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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 203

Capítulo de novela - 126 párrafos

Una vez que acepté la carta y la abrí, vi la letra de Sovieshu, que me era tan familiar.

Después de terminar de leer la carta, la doblé, la metí en el sobre y le ordené que se fuera.

—Estaré esperando afuera, no dude en llamarme.

Con eso dicho, el visitante se fue en silencio.

Aparentemente, pensó que yo enviaría una respuesta a Sovieshu.

Cerré los ojos y me llevé la mano a la frente.

¿Una respuesta…?

El contenido de la carta de Sovieshu fue completamente inesperado.

Decía que realmente no tenía intención de divorciarse de mí como le había prometido a Rashta, porque solo sería por un año.

No quería que su hijo fuera ilegítimo, así que después de que ella diera a luz, me elevaría de nuevo a la posición de Emperatriz.

Todo tipo de emociones extrañas y difíciles de entender surgieron dentro de mí.

Era como si… estas emociones estuvieran envueltas en una tela gruesa, imposible de distinguir con precisión.

Lo que tenía claro era que mi relación con Sovieshu había terminado.

Todavía me dolía y era incómodo pensar en él.

Pero fuera que estuviera arrepentido o si fuera una relación de amor-odio, Sovieshu y yo no nos volveríamos a casar.

Ya estaba casada con Heinley.

Heinley me tendió la mano cuando más lo necesitaba, ¿Querría que dejara a Heinley y regresara a su lado? Eso nunca sucedería.

Además, ¿Qué pasaría si Rashta tuviera el bebé y yo volviera a ser la Emperatriz?

Entonces yo sería la madrastra de ese bebé, pero no querría aceptarlo como mío.

Ese niño no eligió a Rashta y a Sovieshu como sus padres. No quería que el niño sufriera.

No podía amar a un niño al que ni siquiera quería acercarme. Lo mismo sería para el hijo de Rashta.

Aunque yo había sido la Emperatriz primero, el niño pensaría que yo había tomado el lugar de su madre.

A pesar de ser un hijo legítimo, ese niño guardaría rencor hacia mí por ser la Emperatriz.

Aunque, como dijo Sovieshu, Rashta solo sería Emperatriz por un año, inevitablemente habría esta disputa incómoda que me aguardaba.

No responderé la carta.

Finalmente, fui personalmente afuera y le dije al emisario de Sovieshu que abandonara el Reino Occidental, ya que no tenía intención de enviar una respuesta.

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Después de que el emisario de Sovieshu se fuera, aún tenía sentimientos encontrados.

Incluso cuando intentaba leer mi libro, mi atención estaba completamente en otro lugar.

Me senté en el sofá y miré sin rumbo por la ventana.

Sentía como si estuviera en el Reino Occidental y el Imperio Oriental al mismo tiempo.

Las mariposas que volaban afuera de la ventana se parecían a las que vi en el Palacio Occidental del Imperio Oriental. ¿Cuánto tiempo había pasado desde entonces?

En ese momento, la figura de Heinley apareció en la ventana. Pensé que estaba alucinando, pero ciertamente era real.

Después de levantarme y abrir la ventana, suspiré y le pregunté:

—¿Estás intentando entrar por la ventana otra vez?

Heinley parecía a punto de decir algo, pero al final solo dio un paso atrás y respondió: 

—No. Solo vine a hablar, Reina.

—Ibas a entrar por la ventana.

—Realmente solo vine a hablar.

—Ya no eres un Príncipe. Debes prestar atención a tu comportamiento.

—¿Está preocupada por mí?

—No te dejes mover por algo tan extraño.

—¿Me está regañando? A mí también me gusta cuando la Reina me regaña.

Heinley estaba viendo el lado positivo de todo lo que le decía. En este estado, era obvio que señalar sus errores no serviría de nada.

En lugar de seguir regañándolo, le pregunté:

—¿Qué te trae por aquí a esta hora?

Según lo que sé, no debería estar trabajando ahora…

Estaba indiferente cuando me quejé de él, pero en cuanto le hice esta pregunta, puso una expresión sombría. Luego giró la cabeza y miró el césped sin motivo aparente.

Pensando en lo que podría haber causado esto, le pregunté:

—¿Es porque escuchaste que un emisario de Su Majestad el Emperador vino a verme?

Heinley respondió:

—Sí. —Y me miró a los ojos—. Temía que la afectara…

—Recibí una carta.

—¡¿Una carta?!

Parece que no sabía que había recibido una carta. Bueno, no tenía forma de saberlo, porque había pedido que todos se fueran en ese momento.

—Pero no envié respuesta.

La expresión de Heinley se iluminó, como si se hubiera aliviado.

Extendí mis manos, lo tomé por los hombros y proclamé claramente:

—Ahora soy tu esposa. No tienes que preocuparte por cosas innecesarias, Heinley.

Los ojos de Heinley se abrieron un poco ante mi respuesta, y susurró con una sonrisa tan amplia que las comisuras de sus ojos se curvaron.

—Reina… mi corazón late rápido.

No sabía si esas eran palabras vacías, pero su rostro estaba un poco sonrojado. Me alegraba que se sintiera aliviado.

De alguna manera, verlo así me hizo querer morderle las mejillas. Si mordiera sus mejillas, ¿Saldría mermelada de fresa de dentro?

Este pensamiento tan salvaje me hizo sentirme muy avergonzada.

Mis sentimientos hacia Sovieshu estaban completamente caóticos. En contraste, cuando miraba a Heinley, no sabía por qué, pero lo encontraba tan adorable y encantador.

En ese instante, sentí la necesidad de responder… la urgente necesidad de responder a sus palabras.

Pero ¿Qué? No lo sé.

Después de pensarlo por un momento, repetí.

—Relájate.

༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺

Mientras tanto.

En lugar de buscar un país con el cual establecer una alianza comercial, Kapmen seguía buscando formas de contrarrestar los efectos de la poción de amor en su cuerpo.

Después de vagar de un lugar a otro, decidió ir a ver a uno de sus profesores en la academia mágica.

Al principio, el profesor de Kapmen se tomó la cabeza cuando escuchó que sus estudiantes habían hecho algún tipo de poción de amor para vender en el mercado negro.

—¡Tontos, tontos! ¡¿Qué estaban haciendo a mis espaldas, malhechores?!

—…me da vergüenza, profesor.

—¡Aunque otros estudiantes se comporten de manera imprudente, usted, Gran Duque Kapmen, no debería haber hecho lo mismo!

—No puedo creer que se haya metido en el mercado negro con una cara tan digna que parecía una flecha recta… oh no, mi cabeza, oh mi cabeza —gruñó el profesor de Kapmen durante largo rato.

Pero aún así, cuando su estudiante le contó lo que había sucedido en su cuerpo después de beber la poción, el profesor lo examinó de pies a cabeza.

—¿Ha pasado mucho tiempo desde que bebió la poción?

—La bebí poco después de que terminaran las celebraciones de Año Nuevo.

—No ha pasado tanto tiempo.

El profesor presionó el cuerpo de Kapmen en diferentes áreas y le preguntó:

—¿Cuánto tiempo normalmente tarda en desaparecer el efecto de la poción?

—Si se bebe el antídoto, uno debería mejorar al instante, e incluso si no se bebe el antídoto, uno debería mejorar en una semana —respondió el Gran Duque Kapmen, apretando un medallón con el retrato de Navier que había comprado en una tienda.

—A pesar de ser una poción de amor, no produce amor verdadero. Al principio… pensé que era porque los efectos eran excepcionalmente fuertes, pero…

El profesor miró el medallón del Gran Duque Kapmen, pero no se dio cuenta de que el retrato de la mujer dentro era el de la exemperatriz.

—¿Ha probado el antídoto hecho con una mezcla de amapolas y lirios negros?

—Muchas veces.

—¿Con el antídoto hecho con una mezcla de caléndulas y acebo?

—También lo he probado.

—¿Ha probado mezclar claveles rojos con bayas de banyan?

Su profesor se quejó y siguió haciéndole preguntas similares.

Sin embargo, Kapmen, siendo uno de los mejores graduados de la academia mágica, ya había probado todos los tratamientos posibles.

A medida que la expresión del profesor se oscurecía, la de Kapmen también lo hacía.

Apretando el medallón, Kapmen preguntó:

—¿No se puede hacer nada al respecto, profesor?

El amor no correspondido era extremadamente doloroso.

El Gran Duque Kapmen pensó que sus síntomas mejorarían si no veía a Navier, así que abandonó el palacio como si estuviera huyendo tan pronto como tuvo la oportunidad.

Pero dos días después, Kapmen se dio cuenta de que había cometido un gran error.

Cada vez que la veía, se sentía mejor.

La sola idea de no verla nunca más le causaba un profundo dolor en el corazón.

No sabía cuántas veces había vagado solo por la capital en medio de la noche antes de darse cuenta de la situación en la que estaba.

Entre sus pertenencias, ya tenía docenas de retratos de Navier.

Sin embargo, eso no disminuía su ardiente sed, y ahora incluso él tenía miedo de sí mismo.

A este ritmo, terminaría visitando a Navier y suplicándole que lo hiciera su amante.

Después de pensar un rato, el profesor finalmente abrió la boca.

—No sé cómo resolverlo. Pero puedo pensar en tres posibles causas.

—Tal vez ninguna de las tres sea la causa. Son solo deducciones. Es más fácil encontrar una solución cuando se sabe la causa.

—Profesor, ¿Cuáles son?

—Porque es una poción hecha por usted, es especialmente efectiva en el Gran Duque. Por eso la poción de amor ha funcionado tan bien con usted.

—¿Y la segunda?

—Últimamente, no solo está desapareciendo el mana de los magos, sino que el número de personas que manifiestan ser magos también está disminuyendo drásticamente. Eso significa que el equilibrio de mana está extremadamente inestable, así que quizás esto haya influido en ello.

—La causa última…

El profesor miró sospechosamente al Gran Duque Kapmen y dijo:

—Antes de que bebiera la poción, ¿No podría ya haberse enamorado de la persona de la que dice haberse enamorado después de beberla…? Bueno, eso es lo que pienso.

—Podría ser algo más complejo.

En ese momento, el asistente del profesor llamó a la puerta y gritó:

—¡Profesor! Un hombre que se dice ser Gran Duque Kapmen pide verlo.

Kapmen no estaba dispuesto a encontrarse con nadie ahora mismo, así que evitó a su asistente.

Sin embargo, a pesar de que el asistente lo persiguió, Kapmen lo ignoró con frialdad y se retiró al pasillo.

—¿Cuánto tiempo más planea estar aquí? —El profesor lo siguió hasta la salida.

Traducido por: Valiz

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