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La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 29

A pesar de la ira en el rostro de Sovieshu, el príncipe Heinley parecía indiferente.

—Estoy seguro de que Rashta escribió esas cartas. Se confundió por un momento. El contenido puede ser confuso, ¿No?

—¿Tiene sentido confundir la mitad del contenido de las cartas?

Sovieshu se puso aún más rojo. La princesa Soju estaba absorta en la discusión como si se estuviera entreteniendo, dejó su tenedor y empezó a comer galletas como si estuviera viendo una obra de teatro.

—Dios… entonces, ¿Lady Rashta tiene un cerebro deficiente? ¿Diez cosas, la mitad olvidadas? Si su agudeza es el problema, entonces admitiré mi error.

En un instante, la atmósfera se volvió tensa. Solo se oía el sonido de la princesa Soju comiendo galletas. Con su personalidad vivaz y resuelta, mostraba su curiosidad al máximo.

—¿Soy yo el extraño aquí, todos? La dama que está sentada aquí, Rashta, se llamó a sí misma mi amiga ayer. Lo creí porque pensé que una dama tan famosa como Rashta no mentiría, y pasé todo el día honrándola. Y como dijo la princesa Soju, fui tan blando como un flan humano.

La princesa Soju se estremeció.

El príncipe Heinley tiene buen oído.

—Es cierto.

La princesa automáticamente tomó el lado del príncipe Heinley en compensación por haberla descubierto. El príncipe Heinley miró a su alrededor y habló de nuevo.

—Pero hubo algo extraño en nuestra conversación. Lady Rashta no sabía más de la mitad de lo que había intercambiado conmigo. No sabía nada de nuestros intercambios recientes. ¿No es extraño que no sepa la mitad del contenido, así como el contenido de hace solo una o dos cartas? La doncella de Lady Rashta tampoco lo sabía.

Todos asintieron, y las orejas de Rashta se pusieron rojas. Sovieshu fulminó con la mirada al príncipe Heinley, como si quisiera lanzarle un rayo con los ojos.

—Basta con esto, príncipe Heinley.

—Se suponía que esto era un asunto discreto, pero fue el Emperador del Imperio Oriental quien lo hizo público.

—¿No debería un caballero proteger a su dama si está en problemas? Si el Reino Occidental condena a una pobre mujer por un asunto trivial y llama a eso caballerosidad, entonces no me queda nada más que explicar.

—No, no. Mi dama fue falsamente suplantada, y yo también debo protegerla.

—¿Qué?

Una sonrisa juguetona se dibujó en la boca del príncipe.

—Por supuesto, mi conocido por carta puede ser un hombre, no una dama.

Su mirada cayó sobre mí por un momento, y mi corazón se heló. Recordé que había escritoSoy un hombrecomo pista.

Está equivocado… ¿Verdad?

Incluso si el príncipe Heinley descubría que Rashta era la impostora, aún no había forma de que supiera que yo era la verdadera.

Fue entonces cuando Rashta, quien hasta ahora no había dicho una palabra, gimió:

—Es demasiado.

Todas las miradas se apartaron de Sovieshu y el príncipe Heinley para posarse en Rashta, quien sollozó como si fuera la protagonista de una obra trágica. Una de las cejas del príncipe Heinley se alzó.

—¿Por qué intento engañarme de nuevo, Lady Rashta? ¿Por qué jugó un truco con la doncella?

Rashta dejó escapar un sollozo.

—Dije el contenido de la carta exactamente. Pero el príncipe Heinley sigue insistiendo en que es mentira.

¿Qué demonios…?

Mis labios se separaron en ese momento. ¿Qué acababa de decir? Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro.

—Creo que sé por qué está haciendo esto. ¿Es porque Rashta no es el tipo de persona que quería? ¿Fueron falsas todas las muestras de amistad que me envió?

Era la imagen de una heroína trágica que había sido injustamente abandonada. Sovieshu apretó la mandíbula mientras fulminaba con la mirada al príncipe.

—¿Es eso cierto?

Los hombros del príncipe Heinley se sacudieron al reír, luego suspiró y negó con la cabeza.

—Debe de estar loca.

—¿Acusa a Rashta de ser una mentirosa porque la vió con Su Majestad?

En el pasado, creí que la ingenuidad de Rashta provenía de su inocencia y falta de conocimiento. Ahora sabía que era una mujer astuta y manipuladora. El príncipe Heinley chasqueó la lengua.

—Lady Rashta. Es la persona más descarada que he conocido.

—Por el bien de nuestra amistad, por favor no siga diciendo cosas que lastimen a Rashta.

Rashta rompió en llanto, y algunos de los nobles a su alrededor empezaron a sentirse incómodos. Para aquellos que no sabían la verdad, Rashta parecía tan convencida de su versión que los confundía sobre qué era real. La princesa Soju miraba con los ojos muy abiertos, con una galleta en la boca, mientras que la duquesa Tuania observaba la situación con calma y los brazos cruzados.

Mientras tanto, solo el gran Duque Kapmen comía con delicadeza. Con sus ojos largos y afilados y su piel color caramelo saludable, movía los cubiertos con una expresión indiferente, como si todo el asunto le resultara tedioso.

Debería intervenir y decir que soy el conocido por carta del príncipe Heinley…

Miré a Kapmen mientras debatía mi decisión. Si tomaba el lado del príncipe, los demás no solo se burlarían de Rashta, sino también de Sovieshu, quien la había defendido. Sin embargo, no quería ver al príncipe Heinley ser culpado por Rashta. La amistad que ella reclamaba era en realidad entre el príncipe Heinley y yo.

En ese momento, el gran Duque Kapmen, quien comía como una máquina, se detuvo y me miró sorprendido. Asentí levemente al encontrarme con su mirada. Kapmen me observó en silencio, luego miró a Rashta y al príncipe Heinley y sonrió de manera enigmática.

¿Qué le pasa?

Sin embargo, no era el comportamiento extraño del gran Duque Kapmen lo que importaba en ese momento.

Quería mantenerme callada, pero hay un malentendido. Debería aclararlo.

Terminé mi debate interno y me preparé para hablar. Todos voltearon a verme. Parecían disfrutar del torbellino de acontecimientos. Solo Rashta me miraba con los ojos muy abiertos. De repente, se me ocurrió que la Vizcondesa Verdi debía haberle dicho que yo era la verdadera conocida por carta, y sentí la ironía de la situación. No entendía cómo Rashta pensó que podía suplantarme y que yo me quedaría callada.

Hablé con Sovieshu, manteniendo mi rostro lo más impasible posible.

—Su Majestad, sé quién fue la persona que intercambió cartas con el príncipe Heinley… y no fue Rashta.

El rostro del príncipe Heinley se iluminó. Rashta, por otro lado, me miró con una expresión de traición, mientras el rostro de Sovieshu palidecía.

—Emperatriz.

Me dirigió la palabra en voz baja.

—Este no es un asunto que usted deba decidir. Solo porque no le agrada Rashta, no significa que deba tomar el lado del príncipe Heinley.

—Solo estoy del lado de la verdad.

Tan pronto como terminé de hablar, el príncipe Heinley intervino con acidez.

—Su Majestad, la emperatriz. Debe ser frustrante que el emperador trate todas las palabras de Lady Rashta como la verdad.

Ese comentario agotó la paciencia de Sovieshu.

—No puedo tolerar esto más.

Sovieshu se puso de pie y desenfundó su espada. Era una pieza decorativa, no hecha para el combate, pero suficiente para herir a alguien indefenso. El ambiente en la sala se volvió tenso de inmediato.

—Príncipe Heinley, ¿Cómo se atreve a mancillar mi honor? Lo reto a un duelo.

—Si lo mato ahora, ¿Puedo salir de aquí con vida? Entonces, aceptaré el duelo.

Traducido por: Valiz

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