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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 319:Creer (2)

Capítulo de novela - 75 párrafos

Al final vine sola al restaurante al que Heinley y yo habíamos planeado venir juntos. Me senté en la misma mesa de antes, pedí los mismos platos del menú y, mientras esperaba que llegara la comida, reflexioné sobre las palabras de Sovieshu y del decano.

El rostro de Sovieshu se oscureció cuando mencionó el fenómeno del declive de los magos. El decano enfatizó que era un mago y un ciudadano del Imperio Oriental, además habló de sospechas.

¿Qué sospechas exactamente? ¿Ambos piensan que el Imperio Occidental causó el fenómeno del declive de los magos?

Tal vez sea así.

De lo contrario, la actitud fría del decano y la seriedad repentina de Sovieshu, que me había estado rogando que regresara, no tenían sentido.

Sin embargo, las sospechas eran verdaderamente absurdas. ¿Cómo podría el Imperio Occidental hacer algo así? ¿Qué clase de persona sería Heinley?

…qué clase de persona.

De pronto recordé que yo, que no tenía ni un poco de maná, me estaba convirtiendo en maga. También recordé los efectos secundarios de la cama de maná de la que me habló Heinley.

Sentí una opresión inexplicable en el pecho. Me obligué a beber un poco de agua fría para disipar las dudas.

Aunque Heinley era bastante astuto, no podía ser tan cruel.

¿Cómo podría estar robando el maná de los magos? La imagen de Evely sufriendo era tan vívida en mi mente que no podía creer que Heinley fuera la causa de ello. Era un disparate.

Por suerte, el camarero trajo la comida que había pedido antes de que pensara más en eso.

Pero para entonces ya había perdido el apetito. Ese apetito que no había tenido desde hace tiempo. Aunque mi estómago gruñía de hambre, fruncía el ceño con solo pensar en meterme comida en la boca.

Mientras intentaba comer a la fuerza, un empleado me trajo el periódico del día.

—Umm… señorita. Aquí tiene.

Sentarse sola con el ceño fruncido no parecía apropiado.

—Gracias.

Dije con una sonrisa forzada y abrí el periódico con una mano. Tenía la mente confundida, así que quería pensar en otra cosa.

Tan pronto como abrí el periódico, mi atención se centró de inmediato en el nombre de Rashta que aparecía en un artículo.

¿Qué es esto?

Dejé la cuchara para sostener el periódico correctamente.

¿Había aparecido un hombre que afirmaba ser el verdadero padre de Rashta?

Esa era una noticia que aún no había llegado al Imperio Occidental.

Le había dicho a la Condesa Jubel que tenía algo que pensar, así que ella se sentó en una mesa aparte detrás de mí. Justo ahora, se inclinó hacia atrás para ver si también había recibido un periódico del empleado y susurró,

—Su Majestad, ¿Vio esto en el periódico?

—Lo acabo de ver.

—Ay, Dios. ¿Qué es todo esto? Me llevaré el periódico. ¿Hay algo más delicioso?

Leía el periódico con atención. El hombre que afirmaba ser el verdadero padre de Rashta había aparecido hace unos días. Por supuesto, Rashta lo negó.

Podía imaginarlo. Después de inventarse unos padres nobles para disipar los rumores de que había sido esclava, jamás aceptaría a un hombre común como su verdadero padre. Incluso si realmente lo fuera.

Sin embargo, parecía que al final cambió de opinión. Dijo que el hombre que afirmaba ser su verdadero padre la había criado de niña por un tiempo, aunque en realidad no era su padre.

El hombre también cambió repentinamente su postura después de que Rashta hiciera tal declaración, estuvo de acuerdo con sus palabras.

El periodista llamado Joanson, que escribió el artículo, cuestionó esto entre líneas, ¿Cómo podía una persona cambiar su versión de los hechos tan drásticamente?, y sutilmente planteó sospechas de que el hombre había sido amenazado o recibió dinero.

—Es increíble, es increíble. Su Majestad. ¿Leyó esta parte?

Asentí mientras seguía leyendo el artículo. La condesa Jubel me llamó ruidosamente de nuevo.

—Esa mujer debe haber hecho enojar a este periodista. Está lanzando sospechas desde varios ángulos.

Aparentemente, el periodista apuntaba al supuesto padre en el artículo. ¿Es un estafador?

Pero el hecho de que se atreviera a sacar a colación el tema del dinero y las amenazas indicaba que en realidad era un artículo escrito para dañar a Rashta.

En cualquier caso, parecía que Rashta declaró que apoyaría tanto al hombre recién aparecido como a sus verdaderos padres nobles.

Pero este periodista atacó a Rashta en la última parte del artículo mientras fingía preocuparse por ella.

La Emperatriz realmente tiene un buen corazón. Es muy amable de su parte querer apoyar a ambos, pero una Emperatriz también debe tener determinación. Las personas comunes a menudo caen víctimas de estafadores por ser demasiado bondadosas, si la Emperatriz actúa de la misma manera podría perjudicar a todo el país. ¿No sería mejor que Su Majestad se sometiera a una prueba en el templo para descubrir quiénes son sus verdaderos padres y así apoyar solo a ellos?

—¡Dios mío! ¡¿Cómo puede saber tan bien esto?!

Pude oír la alegre voz de la Condesa Jubel detrás de mí. Bebí agua y doblé el periódico.

Antes, estaba tan concentrada en lo que pasó con Sovieshu y el decano que no noté los susurros sobre Rashta. Todos en el restaurante hablaban de ella.

—También está el caso de los pagarés, la Emperatriz Rashta es una mentirosa.

—Este periodista siempre habla mal de la Emperatriz Rashta. No hay que creerle…

¿No viviría feliz con su hija? ¿Qué pasó, Rashta?

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Unos días después estaba de regreso en el Imperio Occidental.

Al llegar tuve que calmar a Heinley, que vino hacia mí como un perrito ansioso. Luego le conté lo que pasó con Sovieshu y el decano.

—Sé que tú nunca harías algo así. Parece que hay un malentendido.

—¿Entonces no conseguiste ayuda con el maná?

—No. De hecho, quería volver a visitar al decano, pero… no lo hice porque estaba molesto.

Apreté con fuerza la mano de Heinley, besé el dorso y dije:

—No harías daño a otras personas con estas manos tan lindas.

—Heinley. No creo que harías sufrir a otros como sufrió Evely.

—Mi Reina…

—Le preguntaré al Gran Duque Kapmen sobre el maná. El Gran Duque tomó clases en la academia de principio a fin, así que podría ayudarme.

No me molesté en hablar sobre Rashta. No era necesario.

Heinley me abrazó con fuerza sin decir palabra.

Esa noche, acostada sobre el pecho de Heinley con los ojos cerrados, todas las preocupaciones de mi viaje a Wirwol se desvanecieron.

Sin darme cuenta, se había vuelto una persona especial para mí. Este Príncipe de un país vecino, que era a la vez como un enorme cachorro y un astuto águila, ahora era mi esposo. Solo estar a su lado me hacía sentir reconfortada.

Sumida en la fragancia de su cuerpo, el cansancio de los últimos días me envolvió y me dormí mientras acariciaba los músculos de Heinley.

Cuando volví a abrir los ojos, me desconcertó que Heinley no estuviera a mi lado.

Pensé que quizá tenía algo que hacer, así que iba a volver a dormir. Sin embargo, de pronto sentí mucha hambre. Quería comer el pan que solía preparar Heinley.

No había comido bien en días, así que me levanté y salí a buscar a Heinley.

No está en su habitación…

Así que fui a su oficina. La puerta estaba cerrada.

En ese momento toqué inconscientemente el picaporte, pensando en regresar al dormitorio. Una delgada capa de hielo salió de mi mano, el picaporte se congeló y, tras un leve clic, la puerta se abrió casi sin hacer ruido.

¡Cielos! ¡Mañana debería reunirme con Kapmen!

Mientras miraba desconcertada mi mano, oí una voz suave a través de la puerta entreabierta.

—Envía al pequeño cuervo a revisar la situación. Si cree que por ese collar podríamos ser descubiertos, debe hacer lo que sea necesario para recuperarlo.

Traducido por: Valiz

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