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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 199

Capítulo de novela - 115 párrafos

Mi corazón estaba desbordado de tanta alegría que al despertar tomé las sábanas y las estiré repetidamente.

De hecho, todos se preguntaban por qué el Reino del Oeste no se proclamaba como un Imperio. Yo tampoco sabía la respuesta.

Lo que todos tenían claro, sin embargo, era que el Reino del Oeste tenía el poder y la riqueza para convertirse en un Imperio.

Mi corazón latía rápido, nuestro día de bodas será el momento en que el Reino se convierta en un Imperio. Sin duda, este evento quedará grabado en la historia. Era abrumador saber que yo formaría parte de esa historia. También era asombroso y admirable ver a Heinley, que había estado lejos del trono, avanzar de esta manera.

Debo ser una buena Emperatriz.

Aunque es cierto que, aunque no se convirtiera en un imperio, aún tendría que ser una buena Reina.

Como la primera Emperatriz divorciada y la primera Emperatriz del Imperio del Oeste, debía ser más cuidadosa con mis acciones y enfocarme en el rol de Emperatriz.

No, ahora no es el momento para pensar en eso.

Me levanté apresuradamente de la cama y tomé el libro que estaba leyendo todos los días desde que llegué aquí. En este libro, el secretario del Reino del Oeste había registrado las reuniones del Rey durante unos veinte años.

Pasado un tiempo, mis damas de compañía vinieron a ayudarme a vestirme para el desayuno, pero excepto en esos momentos, no dejé de leer el libro.

Estaba tan absorta en el libro que ni siquiera me di cuenta del paso del tiempo.

Rose me llamó.

—Su Majestad. Mondrae, un periodista del Blue Newspaper, quisiera reunirse con Su Majestad la Reina.

—¿Blue Newspaper?

—Es uno de los tres periódicos que tiene permiso para acceder al palacio real.

Tan pronto como escuché eso, supe qué estaba pasando. Los tres periódicos que tenían permiso para acceder al palacio real debían estar compitiendo entre sí, pero yo había concedido dos entrevistas a solo uno de ellos.

Así que este periodista debió haber venido aquí en un ataque de ansiedad.

El problema era... que vino a entrevistarme tarde, así que querría escribir el artículo más sensacional posible. Eso significaba que probablemente haría preguntas incómodas.

—¿Qué quiere hacer?

Después de pensarlo un rato, respondí. 

—Déjelo entrar.

De todos modos, no podría evitarlo para siempre. Rose salió con una expresión preocupada y pronto entró el periodista llamado Mondrae.

Mondrae tenía la figura de un caballero robusto.

Viéndolo entrar con una mirada decidida, parecía estar bien preparado.

Aun así, lo saludé con una sonrisa como si no me hubiera dado cuenta. Después del saludo, Mondrae hizo un par de cumplidos formales.

Pensé que haría la pregunta difícil, pero comenzó bastante normal.

—La reputación de Su Majestad es ampliamente conocida, se ha oído mucho sobre su habilidad. Así que, Su Majestad debe ser una buena Reina para el Reino del Oeste.

¿Qué se esconde detrás de esas palabras?

—Pero también estoy un poco preocupado.

Aquí vamos.

—La reputación que Su Majestad ganó como Emperatriz fue, esencialmente, debido a su gran amor por el Imperio del Este.

Parece que la pregunta difícil que eligió era un poco más difícil de lo esperado.

No podía hablar sin pensar, así que Mondrae continuó con una cara muy ansiosa.

—No será un problema mientras el Imperio del Este y el Reino del Oeste no entren en conflicto, pero… si los dos países llegaran algún día a competir por una ventaja, ¿Qué haría Su Majestad en esta situación incómoda?

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Sovieshu estaba inquieto, no podía dejar de preguntarse si la carta que envió a Navier había llegado a sus manos sin ningún inconveniente.

¿El caballero que llevaba la carta perdió su camino de repente? ¿Podría haberse encontrado con un bandido muy fuerte que robó la carta? ¿Y si el caballero no pudo entregar la carta debido a un infarto repentino?

Sovieshu estaba tan preocupado por perder la carta. Incluso si apareciera un bandido muy fuerte, no podría robar la carta, pero en ese momento Sovieshu no podía dejar de tener pensamientos extravagantes. Solo imaginar que algo malo podría haberle sucedido a la carta le hacía estremecerse.

Estaba seguro de que cuando la carta llegara a las manos de Navier, todo volvería a ser como antes.

Sin embargo, aunque estaba inquieto, aún tenía que entrar a la sala de audiencias.

Debo estar volviéndome loco.

Ya se sentía angustiado, pero hoy había muchas peticiones para bendecir a las parejas que se casarían.

Sovieshu no quería ver a ninguna de ellas, así que la atmósfera naturalmente se volvió pesada.

Sin embargo, las parejas que hacían esta solicitud aceptaron la atmósfera pesada como la dignidad del Emperador.

Esto se debía a que Sovieshu manejaba su expresión facial adecuadamente y sonreía amablemente en todo momento, a pesar de su bendición insincera.

Afortunadamente, las últimas personas que vería en la sala de audiencias hoy no eran una pareja enamorada que se casaría. Era una pareja casada con una niña de unos catorce años.

—Esta niña será nuestra hija desde hoy. Les rogamos que bendiga a esta niña, Su Majestad.

Al igual que llevar a un bebé recién nacido para que lo bendigan, trajeron a su hija adoptiva para ser bendecida.

Esta vez, Sovieshu bendijo sinceramente el futuro de la niña.

Entonces, de repente recordó a la huérfana que Navier había apoyado.

Después de cumplir con su deber en la sala de audiencias, Sovieshu salió al pasillo y ordenó al Marqués Karl.

—Traiga a los ayudantes de Navier a la oficina.

Al ir a la oficina y revisar algunas reclamaciones, dos de los ayudantes de Navier entraron.

—¿Ustedes son los ayudantes de Navier? —preguntó.

Los dos ayudantes se pusieron nerviosos por la llamada repentina de Sovieshu, y se pusieron aún más ansiosos cuando Sovieshu mencionó a la exemperatriz.

Temían que el Emperador descargara su ira sobre ellos.

—Sí, Su Majestad.

—Hubo una huérfana que Navier cuidó por su cuenta. ¿Quién era responsable de eso?

Cuando Sovieshu mencionó a la huérfana que Navier había cuidado, uno de los ayudantes dio un paso al frente, desconcertado.

—Era mi deber, Su Majestad.

¿Por qué el Emperador está haciendo tal pregunta? pensó el ayudante. Su expresión se congeló, incapaz de comprender la situación.

Sovieshu continuó con lo que quería decir.

—Esa niña, escuché que su maná desapareció.

—Es cierto, Su Majestad.

—¿Cómo está ahora, qué hay del patrocinio?

—Ella sigue en la Academia Mágica, y según lo que sé, está recibiendo patrocinio del Duque Troby...

—¿Ya no es responsable de eso?

—Ahora trabajo en otro departamento —respondió el ayudante, mirando a Sovieshu.

Después del divorcio de Navier, él había cambiado naturalmente de departamento. Sovieshu asintió y ordenó:

—Ya no es necesario que el Duque Troby la financie.

El ayudante se sorprendió por las palabras de Sovieshu e inmediatamente preguntó.

—¿Perdón?

—Esa niña, ¿Sabe cómo es?

—Sí. Solía reunirme periódicamente con ella para ver cómo estaba.

—Quiero verla, así que tráigala aquí.

El ayudante estaba aún más perplejo.

Sovieshu había ordenado traer a la niña porque Navier la quería mucho, así que quería apoyarla directamente.

Sin embargo, Sovieshu estaba en contra de dejar a esa niña, cuyo maná había desaparecido, en la Academia Mágica.

Si se quedaba allí, la niña seguiría lamentando la pérdida de su maná y pensaría que era inútil.

Más tarde o más temprano tendría que enfrentar la realidad, así que prefería traerla y ayudarla a encontrar otro futuro.

Sovieshu incluso permitiría que se quedara en la capital si la niña aceptaba.

Luego, cuando Navier regresara algún día, estaría aliviada y feliz.

Sin embargo, los ayudantes estaban intranquilos porque no podían imaginar que Sovieshu, quien había abandonado candidamente a la Emperatriz, se haría cargo de la niña a quien Navier apreciaba mucho.

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Los dos ayudantes no fueron los únicos confundidos por las acciones de Sovieshu.

—¿Ordenó traer a una mujer? —preguntó Rashta desconcertada cuando escuchó del Vizconde Roteschu que Sovieshu había ordenado traer a una mujer—. Hable claro. ¿Una mujer o una niña?

—No sé. Pero, siendo estudiante de la Academia Mágica, debe tener la misma edad que Rivetti.

—Academia Mágica… —Rashta gruñó.

Se sentía herida porque Sovieshu había ordenado traer a una niña que tenía talento en magia.

Después de haberse deshecho de la gran noble Navier, su cabeza daba vueltas al pensar que ahora traerían a una maga.

Pensaba que Sovieshu nunca la engañaría. ¿Era una ilusión?

Otros podrían pensar que Sovieshu estaba teniendo un romance con Rashta, pero Rashta no pensaba que el amor de Sovieshu hacia ella fuera un simple romance.

Sovieshu y Navier tenían un matrimonio político. Ninguno de los dos se amaba.

Rashta frunció el ceño mientras frotaba sus manos juntas.

Está trayendo a una niña antes de la boda. ¿Y si Sovieshu cambia de opinión y hace que la otra niña sea la Emperatriz? Estaba ansiosa. Aunque no sea adulta ahora, lo será en aproximadamente un año si tiene la misma edad que Rivetti.

Dado que la diferencia de edad entre Sovieshu y la niña no era tan grande, ella podría ser su pareja sin ningún problema.

A diferencia de Rashta, el Vizconde Roteschu dijo con relativo optimismo:

—Aún no se sabe para qué la ordenó traer. Esperemos y veremos.

Pero sus siguientes palabras fueron contradictorias.

—Además, ¿No te lo he dicho ya? Es necesario estar alerta de antemano.

Rashta se envolvió el vientre con ambas manos.

El Vizconde Roteschu siguió echando leña al fuego.

—Puede que ahora sea un malentendido. Pero algún día puede convertirse en realidad.

—Deje de intentar provocar a Rashta y piense en cómo prepararse para ese momento.

—Mmmm, pero no se me ocurre otra… —El Vizconde Roteschu canturreó traviesamente ante la reprimenda de Rashta.

La razón principal por la que había ido a ver a Rashta era hacerla sentir ansiosa, hacerla darse cuenta de cuánto lo necesitaba. Cuanto más ansiosa estuviera Rashta, mejor sería para él.

Después de que el Vizconde Roteschu se fue, Rashta finalmente se recostó en el sofá, apoyando la cabeza en él, y cerró los ojos.

Quería correr inmediatamente hacia Sovieshu y preguntarle sobre la niña que iba a traer. Si la traía por motivos de trabajo, Rashta estaría muy aliviada.

Sin embargo, Rashta temía que Sovieshu considerara su interrogatorio como celosos molestos, así que no podía preguntar directamente.

La ansiedad de Rashta se transformó en cansancio.

Pero aún en ese estado, se preguntó cómo pasaría el resto del día.

Traducido por: Valiz

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