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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 216:Guapo (1)

Capítulo de novela - 97 párrafos

Capítulo 216 - Guapo (1)

Heinley había estado un poco extraño después de que asistimos a la boda. Parecía desanimado…

De camino a la boda, disfrutó nuestro tiempo juntos en el carruaje. Sin embargo, en el trayecto de regreso, se veía deprimido. Aunque estábamos en el mismo carruaje, evitaba mirarme a los ojos.

Me preocupé, así que le pregunté qué pasaba, pero no respondió.

Solo me tomaba de la mano de vez en cuando, y en un momento me preguntó:

—¿Siempre estará a mi lado, verdad?

—¿Por qué dices algo tan obvio?

Cuando le respondí con una sonrisa, apoyó silenciosamente su mejilla sobre mi mano y cerró los ojos.

Incluso a veces la besaba con suavidad.

—¿Heinley? —pregunté.

Era tierno, pero me hacía cosquillas. Entonces, me hizo una pregunta similar a la anterior.

—¿Es mi esposa, verdad?

¿Por qué mi Príncipe pájaro dice cosas tan obvias?

Pensé que era porque estaba cansado de regreso. Sin embargo, después de volver al Reino Occidental, el estado de ánimo de Heinley seguía igual.

Incluso cuando venía a visitarme, caminaba de un lado a otro con ansiedad y suspiraba como si tuviera algo que decir pero no pudiera.

Seguía sin responder cuando le preguntaba qué le pasaba.

Nada cambió durante varios días hasta que decidí tomar la iniciativa y animarlo.

Había sido herido de muchas formas en el Imperio del Este.

Fue allí por mí, así que quería hacerlo sentir mejor.

Pero, ¿Qué debía hacer…? ¿Cómo podía animar de nuevo al deprimido Heinley?

Estuve dándole vueltas al problema por un buen rato.

Mientras pensaba, noté inconscientemente a Rose tejiendo.

Un ovillo de hilo amarillo suave y unas agujas.

Al ver esas dos cosas, se me ocurrió una buena idea.

¡Ropa! Puedo hacerle ropa.

༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺

Heinley estaba sentado en una posición peligrosa sobre el alféizar de la ventana, mirando hacia el cielo.

Había una pila de papeles acumulados sobre su escritorio en los que se suponía que debía estar trabajando, pero ya ni siquiera los veía.

El día de la última recepción de bodas se repetía dolorosamente en su cabeza, hasta el punto de sentirse al borde de la locura.

—Vuelve. No quiero que seas la esposa de otro hombre. Somos un matrimonio, Navier.

¿Qué respondió la Reina ante semejantes tonterías? Heinley deseaba haber podido escucharlo todo.

La voz de la Reina era tan tranquila y baja que no pudo oír su respuesta desde el otro lado de la puerta. Sin embargo, creyó que lo había rechazado porque escuchó al Emperador Sovieshu gritar molesto, ‘¡Navier!’…

Aun así, su ansiedad no desaparecía. Sabía que la Reina y el Emperador Sovieshu habían crecido juntos.

En su momento, habían sido tan cercanos como hermanos.

¿Y si los sentimientos de la Reina por Sovieshu eran de amor y odio?

¿Y si quería darle otra oportunidad?

Heinley ladeó un poco la cabeza mientras pensaba en todas las cosas malas que podrían pasar.

Incluso imaginó que la Reina vendría a verlo en cualquier momento para sacar el tema y decirle, ‘Lo siento, pero…’

Fue entonces…

—Su Majestad.

Un caballero entró e informó que Rose, la dama de compañía de Navier, había estado allí. Heinley preguntó:

—¿Para qué?

—Su Majestad la Reina desea entregarle algo especial, dijo que la visitara cuando tuviera tiempo.

Los ojos de Heinley se abrieron con sorpresa.

—¿Qué quiere darme Navier?

—Solo sé que es algo hecho a mano. Su Majestad, baje del alféizar. Es peligroso.

¿Será un plato…? No será un aviso de divorcio, ¿Verdad?

La inquietud y la expectativa lo invadieron al mismo tiempo.

Heinley bajó rápidamente del alféizar.

༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺

Heinley apareció menos de cinco minutos después de que Rose regresara.

—Dije que vinieras cuando tuvieras tiempo —lo reprendí con una risita.

Heinley se disculpó y sonrió como si estuviera avergonzado.

—Me tomé un descanso… casualmente.

Una vez que mis damas de compañía salieron rápidamente y en silencio, Heinley me preguntó con brillo en los ojos:

—Escuché que quería darme algo. ¿Qué es?

¿De verdad vino durante su descanso? Al observar su expresión, parecía que había venido corriendo por curiosidad por el regalo.

Su actitud llena de expectativas me hizo reír.

Su aspecto deprimido se había aliviado un poco, sin duda.

Rápidamente abrí un cajón del escritorio, saqué una caja de regalo envuelta y se la entregué.

—Es pequeña —murmuró Heinley al recibirla, examinando la caja por todos lados. Supongo que sentía curiosidad por lo que había dentro.

—Ábrela —le dije con una sonrisa.

Heinley me miró y tiró del extremo del lazo.

La caja quedó completamente al descubierto cuando el lazo que sujetaba el envoltorio cayó.

Heinley abrió la tapa rápidamente, como si no pudiera esperar para ver qué era.

—¿Qué te parece?

Le pregunté mientras observaba con asombro el regalo. Quedó ligeramente boquiabierto.

Entonces metió la mano en la caja, sacó el regalo que le había hecho y lo levantó un poco.

—¿Qué te parece? —volví a preguntarle.

Dentro de la caja estaban las ropas que había tejido para ‘Queen’.

En el pasado le había dicho que si aparecía frente a mí otra vez en forma de ‘Queen’, lo vestiría.

De pronto, cuando vi a Rose tejiendo, recordé esas palabras y se me ocurrió hacerle ropa.

Aunque en ese momento lo dije como castigo, a Heinley parecía gustarle mucho…

—Es adorable. ¿Lo hizo para que lo use cuando me convierta en pájaro?

Heinley soltó una carcajada al ver la ropa como si fueran prendas de bebé.

Justo como esperaba, parecía muy feliz. La tristeza de los últimos días se desvaneció y su rostro volvió a iluminarse.

Fue un alivio ver que su ánimo había mejorado tanto.

Miré a Heinley y le propuse:

—Si te conviertes en Queen ahora mismo, te vestiré.

Heinley se sobresaltó y me miró, con los ojos preguntando, ‘¿En serio?’

Para mostrarle que hablaba en serio, me senté en el sofá y di suaves palmadas en mi regazo.

Apenas lo hice, Heinley desapareció, y vi algo moverse dentro de su ropa sobre el suelo.

Queen salió de entre sus ropas y corrió hacia mí.

Se detuvo frente al sofá y me miró hacia arriba. Lo levanté y lo coloqué en mi regazo. Como en los viejos tiempos.

Sus ojos se abrieron de par en par y se movían inquietos.

Fingiendo no notarlo, tomé la ropa tejida y se la puse a Queen.

Después de vestirlo, le canté mientras acariciaba su cabeza.

Canté suavemente, tarareando.

Parecía sentirse tan a gusto que sus ojos se fueron cerrando poco a poco hasta cerrarse por completo.

Al mirar hacia abajo después de terminar la canción, vi a Queen completamente dormido.

Su pecho subía y bajaba con calma, sus párpados se estremecían de vez en cuando como si estuviera soñando.

—Qué lindo.

Lo miré fijamente y le di un beso suave en la frente.

Traducido por: Valiz

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