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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 190

Capítulo de novela - 96 párrafos

Capítulo 190 - Vestido de novia (1)

—Evito tu conciencia.

Heinley no parecía entender mis palabras. De hecho, yo tampoco las entendía.

Pero sinceramente, no podía decirle que estaba evitando la parte baja de su cuerpo.

Al final, nuestra conversación terminó de forma incómoda después de hablar únicamente sobre el tema del Gran Duque Kapmen.

—Entonces, ¿Estás de acuerdo en invitar al Gran Duque?

—Por supuesto.

—Gracias.

Heinley parecía querer preguntarme algo. Yo también tenía algo que quería preguntarle. Pero nos separamos de forma incómoda, sin decirnos lo que realmente queríamos.

—Vámonos, señorita Rose.

—Pensé que se quedaría un poco más.

—No tenía mucho que decir.

Rose parecía sorprendida de que hubiera salido tan rápido.

Hasta cierto punto, la mayoría de las personas en el Reino Occidental creían que Heinley y yo teníamos un gran amor el uno por el otro.

Lo que dije el otro día al periodista también daba a entender eso…

Pero en lugar de indagar, dijo con una sonrisa,

—No hay necesidad de decir más de lo necesario, ¿Cierto?

Caminé con tranquilidad a su lado mientras ella nos guiaba naturalmente.

Pero una vez que dejamos el palacio principal y nos dirigíamos hacia el palacio separado de la reinya, vi a Christa de pie en una esquina del camino. Detrás de Christa estaba la dama de compañía que había escuchado las palabras de Sir Aprin. En cuanto la vi, supe que Christa estaba allí por ese asunto.

Me acerqué a Christa y le pregunté,

—¿Estaba esperándome?

No parecía una pura coincidencia que Christa, quien había salido antes que yo, estuviera aquí.

—Sí, la estaba esperando. Necesito decirle algo.

—¿Qué es?

—Escuché que uno de sus subordinados insultó a mi dama de compañía.

Lo sabía. Christa me esperaba aquí para hablar en defensa de su dama de compañía.

Christa habló en voz baja pero firme.

—Por favor, no permita que esto vuelva a suceder en el futuro.

A pesar de que era una petición, su actitud era firme. Además, el hecho de que su petición fuera por el bien de una de las suyas le daba un aire digno.

De repente, me sentí apenada.

Porque estábamos en posiciones opuestas, no podía interpretar correctamente todas sus acciones… además, seguía haciendo peticiones difíciles, pero…

Su actitud de cuidar y proteger a los suyos era realmente admirable.

Si no tuviéramos una relación de competencia por el poder, nos habríamos llevado muy bien.

Pero por mucho que me gustara su personalidad, tenía claro cómo debía responder,

—Sir Aprin no es mi subordinado, sino el de Su Alteza. Esa petición, debería hacerla directamente a Su Alteza.

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Después de toparme con Christa

Empecé a pensar en una dirección un poco distinta.

Christa sabía cómo cuidar a los suyos, además, su actitud era refinada y regia. Debía tener a muchas personas talentosas a su lado.

Teníamos más o menos la misma edad, así que la mayoría de las damas nobles que querría tener como damas de compañía debían haber sido tomadas por Christa.

Bajo esas circunstancias, estaba claro que el plan de tomarme un tiempo para observar la alta sociedad del Reino Occidental antes de elegir a una mujer como nueva dama de compañía no sería muy efectivo.

Seguramente todas las personas que podrían ser damas de compañía de la Reina, ya las tenía Christa.

Incluso si quedaba alguna, lo más probable es que no estuvieran interesadas en ser damas de compañía desde el principio o tuvieran una buena relación con las damas de Christa.

Así que…

—¿Puedes entregarle una carta a la señorita Mastas pidiéndole que sea mi dama de compañía?

No tuve más opción que mostrar un poco de espíritu aventurero.

Rose, que había estado pensativa por más de una hora después de reunirse con Christa, se alarmó cuando de repente mencioné el nombre de Mastas y preguntó,

—¿La señorita Mastas?

—Sí, tengo la intención de nombrarla como mi dama de compañía.

—Pero Su Alteza. Como pudo ver, esa joven… no es apta para el puesto de dama de compañía.

—Por eso mismo quiero traerla.

—No creo que Christa haya tenido que arriesgarse mucho.

—Pensándolo bien, me parece extraño… ¿Puedo hacerle una pregunta, señorita Rose?

—Oh. Sí. Pregúnteme lo que quiera.

—Usted es inteligente y su etiqueta es perfecta. ¿Por qué no fue dama de compañía de Christa…?

Rose era una excelente dama de compañía.

Era una dama noble astuta, inteligente y elegante.

Al principio, le pedí a Rose que fuera mi dama de compañía para apaciguar a Yunim, pero ahora estoy bastante satisfecha con ella.

Así que es extraño, ¿Por qué no la tomó Christa?

—Hmm. Es un poco vergonzoso porque de repente me está halagando.

Rose sonrió incómoda, se rascó la punta de la nariz y confesó tímidamente,

—Dicho así me hace sentir avergonzada porque parece que rechacé a Christa. Bueno, ella nunca me ofreció ser su dama de compañía en primer lugar. Hmm, creo que es porque Yunim es un subordinado de Su Alteza Heinley.

—¿No era Sir Yunim un caballero de la guardia real antes?

—Eso es cierto, pero… eh, no era el líder.

Rose cerró la boca con vergüenza después de hablar.

El Rey en aquel entonces era el hermano de Heinley. Parecía incómodo decir que el caballero de la guardia que se suponía debía proteger al antiguo Rey era subordinado de Heinley.

En lugar de preguntar más, sonreí y tomé su mano.

—Qué alivio. Me gusta mucho la señorita Rose.

Los ojos de Rose se abrieron de par en par, sonrió tímidamente y susurró,

—De verdad… a mí también.

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Al día siguiente, alrededor de las 11 de la mañana, la señorita Mastas vino a verme con una gran sonrisa, probablemente porque recibió mi carta.

—¡Su Alteza!

Levantó la mano y saludó, pero la bajó rápidamente ante la mirada afilada de Rose.

Pero aún así seguía sonriendo. Era una joven muy alegre.

Sin embargo, no era la única visitante.

—Ah, Su Alteza. Me las encontré en el camino hacia aquí.

Dicho eso, la señorita Mastas se hizo a un lado rápidamente. Detrás de ella vi una fila de personas cargando grandes cajas.

—Su Alteza, es un honor conocerla. Soy la mejor diseñadora del Reino Occidental, McLinnan.

La persona que estaba en la entrada frente a mí se presentó con gran honor, rebuscó en su bolso, sacó una revista y la sostuvo.

La señorita Mastas me entregó la revista. Al hojearla, en la tercera página vi un retrato de su rostro, su nombre y el nombre de su tienda, entre otras cosas.

Con la calificación de… la mejor.

Mientras me sentía desconcertada, ella sonrió y preguntó con la misma expresión que en el retrato.

—Su Alteza Heinley me encargó hacer su vestido de boda, vestido de recepción y algunos otros vestidos. Si me lo permite, ¿Puedo pasar?

—Adelante.

La diseñadora McLinnan entró cuando le concedí el permiso, seguida por las personas que cargaban las cajas.

Además de las cajas, también vi bastidores de ropa cubiertos con una gran tela.

La diseñadora McLinnan se frotó las manos, me miró de arriba abajo y exclamó con una sonrisa,

—Bien. Muy bien.

—Se me instruyó que hiciera el vestido de novia más glamuroso para Su Alteza. Estaba un poco preocupada de que el vestido fuera tan llamativo que la gente apartara la mirada. Pero creo que Su Alteza se verá espectacular.

Sonriendo al punto de que su boca parecía más larga, abrió una caja, sacó cinco álbumes gruesos y exclamó con confianza,

—¡Le haré un vestido deslumbrante y brillante!

Traducido por: Valiz

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