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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 321:Negación (2)

Capítulo de novela - 95 párrafos

Capítulo 321 - Negación (2)

Tan pronto como desperté al día siguiente, el primer pensamiento que vino a mi mente fue, tengo hambre.

Quería comer el pan horneado de Heinley. Ese pan delgado y crujiente. Solo cuando se calmó un poco mi deseo de comer pan, recordé lo que había sucedido ayer.

Mientras estaba conmocionada por la inesperada realidad, Heinley me llamó suavemente.

—Mi reina.

Cuando me incorporé apresuradamente, vi a Heinley entrar desde su habitación con un carrito de comida.

—¿Te levantaste temprano?

—Mi Reina, sé que no has podido comer bien últimamente. Pensé el desayuno principalmente en la comida que te gusta.

—Este olor…

—Ah, ¿No te gusta el olor del desayuno?

Negué con la cabeza y caminé rápidamente hacia el carrito de comida. Al retirar la tela amarilla clara que cubría los platos, pude ver una tortilla, sopa de verduras y el pan horneado que quería comer.

No pude evitar que mi mano fuera directamente hacia el pan, arranqué un trozo, lo mojé en la sopa y lo mastiqué. Mis papilas gustativas, que no habían podido percibir sabores durante casi diez días, finalmente comenzaron a funcionar.

—Está delicioso.

—Me duele ver a Mi Reina comer con tanta prisa.

—¿No es normal comer así si está delicioso?

—Siento que querías comer, pero no podías.

—Casualmente, realmente quería comer esto.

Llevando otro trozo de pan a mi boca, señalé lo que quedaba. Solo después de terminar de comer comencé a preocuparme por mi imagen.

¡Qué tonta he sido! Me lo comí todo sin esperar a Heinley.

Afortunadamente, no me comí también el pan de Heinley… En cuanto pensé en eso, Heinley incluso me ofreció su propio pan horneado.

—¿Qué pasó con Whitemond?

Una vez que me sentí satisfecha, pude preguntar como si nada hubiera pasado.

Aunque por dentro estaba muy avergonzada, no lo mostré en absoluto.

En realidad, quería preguntarle sobre la conversación que tuvo con McKenna ayer. Sin embargo, temía que respondiera:

—He estado preparando una invasión a tu país. —No estaba lista para oír eso.

Así que dejaré esa pregunta a un lado por ahora. También sentía mucha curiosidad por los resultados con Whitemond. Cuando llegué, el Rey ya se había marchado.

—¿Qué dijo el Rey? Ya que vino hasta aquí, parece que tampoco quería ir a la guerra…

—El Rey dice que Whitemond puede permitirnos usar el puerto nuevamente.

—Eso es genial, ¿No?

—Bueno, fue un poco ambiguo.

—¿Por qué?

—Antes de que podamos usar el puerto, exige que firmemos un tratado en el que se declare que el puerto nunca será usado como excusa para invadirlos. Además, quiere que el acuerdo sea certificado por la Alianza Wol.

—Si accedemos a sus demandas, ¿Podremos usar el puerto como antes? ¿No habrá ninguna diferencia?

—Así es.

—¿En ese tratado habrá alguna cláusula que nos permita defendernos en caso de peligro?

Era bastante completo. ¿Incluso incluiría una cláusula de que el tratado no tendría efecto mientras no se usara el puerto?

No para comenzar una guerra, sino para poder responder a provocaciones del otro lado.

Pero con esta cláusula, ¿No estaría Whitemond aceptando ser invadido mientras no se usara el puerto?

—¿Qué vas a hacer?

—En vez del camino complicado, deberíamos tomar el camino fácil…

Heinley, que murmuraba para sí mismo, desvió la mirada y cambió discretamente sus palabras,

—Necesito pensarlo un poco más.

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Mientras Navier y Heinley ocultaban sus verdaderos pensamientos.

El padre de Christa, el Viejo Duque Zemensia, estaba en el estudio de su casa. Detrás de él, un subordinado miraba alrededor con inquietud.

El subordinado estaba sorprendido de que el Viejo Duque Zemensia no hiciera nada a pesar del fuerte rumor que circulaba sobre la posible infertilidad de la Emperatriz Navier.

No es que hubiera decidido ponerse del lado de la Emperatriz, sino que no tenía idea de sus intenciones ya que no mostraba ninguna reacción.

—Será difícil que el Marqués Ketron haga un movimiento ahora. La Marquesa decidió cambiar completamente la posición de la familia después del escándalo del Marqués. Considera más importante el futuro de sus hijos que la lealtad entre el Marqués y la Ex Reina, así que parece que está presionando al Marqués para que se mantenga en silencio.

El subordinado continuó nerviosamente.

—¿No deberíamos definir nuestra posición lo antes posible? Entre vengarnos o cambiar de bando.

Finalmente, el Viejo Duque Zemensia habló con voz severa mientras observaba en silencio la portada de un libro.

—Lo más probable es que el rumor de infertilidad sea una trampa.

—¿Quiere decir que la Emperatriz no es infértil?

—No solo no es infértil, sino que es posible que esté embarazada. De lo contrario, no estaría tan segura al tender esta trampa.

Los ojos del subordinado se agrandaron.

—¿No fue el Marqués Ketron quien comenzó ese rumor? Además, cada vez que se menciona al sucesor, la Emperatriz cambia de tema con una expresión seria.

—¿Cree que la Emperatriz Navier, que gobernó el Imperio Oriental, no puede siquiera controlar su expresión?

—Ese astuto como un zorro Emperador también ha dejado pasar los rumores. Definitivamente están tramando algo.

—Ya veo. Entonces, ¿Qué debemos hacer?

El subordinado preguntó con rostro preocupado.

—Por el momento es mejor ser cautelosos, así que mantendremos la boca cerrada.

El Viejo Duque Zemensia habló con gravedad, se giró lentamente y miró el portarretratos en el escritorio de su estudio. En el portarretratos, una pequeña Christa estaba sentada en su regazo sonriendo ampliamente.

El Viejo Duque, con lágrimas en los ojos, abrió la boca con impotencia.

—Lo que quiero ahora es ver a mi hija. ¿Christa aún no responde?

—No. Parece que estaba muy molesta porque el Viejo Duque no intervino para defenderla.

El Viejo Duque, que se quedó atónito por un momento como un árbol seco, levantó el portarretratos que yacía en el escritorio.

—Entonces tendré que ir personalmente.

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El Vizconde Roteschu había establecido la árida frontera de Palme como punto de partida en la búsqueda de Rivetti y también de la ‘hermana de Rashta’.

Palme era el lugar donde operaba un infame grupo de bandidos, los Mil Eternos. Aunque actualmente no eran tan activos por esa zona, sí lo eran cuando el Vizconde y la Vizcondesa Isqua perdieron a su hija.

El Vizconde y la Vizcondesa Isqua no perdieron a su hija en el Imperio Oriental, pero habían dicho que quedaron atrapados en un ataque de los bandidos de los mil eternos, así que existía la posibilidad de que su otra hija hubiera llegado hasta allí.

El Vizconde Roteschu estaba demasiado ocupado con ambas búsquedas. No había sido una exageración lo que le dijo a Rashta, ni siquiera sabía cómo estaba Alan en estos días.

A veces se preocupaba por lo que Alan podría estar haciendo debido a su personalidad tonta, pero intentaba convencerse de que no podía pasarle nada malo.

Alan siempre se quedaba en casa para cuidar de su hijo.

Después de varios días de búsqueda, el Vizconde Roteschu finalmente descubrió una pista sobre la verdadera hija de la Familia Isqua. Supo que la niña podría haber sido enviada al Orfanato Derose después de pasar por dos familias adoptivas.

Esa no era la pista que quería, ya que había pasado días buscando principalmente información sobre Rivetti.

Pero fue a ese orfanato de todos modos. Esperaba encontrar pistas sobre su propia hija mientras buscaba a la hija de la Familia Isqua.

—Veamos… ¿Cuál era su rango de edad? ¿Sabe sus rasgos físicos? Si no sabe nada sobre su personalidad no importa, la personalidad de los niños cambia constantemente. Además, si estuvo atrapada en un grupo de bandidos, es muy probable que su personalidad haya cambiado drásticamente… hmm. Ni siquiera conoce sus rasgos físicos.

Mientras el director del orfanato buscaba entre los registros de la época en que la Familia Isqua perdió a su hija, el Vizconde Roteschu miraba con curiosidad el retrato de la Emperatriz Navier colgado en la pared de la oficina del director.

De hecho, este orfanato era apoyado por la Emperatriz Navier. También era un orfanato que Rashta había apoyado con el dinero de Navier.

—Oh, qué afortunado.

En ese momento, el director soltó un suspiro y sonrió. Luego giró el documento que estaba examinando hacia el Vizconde Roteschu.

—Solo dos niñas ingresaron a nuestro orfanato en ese entonces.

—¿Solo dos?

—No queríamos aceptar a nadie más porque estábamos llenos, pero no tuvimos más remedio que aceptar a dos más debido a las desafortunadas circunstancias en las que estaban las niñas.

El Vizconde Roteschu se apresuró a mirar el documento que el director le había mostrado.

Había dos pequeños retratos uno al lado del otro. Uno de los retratos tenía escrito debajo ‘retirada’.

—Esta niña…

—Como dije, se acogieron a dos. Una se fue hace cinco años porque, afortunadamente, sus verdaderos padres vinieron a buscarla. Así que esta es la única niña.

El director señaló con el dedo a la niña sin ninguna nota debajo y sonrió ampliamente.

—Es el orgullo de nuestro orfanato. Su nombre es Evely.

Traducido por: Valiz

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