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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 234:Saludable (1)

Capítulo de novela - 91 párrafos

Capítulo 234 - Saludable (1)

Rashta corrió de regreso a su habitación.

Su corazón latía descontroladamente.

¿Qué significa esto? ¿Qué fue lo que acabo de ver?

Su mente estaba en caos.

¿Por qué Sovieshu… Por qué Sovieshu estaba así? Actuando como si extrañara a su exesposa…

—No, eso no puede ser.

Rashta sacudió la cabeza.

Esto no puede ser cierto ahora…

El rostro de Rashta se volvió pálido.

Por más que intentara negarlo, la actitud de Sovieshu bajo la influencia del alcohol lo hacía demasiado evidente.

Tan pronto como reconoció este hecho, un profundo temor la invadió.

Sovieshu había sido su benefactor y salvador, el que la había sacado del fondo, pero también era la persona que conocía sus debilidades.

Si él la dejaba, volvería a caer sin nada que pudiera hacer para evitarlo.

Tampoco había una línea de sangre a la que aferrarse, ya que el bebé aún no había nacido.

Cálmate. La Emperatriz depuesta ya se ha vuelto a casar. Es inútil que se arrepienta ahora.

Rashta se rascó la piel mientras se mordía las uñas.

Su vientre comenzó a dolerle otra vez, probablemente como resultado de todo el estrés.

Pero incluso si no trajera de regreso a la Emperatriz depuesta, ¿Y si esto hacía que se volviera frío con Rashta? ¿Y si culpaba a Rashta por el divorcio y se alejaba?

Entonces traería a otra mujer. Sovieshu era un Emperador, joven y extremadamente apuesto. Muchas mujeres tomarían su mano si él lo deseaba. Ya fuera por elección, o por el bien de sus familias.

De ninguna manera, absolutamente no.

Elgy. Necesitaba al Duque Elgy.

Rashta se metió rápidamente en la cama y se acurrucó.

Deseaba escuchar del Duque Elgy que todo estaría bien. Deseaba que él la consolara con su mente excepcional.

Sin embargo, no había forma de que el Duque Elgy, quien ni siquiera había llegado al Imperio Occidental, apareciera de la nada.

¿Cuánto tiempo he estado así?

Rashta abrió los ojos con fuerza y retiró los dedos de su boca.

Una determinación firme emergió en sus ojos inquietos.

Así es, no hay tiempo para actuar así.

Si se hubiera quedado llorando inconsolablemente y caída en la desesperación el día que perdió a su primer bebé, nunca habría conseguido esta vida.

Rashta había huido de ese lugar por su propia voluntad para aferrarse a una nueva vida.

Lo mismo era cierto ahora.

Si se quedaba como estaba, temblando de temor, el final sería obvio.

Debo proteger lo que es mío.

Cuando era concubina, el amor del Emperador lo era todo. Todo su poder venía del Emperador. Sin embargo, ahora al menos tenía su propio poder.

Incluso como Emperador, él no podía divorciarse de nuevo por un tiempo debido a la opinión pública. Tenía que aguantar al menos unos meses.

Para entonces el bebé ya habría nacido y sería el primogénito del Emperador sin importar lo que dijeran los demás.

En el futuro el bebé protegerá a Rashta. Pero hasta entonces, Rashta tiene que proteger al bebé.

Rashta se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación.

¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer? ¿...enfrentar a la Emperatriz depuesta de frente?

No había razón para evitar a la Emperatriz depuesta, ni razón para evitar al Vizconde Langdel, ni a la Duquesa Tuania.

La Emperatriz depuesta traicionó al Emperador, y aunque actualmente ocupaba el puesto de Emperatriz, era la Emperatriz de un país que apenas se había proclamado imperio ayer.

El Vizconde Langdel es un rufián malvado que intentó apuñalar a una chica débil y desarmada. ¿Y acaso la Duquesa Tuania no es también una mujer frívola que usa sus encantos femeninos para arrastrar a los hombres tras de ella?

No hay necesidad de sentirse presionada por gente así. ¿Por qué Rashta debería desanimarse cuando los culpables mantienen la cabeza en alto?

¿No es el Vizconde Langdel el líder de una orden de caballería? Si ese es el caso, genial. Voy a exponer lo repugnante que es frente a todos.

Rashta estaba firmemente decidida.

° ° ° ° °

Tan pronto como desperté sentí una ligereza. Mientras palpaba con las manos, escuché una risita y abrí los ojos.

Al mirar hacia arriba, vi a Heinley mirándome y riéndose.

—Esposa, ¿Dormiste bien?

Ahh… cierto. Ayer…

Hundí el rostro en su pecho ante el torrente de recuerdos que surgieron en mi mente.

Aunque creo que me dormí cerca del amanecer, no recordaba bien los detalles.

Pero cuando desperté estaba recostada en los brazos de Heinley. Tampoco sentía mi cuerpo pegajoso, ah…

—¿Me lavaste?

Cuando pregunté con torpeza, Heinley mordisqueó ligeramente mi lóbulo de la oreja.

—¿No lo recuerdas?

—¿Recordar?

—Me pediste que preparara la bañera con bombas de baño de aroma a rosas, muchas burbujas y que te lavara el cabello con champú de frutas.

—No lo recuerdo.

Heinley sonrió y frotó su mejilla contra la mía.

Sintiendo vergüenza, lo abracé con fuerza y escondí mi rostro.

Después de que mencionó el aroma a rosas y el champú de frutas, pude decir que Heinley no mentía porque esos solían ser mis gustos.

Entonces, de pronto me di cuenta de que el cabello de Heinley también olía a mi fragancia favorita…

Lo había lavado con lo mismo.

Tan pronto como lo noté, mi rostro se calentó aún más.

—Sería feliz de morir así, Mi Reina.

¿No está avergonzado Heinley ahora? Aunque no estaba actuando tímido en absoluto, sus orejas seguían rojas.

Mientras tanto, Heinley, que seguía mordisqueando mis orejas, comenzó a bajar por mi cuello.

Luego besó ligeramente mi clavícula.

…me sentía confundida por su comportamiento actual.

Éramos amigos, pero solo estábamos unidos por un matrimonio de conveniencia…

Sin embargo, él actuaba como si muriera por mí.

—Mi Reina. Mi esposa. Navier.

Después de llamar mi nombre, Heinley comenzó a mover lentamente y con naturalidad sus labios más abajo de mi clavícula.

Había dicho que aprendía rápido. Y no eran palabras vacías. Sus labios suaves dando ligeros besos sobre mi piel eran maravillosos.

—Es de mañana.

Tenía que prepararme para la siguiente recepción. No podía quedarme en la cama por mucho más tiempo.

Cuando empujé su frente, Heinley frotó su rostro contra la palma de mi mano y besó mi muñeca.

—Heinley. No podemos, no ahora.

Después de insistir otra vez, Heinley finalmente se hizo a un lado con una expresión de pesar.

¿Por qué no parece cansado… a pesar de haberlo intentado tanto ayer?

¿Acaso tenía tan buena resistencia física?

Eché un vistazo a su perfil. Su rostro, que me había hecho exclamar de admiración cuando nos conocimos, se veía aún más apuesto ahora que estaba recostado.

Cuando extendí la mano para tocar sus labios y la punta de su nariz, Heinley sonrió otra vez, besando mi muñeca y luego la palma de mi mano.

Después de acariciar sus mejillas unas cuantas veces, pronuncié inconscientemente unas palabras desde lo más profundo de mi corazón.

—Espero que esta vez pueda tener un bebé.

Traducido por: Valiz

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