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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 285:Pintura (2)

Capítulo de novela - 90 párrafos

Capítulo 285 - Pintura (2)

Por miedo a pensar en lo que me había pasado con Heinley frente al Gran Duque Kapmen, conté del 1 al 10 repetidamente desde el momento en que apareció.

El Gran Duque Kapmen se detuvo para decir entre lágrimas de risa:

—Lo siento, Su Majestad. Me cuesta entenderla así.

—¿No puede entenderme bien?

—Escucho su voz interior al mismo tiempo.

¿Qué debía hacer? No podía dejar de contar en mi mente.

El Gran Duque Kapmen sonrió con incomodidad. Pero pronto su expresión se volvió realmente seria y dijo:

—No sé qué pensamientos intenta ocultarme, pero después de oír esto no podrá pensar en nada más. Uno de los tres primeros equipos que partieron para la prueba comercial ha sido detenido en Whitemond.

Tenía razón. De inmediato, no pude pensar en nada más.

El Imperio Occidental era rico en joyas y diversos recursos naturales, también era el país con el mayor número de minas, pero no tenía mar. El Imperio Occidental estaba rodeado por montañas y otros países.

No había escasez de agua en el Imperio Occidental porque había muchos ríos y lagos grandes, pero no tenía fuerza naval. En cambio, el Imperio Occidental contaba con un ejército excepcional gracias a sus condiciones geográficas, por lo que tampoco la necesitaba.

Por esta razón, el Imperio Occidental había arrendado varios puertos, siendo el más cercano Whitemond.

El Imperio Occidental había utilizado el puerto de Whitemond durante más de veinte años, y uno de los equipos de esta misión debía pasar por ese puerto para ir a Rwibt. Al ser la distancia más corta, también era el equipo del que se esperaban los mejores resultados.

¿Pero fue arrestado?

—¿Hubo algún problema?

—No sé los detalles. Mi subordinado, que debía unirse al equipo y liderarlo, se retrasó porque se sintió mal, pero cuando llegó a Whitemond el equipo ya había sido arrestado.

Me levanté del sofá apresuradamente.

—Tendré que hablar primero con Heinley.

Aunque yo estaba a cargo de esto, no era algo que pudiera resolver sola si se trataba de un problema entre países.

¿Por qué fueron arrestados?

¿Por qué arrestaron al equipo? ¿Acaso Whitemond no había sido un país aliado desde que Occidente era un Reino? ¿Por qué no ahora que el Reino Occidental se convirtió en el Imperio Occidental?

Espero que la razón no esté relacionada con eso. De lo contrario, no se podría resolver fácilmente…

Me encontré con Heinley tan pronto como llegué al frente de su oficina.

—Mi Reina. En realidad, iba a buscar a Mi Reina.

Estaba saliendo de su oficina junto a McKenna, quien tenía una expresión muy seria.

¿Tenía Heinley una sonrisa…? ¿Lo vi mal? Sí, creo que lo vi mal. También tenía una expresión seria.

—Mi Reina, ¿Lo ha oído?

—¿Lo de Whitemond?

—Sí. Recibimos la información a través de una paloma mensajera, ni siquiera los miembros del equipo saben por qué fueron arrestados.

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Sovieshu, que había salido disfrazado de plebeyo, se detuvo frente a una tienda mientras realizaba una investigación encubierta.

El comandante de los caballeros, que lo acompañaba, desvió la mirada en la dirección en la que Sovieshu miraba.

Era una tienda con frente de vidrio, por lo que se podía ver una pintura en su interior en la que aparecía una persona muy conocida.

El comandante suspiró por dentro. Esa persona era la ex Emperatriz. La Emperatriz Navier en una gran pintura.

Sovieshu se quedó inmóvil por un momento, perdido en sus pensamientos, antes de entrar a la tienda.

—¡Bienvenido!

El dueño de la tienda se apresuró emocionado al ver que la puerta principal se abría. Sin embargo, sus pasos se ralentizaron de forma natural al ver a Sovieshu.

Aunque estaba vestido como un plebeyo y tenía la mitad del rostro cubierto, había una presión que surgía naturalmente de Sovieshu.

El dueño de la tienda, que había tratado con nobles en innumerables ocasiones, se dio cuenta rápidamente de que Sovieshu era un hombre de estatus muy alto y guardó silencio. A los de alto estatus no les gustaba que les hicieran preguntas primero. Era mejor dejarlos observar con libertad.

Gracias a eso, Sovieshu pudo apreciar completamente la pintura colgada en la pared sin que nadie lo molestara.

En la pintura, Navier estaba sentada con indiferencia con un vestido rojo. Lo inusual era que el mismo Sovieshu aparecía acostado sobre su regazo.

Sovieshu frunció el ceño ante el dolor punzante. Sintió que le faltaba el aire.

—¿Joven?

El comandante de los caballeros se acercó rápidamente a Sovieshu para asistirlo.

—No pasa nada.

Sovieshu agitó la mano para indicar que estaba bien, y trató de calmar el dolor golpeando suavemente su pecho adolorido.

Se había mantenido lo más ocupado posible para olvidar el sufrimiento que experimentó en el Imperio Occidental.

¿Por qué tenía que ver esta pintura aquí…?

Sintió escalofríos al recordar el dolor insoportable. Sovieshu se dio la vuelta y salió de la tienda.

Sin embargo, no logró dar ni tres pasos antes de regresar y decirle al dueño de la tienda,

—Véndame esa pintura.

Aunque era una tienda de pinturas, el dueño no tenía la intención de vender esa en particular.

Quería dejarla colgada como un amuleto de buena suerte.

Sin embargo, la presión intensa que emanaba Sovieshu era demasiado grande como para rechazarlo.

El dueño de la tienda dijo con vacilación,

—Esa pintura es muy cara.

—Eso no importa.

Decidido, Sovieshu le entregó una pequeña bolsa de dinero. Luego, ordenó al comandante de los caballeros que cubriera la pintura con una tela negra y la llevara a su dormitorio.

Una vez finalizada la investigación encubierta, Sovieshu regresó rápidamente al palacio.

—¿Y la pintura?

—Está en el dormitorio de Su Majestad. Esperaba que me dijera dónde quería colgarla.

Sovieshu pidió que colgaran la pintura donde pudiera verla mientras estaba acostado en la cama.

Una vez que el comandante se retiró, Sovieshu se sentó en la cama y miró la pintura detenidamente.

Era una pintura realmente vívida y hermosa.

Sovieshu escupió una maldición y se sujetó la cabeza. Sus ojos comenzaron a arder.

Ahora estaba bien, después de haber sufrido tanto en el Imperio Occidental. ¿Por qué apareció esto de repente…?

Pero a pesar del dolor, no podía apartar la vista de la pintura.

Un día ligeramente caluroso, cuando apenas soplaba el viento, había salido de picnic con Navier al campo dentro del Palacio Imperial. Ese día, mientras yacía en el regazo de Navier, presionó su barbilla y se rió de ella. Navier, que acariciaba el cabello de Sovieshu, lo jaló como si lo hubiera hecho por accidente. Como resultado, Sovieshu se volteó y le hizo cosquillas en los pies.

Sovieshu aún podía escuchar vívidamente a Navier reírse por las cosquillas…

—Maldición.

Una vez más, sus ojos se cerraron con fuerza y lo invadió un profundo dolor.

Mientras respiraba con dificultad, comenzaron a caer lágrimas por sus mejillas.

¿Qué significa esto? ¿Por qué ahora?

Incluso la pintura se veía borrosa por las lágrimas.

Al secarse las lágrimas con las manos, encontró algo en la pintura que no le gustó.

Los ojos de Navier. En lugar de mirarlo a él, sus ojos miraban hacia otro lado.

—¿Dónde estás mirando?

Sovieshu le preguntó a la Navier de la pintura, como si ella pudiera responder. Navier tenía la mirada alzada.

¿Por qué no me miraba a mí?

Esto lo irritaba, parecía como si estuviera mirando a otra persona.

Llorando sin poder contenerse, Sovieshu se acercó a la pintura y apoyó la frente en el vestido de Navier.

—Navier. No apartes la mirada. Mírame.

No hubo respuesta.

Sovieshu cayó de rodillas y finalmente dijo entre sollozos:

—Navier, te extraño. Navier, quiero verte. Navier, espero que regreses.

Traducido por: Valiz

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