emperatriz fuera desterrado después de intentar dañar al bebé del Emperador, pero repitiera su intento de atacar al bebé nuevamente, ¿Eso era suficiente para solicitar el divorcio? Era una lucha de justificación. No importaba si la gente lo creía o no; en las décadas venideras, se registraría como verdadero. Debió haber escuchado el falso testimonio antes que yo. Pero, ¿Qué hizo entonces?

En lugar de seguir discutiendo con Sovieshu, salí de la torre occidental y regresé a mis aposentos.

—Majestad, ¿Ha visto a la pareja?

—¿Qué dijeron?

—¿Se atrevieron a mentir cuando lo vieron, Majestad?

Las damas de honor se reunieron a mi alrededor, preocupadas, pero ahora no podía tranquilizarlas. En su lugar, llamé al teniente y luego le di órdenes a él y a las damas de honor.

—Por favor, confirme la ubicación de todos los secretarios del Emperador.

Todos parecían desconcertados, pero se inclinaron y se dispersaron para cumplir con mi solicitud. Me senté en la sala de estar y esperé ansiosamente a que todos regresaran.

Después de unos treinta minutos, todos comenzaron a regresar con sus informes. Un secretario estaba en la sala de audiencias, otro estaba con Sovieshu, algunos otros estaban en sus oficinas…

Solo había una persona ausente.

—El Marqués Karl no está en el palacio.

—¿Dónde está?

—No lo sé. Había dicho que estaría fuera del palacio unos días, pero no dijo por qué, solo que le habían ordenado hacerlo.

Era él. Al escuchar las palabras del teniente, la imagen pronto se aclaró. Para que el Emperador pudiera divorciarse, primero debía presentar una solicitud ante el Alto Sacerdote. Era evidente que el Marqués Karl había ido al Alto Sacerdote con una petición bajo las órdenes de Sovieshu.

Me mordí los labios. Era como si hubiera una rata devorando mi corazón. ¿Cómo era el procedimiento de divorcio? Después de que Sovieshu presentara la solicitud de divorcio…

El Alto Sacerdote llegaría. Él llegaría y hablaría en persona con Sovieshu.

Después de eso, se convocaría a la corte y me harían una pregunta. ¿Aceptaría el divorcio de Sovieshu? Si mi respuesta era 'sí', entonces estaríamos divorciados. Si decía 'no', entonces pasaríamos por un proceso largo y agotador. Por supuesto, la victoria siempre le pertenecía al Emperador.

—Majestad, ¿Está bien?

—Majestad, ¿Qué sucede?

La frustración y la ansiedad debieron haberse reflejado en mi rostro, y las damas de honor me llamaron preocupadas.

Inventé una excusa, entré sola en mi dormitorio y saqué un poco de papel. Me senté en mi escritorio y comencé a escribir una carta a Heinley. La carta era larga, pero su contenido era simple.

Con el divorcio inminente, quería volver a casarme lo antes posible. Solía pensar que casarme con Heinley solucionaría todo, sin embargo, me asaltó un terrible pensamiento repentino. Ninguna Emperatriz ni Reina en la historia se volvió a casar después de un divorcio. Si un miembro de la familia real se casaba con un noble, la relación se complicaría de muchas maneras. Sovieshu también podría intentar detener mi nuevo matrimonio. Si quería que las cosas salieran bien, entonces, cuando llegara el Sumo Sacerdote, debía obtener su consentimiento claro para volver a casarme.

Después de terminar de escribir mi carta, la coloqué en un sobre y la sellé con cera. Regresé a la sala de estar antes de que el sello se hubiera secado. Las damas de honor y Sir Artina seguían en la sala. Parecían ansiosas.

—Sir Artina.

—Sí, Majestad.

—Déle esto al Marqués Farang y dígale que lo envíe por paloma mensajera.

Extendí la carta hacia Sir Artina. No agregué ninguna otra explicación. El Marqués Farang sabría qué hacer.

—Sí, Majestad.

Sir Artina tomó la carta con ambas manos y salió rápidamente.

—Majestad, ¿Qué está ocurriendo?

Las damas de honor estaban más preocupadas después de que Sir Artina se fue, pero no podía decirles nada. Cuanto menos supieran, mejor. Ya había habido una filtración sobre mi vestido. Esto era más importante que un vestido, por lo que mis acciones debían llevarse a cabo con la mayor cautela posible.

—Lo siento. Después de que todo se resuelva... les avisaré.

Después de eso, me quedé en mi habitación esperando ansiosamente el regreso de Sir Artina. La casa del Marqués Farang estaba justo fuera de la capital.

No tardará mucho en llegar a caballo.

Revisé mi reloj varias veces, esperando el momento en que Sir Artina regresara y dijera: 'Entregué la carta al Marqués Farang.'

Finalmente, Sir Artina llegó, y me levanté rápidamente.

—¿Le dijo?

Pero la respuesta de Sir Artina fue devastadora.

—No pude entregarla.

—El Marqués Farang no estaba en su residencia, Majestad.

—¿Dónde fue?

—Escuché de su mayordomo que el Marqués había empacado sus cosas y se había ido, diciendo que iba a ver a un amigo. Pero no dijo adónde iba.

¡Fue al Reino Occidental! ¡A ver a mi hermano!

—Fue al Reino Occidental.

—¿Al Reino Occidental?

—Vino a verme hace unas horas, así que no habría ido tan lejos. Encuéntrelo y entregue la carta. Debe hacerlo.

Sir Artina parecía sorprendido, pero asintió con una expresión decidida y se fue.

Me desplomé sobre la cama, completamente exhausta. Ahora todo dependía de cuán rápido pudiera alcanzar Sir Artina al Marqués Farang. La carta debía entregarse a Heinley antes de que llegara el Sumo Sacerdote…

¿Sería posible?

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Durante los días siguientes, me encontré en un estado aturdido y flotante. Sin embargo, estaba más ocupada que nunca, aunque no porque mi agenda estuviera normalmente tan llena; este tiempo el año pasado no tenía eventos y era relativamente relajado. Estaba ocupada porque tenía muchas cosas que terminar antes de que llegara el divorcio.

Rashta sería la próxima Emperatriz. Tendría que celebrar una audiencia todos los días más o menos, y establecer un presupuesto para el Palacio Imperial… el solo pensarlo me ponía nerviosa, pero con la ayuda del Barón Lant, podría imitarme con base en los precedentes del pasado. Sovieshu también proporcionaría oficiales del estado para asistirla.

El problema estaba con mis orfanatos, hogares de ancianos, instalaciones de apoyo para padres solteros, hospitales gratuitos y servicios de comida. Si los hubiera manejado bajo mi nombre o el de mi familia, podría seguir dirigiéndolos después del divorcio. Sin embargo, estaban operados bajo la familia imperial. Aunque la mayor parte del dinero provenía de mí, no podía administrar una institución imperial a menos que fuera la Emperatriz. Rashta tendría que supervisarlas. No sabía si usaría su dinero para financiarlas, y como no podía ir a ella y pedirle la autoridad para hacerlo, debía planificar el presupuesto y los arreglos administrativos con varios años de anticipación.

En unos años, Rashta se ajustará al puesto de Emperatriz.

Los plebeyos aclamaban a Rashta. Ella era la heroína que amaban y admiraban. Después de ser tan amada, y tras algunos años de ajustarse al puesto, podría encargarse de mi trabajo.

Traducido por: Valiz

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