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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 163

Capítulo de novela - 62 párrafos

Capítulo 163 - La noche anterior al divorcio (2)

Los últimos días habían sido insoportables para el Marqués Farang. Por más que esperó, no había visto al Rey Heinley en el Reino Occidental durante días. Había entregado la carta de Navier y tenía la intención de quedarse hasta que Heinley respondiera. Aunque usar un ave mensajera era más rápido, ciertos aspectos de la comunicación inevitablemente se perdían, como la reacción del destinatario al recibir el mensaje.

Cuando el Marqués Farang entregó por primera vez la carta de Navier a Heinley, el Rey sonrió y aceptó la carta con alegría. El Rey y la Emperatriz, inesperadamente, parecían llevarse bien. Al ver su reacción, el Marqués Farang decidió entregar personalmente la carta de respuesta de Heinley.

Durante los primeros días, el Rey Heinley dijo que estaba demasiado ocupado para escribir una respuesta, y el Marqués Farang no pensó mucho al respecto. Después de todo, Heinley era un monarca recién coronado, y no era sorprendente que estuviera hasta el cuello de trabajo. Además, el Marqués Farang quería encontrarse con Koshar, así que decidió que podía esperar.

Sin embargo, con el paso del tiempo, aún no había respuesta del Rey Heinley.

—¿Está tan ocupado que no tiene ni un momento?

La paciencia del Marqués Farang empezó a agotarse, y se dirigió a McKenna, el asistente más cercano del Rey. La explicación que McKenna le dio lo sorprendió.

El rey se había ido. El Marqués Farang no había oído hablar de eso. Abrió la boca, desconcertado, pero la respuesta no cambió.

—¿Pero por qué de repente...?

—Fue una emergencia.

McKenna le ofreció al Marqués Farang una mirada comprensiva.

—Por favor, espere en el palacio. No tardará mucho.

Era una pequeña nota de consuelo, pero para el Marqués Farang era inaceptable. La Emperatriz Navier había enviado a su asistente más cercano para decirle al Marqués Farang que entregara la carta, y él cumplió con su tarea sin demora. No era como si Navier simplemente estuviera preguntando cómo estaba Heinley. El Marqués Farang no conocía el contenido de la carta, pero sabía que la urgencia de la entrega indicaba cuán importante era.

¿Esperar aquí a que el Rey Heinley terminara su trabajo? El Marqués Farang no podía hacer eso.

—Volveré después.

Al final, el Marqués Farang decidió dejar el Reino Occidental, y corrió a su habitación a empacar su ropa.

༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺

Después del día en que visité a Heinley, no pude salir del palacio de la Emperatriz. Lo mismo ocurría con mis damas de compañía.

Hace 150 años, una Emperatriz hizo asesinar a su esposo antes de que se oficializara su separación. Desde entonces, se decretó que una Emperatriz en proceso de divorcio debía permanecer confinada en el palacio hasta que tuviera lugar la primera audiencia.

Estaba atrapada. Tal vez porque esperaba algo grande, el tiempo pasaba rápido y lento al mismo tiempo. El día se arrastraba mientras me mantenía ocupada, pero cuando caía la noche, el tiempo pasaba como un parpadeo.

Ahora que Heinley está aquí y he hablado con él adecuadamente, al menos puedo contarles a mis padres sobre mi nuevo matrimonio.

Aunque tenía la intención de casarme nuevamente después del divorcio, no significaba que estuviera contando los días con alegría.

A medida que pasaban los días, mi corazón se volvía más pesado y mi mente se agitaba en el caos. Durante los primeros dos días, las damas de compañía lloraban cada vez que me veían. Sin embargo, después intentaron hablarme con alegría forzada.

El día antes de la audiencia de divorcio, Sovieshu entró a mi habitación. Mi cuerpo estaba tenso por el estrés, y al verlo, mi mente se quedó en blanco.

Recordé el día de nuestra boda. Éramos demasiado jóvenes para estar nerviosos, y como estábamos acostumbrados a estar juntos, reímos y conversamos el día anterior a la ceremonia. Sin embargo, el día de nuestra coronación, recordé estar tan nerviosa que ni siquiera pude beber agua. Me aterraba el hecho de que nadie corregiría mis errores. Fue una experiencia completamente distinta. ¿Por qué recordaba ese día?

El estómago se me revolvió por la ansiedad y fruncí el ceño. Mientras tanto, Sovieshu se apoyaba en silencio contra el umbral de la puerta, con la mirada perdida como si también estuviera absorto en sus pensamientos. Finalmente parpadeó y se acercó a mí, y la Condesa Eliza cerró la puerta en silencio tras él.

Con el divorcio tan cercano, Sovieshu parecía sorprendentemente normal. Seguía siendo apuesto, y parecía estar sano.

—¿Ha venido a despedirse?

No quería que viera que me sentía destrozada, así que me mantuve con una actitud casual. Anoche quería arrancarme el cabello por su culpa. Ahora, sin embargo, me sentía como un recipiente vacío.

—...pronto tomaremos caminos separados.

Sovieshu habló en un murmullo bajo, evitando mi pregunta. ¿O era esa su manera de despedirse? De cualquier modo, sus palabras resultaban casi cómicas. Pronto nos separaremos. Una sonrisa torcida apareció en mis labios.

—De ahora en adelante, pasaremos más días separados que juntos.

Hablé con un tono de cierre, sabiendo que el divorcio sería nuestro final. Su respuesta, sin embargo, parecía indicar que no lo comprendía en absoluto.

—Quiero que se quede conmigo después del divorcio.

Casi solté una risa sarcástica. ¿Qué lo llevaba a hacer una sugerencia tan absurda? ¿Compasión? ¿Una muestra de cortesía hacia una amiga de toda la vida?

No es que no hubiera emperatrices que permanecieran junto a sus esposos incluso después del divorcio. Era un arreglo desagradable, pero no sin precedentes.

—Cuando estemos divorciados, nos convertiremos en extraños. Así que eso no puede ser.

—Quédese.

—Un divorcio no nos hará extraños.

Fueron palabras inusuales en Sovieshu, pero no falsas. El divorcio no nos convertiría en extraños, aunque no pudiéramos llevarnos bien. Aún sentiríamos algo el uno por el otro, ya fuera amor u odio, y por más que intentáramos olvidarnos, no podríamos borrar todo nuestro pasado.

Mi corazón se hizo más pesado al mirarlo, y pensé que tal vez él también sentía culpa. Pero ¿No era presuntuoso pensar eso viniendo de la persona que inició el divorcio en primer lugar?

Abrí la boca para decírselo, pero Sovieshu tomó mi mano con cuidado.

Reuní fuerzas y aparté mi mano de la suya.

༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺

La última visita de Sovieshu me permitió disipar el vacío que sentía por dentro. Aunque fue reemplazado por ira, esa ira me dio el impulso para avanzar hacia un futuro mejor.

Después de tomar mi última comida como Emperatriz, la Condesa Eliza me habló con una mirada apagada en los ojos.

—¿Qué desea ponerse, Su Majestad?

Las damas de compañía, que habían estado tranquilas por algunos días, rompieron en llanto nuevamente. Me aclaré la garganta varias veces para evitar que se me quebrara la voz.

—Lo mismo de siempre, por favor.

—Sí, Su Majestad.

La habitación estaba completamente en silencio mientras me vestían, salvo por el inusualmente fuerte crujir de la ropa. Cuando terminé de vestirme, me detuve a mirarme en el espejo. Detrás de mí, podía ver a las damas de compañía llorando. Laura era la que más lloraba…

Solté un suspiro pesado. Nada parecía que fuera a cambiar hace un mes, y sin darme cuenta, todo parecía haber cambiado por completo. Habría sido desesperanzador de no haber prometido casarme con Heinley, pero aun así me sentía afligida por mi situación.

Ni siquiera tuve un momento para recomponerme, ya que los caballeros de Sovieshu entraron a mi habitación, diciendo que era hora. Supuse que iban a llevarme a la corte. ¿Acaso Sovieshu había organizado esto para evitar que huyera?

Los caballeros se mantuvieron en silencio a mi alrededor, hasta que uno habló con voz sombría.

—¿Está lista?

—Sí. Vamos.

Respondí con calma para ocultar mi tristeza, y di un paso adelante. Sin embargo, los caballeros se miraron entre sí, y todos se inclinaron y se arrodillaron ante mí.

El llanto de las damas de compañía se hizo aún más fuerte.

Traducido por: Valiz

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