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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 209

Capítulo de novela - 104 párrafos

Capítulo 209 - Ver a Sovieshu nuevamente (2)

Al parecer, una de las ruedas de nuestro carruaje se había soltado, pero había ruedas de repuesto, así que fue posible cambiarla y continuar el viaje.

Después de eso, no ocurrió nada relevante en los días siguientes, así que llegamos sanos y salvos al Imperio Oriental.

Para entonces, ya me había recuperado en gran parte del impacto.

Cada vez que estaba a solas con Heinley, me sentía incómoda porque me venía a la mente lo que ocurrió aquel día... aun así, ambos hicimos nuestro mejor esfuerzo por mantener la compostura.

Al menos yo lo hice.

Sin embargo, cuando llegó el momento de pasar por la capital del Imperio Oriental, estaba tan nerviosa que ni siquiera podía pensar en el incidente del carruaje.

Al cruzar los muros de la capital, entreabrí la ventana y las cortinas.

Miré en silencio por la ventana de esta manera.

Pude ver a la gente en los alrededores observando con curiosidad los carruajes del Reino Occidental.

Seguramente habían escuchado rumores de que Heinley y yo veníamos.

¿Pensarán que voy en uno de estos carruajes?

Tal vez crean que la Emperatriz, que se fue y se volvió a casar, tiene el descaro de regresar.

Era natural, pero aun así no se sentía bien.

Cuando apoyé la cabeza contra la pared del carruaje y cerré completamente la ventana, la Condesa Jubel, sentada frente a mí, dijo con firmeza,

—Esa gente no son seguidores de Su Majestad. No les dé importancia.

Laura añadió de inmediato,

—Es cierto, si Su Majestad simplemente hubiera aceptado el divorcio y vivido encerrada por el resto de su vida, esa gente no habría hecho nada por usted, ¿Verdad? No se preocupe por eso.

¿Acaso parezco muy deprimida?

Me di unas palmadas en las mejillas con ambas manos, luego sonreí y respondí, tratando de parecer despreocupada,

—No se preocupen, estoy bien.

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Antes de ir al Palacio Imperial del Imperio Oriental, primero nos detuvimos en la Mansión Troby.

Nos quedaríamos aquí hoy, y mañana iríamos al Palacio Imperial.

Tan pronto como bajé del carruaje, mis padres y parientes, que habían recibido la noticia con antelación, se apresuraron a acercarse y me rodearon.

Al verme, mi padre volvió a estallar en llanto sin poder contenerse, mientras yo apenas podía contener el mío.

Abrazando también a mi madre, compartiendo la alegría de habernos reencontrado, Heinley se acercó de inmediato a mi padre, sonriendo y diciendo,

—Padre, padre.

No sé si debería decir que fue algo bueno, pero... mi padre pareció dejar de llorar porque estaba desconcertado.

Después de estar ahí un rato, hablando sobre lo que había pasado durante el tiempo que estuvimos separados, fuimos al comedor y continuamos conversando.

Tenía tanto que contar que no podía dejar de hablar. Por su parte, Heinley, que estaba de pie a mi lado, me miraba en silencio como si estuviera asombrado.

—¿Por qué me mirabas así? —le pregunté mientras lo llevaba a su habitación después de cenar.

Me dijo que estaba sorprendido de verme hablar tanto por primera vez...

Más tarde, después de bañarse en su habitación, Heinley fue a ver a mis padres de nuevo, esforzándose por alcanzar su objetivo.

Yo saludaba a rostros familiares mientras deambulaba por la mansión después de tanto tiempo, cruzándome ocasionalmente con Heinley junto a mis padres.

Lamentablemente, mis padres todavía parecían sentirse incómodos con Heinley.

Era comprensible.

Sovieshu había sido su yerno durante muchos años, pero ahora tenían un yerno completamente distinto.

Aun así, sentía que todo iba bien, así que seguí caminando por la mansión y luego me dirigí a mi habitación para descansar cómodamente.

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Lamentablemente, al día siguiente tuvimos que dejar la Mansión Troby.

—Nosotros también asistiremos a la fiesta.

—Nos veremos de nuevo pasado mañana.

Mis padres también estaban tristes, pero trataron de no demostrarlo demasiado.

Heinley y yo subimos al carruaje y nos dirigimos al palacio imperial.

Sin embargo, cuando el carruaje pasó por la puerta principal del palacio imperial, me sentí extraña.

Estaba realmente nerviosa cuando entramos a la capital del Imperio Oriental. Pero ahora solo había en mí una sensación sutil y compleja que era difícil de definir con claridad. Era como cuando recibí la carta de Sovieshu.

Mientras escuchaba el golpeteo de los cascos de los caballos y el rodar del carruaje, sentía que la cabeza me daba vueltas.

La vista desde la ventana era tan familiar que resultaba perturbadora. Pasé muchos años de mi vida en este lugar. Nunca pensé que vendría aquí fingiendo que no me importaba...

Cuando el carruaje se detuvo, mi corazón se aceleró.

Controlando mi expresión tanto como pude, bajé del carruaje.

Fue el Conde Pirnu, secretario de Sovieshu, quien nos recibió.

No era la única que estaba inquieta.

Cuando nos vimos cara a cara, los ojos del Conde Pirnu también temblaban ligeramente.

—Bienvenidos, Su Majestad la Reina del Reino Occidental y Su Majestad el Rey Heinley.

Pero me saludó con firmeza, y yo asentí con la mayor calma posible.

El Conde Pirnu dudó por un momento antes de señalar con la mano.

—Por aquí, por favor.

Sabía exactamente a dónde nos llevaría, a la Sala de la Rosa Blanca.

Esa sala era donde se recibía a los invitados distinguidos. Fue allí donde conocí a Heinley por primera vez.

Frente a la Sala de la Rosa Blanca estaban los Caballeros de la Guardia Imperial de Sovieshu.

Cuando me vieron, sus rostros se congelaron.

Sonreí como si no lo hubiera notado, y esperé a que el Conde Pirnu nos dejara entrar a la sala.

Finalmente, la puerta de la Sala de la Rosa Blanca se abrió y se nos permitió pasar.

Dentro estaba Sovieshu, sus secretarios y otros nobles.

¿Escuchó que venía?

Sovieshu parecía completamente imperturbable.

Noté el trono vacío junto a él. El trono donde solía estar para recibir a los invitados distinguidos.

Volví a mirar a Sovieshu. Me estaba observando con una expresión decidida. Pero, a diferencia de su expresión, sus ojos parecían tristes.

Nos miramos por un momento. Contrario a lo que esperaba, no se me vino nada a la mente.

¿Y Sovieshu? ¿Cuánto tiempo se quedará así?

—Su Majestad —susurró el Conde Pirnu.

Solo entonces Sovieshu abrió la boca como si hubiera despertado de un hechizo.

—Sé que ha sido un viaje difícil... agradezco el gesto de amistad mostrado por el Reino Occidental.

Su expresión era impasible y su voz serena.

No parecía el hombre que había quedado atónito un momento atrás. Me miró nuevamente pero no dijo nada más.

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—¿Quién está aquí?

A diferencia de Sovieshu, que logró ocultar sus verdaderos pensamientos y mantenerse inexpresivo, Rashta no pudo hacerlo.

Mientras revisaba su vestido terminado por última vez, se quedó perpleja al escuchar que Navier asistiría a la boda.

—¿Cómo pasó esto?

El Barón Lant, quien le dio la noticia, rió con torpeza,

—Es una persona que pone los asuntos de estado por delante. Como fue invitada, debió considerar que era lo mejor aceptarlo.

Una vez que el Barón Lant se fue. Rashta se puso tan ansiosa que comenzó a morderse las uñas.

Poco después, le preguntó al diseñador,

—También quiero que todos los accesorios sean glamurosos, desde el tocado hasta las joyas.

El diseñador preguntó sorprendido mientras clavaba alfileres en su vestido,

—¿Qué? ¿De verdad?

Rashta habló con firmeza.

—Todos compararán a Rashta con la Emperatriz depuesta.

—Eso es cierto, pero...

—La Emperatriz depuesta vino al país que dejó, ¿Cuánto debió haberse preparado para que no pisotearan su dignidad?

Las palabras de Rashta eran razonables. Sin embargo, su exigencia no encajaba con el gusto del diseñador.

—El vestido ya es glamuroso, si los accesorios también lo son, podría quedar opacada.

El diseñador aconsejó, pero Rashta insistió,

—Es la boda de Rashta. En mi día de bodas, no quiero perder ante nadie.

El diseñador no tuvo más opción que elegir accesorios glamurosos antes de marcharse.

Al mirar el vestido en el perchero, Rashta se sintió un poco aliviada. Con ese vestido, estaba segura de que no perdería ante Navier.

Aun así, su ansiedad no desaparecía.

Después de caminar de un lado a otro durante un rato, Rashta tuvo una buena idea.

Traducido por: Valiz

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