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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 217:Guapo (2)

Capítulo de novela - 148 párrafos

Capítulo 217 - Guapo (2)

¿Es bipolar?

Heinley, que había estado deprimido toda la mañana, pasó toda la tarde sonriendo.

McKenna lo miró con sospecha.

No solo sonreía, también se reía mientras se tocaba la frente.

Camino a la sala de conferencias, se quedó mirando un pilar que reflejaba su rostro y dijo,

—Soy lindo.

McKenna lo miró con ansiedad.

Mejor soñar despierto que estar deprimido.

Heinley siempre había mantenido una actitud de absoluta autoconfianza, así que le preocupaba que sus emociones ahora fueran tan inestables.

En ese momento.

Heinley, que caminaba emocionado, se detuvo de golpe y se tapó la boca con una mano. Luego miró a la nada con ojos serios y profundos, frunciendo el ceño.

Parecía sorprendido por haber caído en cuenta de algo demasiado tarde.

—¿Majestad? ¿Qué ocurre?

McKenna preguntó con curiosidad. Heinley miró a su alrededor y finalmente susurró,

—Si me caso pronto...

Pero Heinley no pudo decirlo, así que cerró la boca.

—¿Majestad?

¿Y si se casa pronto?

McKenna tenía curiosidad por saber el resto, y preguntó,

—¿Qué iba a decir?

Pero Heinley permaneció en silencio, sin responder.

McKenna insistió varias veces,

—¿Majestad? ¿Majestad?

Solo entonces Heinley habló con preocupación,

—McKenna. ¿Cómo es mi imagen?

—¿La de Su Majestad? Majestad, puede que no lo parezca, pero es inteligente, digno y romántico...

—No la imagen que tú ves. Mi imagen externa.

—Bueno, entonces no es inteligente, no es digno, ni es romántico.

Heinley suspiró, negó con la cabeza y volvió a caminar.

Esa no era la respuesta que quería.

En realidad, lo que quería preguntar era sobre la primera noche después de la ceremonia de bodas.

Después de esa noche, los encuentros se darían teniendo en cuenta los deseos de ambos, pero la noche de bodas se celebraría sin importar eso.

No dijo nada, pero solo pensar en ese día hacía que su corazón latiera cada vez más rápido.

Se sentía tan bien tocar a la persona que uno ama. ¿Cómo se sentiría cuando realmente la tuviera en sus brazos?

No podía ni imaginarlo.

Pero de repente le vino un pensamiento a la mente.

Él... Él no tenía experiencia en eso.

El problema era su imagen de mujeriego.

Aunque Navier no parecía pensar que era tan promiscuo como los demás, creía hasta cierto punto que Heinley era un mujeriego.

¿Navier no pensaría que soy bueno en eso si cree que soy un mujeriego?

Claro que estaba seguro de hacerlo bien una vez aprendiera y se familiarizara.

Pero si no lo hacía bien en la noche de bodas, ¿Habría siquiera una segunda noche?

Heinley quería ser el hombre perfecto para Navier.

—¿Majestad?

McKenna lo llamó con expresión seria; estaba genuinamente preocupado.

Heinley agitó la mano para indicar que estaba bien, luego cambió de tema.

—¿Cuándo llegará todo el grupo de la Expedición de los Caballeros?

No creo que estuviera pensando en eso, pensó McKenna y respondió con calma,

—Es un camino largo, pero llegarán hoy.

—Entonces la ceremonia de bienvenida está programada para mañana.

—Así es. ¡Ah! Debo decirle a la Reina que prepare un pañuelo.

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—¿Un pañuelo?

McKenna vino a visitarme y me dijo que debía preparar un pañuelo.

—Sí, todos los caballeros que participaron en la 'Expedición de los Caballeros' llegarán hoy.

—Habrá un evento.

—Así es. Para ser precisos, hoy se reunirán en las afueras de la capital, y mañana partirán desde allí hacia el Palacio Real con el atuendo ceremonial correspondiente. Por lo general, muchas personas vienen a verlos.

—Una vez que termine el desfile, cada dama coloca un pañuelo en el bolsillo de su caballero. Creo que sería mejor que Su Majestad la Reina nos acompañara en ese momento.

Pensando en el silencio que recibí por parte de la gente del Imperio del Este, me preocupé un poco.

—No debe preocuparse demasiado, Su Majestad.

Como si supiera en qué estaba pensando, McKenna sonrió suavemente y me tranquilizó,

—El señor Koshar es uno de los caballeros más populares de esta expedición.

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A la mañana siguiente.

Llevé un vestido formal y recogí mi cabello en un moño elegante sin dejar un solo mechón suelto.

No era una fiesta, pero hoy conocería a los caballeros que participaron en la expedición, así como a las jóvenes y damas nobles relacionadas con ellos.

No cenaríamos juntos, pero al menos nos saludaríamos mientras esperábamos a los caballeros.

Aún no estaba consolidada en la alta sociedad, así que definitivamente no debía tomar la ocasión a la ligera.

Después de revisarme varias veces en el espejo para asegurarme de que me veía bien, subí al carruaje y salí por las puertas del palacio a la hora acordada.

Heinley había salido antes que yo, así que solo Rose, Mastas y los Caballeros Supranacionales me acompañaron.

Al bajar del carruaje, las damas nobles que habían llegado primero me saludaron cortésmente.

—Es un honor ver a Su Majestad la Reina.

—Saludamos a Su Majestad la Reina.

Como no teníamos una relación cercana, no podían iniciar una conversación, así que solo me miraban en silencio después de saludarme.

Cuando personas que no son cercanas están en el mismo lugar, se supone que la persona de mayor rango debe iniciar la conversación.

Pero en lugar de hablar con ellas, pregunté a Rose,

—¿Cuándo comenzará?

—Está por comenzar, Su Majestad.

Apenas terminó de hablar, se escuchó a lo lejos el sonido de un cuerno de batalla. Sin embargo, como desde aquí no se podían ver las puertas de la capital, una vez que el sonido se desvaneció, todo volvió a estar en silencio.

Hubo un silencio incómodo por un momento. Pero no mucho después, comenzaron a escucharse fuertes vítores a lo lejos.

Parecía que los caballeros venían hacia acá. Podía sentir cómo los vítores se acercaban más y más.

Ocasionalmente se oían nombres, pero las voces estaban tan mezcladas por el bullicio que era difícil distinguir lo que decían.

Poco a poco se hicieron más fuertes, como las olas del mar.

Finalmente, los caballeros se dejaron ver desde aquí. Venían a caballo en filas de tres.

La gente los vitoreaba y les arrojaba pétalos de flores desde sus canastas.

Sorprendentemente, mi hermano estaba entre los tres de la primera fila.

Y, contrariamente a mis preocupaciones, nadie lo ignoró.

Incluso podía oír a algunas personas gritar,

Mientras observaba asombrada, Mastas me dijo desde un lado,

—Los tres caballeros más populares van en la primera fila, Su Majestad. Detrás, los siguientes tres. Después de ahí, solo es por orden de llegada.

Mi hermano sonreía y saludaba a los presentes como si se sintiera incómodo.

Ante la escena, me hinché de orgullo. Estaba tanto orgullosa como conmovida.

Finalmente, los caballeros se detuvieron disciplinadamente al acercarse a nosotros, y a la señal de McKenna, desmontaron de sus caballos.

Entre esos caballeros estaba mi hermano.

Mi hermano dio unos pasos al frente y sonrió mientras me miraba en silencio.

Pensé que iríamos juntos a entregar los pañuelos, o en fila. Sin embargo, como mi hermano seguía avanzando, nadie más se movía.

¿Debo ser la primera en colocarlo?

Al mirar a Heinley, me guiñó un ojo y asintió. Así que saqué mi pañuelo y caminé hacia mi hermano.

De repente noté que en la segunda fila estaba el señor April, el hermano de Mastas.

Después de inclinarme ligeramente en señal de saludo, coloqué el pañuelo en el bolsillo del traje ceremonial de mi hermano, como si fuera un accesorio.

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El tiempo que tuve para ver a mi hermano por primera vez en mucho tiempo fue breve. Después de regresar de la expedición, los caballeros que participaron debían informar los detalles en la sala de conferencias.

Me sentí aliviada de verlo incómodo y avergonzado, pero adaptándose bien.

Ojalá mi hermano pudiera deshacerse poco a poco de la mala reputación que tenía en el Imperio del Este...

Esa noche, visité el templo y recé brevemente.

Pero al día siguiente, me sorprendió saber que la imagen de mi hermano era mucho mejor de lo que pensaba.

—¿Qué es esto?

Alrededor del mediodía, Rose trajo un montón de cartas. Estas cartas provenían de remitentes de diferentes familias.

Al abrir una para leerla, el contenido era simple pero amable.

Lo mismo ocurría con las demás cartas.

¿Por qué enviaron estas cartas de repente?

Cuando miré a Rose, perpleja, ella dijo mientras miraba a Mastas,

—Las jóvenes de la ceremonia de bienvenida de ayer deben haberse enamorado del señor Koshar.

¿De mi hermano?

—¿De verdad?

Le pedí que me contara más al respecto, y Rose dijo, mirando de nuevo a Mastas,

—El señor Koshar es tan hermoso como una pintura. Ha hecho una gran aparición esta vez, así que estoy segura de que a los ojos de las jóvenes es maravilloso.

Mastas añadió emocionada, sin darse cuenta de que Rose la miraba.

—Además, es el heredero de una familia influyente del Imperio del Este y el único hermano de la Reina.

Cuando asentí con torpeza, ambas me miraron con extrañeza.

—¿No es así siempre?

—¿No es popular el señor Koshar también en el Imperio del Este?

Mi hermano tenía una mala reputación. Desde los siete años, la popularidad de mi hermano había caído en picada.

Sin embargo, era imposible que ellas y las jóvenes no supieran sobre los rumores de mi hermano.

Como los rumores sobre mi hermano no se originaron en el Reino Occidental, ¿Se consideraban exagerados aquí?

Y al día siguiente.

Recibí más cartas que ayer, lo que confirmó mis sospechas.

La gente en el Reino Occidental pensaba que su mala reputación estaba exagerada.

Al principio, esta situación me resultaba incómoda.

Pero pensándolo bien, parecía algo bastante bueno.

¿Quizás Nian y mi hermano podrían ayudarme a hacerme un lugar en la alta sociedad sin la ayuda de Mullaney?

Unirse a Mullaney sería una forma fácil de encajar en la alta sociedad del Reino Occidental. Sin embargo, si tomaba ese camino, perdería a la otra mitad que apoyaba a Christa, lo cual no era bueno a largo plazo.

No todos tenían que agradarme, pero tampoco había necesidad de convertir a la mitad de la alta sociedad en enemigos al mismo tiempo.

Aunque debía tener cuidado al elegir a mis allegados, no me importaría acercarme un poco a Christa si era una amistad moderada.

Por ahora, iré a ver a Christa otra vez.

¿Existe siquiera una mínima posibilidad de que nos llevemos bien? Habiendo tomado una decisión, me cambié de ropa y salí del palacio anexo.

Mientras caminaba por el pasillo, vi carruajes extranjeros y personas dirigiéndose al palacio principal.

Los emblemas de los carruajes me resultaban familiares.

¿Parecen carruajes de Rwibt?

Apenas pensé eso, vi al Gran Duque Kapmen.

Aceptó la invitación.

El Gran Duque Kapmen, que caminaba tranquilamente con una expresión grave, giró la cabeza hacia aquí.

¿Sintió mi mirada sobre él?

Traducido por: Valiz

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